Termómetro político del viernes

Imagen típica de playa israelí. No, guarangos, ese no soy yo...

Quienes me siguen, saben que el verano no es una de mis épocas preferidas: hace un calor insoportable en Israel, y no siempre está uno cargando valijas y gozando de unas «merecidas vacaciones» (a propósito, ¿dónde está el jurado que decreta quién merece y quién no?) Los chicos se cuelgan de las paredes, lo cual obliga a uno a hacer cosas de lo más incómodas como ir a la playa. ¿Para qué? Te quemás los pies en la arena, comés fruta y helados con arena, y te encandilás con el sol intentando darle a una pelotita diminuta, sólo para que los chicos «saquen vapor», mientras te peleás con israelíes «simpáticos» porque otra vez te invadieron el rinconcito de sombra. Todo ello, en lugar de estar en un «kenion» (mall, shopping center), paraíso del consumo y del aire acondicionado, o viendo una peli en casa, honestamente bajada de internet. ¿Tipo amargo? No, para nada. Burgués achanchado puede ser, pero muy alegre, les garanto.

Pero antes de salir a otro día de tortura estival, si tomamos la temperatura a la actualidad política israelí, podemos apreciar el siguiente estado del tiempo:

-Unas dos semanas después que el gobierno decidiera la expulsión de 4oo niños hijos de trabajadores extranjeros, de los 800 restantes sólo 193 presentaron pedidos de residencia para ellos y sus padres. Quizás por el calor, quizás por no tener quien les lea la letra pequeña. Los criterios para poder permanecer son: haber estudiado en el último año en la escuela pública; haberla terminado (hasta el 12° grado) habiendo vivido los últimos 5 en Israel; haber nacido en Israel o haber llegado antes de los 13 de edad; ser hebreo-parlante; que los padres hayan ingresado al país legalmente (aunque su visa haya vencido ya); no configurar «amenaza a la seguridad pública»; que sus padres no hayan trabajado o sido representantes diplomáticos de otro país. Hoy aparece en El País de España una nota sobre los «niños ancla» en Estados Unidos, que posibilitan, por haber nacido allí, la permanencia de sus padres «indocumentados». En todos lados se cuecen habas, pero la diferencia es que en Israel, los trabajadores extranjeros siguen ingresando al país, estimulados por el mismo Ministerio del Interior, tan preocupado en expulsar a niños que «desequilibren la balanza demográfica». Lo dijimos y lo repetimos: Sr. Ministro del Interior Eli Ishai (Shas), si de verdad le preocupa el perfil del estado, cierre la millonaria canilla a los empresarios de la mano de obra extranjera barata, y deje a estos niños en paz.

-La Comisión Tirkel que investiga los hechos de la Flotilla interrogó esta semana al premier Netanyahu, al ministro de Defensa Ehud Barak y al jefe de Estado Mayor, Gaby Ashkenazi. Todos se declararon responsables, y todos menos Ashkenazi le echaron la responsabilidad a los de más abajo. Ashkenazi, por su parte, sorprendió por derecha. Dijo que asumía la total responsabilidad, alabó a los soldados participantes y dijo que su error había estado en el defectuoso trabajo de inteligencia previo, pero no en el no abortar la operación in situ, sino en no ordenar al comando que dispararan de entrada. O sea, tenía que haber empezado ya a los tiros. Como ya se dijo alguna vez, «la guerra es un asunto demasiado importante para dejarlo en las exclusivas manos de los generales»…

-El largo brazo de la inteligencia israelí no pudo con el supuesto «terrorista judío», Jaim Perelman, sospechoso de haber asesinado a cuatro civiles árabes en atentados de corte nacionalista en los años ’90. A mediados de julio Perelman fue arrestado bajo sospecha de ser el «acuchillador serial» responsable de la muerte de varios árabes, y de tenencia de armas ilegales. Recordemos que sus allegados dijeron en aquel momento que el Shin Bet lo había empujado a perpetrar estos crímenes. Perelman, virulento manifestante y miembro del movimiento de ultraderecha religiosa Kaj, o bien es inocente, o es un criminal sumamante hábil. Una de las hipótesis, sostenidas por la parte de Perelman, es que el Shin Bet estaría ajustando cuentas con aquél por no cooperar como informante acerca de otros terroristas judíos, tal como se había comprometido. En cualquiera de los dos casos, él y su familia tienen mucho para festejar este finde, y el Shin Bet tiene buenos motivos para colocar prolijamente su rabo entre las patas, y efectuar un serio balance.

-Esta semana también se publicó por el Canal 2 un documento que revela que factores gubernamentales estarían conspirando para nombrar a un sucesor a su gusto para jefe del Estado Mayor de Tzahal. La consultora, cuyo logo aparece en el membrete del documento, negó toda relación, y prometió denunciar el hecho a la policía. Lo que parece quedar claro es el enfrentamiento entre el ministro de Defensa Ehud Barak y el actual Jefe de Estado Mayor, Gaby Ashkenazi: Barak ha iniciado su ronda de entrevistas para reemplazar a éste, seis meses antes de culminar su período al frente de las Fuerzas Armadas israelíes, en lugar de tres meses antes, como se estila. Ello debilita a Ashkenazi antes de tiempo, aseguran los analistas. Más allá de todas estas intrigas palaciegas, es de alegrarnos, como latinoamericanos quemados con leche, que los cambios de mando se hagan a través de la política y las relaciones públicas, y no a través de las armas.

Un pensamiento en “Termómetro político del viernes

  1. Estoy en contra de la inmigración ilegal en Israel de trabajadores extranjeros latinos y sudaneses, por una cuestión básica de ley y demografía (ciertos barrios de Tel Aviv dan verguenza). Pero tiene mucho sentido lo que decis, Marcelo, acerca de las prioridades: en vez de resolver el problema de forma superficial y cruel con la expulsión de unos pocos cientos de niños nacidos allí, hijos de ilegales, mejor es tratar el problema de fondo castigando severamente a las empresas explotadoras que, por cada extranjero deportado, traen otro ilegalmente. Además de cerrar las fronteras como corresponde (la valla en la frontera con Egipto ni siquiera se empezó a construir, mientras persiste el problema del contrabando beduino). Me llegó la información de que la mismísima Sara Netanyahu («la bruja», no?) le pidió personalmente a Eli Yishai que dejara a los niños en paz. Yo estoy de acuerdo, porque quisiera que se trate el tema de forma seria y con una solución eficaz, sin mezclar las medidas estéticas de corto plazo, que huele más a oportunismo político que otra cosa.

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