Taír y Tâher

Por Darío Teitelbaum – Kibutz Gvulot, en el límite con Gaza

Taír es mi hija, y es tan real como sus respiraciones, que escucho llegar de la habitación contigua donde duerme. Taír tiene cuatro años y nueve meses (a pesar de que ella sostiene tener cuatro y medio) y vive con su mamá Ana y conmigo en el Kibutz Gvulot (1).

Tâher es tan real como mi hija Taír. No estoy seguro si se llama Tâher, si tiene cuatro o cinco años. No se si vive en Rafah , en Nuseirat o Shaty. Con seguridad hay una, diez o cien Tâher en la Franja de Gaza.

Taír significa «iluminará» , neologismo hebreo.
Tâher significa «puro, limpio», en árabe literario.
Al parecer las raíces etimológicas de ambos nombres desprenden de una fuente en común. Fuente seca en estos días.

Taír se fue a dormir , luego de cenar. Cena habitual de sábado, cena que Ana y yo logramos proveerle día a día (así como los desayunos, almuerzos, meriendas y demás antojos infantiles) gracias a nuestro trabajo. Ya que estamos en invierno (no muy riguroso, por cierto) su habitación está agradablemente calefaccionada. Ana le leyó un cuento.

No sé dónde Tâher duerme esta noche. Quizás en su propia casa, quizás en la de su tío en un barrio más seguro, lejos de zonas de lanzamiento de misiles Kassam y de represalias israelíes. No sé qué comió Tâher, si fue comida caliente , o tan sólo una ración repartida por las organizaciones humanitarias. Ni sé si Tâher sufre frío o soledad.

Por cierto Taír se quedó en casa con nosotros, no así muchas «Taír» de su edad , habitantes de la región del Neguev, que optaron – sus padres optaron – por salir de la zona ante la inminente amenaza de caída de misiles tipo Kassam y Katiusha, la constante tensión de vivir bajo interminables alarmas y de compartir un jardín de infantes improvisado en un refugio subterráneo.

Taír y Tâher viven en estos dias una vida que ellas no eligieron, sino que nosotros como progenitores les asignamos, y quizás (ojalá no) a la cual las condenamos.

Sus vidas no son simétricas, ni tampoco lo es el mundo que les construimos. Tampoco lo es la ceguera terrorista de aquellos que no reconocen el derecho de Taír de vivir sin amenazas de muerte, o la impotencia nuestra de no llegar a un acuerdo que permita a Tâher lo mismo que está permitido a mi Taír.

No obstante las asimetrías, ambas están potencialmente bajo un extremo riesgo existencial: ser las victimas de un conflicto como no tiene lugar sobre la faz del planeta.

Un conflicto que amenaza al carácter humano de todos y cada uno de nosotros, sea en las calles afligidas de Sderot, en los senderos tortuosos de Beit Hanun, en los campos de Jolit y el las playas de Dir el Balah.

Un conflicto que pone en evidencia el oscurantismo de los fundamentalismos y lo nocivo de los nacionalismos exacerbados, y esto más allá del derecho natural de los pueblos a la autodeterminación.

Conflicto en el cual todo humanista, antes de tomar partido impulsivo debe acudir a la empatía y a la capacidad de entender la situación de riesgo latente y peligro inminente. La reacción natural de cada padre de defender a su niña. A su Taír o a su Tâher.
Y al comprender esto, su obligación moral (y no solo política) de actuar en favor de disminuir ese riesgo, esa amenaza y ese temor.

Es su misión hacer que las Taír y las Tâher puedan gozar de una niñez feliz, una adolescencia plena y una perspectiva de vida digna.

Eso no se logrará con un Kassam o un hombre-bomba, ni con un tanque o un avión, ni con negaciones ni abnegaciones.

A eso no se llegará si cada año se suman a la lista de muertos, heridos, damnificados y afectados, y así se refuerzan los circulos viciosos de la violencia.

Sino al entender el riesgo y peligro y potencialidad de una tragedia más profunda aún, ejercer la defensa y autodefensa por medio del diálogo, del respeto a la vida y de la voluntad humana de auto superación.

Mi Taír y Tâher podrían cumplir con la aspiración que sus nombres encierran: iluminar y purificar…Amén, asi sea…

O mejor dicho… hagámoslo así.

Darío, Papá de Tair,

1 Kibutz Gvulot, granja comunitaria situada a 7 Km. de la franja de Gaza

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Dor (generacion, nombre masculino hebreo)/ Janan Yovel

La próxima generación duerme en la habitación de al lado,
Oigo su respiración.
La próxima generación duerme en la habitación de al lado,
Balbucea temores al soñar.
Quiero acercarme, abrazarlo fuerte
Pero al meditarlo entiendo
Yo me equivoqué, él razón tendrá
 

Dor, Dor,
No quiebres tu sueño como lo hice yo
Dor, Dor  
No remates tu mundo.
Abre tus ojos, no olvides lo que ahora anhelas
Extiende tus manos, pero no confíes en los que en vano imploran
No te silencies, enfréntate a mí…
No te fíes de mi generación.

La próxima generación distingue muy bien entre bien o mal
Y con un desarrolado sentido de justicia sabe contar.
La próxima generación puede ver claramente lo que sucedió
Y no mantiene en secreto su sensación.

Quiero decirle – basta ya,
Que alto costo tiene este mundo
Pero al pensarlo nuevamente sé que —
Él es tan puro, yo ya no lo soy.

Dor, Dor …

La próxima generación duerme en la habitación de al lado,
Oigo su respiración.

Un pensamiento en “Taír y Tâher

  1. Me pregunto si en Rafiah o Deir el Balah habrá un padre de Tâher pensando que del otro lado hay una Taír que no puede vivir tranquila y que sufre injustamente como su hija, como se hace en este post.

    Con respecto al relato, muy humanitario y considerado por cierto, rescato principalmente (aunque no únicamente) el siguiente párrafo:

    «Sino al entender el riesgo y peligro y potencialidad de una tragedia más profunda aún, ejercer la defensa y autodefensa por medio del diálogo, del respeto a la vida y de la voluntad humana de auto superación.»

    Exactamente. Diálogo que lleve a la paz, la seguridad y la justicia… negociación política, reconocimiento del otro, dialogar con el vecino, resolver las diferencias pacíficamente… esa es la solución ante toda esta tragedia innecesaria. Pero lamentablemente estamos ante un vecino irracional que no piensa como nosotros, un vecino que está dispuesto a sacrificar a su pueblo para matar al ajeno, un vecino cuyo único objetivo es sembrar muerte, destruir, negarse a dialogar y no reconocer que el otro es un ser humano… por supuesto no me refiero a la pobre Tâher ni a su padre que son los que sufren todo esto y no hicieron nada para merecerlo. Me refiero al Hamas, que tiene de rehén a la gente de Gaza mientras pretenden matar con cohetes, misiles y morteros a la gente del sur de Israel. Una vez que esa gente, los fundamentalistas asesinos del Hamas, reconozcan el derecho a la existencia de Israel y renuncien al terrorismo, es decir, básicamente cuando el Hamas deje de ser Hamas (algo que no hará por las buenas, ya que se mantiene gracias al régimen iraní cuyo objetivo es obstaculizar cualquier iniciativa de paz), cuando mueran, huyan, desaparezcan o sean capturados los terroristas cobardes a los cuales no les interesa su pueblo y mucho menos el ajeno, entonces Taír y Tâher podrán dormir, comer, crecer, educarse y vivir en paz por el resto de sus vidas.

    Paz

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