Por Marcelo Kisilevski
En un intento por volver a la arena mesoriental después de habérsela dejado en bandeja a Putin, y perseguido por los asuntos internos, el presidente norteamericano ha tomado dos medidas que, a su modo de ver, son drásticas y cambiarán el mapa del Medio Oriente bajo su impronta inolvidable.
La primera es el anuncio de adelantar la mudanza de la Embajada Norteamericana de Tel Aviv a Jerusalén el 14 de mayo próximo (2018). Es la fecha gregoriana de la Declaración de Independencia de Israel, en la misma fecha del año 1948. Para los palestinos, es el Día de la Naqba, la «Catástrofe», que conmemora el éxodo del los refugiados árabes, durante una guerra que ellos comenzaron, como correlato de su rechazo a la Partición de Palestina en la ONU, que les garantizaba su propio Estado ya entonces.
Para muchos, Trump está cambiando las reglas de juego al decirles a los palestinos: se acabó lo que se daba, no se pueden respaldar cómodamente en sus sillas esperando que el mundo los siga mimando. Tendrán que aceptar algo alguna vez. O cuanto menos, ofrecer un plan alternativo.
Mientras tanto, la ANP ha «despedido» a Trump como mediador. Y no importa cuán enfático haya sido Trump, en su anuncio, en cuanto a que su decisión no va en desmedro de los reclamos palestinos… si se dignan a volver a la mesa de negociones. Pero ellos nada. De más está decir que el gobierno israelí de Biniamín Netanyahu está feliz con la intransigencia palestina. Un Netanyahu exultante recorre las redes sociales y cuanta pantalla se le ofrezca para exhibir su sonrisa de oreja a oreja, en medio de los escándalos de corrupción que lo aquejan. Parece decir: «Mientras Trump nos acaricie, y mientras los palestinos se emperren en su rechazo de todo, vamos bien.»
Ayer, el diario inglés en idioma árabe, A-Shark Al-Awsat, publicó el hecho de la segunda medida drástica tomada por Trump, su plan de paz. El mismo incluye:
-Dos Estados para dos pueblos.
-Jerusalén dividida en dos capitales, la occidental para Israel, la oriental para Palestina. Eso sí, la Ciudad Vieja internacionalizada
-El Estado palestino desmilitarizado.
-La seguridad de las fronteras de ambos Estados, en manos de Israel. El Valle del Jordán en manos de Israel.
-Bloques de asentamientos a anexarse a Israel, asentamientos aislados serán evacuados (no dice adónde). Terrenos israelíes a ser dados a cambio a Palestina (intercambio de territorios).
-Atribuciones adicionales a la Autoridad Palestina que aumentan su soberanía, convirtiéndolo en Estado.
-40.000 millones de dólares de EEUU a Palestina como impulso a su creación y desarrollo.
-Los refugiados palestinos quedarán en sus lugares, y recibirán una compensación económica.
El plan sería presentado en una futura convención internacional a ser convocada por la Casa Blanca. Por el momento, sin embargo, y salvo sorpresas, queda claro de antemano el rechazo palestino por dos motivos: uno es su animadversión por Trump; el otro es el contenido del plan, que no les otorga soberanía sobre Jerusalén y acaba con el sueño del Derecho al Retorno de los refugiados, dogma central de la causa palestina. Con su anuncio de recorte en un 50% de ayuda a la UNWRA, Trump ya había iniciado su campaña para poner fin a la eternización del problema de los refugiados palestinos, único grupo de refugiados post-Segunda Guerra Mundial que queda, y que encima crece, al definir también como refugiados a sus descendientes, lo que contraviene tanto la ley como la costumbre internacional. Pero para los palestinos, es el centro de su épica, al precio de una población adoctrianda y condenada a la indigencia y a la beneficencia ajena.
Israel rechazará también, aunque a último momento, cuando el plan pierda su vigencia, Bibi repetirá su truco de aceptar al final, con la intención de dejar a Mahmud Abbas como la parte arisca en esta dinámica grupal.
Los opositores a estas medidas de Trump (Jerusalén, refugiados, plan de paz) dirán que la manera desprolija, desordenada, autoritaria, que es el fiel estilo Trump, condena toda la maniobra al fracaso de antemano. Ahora que también el Encargado de Negociaciones de Trump, su yerno Jarred Kushner, está también en situación complicada, la estruendosa noticia de su anunciado plan de paz parece perder altura de vuelo, aun antes de despegar.
Meterme a comentar algo de la politica de medio oriente, es que saldré aplazada. Lo que sí creo es que sin importar cuantos mediadores existan, las tensiones entre estos dos pueblos no van a detenerse: Ya que ambos creen (o tienen) la razón. El resto del mundo, solo espera que la paz llegue en la mayor medida posible a la región, y que UN dia… el conflicto se termine. Mi balanza se inclina hacia Israel, pero no dejo de pensar en el sufrimiento del pueblo palestino. Al final, son hermanos. Y deseo el bienestar para todas las naciones.
Sabes que te extrañamos en aquel rinconcito que nos juntó? Se te saluda con afecto. Nos leemos!
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