¿Nos enseñaron todo mal?

¿Fue el Rey David, realmente, el noble héroe que nos enseñaron en la escuela? Y si no lo fue, si se trató de un farsante y un asesino de opositores y de pueblos vecinos, ¿qué dice ese descubrimiento acerca de nuestra identidad histórico-nacional, incluido nuestro carácter presente de nación con derecho a una tierra?

¿Que la inocencia nos valga? El Rey David y su harpa, en Jerusalem.

¿Que la inocencia nos valga? El Rey David y su harpa, en Jerusalem.

 

 

Tiempos de Pesaj y de luchar contra la balanza. Tiempos de Seder en casa, y después a lidiar con las vacaciones de los chicos. Tiempos entre-computadoras, esos temibles días en que la laptop ha fallecido sin que hayamos alcanzado a reemplazarla. Algo así como los «Días Terribles», pero en Pesaj…

De todos modos, la falta de conexión no sólo me alejó del blog por un tiempo, sino que también me arrojó de lleno, una vez más, al placer de la lectura, y a uno de esos libros con los que uno se topa una vez por año con suerte, de esos que no se pueden dejar. Se llama «Melajim Guimel», o sea «Reyes III», de la escritora israelí Ioji Brandes, y cuenta en clave de novela histórica de cómo David, el Rey David, nuestro gran héroe, era en realidad un traidor que conspiró, con astucia y malicia, contra la corona al rey Shaúl, luego de falsificar la hazaña de la muerte de Goliath el gigante filisteo, y de pergeñar una patraña tras otra para hacerse no sólo con el reino, sino también con el amor de las siguientes generaciones. Un maestro del marketing, supo posicionar a Jerusalem como nueva capital con el fin de unificar a las tribus de Israel, objetivo noble si los hubiera, pero también utilizó el relato y el mito como arma mortífera en manos de sus escribas y biógrafos.

Un libro subversivo si los hay -calificado de tal por su propia autora- Melajim Guimel nos asegura que, después, iremos corriendo a leer otra vez la Biblia, ahora con otros ojos. En efecto, las señales de la trampa y la manipulación están denunciadas en nuestras fuentes por todos lados.

Lo interesante de este libro, sin embargo, son las reflexiones filosóficas, casi existenciales, que dispara. Porque si se pone a pensar uno, toda la historia nos llega de un modo, cuando en realidad fue de otro. O, por lo menos, fue mucho más complejo. Ejemplito: ¿quién no vio la foto de Moshé Dayán, Itzjak Rabin y «Dado» Elazar entrando en la Ciudad Vieja de Jerusalem rumbo al Kotel, una vez conquistado en el ’67? Imagen romántica, espontánea, mitológica. Pues bien, parece ser que la tan romántica foto tiene detrás toda una historia apasionante de egos e intrigas, con todo y un Moshé Dayán, entonces ministro de Defensa, amenazando con tiros y líos si no esperaban a que él se pusiera el uniforme (que ya no usaba) y llegara para posar en la imagen. Y así todo. Absolutamente todo.

Hace unos días, antes de la fiesta, se me acercaron unos alumnos en el Majón de Madrijim (Instituto de Líderes de la Agencia Judía) en Jerusalem. Acababa de darles una charla sobre los árabes israelíes, donde explicaba entre otras cosas la narrativa árabe acerca del nacimiento del Estado de Israel. Como conclusión general, para no ahondar en detalles, explicaba que, a pesar de los acontecimientos, las circunstancias y las emociones en juego en un colectivo y en el otro -el judío y el árabe-, Israel ha logrado mantenerse razonablemente democrático -muchísimo mejor que otros países con minorías nacionales-, con mucho hecho y mucho por hacer para equiparar el status de los árabes israelíes.

Pero los acontecimientos del pasado no dejaban tranquilos a mis estudiantes. El hecho de que había habido una guerra, y que se había generado el problema de los refugiados, ¿no echaba por tierra la legitimidad del Estado de Israel? Me explicaban que algunos de sus amigos habían abandonado la causa sionista a raíz de esa «toma de conciencia» acerca de aquel «pecado original».

Les dije de antemano: «No les voy a acallar la conciencia; ustedes tendrán que seguir rompiéndose la cabeza, estudiando, investigando, pensando». Pero, ¿acaso hay país en Occidente que haya nacido sin guerra civil, sin violencia, sin intrigas? ¿Fueron los palestinos más víctimas de las circunstancias históricas de la época que los judíos? En una época de genocidios, exilios forzosos y violentos intercambios de poblaciones en la URSS, en China, de holocaustos y bombas atómicas, Israel no mató a toda la minoría árabe, sino que ésta se trasladó, mucha de la cual se fue sola a los campos de refugiados en los países vecinos, y parte de la cual se fue con «ayuda» israelí, más o menos delibarada. Los historiadores siguen y seguirán discutiendo acerca de los números y las proporciones, pero lo que está claro es que no existió política centralizada de expulsión de todas las masas árabes. De otro modo, no habría permanecido ni uno de ellos. ¿Convierte esta relativa no violencia a Israel en un país que «nació en el pecado»? O, por el contrario, ¿lava este hecho del todo su culpa, como en el bíblico caso de Noé, el «justo en su época»? Como todo, absolutamente todo, la verdad y las respuestas están en algún lugar en el medio.

Les pregunté a mis estudiantes si el hecho de que los padres fundadores de sus países -Argentina, Brasil, etc.- hubieran sido todos, absolutamente todos, corruptos, asesinos de opositores, genocidas de indígenas y esclavizadores de negros, suponía entonces que Argentina y Brasil no tendrían derecho a la existencia. Vamos, que sin todos aquellos «pecadillos originales», ninguno de esos países sería lo que es. Ni siquiera los revolucionarios cubanos pueden arrojar la primera piedra de nada.

El hecho de que David, si Ioji Brandes está en lo cierto, no hubiera sido un gran héroe sino un cruel asesino y sobre todo un farsante, ¿echa por tierra prácticamente toda nuestra identidad nacional judía? El hecho de que los árabes israelíes y los refugiados palestinos hubieran vivido el nacimiento de Israel como una Naqba, una «catástrofe», ¿pone en tela de juicio la legitimidad del sionismo como movimiento de liberación nacional del pueblo judío?

Del otro lado, el hecho de que el movimiento de liberación palestino hubiera nacido como una banda de terroristas que cometieron crímenes de lesa humanidad desde la década del ’60 hasta nuestros días, con miles de civiles inocentes, hombres, mujeres y niños judíos y de otras nacionalidades cruelmente masacrados, ¿no pone en tela de juicio, de la misma forma, el derecho a la existencia del estado palestino que todavía no nació? ¿No tendrán ellos también que lidiar con sus propios «pecados originales»? La respuesta será sí en ambos casos, dependiendo a quién se le pregunte, y dependiendo de quién sea el escriba.

La pregunta que en algún momento nos tenemos que hacer, es dónde poner el punto final a la discusión histórica con implicancias para el presente. Pues, de nuevo, así es como ha ocurrido todo desde los albores de la historia, y la inocencia de los procesos políticos dejadla a los inocentes. De otro modo, nada podría ser hecho: ni lo verdaderamente malvado, ni lo razonablemente justo, podrían tener lugar.

Y así como los países de América deben enfrentar su pasado y contribuir a la reconstrucción de las naciones indígenas diezmadas por la Europa del hierro y la pólvora, los imperialistas de la Europa del siglo XIX enfrentar su pasado colonial, y los norteamericanos compensar a los Sioux y encumbrar a un presidente negro (por algo se empieza), Israel deberá en algún momento, cuando lo pueda digerir, contribuir a algún tipo de reparación para con los refugiados palestinos. La fórmula «solución justa» para ese problema -junto con el fin del terrorismo y otras partes a cumplir por los palestinos- ya formaba parte de la Hoja de Ruta que, junto con la creación del estado palestino, ha sido aceptada por el mainstream israelí y su establishment. Y está bien que así sea.

Pero la inacción en nombre de la pureza de los ideales, y la deslegitimación a posteriori de todo lo actuado y de todo lo creado, es equivalente a defender la parálisis y, muchas veces, al suicidio del colectivo propio. Para bien y también para mal, no es así como funciona la historia.

7 pensamientos en “¿Nos enseñaron todo mal?

  1. Increible!! Marcelo, cuando expresas una opinión improvisadamente, te sale un texto como si lo escribiera el mismo Dios… un texto tuyo, con autocrítica incluida, es más productivo para la Hasbará que ochenta blogs!! te lo digo con total sinceridad!! este es un material muy útil, fuera de joda. Ya lo estoy difundiendo a por lo menos 50 contactos.

    Sos un grande Marce. Un abrazo.

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    • (Respuesta a Jabotito) Hola Andrés! De nuevo muchas gracias por tus halagos, viniendo de alguien que se dedica mucho al tema. Obviamente estás exagerando, y la verdad es que entenderás que no tengo del todo una intención «hasbarística» cuando digo estas cosas que pueden ser polémicas para adentro y para afuera, y no estoy seguro que el post haga grandes favores a la causa hasbarística clásica, o sea la tuya. Pero en este caso decidí correr un riesgo, de salirme de mi propio posicionamiento, en pos de una reflexión académica que todavía debe ser hecha, y me refiero no a la actualidad sino a nuestro pasado, lo que se llamaría el «Primer Estado». Por ejemplo,¿sabías que la Casa de Shaúl escribió su propio «Divrei Haiamim»? El Divrei Haiamim del Tanaj es la «historia oficial» tal como la escribió la Casa de David, que lo presenta a Shaúl como un loco histérico. Me cuentan que los Shomronim (Samaritanos) tienen la versión de la Casa de Shaúl. ¿Por qué los investigadores históricos judíos e israelíes en particular no lo develan ni lo investigan? Vaya uno a saber… Con respecto a la historia actual, Andrés, se están escribiendo muchísimas, y la pregunta que queda es: ¿qué historia leerán nuestros descendientes, y cuáles quedarán ocultas o menoscabadas? Como dice el libro de Ioji Brandes, el «relato» es un arma más poderosa que la «espada», porque la espada mata a su víctima del momento, mientras que el relato signa las vidas de mucha más gente en el presente y en las generaciones por venir. Y yo le creo.

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  2. Bueno, Marcelo. Pero quizás te olvidás que el lado árabe durante la Segunda Guerra Mundial tomó abiertamente el lado de la Alemania Nazi. Con el líder de los musulmanes palestinos, el Mufti de Jerusalem, como amigo abierto de Hitler y proponiéndole por carta llevar a cabo la solución final de los judíos en Medio Oriente. Si eso no es un hecho que pone al lado árabe más allá de cualquier «comprensión» yo no sé cuál es. Y sin embargo, luego de la Segunda Guerra Mundial, la ONU trató a los palestinos como si no hubieran estado abiertamente del lado de los nazis. En lugar de tratarlos como a Alemania o Japón, los trataron como si hubieran estado del lado de los aliados y les prometieron un país.

    Y si es por oponerse a inglaterra, como potencia colonizadora, como sabrás, los judíos tenían tantos motivos como los árabes para hacerlo.

    Hay pecados y pecados, Marcelo. La bandera nazi ondeaba del frente de los bancos árabes de Jaffa.

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    • Hola Fabián! Gracias ante todo por escribir. No puedo discutir con los hechos históricos que mencionás, porque son absolutamente ciertos y te agradezco el aporte. Por eso digo que los palestinos, a la hora de su propio balance histórico, (digamos, cuando el estado palestino cumpla 60 años?) deberán tomar esto, entre otros de sus «pecados», en cuenta. Habría mucha tela par hilar acá, como la necesidad de diferenciar entre pueblo palestino y su liderazgo. El mufti ciertamente se alineó con Hitler, llamó a los árabes a abandonar sus casas, etc., pero hizo una manipulación de la experiencia de un pueblo que era también real, aunque su significado podía ser bien otro. Por ejemplo, las instituciones judías, por cierto, compraron tierras árabes con todas las de la ley, pero lo hacían a jeques que en muchos casos no estaban en el terreno. De repente llegaba el KKL con títulos de propiedad que desalojaban a los campesinos. Todo legal, y definitivamente con legitimidad histórica, porque los judíos eran matados en Europa, porque les correspondía por derecho, pero eso no niega que la vivencia de las hamulas campesinas es que «vinieron los sionistas y los echaron». Desde su punto de vista apoyar al Mufti que apoyaba a Hitler, en aquel momento histórico, era vivido por las hamulas como acto de defensa. Les salió mal, porque quedaron como hijos de mala madre, el Mufti y los jeques locales, y todos los regímenes árabes que apoyaron al Reich y después a Stalin, o sea, de mal en peor, si cabe tal cosa. Pero el punto de mi post se refiere a este tema de los relatos, y no en vano dijo Amós Oz: la tragedia israelo-palestina es que se trata de un conflicto entre dos pueblos, en el que ambos tienen la razón. La pregunta es cómo nos valemos de las vivencias humanas de ambos pueblos para hallar una solución, y no para seguir buscando culpables.

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  3. Just found your blog, Marcelo, and enjoyed it. Hope to visit it often in future, as I recently started to learn Spanish (I read fluently now); and I found that «non-Jewish» content on the Net is too often tainted by anti-semitism.

    As for King David, my taste changed with time. I enjoyed «Who Knows» of Heller so much before, but today «Melajim Bet» in Hebrew is pure music to my ears.

    I would also take issue with your previous post about Chabad. It looks different in Canada. I am not religious myself, but my best friends here are from Chabad. These are good people trying to be even better. As for some / many secular Jews here … I would rather never meet them.
    Kol Tuv!

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    • Hola Eugene! Un honor tener un lector angloparlante que se toma el trabajo de entenderlo a uno. Muchas gracias por el aporte. Como profesor de español que he sido, te sugiero en tu próximo comentario escribir también en español. Y con respecto a Jabad, no recuerdo haber dicho nada en contra de su gente, coincido plenamente con lo que dices, de que son buena gente tratando de ser aun mejores. Buena y mala gente hay en todos lados, incluso entre los religiosos, entre los laicos, y aun entre los jabadnikim…

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  4. Todos los generales que participaron en la emancipación americana de las colonias españolas habían egresado de las academias militares reales y al recibir el sable corvo juraron lealtad al Rey de España. Así que el primer ascenso que recibían al pasarse al bando «de la patria»(?) era a la categoría de traidores: Todos ellos! Como le decía Yago al Moro de Venecia: «Si lo traicionó a su padre por tí, por qué no te va a traicionar a ti ?» En otro orden de cosas (o en el mismo)parece que San Martín no nació en Yapeyú, Corrientes, sino en Yapeyú, Uruguay…claro que por ese entonces era todo un mismo barro, pero….
    La pregunta es: aparte del celo por la preceptiva histórica y cosas por el estilo, de dónde surge este regodeo por las miserias de nuestras raíces, es como si , de repente, fuese menester revolcar a nuestros bronces en el fango. Si la mamá de David Ben Gurión era copera,no me cambia la historia. (En mi particular visión de la vida ENALTECERIA AUN MAS AL HIJO DEL LEONCITO) Cuidado con estas furias iconoclastas. Y si alguien no puede reprimir esa tendencia INVESTIGATIVA Y DIFUSORA DE MUGRE
    qué mejor que explicar EN ALTA VOZ cómo fué que después que el pueblo del Estado de Israel votó CONTRA el MOSTRO, después resulta que PARA PARAR LA BRONCA de las porquerías en que estaba metido Alberto Olmedo (a. Olmert) termina de Primer Ministro. Qué asco! Qué república bananera! No alcanza con esta mugre bajo nuestras narices? Que el Rey David….? No joda!

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