ACTIVISTAS DE BDS DE VARIOS PAÍSES: NO PODRÁN ENTRAR A ISRAEL

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El cantante Roger Waters, principal vocero de BDS, se ha convertido en su propio personaje simil-nazi.

Por Marcelo Kisilevski
BDS (Boycot, Divestment, Sanctions) es una organización que llama al boicot de Israel, de sus empresas, y de empresas en el mundo que operan en y/o con Israel. Uno de sus grandes voceros es el solista de Pink Floyd, Roger Waters. O sea, no estamos hablando de una banda de marginales: hay gente que los apoya, cuya voz es muy respetada en el mundo. Su último éxito: la cantante Lorde anuló su show en Israel. La mayoría de los artistas, también hay que decirlo, entienden la trampa de BDS, rechazan sus molestas presiones, y actúan en Israel con gran éxito.
Muchos jóvenes idealistas caen en su canto de sirena por la paz y un mundo mejor, cuando, en realidad, BDS activa por la destrucción lisa y llana de Israel. Véase, si no, su lema en las calles, «From the river to the sea, Palestine will be free» («Desde el río hasta el mar, Palestina será libre»), como botón de muestra. Un llamado al genocidio, vamos.
Es una trampa ideológica, también, porque de todos los lugares en el mundo donde existen conflictos, el único país que «goza» de una organización destinada a boicotearlo bajo la vapuleada bandera de los derechos humanos, es Israel. ¿Dónde está el BDS cuando se lo necesita en Siria, por ejemplo? ¿Por qué solo el Estado hebreo disfruta de semejante privilegio? Uno se resiste en general, a jugar la carta del antisemitismo, salvo que en el caso de BDS, lamentablemente, «que las hay, las hay»…
Y cuando el BDS tiene algún logro en el terreno, y alguna empresa se retira de los territorios, los primeros que pierden su fuente de trabajo son los trabajadores palestinos., véase el caso Soda-Stream. ¿No sería más útil una organización que militara, en lugar de la «desinversión», por todo lo contrario: la inversión masiva en los territorios, para desarrollarlos e independizarlos de Israel?
El ministro de Asuntos Estratégicos y Esclarecimiento (Hasbará), Guilad Ardán, ha hecho publicar una lista de veinte organizaciones ligadas a BDS, cuyos activistas tendrán negada la entrada a Israel. Entre ellas: Jewish Voice for Peace, BDS Francia, BDS Italia, y BDS Chile.
Desde ese ministerio se explicó que Israel ha decidido pasar de la defensa al ataque de esas organizaciones. El problema para el Estado israelí, que tiene colchón de aguante contra organizacines no gubernamentales, es cuando gobiernos les prestan financiación. Un primer éxito de esta acción es que los gobiernos de Noruega y Dinamarca han anunciado que suspendían su apoyo financiero a organizaciones propalestinas que activan en pos del boicot a Israel. En 24 estados de los Estados Unidos se legisló contra el BDS, y una ley federal está en ciernes.
Voy a decir algo políticamente incorrecto: no me molestan las presiones externas contra la presencia de Israel en Cisjordania (en Gaza, Israel ya no está, allí el problema es otro: Hamás, los cohetes, etc.). Tengo un hijo pronto a iniciar su servicio militar. Quiero que defienda las fronteras de Israel contra serios enemigos externos, y no que pase sus años de servicio pidiendo documentos a civiles en un check-point. Quiero que haya una solución política al conflicto basada en la separación entre ambos pueblos, un elegante y civilizado divorcio, que incluya la cooperación económica entre dos Estados independientes.
Esa presión externa no me molesta, digo, siempre y cuando la agenda de los países y organizaciones que presionan (incluidos sectores judíos progresistas) lo hagan en pos de una solución basada en «dos Estados para dos pueblos», es decir, el derecho de todos los pueblos de la región a su Estado, incluyendo el judío, no excluyéndolo. Y siempre y cuando dichas presiones se repartan proporcionalmente también con el establishment palestino en Ramallah, que parece estar muy cómodo, igual que Netanyahu y su coalición, con el status quo actual. Creo que tanto unos como otros necesitan una ayuda desde afuera que los salve de sí mismos.
Pero el BDS no es eso, y los jóvenes que empiezan a abrir sus ojos al mundo y a pensar en cómo mejorarlo, tienen que estar advertidos: no es por ahí la cosa. El BDS, con Roger Waters y otros como él a la cabeza, encarnan una forma nueva, sofisticada y almibarada, de neo-nazismo.

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