Algunas notas optimistas sobre las últimas elecciones

Los dos ganadores, discurseando en simultáneo. Lapid, a la derecha, Netanyahu a la izquierda.

Los dos ganadores, discurseando en simultáneo. Lapid, a la derecha, Netanyahu a la izquierda.

Los israelíes están más optimistas. Quieren un estado judío y democrático en paz con sus vecinos, y la ola derechizante que se venía los terminó de hacer sentir incómodos, no sólo frente al mundo sino también ante sí mismos. No significa que automáticamente vayan a salir a festejar si se cierra el trato con los palestinos al día siguiente de formado el próximo gobierno. Después de todo, Yair Lapid, la nueva estrella de la política israelí, habla sólo de negociar. Es intransigente en el tema de Jerusalem, pero no dice nada de todo lo demás. Con lo cual se vuelve potable para la izquierda, pero también para Netanyahu. Es una política de abrir espacios y perspectivas. Eso es lo que quería y quiere el israelí de la calle: no cerrar puertas ni que se las cierren.

En las negociaciones coalicionarias en Israel se delibera siempre en torno a dos ejes: las políticas que tendrá el gobierno a formarse, llamadas «Línas básicas», y el reparto de ministerios, comisiones parlamentarias y otros cargos. El tema político con los palestinos será discutido por Lapid en las negociaciones por las «Líneas básicas». Las líneas iniciales de Netanyahu, enumeradas en su discurso triunfal, y en este orden, son también bastante laxas: 1) Impedir la nuclearización iraní; 2) Aumentar el reparto de la «carga» en el servicio militar (o sea, que los ultraortodoxos, paulatinamente, se sumen a él); 3) Responsabilidad económica frente a las crisis globales; 4) Responsabilidad por la seguridad, hacia una «paz verdadera»; 5) Lograr una baja en los precios de la vivienda. Él también está abriendo puertas, las más posibles.

Se lo acusa a Netanyahu de agitar temibles fantasmas para asustar al electorado y ganar su voto. Pero en estas elecciones, con aliados tan a su derecha, no sólo Liberman, sino el campo ultraderechista de «los Feiglin» que lograron invadir en las internas la propia lista de diputados del Likud, parece que el pudor le pudo también a él: el tema palestinos y el tema Irán estuvieron prácticamente ausentes en la mayor parte de las campañas. Como si Sheli Yajimovich, del Laborismo, hubiera triunfado en su desesperado intento de mover el eje de votación, del tema político-militar al tema socio-económico. El tiro le salió torcido: el grueso del electorado aceptó -probablemente por primera vez en la historia del país- votar por otra cosa que no sea el conflicto, pero eso no significó darle el voto a ella.

En resumen, en las líneas de Bibi aparecen ciertamente Irán y los palestinos, pero son dos puntos más, entre el resto, que hablan de una política con la mirada puesta hacia adentro. (Recuerdo alguna vez -no se me tome la palabra- en que había dicho algo así como: «Los 3 temas más importantes del país son: Irán, Irán e Irán». No deja de ser un cambio).

Incluso Naftali Bennet de Habait Hayehudí, el partido de los ortodoxos sionistas de derecha, que logró duplicar su poder parlamentario, se mandó con un discurso que no fue triunfalista ni militarista. Su discurso luego de los comicios fue en cambio inclusivo, con el eje puesto en la necesidad de sanear el país de todas sus desigualdades, y retrotrayendo su agrupación a los tiempos en que también era fiel de la balanza entre izquierda y derecha. De la «Gran Eretz Israel» ni siquiera se acordó. No tendrá problema en sentarse en la mesa del gabinete con Lapid.

Este último, mientras tanto, exigiría hoy, según tapa del matutino Haaretz, la presidencia de la Comisión de Finanzas de la Knesset y el Ministerio de Vivienda, para ponerse en el centro de la acción reclamada hace ya un año y medio en la «Protesta de las Carpas». La Comisión de Finanzas, la más importante de la Knesset, estaba hasta ahora en manos de Iahadut Hatorá, los ultraortodoxos ashkenazíes.

Meretz también duplicó su fuerza, de 3 a 6 diputados. Los árabes aumentaron un poco su índice de votación, reduciendo su boycot al juego democrático israelí. Los israelíes en general votaron más: 67,5% (frente al 65,2% anterior). Habrá más mujeres diputadas en la 19° Knesset: 27, en comparación con las 21 de la Knesset anterior.

Nuevos vientos, y varios, soplan en Israel.

 

Un pensamiento en “Algunas notas optimistas sobre las últimas elecciones

  1. «Incluso Naftali Bennet de Habait Hayehudí, el partido de los ortodoxos sionistas de derecha, que logró duplicar su poder parlamentario»

    Error! Habait Hayehudí CUADRUPLICÓ sus escaños en el parlamento. De 3 pasó a tener 12.

    Ahora bien, los resultados preliminares de las elecciones muestran claramente que la sociedad israelí quiere un cambio. Pero no en cuestiones de política exterior (de lo contrario hubieran votado a Livni o Kadima), sino un cambio interno, relacionado con temas económicos y sociales (tal vez también una mayor secularización). En mi humilde opinión, Yesh Atid y/o Shas son excelentes opciones para conformar gobierno junto a Bibi y Bennett, porque son dos partidos que le dan mucha importancia a la justicia social que falta, pero compartiendo en líneas generales las posturas del gobierno en temas referidos a la seguridad y estando dispuestos a formar coalición con Bibi como Premier; a diferencia del Laborismo intransigente. En resumen, veremos una continuidad de las políticas de gobierno pero con mucha mayor atención a la agenda socioeconómica. Vale decir, un mejor gobierno, pero con el mismo capitán al frente del barco. El tiempo dirá.

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