El Gran Hermano israelí y la muerte

Eliraz, el hombre que volvió de la muerte.

Haáj Hagadól (el Gran Hermano israelí) es un programa tan largo, y tan aparentemente sin sentido, que da un montón de tiempo para pensar. Desde «qué estoy haciendo acá perdiendo el tiempo», pasando por «qué van a decir mis amigos de mi ‘círculo de amigos pensantes’ si se enteran que lo miro», hasta reflexiones profundas que harían el orgullo de esos mismos amigos.

Porque la pregunta es: ¿qué nos provoca ese estado de hipnosis? ¿Cuál es, en suma, el secreto del éxito del bicho, hoy convertido en una gigantesca multinacional televisiva? No he leído mucha literatura al respecto (mis amigos pensantes no me lo perdonarían) así que quizás repita lo que ya han dicho otros. Pero no me importa: este blog es mío y escribo lo que quiero.

Me da la sensación de que, más que ningún otro reality, Gran Hermano es un programa que habla de la muerte.

Esta semana, la versión israelí produjo «La semana que no fue», donde se realizaban todo tipo de trucos tipo Día de los Inocentes. El clímax fue ayer, cuando el público tuvo que eliminar a un participante para gritarle «que la inocencia te valga, fue todo mentira» y devolverlo a Beit Haáj Hagadól.

Los participantes, con vistas a la eliminación, ya se habían vestido todos de negro, obedeciendo a instrucciones de la producción, o bien a alguna intuición secreta: todos eran candidatos a esta muerte virtual o a doler la muerte del vecino. El eliminado, finalmente, fue Eliraz, el menos esperado, uno de los candidatos fuertes a ganar el juego. El público lo eligió, precisamente, por ser el más popular, para verlo afuera, un poco más cerca de ellos, de la «realidad», regalarle la experiencia de morir y volver a la vida, algo que no podemos hacer el común de los mortales, y sobre lo que Hollywood ha producido tantas comedias, una peor que la otra.

El dramatismo con que se tomó en la Casa del Gran Hermano su eliminación fue la misma -exactamente la misma- que nos ataca cuando nos enteramos que Juancito, en lo mejor de su carrera y de su vida, con mujer y dos hijos, se ha muerto en un accidente de tránsito. Ilógico. Sorpresivo. Shockeante. Los participantes entraron en estado de trauma, y el clima fue de velatorio. Sin metáfora: de velatorio.

Y cuando lo volvieron a ver aparecer por la puerta de entrada a la Casa, por varios segundos los participantes reaccionaron de la misma manera que reaccionamos cuando nos parece ver a alguien que se había muerto. Sorpresa, incomprensión. Estaban viendo un fantasma. De nuevo, no es metáfora.

Alguien les tenía que haber recordado a los participantes que se trata de un juego. No importa que a cada uno de los eliminados lo van a volver a ver dentro de algunas semanas más. Su eliminación es vivida como una muerte en cápsula pequeña, como una especie de ensayo para lo que vendrá. A la muerte le buscamos explicación, que alguien justifique que «le había llegado el momento», «se lo merecía», «no se lo merecía».

A la muerte no la entendemos, y no aceptamos que no tiene justificación alguna. Uno se muere porque eso es lo que les pasa a las personas. Y nos va a pasar a nosotros también, hagamos lo que hagamos. Igualito que en el silogismo del cole: todos los hombres son mortales, ergo…

El hecho de que sea un juego, y que después todos nos volvemos a encontrar fuera de la «Casa», no es más que el cierre del círculo de la fantasía (o no, porque de hecho ¿quién sabe?) que tenemos con la muerte: que el alma es eterna, y que lo que ocurre aquí en la tierra es una mera metáfora holográmica del mundo espiritual del más allá. Y por eso, aun los que «saben a ciencia cierta» que nos reencontraremos del otro lado, reaccionan ante la muerte con el debido dolor. Como ocurrió ayer con el querido y resucitado Eliraz. Es a este tema, precisamente, que se dedican todas las religiones y corrientes espirituales habidas y por haber en la historia humana.

Y por eso Gran Hermano hipnotiza: porque sin decirlo explícitamente, quizás incluso sin darse cuenta, toca la fibra más íntima del ser humano, al cual el mero fenómeno de la vida -y su finitud- lo deja estupefacto: la obsesión de los humanos con la muerte es tan monumental como su incomprensión. Sencillamente, una idea genial.

Haití y nosotros

¿A quién le interesa Haití?

Cada vez que se produce un terremoto en el mundo, y se empiezan a inundar los medios de comunicación con los informes y las explicaciones, uno piensa que, en realidad, todo lo que se dice sobre el evento en cuestión habla más de quien habla, que del evento en cuestión.

En eso pensaba cuando escuchaba el informe de Ariel Segal, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Católica de Lima, acerca de por qué Haití, en realidad, no le interesa a nadie. En pocas palabras, allí se produjo la primera revolución latinoamericana por la independencia, pero fue una revolución de esclavos. Por eso, Francia no tiene mayor interés en ayudar a su ex colonia por no haber allí recursos ni cultura en común. Los países latinoamericanos mismos, que se independizaron después, lo hicieron liderados por elites criollas temerosas de que sus propios esclavos se revelaran de crearse contacto alguno con Haití.

De ese modo, Haití ha quedado pobre, ignorante y sin nada que ofrecer a otros países en términos de intereses, que es en definitiva lo que une a los países a la hora de entablar relaciones. Y como todo esto es así, no cabe esperar demasiado dentro de un par de meses, cuando el polvo del terremoto termine de depositarse. Entonces, ¿dónde quedarán las denuncias -incluida esta- sobre la indiferencia del mundo mientras la gente en Haití se sigue muriendo por falta de asistencia?

Vaya como consuelo este reporte de la CNN sobre el único hospital de campaña -el israelí- montado al día de hoy en Haití.

http://www.cnn.com/video/?/video/world/2010/01/18/dnt.cohen.haiti.patients.dying.cnn

VIOLENCIA EN ISRAEL: SEGÚN POR QUÉ CANAL SE MIRE

אלימות בני נוער בבית הספר

León Kalantarov, de 7 años, fue encontrado muerto debajo de su cama en Benei Aísh, envuelto en una bolsa de plástico. Dos vecinos, hermanos mellizos con retraso leve y fama de pedófilos, fueron arrestados bajo sospecha de haber cometido el homicidio. Tan sólo unos meses antes, toda una familia, los Oshrenko, fueron masacrados en Rishon LeTzion por Demián Karelik, que había sido despedido por el padre de la familia. Varios niños fueron asesinados por sus propios padres durante 2008 y 2009. La más recordada, Roze, fue asesinada, su cuerpo metido en una maleta y arrojado al río Yarkón por su padre-abuelo, Roni Ron.

La violencia como imagen

En los últimos meses, los israelíes que todavía se sientan a ver noticieros a eso de las 20.00 horas, se encuentran ante una situación extraña: no hay noticias de atentados, tampoco de avances en el proceso de paz, ni de nuevas guerras. Aparentemente, son buenas noticias. Si antes las novedades sobre el conflicto ocupaban las primeras planas de los periódicos, por estos días hay que bucear en las páginas interiores para saber si Abu Mazen, presidente de la Autoridad Palestina, acepta volver a negociar con Israel, o si Hamás accede a los términos israelíes para liberar a Guilad Shalit.

Los noticieros y los diarios, en cambio, abren sus ediciones con dobles asesinatos de niños, o con otra mujer estrangulada por su marido, o con un joven a la salida de la discoteca que acuchilla a su amigo y viola a la madre de la víctima durante 30 horas. El debate social pasa hoy por si someter a los pedófilos o no a la castración química.

Si el delito hubiera aumentado en Israel como su exposición en los medios, estaríamos ante un crecimiento de varios cientos por ciento en la delincuencia israelí. Sin embargo, los números no son tan desalentadores. En algunos rubros es justamente lo contrario. Según datos de la Oficina Central de Estadística (ver cuadro), el número de asesinatos bajó en el último año en cerca de un 10%. El robo ha disminuido en un 5%, y los saqueos de viviendas se han reducido en casi un 10%. Incluso los delitos sexuales se han mantenido casi igual, con tendencia a la baja. En cambio, han aumentado las denuncias por tráfico de drogas, por delitos relacionados con la prostitución, asaltos y robos de comercios.

¿A qué se debe, entonces, el fenómeno de que todos los medios israelíes parezcan haberse reducido a sus secciones policiales?

«Se ha dado una acumulación de delitos resonantes debido a su alto perfil», propone Sergio Gendler, habitante de Modiín de origen argentino, agente de policía. «Por ejemplo el chico asesinado por los mellizos, o el intento de violación por parte del guardaespaldas del comandante en jefe del ejército, días antes de su boda. No cabe duda que son noticia. Al mismo tiempo, hay una realidad: no hay antentados, y los medios necesitan llenar sus primeras planas».

Shaul Tzegahún, de profesión mediador, y director de proyectos para adolescencia en riesgo en la zona de Kiriat Gat, coincide. «No ha habido necesariamente un aumento cuantitativo en el delito, sino en su crueldad. Si antes los jóvenes desenfundaban una navaja, sabían dónde cortar para no matar. Ahora, sencillamente, cortan para matar».

Gendler detalla que la sensación en la Policía israelí es que el aumento se ha dado en el consumo de drogas y alcohol por parte de los jóvenes, sensación confirmada por el tipo de delitos registrados en las estadísticas de la OCE. «En realidad es parte de un fenómeno mundial. Cada vez más, cuando arrestamos a un joven que ha atracado un comercio, tenemos que esperar ocho horas para que se les pase la borrachera o el efecto de las drogas; caso contrario, el interrogatorio no tiene validez evidencial en juicio. Pero no es inusual que una vez sobrios, los jóvenes sinceramente no recuerden qué fue lo que hicieron».

Tanto Gendler como Tzegahún adjudican el aumento de la criminalidad juvenil relacionada con el consumo de alcohol y drogas al orden de prioridades del gobierno y de la Policía. «Los homicidios se han reducido porque la Policía invirtió mucho en personal y en recursos para dar con los jefes de las llamadas «familias del crimen»; por eso, muchos de ellos hoy están en la cárcel», ejemplifica Gendler.

Shaul Tzegahún agrega el ejemplo de las muertes en accidentes de tránsito. En 1993 se produjo el récord de 713 muertes en un año; y en 2008 tuvimos 449, y en 2009 se han reducido a 348. «Hay campañas en los medios y en las escuelas, acompañadas por legislación y trabajo en el terreno, cursos especiales de vialidad a los soldados; todo eso, al final, se refleja en resultados», afirma.

Violencia y pobreza: un coctail controlable

No se ha hecho el mismo trabajo en el área del abuso de drogas y alcohol. Apenas, de vez en cuando surge alguna idea paliativa, como prohibir la venta de alcohol en determinados horarios, o prohibirla a kioscos no autorizados, o elevar la edad permisiva para beber. Pero ninguna de estas medidas apunta a las verdaderas razones de la violencia juvenil.

«La pobreza genera violencia, pero no es un proceso tan lineal», apunta Tzegahún. «No se trata necesariamente de violencia física, puede ser también verbal e incluso simbólica. Si un adolescente sale al paseo anual con su división en la escuela, luego que su padre ha sido despedido debido la crisis económica, y ve que no tiene cosas que otros compañeros tienen, él va a tratar de conseguirlas. No es sólo un tema material, es también una crisis de pertenencia, de identidad. Cuando beben, sienten que pertenecen; cuando roban, sienten que realizan un acto de reparación».

Pero Tzegahún no acusa al sistema, ni al aumento de la brecha socio-económica. «Si bien la pobreza genera violencia, no necesariamente genera delito. Además, el consumo de drogas y alcohol, y sus delitos derivados, atraviesan todas las clases sociales. En los lugares donde trabajo se está registrando precisamente una baja en la violencia, junto con un aumento del diálogo, gracias al trabajo en el terreno que hacemos en las ONGs».

Shaul señala la educación como principal herramienta para reducir la violencia en la sociedad. «No estoy hablando del sistema educativo, sino de la familia. La escuela, al fin y al cabo, juega un rol marginal en la inculcación de valores. Los padres son su principal espejo, y con ellos es el trabajo. Salgo a la calle a las cuatro de la mañana y veo chicos de catorce años con botellas en la mano. ¿Dónde está la familia? El problema es que los padres no han recibido jamás capacitación, nadie te enseña a ser padre, y les es difícil, hay presiones, dificultades. La solución pasa por crear marcos en la comunidad, donde padres puedan intercambiar unos con otros, enseñarse unos a otros a educar a los hijos. Los estamos creando, pero no cabe duda: hay mucho trabajo por delante».

 

Publicado por Revista Piedra Libre N° 40

Israel 2010: adiós paz, hola disuasión

Si algún balance real se puede hacer de lo que fue esta década para Israel, es el abandono de la estrategia de una paz negociada por la de una disuasión mutua con los vecinos enemigos, tal como lo presenta el analista Aluf Ben del diario Haaretz de este viernes.

La nueva estrategia fue un invento de Ehud Barak, que partió de la idea de que «no hay con quién hablar del otro lado». Y si no hay con quién hablar, todo lo que le queda a Israel por hacer es imponer hechos consumados en el terreno de modo unilateral, que aseguren el máximo posible de seguridad para la ciudadanía israelí.

Empezó con Siria. Ehud Barak intentó llegar a un acuerdo por el Golán y, al no conseguirlo de modo negociado, realizó una movida sorpresiva que involucraba al protegido de Siria en el Líbano, Hezbollah, en la forma de la retirada unilateral del sur del Líbano. Israel abandonó la Zona de Seguridad del Sur del Líbano y continuó vigilando y castigando desde lejos, a través de su fuerza aérea. Cuando esto no fue suficiente, Israel lanzó una arremetida bélica aparentemente desproporcionada, pero que tenía por ebjeto crear un equilibrio de disuasión. El mensaje era: el vecino Israel se ha vuelto loco, y no conviene provocarlo más. Desde entonces, fuera de algún misil lanzado por alguna banda indisciplinada, el equilibrio se ha mantenido. También ocurrió con el intento de Siria de hacerse con poder atómico. Cuando Israel destruyó desde el aire el reactor en ciernes, Siria balbuceó una protesta y se llamó a cuarteles.

Lo mismo ocurrió en el sur. Israel se retiró en 2005 de la Franja de Gaza, la organización Hamás quedó como hegemonía, batalla civil con Al Fatah mediante, y a los redoblados misiles Qassam siguió el desproporcionado -en apariencia, desde este angulo- Operativo Plomo Fundido. Luego de algunos misiles de compromiso luego de la retirada israelí, siguió un equilibrio que, a un año, todavía se mantiene. Hamás, vuelto gobierno, incluso reprime a las bandas y hamulas que osan disparar misiles contra el sur israelí.

Porque la estrategia de disuasión tiene dos aristas interesantes. La primera es que tanto Hizbollah como Hamás han adoptado la misma estrategia. El terror directo parece haber dado paso, en la última década, cada vez más, al lanzamiento de cargas explosivas a larga distancia y por aire, es decir sus respectivos misiles. Todo ello, para contrabalancear el poder de fuego de la fuerza aérea israelí.

La segunda arista es en realidad una paradoja de la estrategia iniciada por Barak: para funcionar, necesita del otro lado un poder bien establecido que disuada y sea disuadido, es decir, que pueda responder contrabalanceando el poder propio. Que pueda decidir e imponerse en su terreno. Al retirarse del sur del Líbano primero, y con la Segunda Guerra del Líbano después, el poder de Hezbollah quedó afianzado en esa zona del país de los cedros, y es la organización shiíta la que decide si se dispara y qué se dispara. Para más exactitud, qué no se dispara. Y si hay una katiusha rebelde cada tantos meses, responde al juego interno de fuerzas entre hamulas y la milicia, al otro lado de la frontera, y no a un deseo de recalentar la frontera. Al quedar como poder, Hezbollah se convierte, de una banda de terroristas ruidosos de teorías y mitos, en un gobierno paralelo que debe velar por una población de carne y hueso.

En 2005, Israel emprende el mismo camino en la llamada Desconexión, de un Ariel Sharón convencido de que con el gobierno de la ANP no se podía hablar. Eso, su triunfo en las elecciones palestinas y su reyerta con Al Fatah convirtieron también al Hamás, de una banda de terroristas despreocupados e irresponsanbles, en un gobierno que debe velar por un millón y medio de palestinos. Luego de Plomo Fundido, la principal función de Hamás es garantizar que el operativo no se repita, si quiere perpetuarse en el poder.

Luego de la Desconexión, Ehud Olmert quiso continuar con la nueva estrategia israelí, y ya había comenzado a lanzar globos de ensayo sobre su «Plan de Convergencia» para la retirada unilateral de parte de la Margen Occidental, pero la Segunda Guerra del Líbano le hizo encajonar los planes.

Justamente esta simetría en la estrategia de disuasión es la que puede convertir a las partes del conflicto en interlocutores más válidos y más competentes que antes, como parece probarlo, por ejemplo, la negociación indirecta entre Israel y Hamás por la liberación de Guilad Shalit. Pero si los actuales intentos de reanudar las negociaciones de paz vuelven a fracasar, no será extraño ver nuevamente a Israel fijando hechos consumados de modo unilateral, que ciertamente vayan poniendo fin a la política de ocupación, pero desatando en el terreno situaciones y dinámicas impredecibles.