Con el triunfo de Barack Obama, el rompe-estereotipos del siglo, me acordé de Lacey Schwartz, una chica norteamericana, judía, y negra.
La conocí en junio, en el Encuentro ROI 2008 en Jerusalem, donde 120 jóvenes judíos innovadores de todo el mundo se reunieron al amparo de la Fundación Schusterman para hacer networking en pos de sus comunidades judías. Cada uno tenía un proyecto. El de ella era una película sobre su historia, sobre trasfondo del fenómeno de los judíos negros en Estados Unidos.
El padre y la madre de Lacey son blancos, pero su mamá tuvo un affair con un negro, y a los 18 años de edad de Lacey, decidió revelárselo, no sin que medien presiones de su parte. Porque su niñez fue algo complicada, todos los chicos le preguntaban qué era, si blanca o negra, y ella lo resolvía diciendo: judía. Pero en algún momento ya no alcanzó. En el College, el formulario de inscripción preguntaba la raza (tema aparte si los hay) y ella decidió mandarles su foto, que decidan ellos. Hoy es abogada y productora de cine. Por lo que vi, es muy buena.
Obviamente puedo adivinar qué votó Lacey en estas elecciones. Pero se me ocurrió reflexionar sobre el ser judío, el ser negro, y los procesos de cambio, que son tan lentos pero se dan. Acá en Israel hablaron de qué pasaría si un etíope llegara a postularse para Primer Ministro. Hay políticas de empowerment con la comunidad etíope, y hay un aumento, dicen, en el número de esos estudiantes en las universidades, pero todavía va a llevar tiempo.
La película que está produciendo Lacey se llama «Out of the box». Necesita fondos. Pongan Lacey Schwartz en Google y entérense más. Acá va el trailer de la película.