Fin de la era Beilin

Yossi Beilin se va. Menos mal que todavia tenemos a Peres.

Yossi Beilin se va. Menos mal que todavía tenemos a Peres.

El gran honor que puede tener un político, o cualquier persona, al final del camino, es que alguien le titule, «El fin de la era N» Quién pudiera. ¿Alguien escribirá «El fin de la era Kisi» cuando me retire, o me agarre artritis y no pueda teclear más? (de morirme ni hablar…)

Pero parece que con Beilin, arquitecto de los Acuerdos de Oslo, se justifica. El diputado y doctor Yossi Beilin (Meretz) anunció anteanoche que se retiraba de la vida política. Esperaba que Tzipi Livni pudiera formar coalición y volver a ser ministro de Justicia por Meretz. Pero al anunciarse elecciones anticipadas, decidió retirarse y convertirse en socio en una empresa en formación.

Pues bien, Beilin (60), doctor en Ciencia Política, fue uno de los arquitectos de Oslo. Fue elegido por primera vez a la Knesset en 1988 y, salvo una pausa de siete años, estuvo allí de continuo. Fue durante muchos años un activista central del Partido Laborista, a nombre del cual ejerció en numerosos cargos, entre ellos titular de la cartera de Justicia.

Ya antes de la victoria de Itzjak Rabin en 1992, Beilin fue uno de los promotores de los encuentros secretos con Yasser Arafat en Túnez, encuentros que conducirían a los Acuerdos de Oslo que, para una mitad de la sociedad israelí, fueron una proeza, y para la otra, una calamidad cuyas secuelas seguimos sufriendo hasta hoy.

Luego, hacia 1999, fue quien desatara un cuasi escándalo cuando propuso rever el carácter de las donaciones de judíos del exterior a Israel, y propuso crear un emprendimiento que financiara a cada joven judío una visita a Israel. Fue el origen de Taglit-Birthright.

Otro simbronazo provocado por Beilin se llamó «Acuerdo de Ginebra» (2003), tejido entre él del lado israelí y Yasser Abed Raboo del lado palestino. Un acuerdo virtual con un marketing excepcional en el mundo, financiado por ONGs europeas y por el gobierno suizo. A cada hogar en Israel llegó enfundado en bolsita de nylon el texto del acuerdo, cuyo fin era uno solo: demostrar, en épocas de Ariel Sharón y sus liquidaciones selectivas de líderes palestinos, que sí había con quién hablar del otro lado. Eso dejó a Sharón en off-side frente al aliado norteamericano, y se puede decir, también frente a la opinión pública israelí. Indirectamente, éste y otros factores llevaron al Plan de Desconexión planificado y ejecutado por Sharón en 2005.

Un politico en el terreno, pero no de barricada. Yossi Beilin en una manifestación por la paz.

Un político en el terreno, pero no de barricada. Yossi Beilin en una manifestación por la paz.

En 2003 se retiró del Laborismo y se convirtió en el líder de Meretz, reemplazando a Yossi Sarid hasta 2008, cuando fuera electo Jaim Orón. Pero en Meretz nunca logró hacerse querer, lo acusaron de usar a Meretz como plataforma de su ego. Sobre todo, no logró sacar a ese partido de izquierda del fango en el que todavía se revuelca.

Ciertamente, nunca fue un político popular. Hablaba muy bien, pero su carisma, si lo tenía, no era el adecuado a la aspereza mesoriental. Como quiera que sea, Beilin fue promotor de posturas que hoy son parte del mainstream en Israel. Principalmente, la postura de «dos estados para dos pueblos» es hoy política de estado, porque, advirtió Beilin, la alternativa es un estado binacional y el fin del estado judío y del sionismo.

Y si se termina una era, es quizás la de Oslo, la de Rabin-Peres y la «Canción de la Paz», la de la paz romántica. Si habrá de haber paz, Livni o incluso Bibi mediante, será una paz de realpolitik. O los que sueñen, deberán seguir soñando. Menos mal que todavía nos queda Shimón Peres.

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