Noticia de un secuestro

Vengo de la biblioteca de Modiín. Me traje «Notica de un secuestro», de García Márquez, emocionado de encontrarlo en castellano. Volví a casa y me acordé del aniversario del secuestro de Guilad Shalit, cuatro años exactos. Las conclusiones místicas o subconcientes de la coincidencia se las dejo a los lectores, según sean de la especie «new-age», o de la especie «psi». O bien de la especie «no creo en nada / el mundo fue y será una porquería», para los cuales será simplemente eso: una coincidencia, incluso estúpida e indigna de mención.

Lo intersante, en cambio, es analizar dónde nos encuentra el cuarto aniversario en la que un muchacho israelí de buena familia transcurre sus años 20 en un oscuro pozo pudriéndose como una rata por el tedio y la incertidumbre. El primer minstro Biniamín Netanyahu acaba de declarar el fin del bloqueo civil (lo llaman por aquí «reducción del bloqueo») a la Franja de Gaza. Podrán pasar absolutamente todas las mercancías de consumo doméstico, comercial, médico e industrial, incluidos los materiales de construcción, a pesar de que buena parte de los mismos serán utilizados para la construcción de más túneles de contrabando en la frontera con Egipto. Pero recordemos: la reconstrucción de las casas de la gente en la Franja después de Plomo Fundido apenas si ha empezado. El resto -armas y productos de combate derivados- seguirá bajo estricta prohibición y vigilancia, por primera vez, con colaboración militar extranjera.

Muchos israelíes se preguntan: ¿seremos tan idiotas? Después de tres años en los que el gobierno nos viene diciendo que el bloqueo es una «necesidad prioritaria para la seguridad israelí», hoy nos hacen la «hasbará» del levantamiento explicándonos que precisamente el no-bloqueo de Gaza es de prioritario interés israelí. ¿Por qué? Por las presiones internacionales a raíz del episodio de la «Flotilla» que colocó a Israel en una débil posición en el plano geopolítico frente a Estados Unidos y Europa. Lo terrible es la pasividad con que la opinión pública aceptó que el castigo colectivo es absolutamente necesario para la seguridad y para liberar a Guilad, y la misma pasividad con la que acepta una explicación exactamente inversa.

De por sí el bloqueo era una mala noticia. Se trataba de un castigo colectivo, contrario a lo que Israel sostiene a todo lo largo del conflicto con los palestinos: que el país no tiene ningún problema con el pueblo palestino, pero sí con su liderazgo. La intención del bloqueo era ahogar al Hamás y también a su opinión pública, con la idea, «obvia» desde la mentalidad de los tomadores de decisiones en Israel, que dicha opinión pública palestina volcaría su ira sobre el Hamás y eventualmente lo obligaría a libera a Guilad Shalit e incluso a caer del poder.

Se trata de un caso de miopía crónica. El Hamás es un régimen autoritario, que gobierna a un pueblo tampoco muy ejercitado en las prácticas de la democracia más allá de un temeroso «descontento de la calle». En esas condicones de poder férreo y censura informativa, el Hamás no tiene problema en canalizar la ira popular hacia el enemigo externo, Israel. Es un error estratégico sobre el que Israel vuelve a caer una y otra vez. En lugar de ello, el actual levantamiento parcial del bloqueo acomoda los tantos de un modo más «normal», al quedar claro que se trata de medidas de seguridad y no de castigar a la gente en base a cálculos torcidos.

Queda de este episodio una conclusión triste: el gobierno actual de Israel no tiene iniciativa, y actúa en base a presiones, en especial extranjeras, dejando una gravísima impresión: la de que Israel pareciera entender sólo por la violencia, que es precisamente de lo que este país acusa  sus enemigos. Ante semejante inoperancia, parálisis política y visón torcida de la realidad, queda una nota macabramente optimista: dos flotillas más como la «Flotilla de la paz» y veremos concretarse la política ya anunciada por Netanyahu, de dos estados para dos pueblos.

Lo anterior no es descabellado. El presidente de la Autoridad Palestina, Abu Mazen, presentó hace 10 días a Obama una iniciativa de paz que se ajusta -una vez más- a puntos ya prácticamente consensuados: creación de un estado palestino; el mismo estará desmilitarizado (punto novedoso desde el lado palestino); intercambio de territorios, permitiendo la anexión israelí de los grandes bloques de asentamientos judíos en los territorios. La propuesta, que incluye obviamente otros puntos, como la calidad de Jerusalem oriental como capital, el reconocimiento israelí del problema de los refugiados, no es todo lo que Israel necesita, por ejemplo el reconocimiento palestino de Israel como estado judío. Pero podría ser un buen punto de partida para reanudar la negociación, y no una línea roja.

Pero no. El gobierno de Biniamín Netanyahu ha rechazado la propuesta, sin mayores explicaciones. La explicación es la negativa a ceder en Jerusalem, y, en el plano del análisis político, que el gobierno de Bibi caería. Y por eso, Bibi, que insistamos, ya ha aceptado la creación de un estado palestino, necesita que lo ayuden con presiones externas. Para poder decirles a sus ministros, cómodamente sentados bien a su derecha, sólo preocupados por el próximo fin del congelamiento de la construcción en los territorios, lo mismo que les dijo al levantar el bloqueo: «No nos queda alternativa». No sólo son noticias de un secuestro, sino, también, una crónica de muchas muertes anunciadas.

El status de Israel ante los judíos del mundo

Peter Beinart es un joven periodista estadounidense judío que ha publicado un extenso artículo en el último número de The New York Review of Books en el que acusa a la clase dirgiente judía de su país de haber traicionado las ideas liberales y de alejar a la juventud, provocando, paradójicamente, la asimilación.

Beinart sostiene que esa clase dirigente, que comprende sobre todo el AIPAC, el lobby más influyente, y otras organizaciones judías, ha sacrificado los valores liberales para defender a Israel haga lo que haga, y advierte que esta actitud conduce a la pérdida de apoyo a la causa judía por parte de los jóvenes judíos de Estados Unidos que se sienten alienados al ver que sus representantes pisotean los valores liberales.

Beinart explica que, en su condición de liberal, ha de ser crítico con quienes no comparten las ideas liberales, y esto mismo debe aplicarse a Israel, es decir que cuando Israel se aparta del ideario liberal también se le debe criticar, algo que nunca hace la clase dirigente judía de Estados Unidos.

Beinart incluye en el ideario liberal a la libertad de expresión, los derechos humanos, el debate abierto, el escepticismo sobre la fuerza militar y la búsqueda de la paz.

Ojalá los jóvenes judíos, no sólo en Estados Unidos sino en todo el mundo, pudieran hacer la distinción: una cosa es la conducta de Israel, y otra bien diferente su esencia como expresión del derecho de autodeterminación judío, y pudieran defender no sólo ese logro sino todo lo bueno que ha hecho Israel desde entonces.

Por otro lado, la cuestión que eleva Beinart es una cuestión que debiera preocupar a las dirigencias judías: los jóvenes no hacen la mentada distinción, esa es la realidad. Y se están alejando. No quieren quedar «pegados» con conductas de Israel que consideran cuestionables.

No por nada crece en el mundo la protesta judía contra las políticas del gobierno israelí de turno. Es un síntoma, y catalogar a todos de «traidores» porque no nos gustan sus ideas o sus métodos, es hacer la del avestruz. Y seguir insistiendo como en los años ’60 que «los trapitos sucios los lavamos en casa» es no entender que el mundo ha cambiado y que, entre otros cambios, las paredes de esa «casa» se han vuelto transparentes.

En ese sentido, considero saludable la protesta judía desde fuera de Israel, en tanto y en cuanto se hace desde la identificación con aquel viejo ideal. Que protesten significa que todavía les interesa. También significa la posibilidad de mostrar un pueblo judío que discute, que se pelea, que se apasiona y que usa el cerebro, sin alinearse incondicionalmente con ningún liderazgo, porque el pueblo judío es un pueblo eminentemente no autoritario. Eso es también parte de nuestro nuevo mundo: no sólo hay que serlo, también hay que parecerlo.

En definitiva, a los jóvenes: quédense y protesten, que vuestra protesta, no vuestra indiferencia, es lo que nos hace falta. A los dirigentes: si de verdad les interesa la continuidad judía, tan sólo abran los corazones y los espacios, y escuchen.

Bassem Eid: «No hay crisis humanitaria en Gaza»

Por Jana Beris

Bassem Eid fue uno de los pilares de «Betselem», la organización israelí de derechos humanos, dedicada especialmente a investigar la situación de los palestinos en Cisjordania y Gaza. Actualmente es el Director de PHRMG (Palestininian Human Rights Monitoring Group).

Su grandeza, en base a nuestro conocimiento directo con su trabajo, es que paralelamente a no escatimar críticas a Israel cuando las considera apropiadas, no duda en criticar también al lado palestino si cree que la situación lo justifica. 

Esta es la conversación que mantuvimos con Bassem Eid sobre la crisis actual a raíz del operativo israelí contra la flotilla que estaba en camino a Gaza.

– Bassem ¿qué opinión le merece la acción de Israel?

– No creo que Israel tenía que reaccionar con la fuerza que lo hizo. Sabía sobre estos barcos. Supongo que el ministerio de Defensa tenía mejores planes para recibirlos. Lo que más me enoja es la acusación de Israel a esa gente de que tenía armas y en base a esa suposición, reaccionaron tal cual lo hicieron.

– Armas había, Bassem, eso está confirmado.

– Yo vi, sí, que dos soldados fueron acuchillados. Pero creo que es indudable que la forma en la que Israel manejó el tema llevó a una crisis que afectará seriamente su imagen internacional.

– Están por un lado las críticas a Israel por lo que pasó, que en el plano interno se concentran más que nada en los cuestionamientos acerca de cómo se decidió que esta era la mejor forma de lidiar con la flotilla. Pero también están las críticas que Israel hace al otro lado. ¿Cree que Israel cayó en la trampa de radicales islamistas que de hecho usaron la buena voluntad de algunas organizaciones de ayuda humanitaria, aunque ellos mismos tenían otras intenciones, no exactamente ayudar a los palestinos de Gaza?

– Israel se metió solo en esa trampa. Ahora tiene que lidiar con las  consecuencias.

– Hay aquí varios puntos en las explicaciones que Israel da. Ante todo, sostiene que los intentos de enviar supuestamente ayuda urgente a Gaza están destinados a cubrir intenciones políticas anti israelíes, y afirma que no hay crisis humanitaria en Gaza. ¿Qué me puede decir al respecto?

– No hay crisis humanitaria en Gaza. Yo lo sé. No hay. La flotilla que estaba en camino a la franja, tenía una meta: no ayudar a los habitantes de Gaza supuestamente hambrientos sino romper el bloqueo impuesto por Israel. Ni más ni menos.

– Israel sostiene que Hamás se apodera de la ayuda humanitaria que Israel introduce diariamente a la Franja de Gaza. En una entrevista con uno de los jefes de Hamás de Gaza, Mahmud al Zahar, él ni siquiera lo ocultó, alegando que como son el gobierno, tienen que tener control de las cosas. ¿Qué es lo que usted sabe al respecto de sus propias fuentes en Gaza?

– Estoy furioso con el gobierno de Hamás en Gaza. No creo que la gente allí se merezca estar en la situación en la que se encuentra hoy. El gobierno de Hamás tiene la responsabilidad de alimentar y dar de beber al millón y medio de habitantes de Gaza. Si quiere seguir controlando la Franja de Gaza a través de lo que entra por los túneles subterráneos y de lo que quieren traer barcos del exterior, no me parece que logre mantenerse en el poder más que unos meses más.Puedo contarle que hace poco, en una reunión del Consejo Legislativo Palestino en Gaza, uno de los diputados de Hamás propuso crear un ministerio nuevo en el gobierno de Hamás y llamarle algo así como Ministerio de Infraestructuras. La intención era ver cómo cobrar para ellos mismos el 20% del valor de todo lo que entra a Gaza por los túneles subterráneos desde Egipto. ¿Entiende el significado?

– Claro, todo tipo de impuestos que no hacen más que complicar las cosas para la población. Y eso además de lo que cobran por el manejo mismo de los túneles ¿verdad?

– Por supuesto. Ellos tienen que dar el permiso para cada túnel que se cava, como si fuera la construcción de un edificio en Tel Aviv. Además, cobran decenas de miles de dólares por el manejo de cada túnel, y también porcentajes por los ingresos de lo que entra por ellos. No me parece que éste sea un gobierno legítimo, que vive en base a los contrabandos. Desde que Hamás tomó el poder en Gaza, no he visto ni un informe ordenado oficial sobre el desempeño del gobierno allí, qué hizo y en qué se gastó el dinero.

– ¿Y qué pasa con lo que Israel introduce diariamente a Gaza?

– No tengo ninguna duda de que toman control de todo; lo han admitido. Se consideran los responsables, los que están a cargo. Pero además, hay un tema político: Si Hamás mismo reparte lo que Israel trae, se muestra a si mismo como quien se preocupa por la población.

– Y ahora Hamás aprovecha esta crisis en su favor.

– Por supuesto. ¡Ya lo está aprovechando! No tengo ninguna duda al respecto. Por eso digo que el propio Israel actúa de una forma que termina intensificando el apoyo a Hamás.

– ¿Qué se puede decir sobre la situación general en Gaza bajo el gobierno de Hamás?

– Ningún palestino en Gaza quiere realmente estar en la situación actual, pero tapan las bocas y la gente no puede hablar.

 

El Rachel Corri: pacifistas de verdad a bordo

Flash informativo: el Rachel Corrie, con verdaderos pacifistas a bordo, llegó y aceptó tranquilamente ser desviado a Ashdod. A una de las pasajeras, Premio Nobel de la Paz, Israel le propuso encabezar una caravana hacia dentro de Gaza con toda la ayuda humanitaria.

En tanto, la ayuda que traía el Marmara está retrasada en Ashdod… porque el Hamás se opone a introducirlo por los canales tradicionales! Eso hasta que Turquía dé el visto bueno. ¿No era que era ayuda urgente??

Amos Oz: «Fue un error, una estupidez enorme»

En el mismo espíritu de las responsabilidades bien repartidas, comparto con ustedes una entrevista al escritor israelí Amos Oz en el Corriere della Sera de Italia.
JERUSALEN ( Corriere della Sera ).- Estupidez. En esta historia de horror y tiniebla, Amos Oz no encuentra mucho más que la estupidez. «Estoy bastante habituado a estas explosiones de insensatez», dice. Algunas ha conseguido explicárselas, algunas ha logrado entenderlas. ¿Pero esta vez? Está delante del televisor, junto a su computadora: «No hay ideas para cosas como ésta. El gobierno israelí ha cometido un error de una estupidez enorme», dice. «Se les metió en la cabeza interceptar esas naves, de las que probablemente no se sabía nada. Y crearon enorme atención y expectativa. Durante varios días en Israel no se habló de otra cosa. Y eso es una estupidez: tendrían que haberlas dejado pasar y se habrían ahorrado todo esto».

-La comunidad internacional, los palestinos, hablan de un crimen de guerra.

-No estoy seguro de que se pueda hablar de un crimen de guerra.

-¿Disparar contra civiles, en aguas internacionales?

-Un crimen de guerra presupone que deben ser militares los que abren fuego, deliberadamente y sin aviso previo, sobre personas inermes que tan sólo lo padecen. En este caso, no estoy seguro de que las cosas hayan sido así. Hubo un intercambio de violencia, aunque obviamente de proporciones diferentes.

-Pero se trataba, en cualquier caso, de pacifistas armados con bastones y cuchillos.

-Yo no conozco a estos pacifistas. Muchos no pueden definirse con ese término. Son islámicos militantes, simpatizantes de Hamas, tienen vínculos con organizaciones terroristas. Creo que quisieron provocar. Eso es un hecho. Entre ellos, es cierto, había pacifistas de buena fe. Y además, se crea lo que se crea, interceptarlos y matarlos es un error. En un enfrentamiento armado entre militares y civiles, los militares siempre son los equivocados.

-Quizá los soldados excedieron lo que se les había ordenado.

-Los soldados hacen lo que sus políticos les ordenan. El gobierno debe asumir la responsabilidad de estos errores. Y si es necesario, dimitir. Porque en este caso tiene la culpa debido a la estupidez. En el pasado, hemos visto muchos episodios como éste. Cuando en todas partes predomina el extremismo, se produce una clase de estupidez incontrolable.

-¿Estamos en un punto crucial con Gaza?

-Todavía es demasiado pronto para decirlo. Seguramente hemos llegado al momento en que Hamas debe liberar al soldado Shalit y el gobierno israelí debe levantar el bloqueo de Gaza. No sé si llegaremos a un acuerdo sobre el bloqueo. Este gobierno de Netanyahu comete un error estúpido todos los meses. El anuncio de la construcción de casas en el este de Jerusalén durante la visita del vicepresidente estadounidense fue una obra maestra. Siempre se espera que no cometan esas equivocaciones, pero se equivocan siempre.

-¿El gobierno israelí puede remediar la desastrosa imagen que tiene ahora?

-El único modo es levantar el bloqueo de Gaza.

(Traducción de Mirta Rosenberg)

Entendiendo la dinámica de medios

Una cosa no quita la otra. El hecho de que en el Marmara se hubieran preparado para la guerra, no quita que el gobierno israelí actual se comporte como un elefante en un bazar frente a un contexto internacional que no entiende. Y viceversa. El hecho de que Israel esté haciendo todo para ayudar a los antis del mundo, no quita que los procesos que se están dando en la opinión pública mundial sean por demás preocupantes.

En aquel rincón, alguien le tiene que contar a la izquierda occidental con quién se está juntando. Los videos de seguridad de la cubierta del Marmara rebelados ayer por el Canal 2, mostraban los preparativos con caños de metal, cadenas, hondas e incluso botellas rotas, por parte de los «militantes de la paz» a bordo del Marmara. A la pregunta de cómo la Inteligencia israelí no sabía con qué implementos había subido un grupo de mercenarios al barco, la respuesta parcial la dieron unas imágenes de serruchos de metal: los palos los confeccionaron a bordo, cortando las barandas de la embarcación.

El Hamás va entendiendo la magnitud del éxito obtenido por la trampa a Israel en altamar. Ayer se lo veía a un Khaled Mashal (líder del brazo político del Hamás exiliado en Damasco) exultante, anunciando nuevas flotillas. En la organización fundamentalista comienzan a comprender que lo que no pudieron hacer los Qassam y los hombres bomba, lo harán unas cuantas embarcaciones desvencijadas, enviadas una vez por mes hacia Gaza desde Europa con la ingenua (o no, lo que sería peor) complicidad de agrupaciones pacifistas.

En este otro rincón, el barco irlandés Rachel Corrie, que llegó tarde a la primera fiesta, hace su camino ahora hacia las aguas de Gaza y se prevé su llegada para el sábado a la mañana. Será una verdadera prueba para ver hasta qué punto Israel sigue siendo un país pequeño y ágil, que sabe adaptarse a los desafíos cambiantes.

Pero lo más importante: si Israel está dando el primer paso hacia la lucidez, al entender (al menos según declara el gobierno y la prensa) que la nueva formar de hacer la guerra y la paz pasa por los medios de comunicación, alguien tiene que explicarle cómo se hace. Con Avigdor Liberman como canciller, y con el portavoz del ejército encabezando la campaña de medios, no vamos a ir muy lejos, tampoco con los apenas siete millones de dólares anuales para gastos de diplomacia pública (hasbará) en ese ministerio. Se acaba de reabrir el ministerio de Hasbará, pero ante esta crisis, que le ofrecía un digno bautismo de fuego, no se lo ha visto siquiera abrir la boca.  Todo, a la generosa cuenta del contribuyente israelí.

Pero no sólo de la Hasbará vive el hombre. También hacen falta políticas. Israel hizo muy bien en decidir liberar de inmediato a todos los detenidos en los barcos y deportarlos de regreso a sus países, así como devolver todas las embarcaciones a Turquía. La siguiente política necesaria es el asunto de la comisión investigadora. El Consejo de Seguridad ya ha decidido nombrar otra comisión estilo Goldston, ante lo cual lo recomendable sería no volver a cometer el mismo error que con la que «investigó» Plomo Fundido. Entonces, Israel boicoteó el trabajo de la comisión y así fueron los resultados. La acusación de que era una comisión «vendida» de antemano no se puede sostener con evidencias si no se colabora con ella.

Se multiplican las voces en Israel que llaman a adelantarse y formar una comisión investigadora imparcial propia, encabezada por un ex juez, como ocurrió después de cada guerra. Ello, dicen frenaría una comisión internacional como la de Goldston. En la coalición expresaron que era «muy temprano todavía para ello». Léase: que vengan las presiones, nomás.

Pero ante una comisión internacional, existe otra alternativa, la de jugar una nueva mano, con naipes nuevos en la mano: presentarse, mostrar las evidencias, aclarar los tantos en público. El orgullo de «a nosotros no nos van venir a investigar», más que muestra de soberanía, lo es de arrogancia y estupidez. Si Israel dice que entiende la dinámica de los medios, ese y no otro es el camino.

«Flota de la Libertad», preguntas del día después

Los interrogantes que deja la tragedia de ayer con la «Flota de la Libertad» no se acaban con las referidas a la mala organización del abordaje por Israel. Ese es sólo el comienzo. El resto tiene que ver con los escenarios a futuro, incluidas las posibilidades de supervivencia, a este ritmo, del actual gobierno israelí.

Sangre en altamar. "Flotilla de la Libertad" y después.

Israel pagará barato la tragedia de ayer si se lo juzga por la negligencia en la organización del abordaje a los barcos de la «Flota de la Libertad», más que por su carácter violento. En efecto, las imágenes de los videos no dejaban lugar a dudas: los soldados israelíes, armados con rifles «paint-ball», de hecho un juguete, y pistolas por las dudas, no estaban preparados con medios de dispersión de manifestaciones violentas, como hubieran debido. A bordo del barco se hallaron verdaderos arsenales de machetes de metal, cuchillos, botellas incendiarias (Molotov).

Su idea, se ha explicado hasta el cansancio, no era hacer llegar ayuda humanitaria. Si así fuera, hubieran accedido a la invitación israelí de pasar por Ashdod, dejar los paquetes y emprender el regreso. Aquí se encargarían ya la Cruz Roja y la UNWRA de hacer llegar la ayuda a la Franja. Incluso les hubieran permitido sacarse hermosas fotos en el puerto con fondo de las toneladas de asistencia (que todavía no hemos visto) carteles y cantos por el fin del conflicto e incluso de la opresión israelí. Pero la idea no era esa, sino una batalla bien organizada y bien televisada. Sólo así la protesta iba a llegar, como lo hizo, a las pantallas del mundo. En ese sentido, tuvieron un éxito resonante, e Israel se los ha facilitado en bandeja de plata.

En lugar de flores y palomas de la paz, con carteles de «Sionistas go home», los «pacifistas» los esperaron bien organizados: al bajar de los helicópteros con sogas a lo Batman, cada soldado era tomado por tres o cuatro activistas, lo llevaban a un costado y literalmente lo molían a golpes. Por lo menos a uno -dicen los soldados que fueron más- lo arrojaron de una cubierta a otra en un piso más abajo. Algunos debieron saltar al agua.

Viendo peligrar sus vidas, o las de sus compañeros, los soldados dispararon, primero a las piernas, mientras pedían por radio evacuación médica urgente, y los activistas seguían lanzando bombas Molotov, canicas por medio de hondas, y otras armas creativas como contundentes. En el momento en que los israelíes fueron suficientes en número, las cosas parecen haberse complicado hasta el terrible desenlace: dominio de los barcos, 10 muertos y decenas de heridos.

El día de la ira

Los soldados y la sociedad en Israel amanecen hoy muy enojados, al punto que muchos ya llaman a la renuncia del Ministro de Defensa, Ehud Barak. La puesta en escena de los manifestantes, que unieron a activistas y dignatarios europeos con acendrados militantes islámicos de organizaciones como la IHH turca, los Hermanos Musulmanes egipcios, la Jihad Islámica egipcia (brazo armado de los anteriores) y su homólogo de Jordania, el Movimiento Islámico israelí, etc., lograron su cometido.

La batalla mediática, que estaba ganada para los activistas europeos e islámicos antes de empezar, tuvo para ellos rédito doble, por haber sido planificado acudiendo a la llamada «opción violenta»: se sabe que una manifestación cualquiera tiene obvias posibilidades de salir en los medios -y por ende tener éxito- si hay violencia, a condición que los manifestantes estén dispuestos a pagar el precio. Aquí vinieron a apostar alto, pagaron y ganaron.

Los israelíes se hacen dos preguntas en lo operativo: ¿cómo es que, contando con el nivel de Inteligencia de los servicios israelíes, no se sabía nada de lo que preparaban los activistas? Los soldados estaban preparados apenas para «escenarios posibles», y el de la resistencia violenta era el de más bajas probabilidades. El de resistencia violenta organizada, ni siquiera se contempló.

Segunda pregunta, formulada por el locutor Gadi Sukenik, quien fuera miembro del Comando Marino: cuando se está iniciando el abordaje, y los primeros soldados ven que abajo los esperan con palos y no con flores, se decide de todos modos el descenso de a uno. Dice, casi grita Sukenik: ¿cómo no se abortó la operación en ese preciso instante? Se podía haber reagrupado al Comando y pensar otro modo de neutralizar el avance de los barcos, que ideas no les hubieran faltado.

Tercera pregunta: Israel sabía que la batalla era mediática, que el combate era un forcejeo por la puesta en escena y el encuadre. De todos modos, decidió que el modo de neutralizar la demostración de fuerza era con más fuerza (debido al contexto geopolítico, ver post de anteayer). Lo que queda claro es que, dado el resultado de ayer, en el próximo round Israel adoptará una táctica completamente diferente. ¿Tiene capacidad el actual gobierno para pensar «fuera de la caja»? ¿Lograrán dar con una forma no violenta de hacer las cosas? ¿O será que es Israel el que «entiende sólo por la fuerza»? Por ahora, este gobierno se las viene arreglando muy bien para aparecer, una y otra vez, como el matón del barrio.

El verdadero examen está por venir, porque habrá nueva flota -¿por qué no repetir una experiencia tan exitosa?- y habrá nuevo examen. En 1988, nos recuerda Eitan Haber, amigo y mano derecha del asesinado Itzjak Rabin, una iniciativa similar se resolvió con un agujerito en la quilla, y cierto barco no pudo zarpar del puerto de Roma, hundiéndose miserablemente, y ocupando con suerte cinco líneas en los periódicos de la mañana siguiente. Si la hipocresía de «querer aparecer en los medios» a costa de la vida de la gente es una táctica válida, la travesura de pincharles el bote es definitivamente una respuesta adecuada.

Los escenarios políticos

La cuarta pregunta es la política. ¿Cuáles son los escenarios posibles? No es la primera vez que esta dinámica sobrepasa a Biniamín Netaniahu. Al principio de su primer mandato, en 1996, otro hecho de violencia le hizo cortar su gira por el extranjero. Con la apertura del Túnel de los Hasmoneos frente al Kotel, y la batalla con muertos entre policías palestinos y soldados israelíes, Bibi también debió regresar de urgencia. El entonces presidente Bill Clinton terminó imponiéndole un encuentro con Arafat y eventualmente la retirada de Hebrón.

El interrogante es si no se ha abierto una página similar en la evolución del proceso de paz. La idea de que no hay otra alternativa que el bloqueo a la Franja de Gaza mientras el Hamás gobierne allí, parece haber sido hasta ahora un axioma en Jerusalem como en Washington. ¿Impondrá nuevas concesiones la Administración Obama al gobierno de la derecha israelí? Los ejemplos no se reducen al aflojamiento del bloqueo, sino a la continuación del congelamiento de la construcción en los territorios, su extensión a Jerusalem, etc. ¿Podrá esta coalición de Bibi-Barak-Liberman digerir tales imposiciones sin derrumbarse?

En el plano regional, frente a la carrera nuclear iraní, se había dado un extraño alineamiento de fuerzas en el Medio Oriente: en este rincón Irán, Siria, Hezbollah, Hamás, Sudán, y ahora Turquía. En este otro rincón, Estados Unidos, Israel, Egipto, Jordania, la Autoridad Palestina y Arabia Saudita, entre otros. Turquía, gobernado por un partido más islámico que de costumbre, que se venía tambaleando como aliado israelí desde Plomo Fundido, el operativo israelí en Gaza en 2009, está por terminar de cortar sus relaciones con Israel. Egipto es un entusiasta aliado de Israel en su represión al Hamás.

La pregunta es: ¿podrán los mencionados «países árabes moderados» alineados hoy en día con Israel y contra Irán, mantener ese alineamiento sin que el consenso en sus países se quiebre y sus regímenes se tambaleen? ¿Podrá recomponerse algún día la alianza israelo-turca? ¿Qué ocurrirá ahora con las conversaciones de acercamiento con la ANP? Dicen los más críticos: en nombre de la defensa, pero sin haber sido puesto en verdadero peligro, Israel ha arriesgado sus propias posiciones estratégicas por medio de una pésima política de relaciones públicas. ¿Sacará las conclusiones correctas?

A no dudarlo, esta historia continuará.