Netanyahu: ahora queda claro

BibiGana Por Marcelo Kisilevski

El tiempo  de negociaciones coalicionarias, es bueno para algunas reflexiones tardías sobre el cimbronazo que acaba de atravesar la sociedad israelí a partir de los resultados electorales del 17 de marzo.

¿Por qué hacían falta nuevas elecciones que dieran por resultado lo que ya teníamos, a saber, Biniamín Netanyahu como Primer Ministro? La respuesta breve es que Netanyahu jugó una apuesta audaz por un gobierno que le fuera más favorable, y la ganó. Nada más sencillo.

Vamos ahora a la respuesta más extensa. Estos comicios son ciertamente una apuesta del propio Netanyahu por lograr un gobierno en el que el Likud tuviera más diputados y, por ende, menos dependencia de pequeños partidos a su derecha y a su izquierda. Recordemos que en la Knesset anterior, la 19°, el Likud se presentó en un frente con Israel Beiteinu de Avigdor Liberman, con quien reunió apenas 31 diputados, sólo 20 de los cuales pertenecían neto al Likud. En estos comicios, en cambio, el Likud ganó 30 postulándose solo, y Liberman, en cambio, sólo logró 5. Por el lado matemático, la apuesta ya le salió bien.

Esto implica que Bibi apostaba a una coalición más gobernable. Ciertamente, para formar una coalición estable necesita más del doble de los escaños conseguidos, y por lo tanto debe dejarse caer nuevamente en las manos de los partidos más pequeños. También es cierto que esos partidos pequeños esta vez incluirán solamente partidos de derecha y religiosos.

Pero esto le otorga a Bibi tres ventajas por lo menos: primero, se trata de una coalición más homogénea, con una política más clara y sincerada; segundo, sus adversarios dentro del gabinete –Liberman y Naftali Bennet, de Habait Hayehudí- tienen menos diputados que en el anterior gobierno y, por lo tanto, menos poder para detractarlo desde adentro. Eso fue lo que hicieron precisamente durante el período anterior, especialmente durante el último operativo en Gaza, cuando los dos nombrados cuestionaron abiertamente la estrategia de un gabinete del que formaban parte.

Tercera ventaja de un gabinete homogénea y claramente de derecha desde el punto de vista de Netanyahu: precisamente él es, también, claramente de derecha. Esto dotará a Netanyahu de una fuerza de apalancamiento en cualquier negociación con los palestinos y con la Casa Blanca y la Unión Europea. Podrá decirles: «Si fuera por mí encantado –con congelar la construcción en los asentamientos, con crear un Estado palestino y demás reclamos- pero vean qué coalición tengo. Si yo firmo ese eventual acuerdo, mi gobierno caerá y no lo podremos cumplir».

La desventaja va de la mano con la no necesidad de contar con una «hoja de parra» izquierdista, tal como lo hizo en sus gobiernos anteriores, de los que personalidades como Shimón Peres, Ehud Barak, formaron parte y que le permitieron mostrar otra cara: «No soy tan terrible». Si el frente Hamajané Hatzioní (Laboristas de Herzog y Hatnuá de Tzipi Livni) no quiere ser hoja de parra, si quiere dejar que Netanyahu pague moneda por moneda todo el precio de su éxito en el frente internacional, más le valdrá mantener su postura de no asociarse con él en un gobierno de unidad nacional.

Existe, sin embargo, un «pero» a esta configuración que se perfila: Netanyahu ciertamente se ha revelado en esta vuelta electoral, probablemente, como el político más hábil de la historia de Israel. Pero eso incluye el ser un líder «presionable».  El famoso discurso de Bar Ilán, pronunciado el 14 de junio de 2009, en el que Netanyahu declarara por primera vez su apoyo a la fórmula de «dos Estados para dos pueblos», no se logró por un reblandecimiento de las posturas del premier, sino por las presiones de un Obama nuevo en el poder, que había pronunciado su propio discurso en El Cairo apoyando la fórmula de dos Estados el 4 de junio del mismo año, apenas diez días antes que Netanyahu, discurso que le valiera al norteamericano el Nobel de la Paz.

Con un gabinete más homogéneo, más claro y más gobernable, Netanyahu tendrá más poder para ser intransigente pero, también, para ceder a las presiones de las circunstancias mundiales, por ejemplo si con ello se logra una postura de Occidente menos blanda con Irán. A sus compañeros de mesa podrá decirles lo que en el gobierno saliente no podía: «Era esto (congelamiento en los territorios, nuevas negociaciones y concesiones) o nada, si quieren retirarse de la coalición pueden hacerlo, pero recuerden que ni ustedes ni nosotros en el Likud tenemos coalición alternativa». En ese sentido, la nueva fortaleza de Netanyahu puede ser también su debilidad.

Es posible que se trate de wishful thinking, pensamiento político ilusorio. Posiblemente, como temen en la oposición, estemos ingresando en otra etapa oscura de Israel, pletórica de aislamiento internacional, exacerbación del enfrentamiento con los palestinos, no avance en el tema iraní, entre otros males.

Es posible. Pero en este caso el wishful thinking tiene base histórica. Sólo gobiernos claramente de derecha se han retirado del Sinaí (1979) y de Gaza 2005). Y un gobierno claramente de derecha, el del propio Biniamín Netanyahu, fue el que firmó en 1997 nada menos que el Acuerdo de Hebrón, por el cual la mayor parte de la ciudad de Abraham pasaba a manos palestinas. Presionado, claro está.

El gobierno anterior no pudo adjudicarse grandes logros, ni perpetrar grandes desastres. A no ser que veamos el operativo en Gaza como un desastre colosal. En realidad no logró nada, no acabó con la amenaza de Hamás pero tampoco puso en mayor peligro al Estado del que ya estaba. No mejoró la economía, la brecha social se agrandó y el salario se erosionó, pero los parámetros macro se mantuvieron bien, y ni la inflación ni la desocupación se dispararon. El gobierno anterior fue, en gran medida, el gobierno de la nada.

La ventaja, si hay alguna, de un gobierno tan claro, es que podrá emprender políticas y llevarlas a término, recoger los frutos de sus logros de modo claro, o ser castigado en las próximas urnas –para variar– también de modo claro.

Resultados y escenarios de boca de urna en Israel

Desde la izquierda arriba, en dirección horaria: Itzjak Herzog, Naftali Bennet, Yair Lapid, Moshé Kajlón. En el centro, el premier Biniamín Netanyahu, esta noche, el que se siente más cómodo con los resultados electorales.

Desde la izquierda arriba, en dirección horaria: Itzjak Herzog, Naftali Bennet, Yair Lapid, Moshé Kajlón. En el centro, el premier Biniamín Netanyahu, esta noche, el que se siente más cómodo con los resultados electorales.

Por Marcelo Kisilevski

Según los resultados publicados por los canales de televisión israelíes, los resultados de boca de urna de los comicios para la Knesset N° 20 en Israel atribuyen al premier Biniamín Netanyahu una posibilidad cómoda de formar un gobierno de derecha más homogéneo que el anterior. Sin embargo, esto no echa por tierra de modo total la posibilidad de formar un gobierno estrecho de centro-izquierda por parte de Itjzak Herzog, líder de Hamajané Hatzioní. Los analistas tampoco descartan la posibilidad de un gobierno de unidad nacional entre Likud y Hamajané Hatzioní.

He aquí los resultados según el Canal 2 de televisión:

Likud                                                     28

Majané Tzioní                                    27

Lista Árabe Unificada                      13

Yesh Atid (Lapid)                              12

Kulanu (Kajlón)                                 9

Habait Hayehudí                               8

Shas                                                       7

Yahadut Hatorá                                 6

Meretz                                                 5

Israel Beiteinu (Liberman)            5

 

Yajad (Eli Ishai)                                  0 (No alcanzó el umbral mínimo de 3,25%, 4 diputados)

 

Alé Yarok                                             0 (No alcanzó el umbral mínimo de 3,25%, 4 diputados)

 

Si estos son los resultados finales mañana miércoles a la mañana, Biniamín Netanyahu puede formar dos gobiernos: uno de derecha junto con los partidos religiosos, y otro de unidad nacional con Hamajané Hatzioní. Éste, en cambio, no puede formar gobierno de unidad nacional, y la formación de un gobierno de centro-izquierda, si bien es posible, estará sujeto a negociaciones arduas con asociaciones que pueden resultar endebles.

 

Escenarios:

1. Gobierno de derecha, Primer Ministro Biniamín Netanyahu:

 

Likud                                                     28

 

Kulanu (Kajlón)                                 9

 

Habait Hayehudí                               8

 

Shas                                                       7

 

Yahadut Hatorá                                 6

 

Israel Beiteinu (Liberman)            5

Total diputados:                               64

 

2. Gobierno de unidad nacional, Primer Ministro Biniamín Netanyahu o rotación con Itzjak Herzog:

 

Likud                                                     28

 

Majané Tzioní                                    27

 

Kulanu (Kajlón)                                 9

 

Shas                                                       7

 

Yahadut Hatorá                                 6

Total diputados:                               77

 

3. Gobierno de centro izquierda, Primer Ministro Itzjak Herzog:

 

Majané Tzioní                                    27

 

Yesh Atid (Lapid)                              12

 

Kulanu (Kajlón)                                 9

 

Shas                                                       7

 

Meretz                                                 5

 

Yahadut Hatorá                                 6

Total diputados:                               66

 

 

Si bien la Lista Árabe Unificada apoyaría desde afuera a la coalición de centro-izquierda, Herzog necesita a Yahadut Hatorá, ultraortodoxos ashkenazim, para reclamar el derecho, siquiera, a intentar formar coalición. La dificultad está dada por la casi imposibilidad de que este partido religioso comparta el gabinete con Yesh Atid de Yair Lapid, responsable de la ley de reclutamiento de los estudiantes de ieshivá (casa de estudios religiosos).

 

La ventaja obtenida por el premier Netanyahu, después de sufrir una desventaja de cuatro mandatos en la última encuesta de intención de voto frente a Herzog (que lo aventajaba por 26 contra 22 diputados), se debió a la habilidad del primero en efectuar un bombardeo táctico de entrevistas en los medios y un contacto sin precedente con la calle israelí, donde llamó a los votantes tradicionales del Likud, dispersos por otros partidos mayormente nuevos (como Yajad) a «volver a casa». El Likud pudo así «chupar» a último momento diputados, de partidos nuevos como Yajad, que quedó fuera del parlamento, y también de Habait Hayehudí.

 

A pesar de la decepción de los laboristas, la recuperación del Likud no fue a expensas de la alianza entre Herzog y Livni, sino de otros partidos de derecha. Hamajané Hatzioní mantuvo su nivel e incluso lo superó en un mandato, siempre los sondeos de boca de urna. Los resultados finales, mañana miércoles a la mañana.