¡FELICES 71, ISRAEL!

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Por Marcelo Kisilevski

Quiero a Israel por muchas cosas. Principalmente, porque es la expresión del éxito de un valor consagrado por la comunidad internacional, incluido el progresismo mundial: el derecho a la autodeterminación de los pueblos. Es quizás el país más inclusivo del mundo. Sin llenarse la boca, sino practicándolo en el terreno. Que da cabida a las más diversas expresiones, tanto religiosas y culturales como de género. Es un Estado solidario, con una sociedad que se preocupa por los más necesitados, presentando el número más grande del mundo per capita en cantidad de voluntarios en ONGs de acción social. Es el país cuyos inventos más ayudan a toda la humanidad, ya sea a los que menos problemas tienen, tipo Waze, que a mí me cambió la vida, como a los que menos, como las diversas tecnologías de producción de agua potable y agricultura en zonas inhóspitas, y los comparte con todo el planeta, pasando por la mejora a las personas con discapacidades, como Orcam, que ayuda a los ciegos a leer y reconocer caras.

Ya sé, me van a decir: «Marcelo me estás cargando? Tenés un gobierno de ultraderecha religiosa, no te podés casar por civil, las parejas jóvenes no se pueden comprar casa, el costo de vida está por las nubes, los árabes y los etíopes no están del todo integrados, el conflicto no terminó, los habitantes del sur crecen con post-trauma por los misiles de Hamás, y los palestinos siguen viendo soldados hasta en la sopa».

Les contesto: es cierto. Por eso yo no hablo del gobierno sino del país y su gente. Al gobierno no lo voté, es más, voté a un frente táctico que tenía como fin poner fin a la hegemonía de este gobernante corrupto, atropellador y divisor. A Bibi y el paradigma que está instalando lo critico y lo combato con la palabra y con el voto porque quiero un Israel todavía mejor. No como otros, que utilizan el derecho a la crítica para llamar a su destrucción.

Porque Israel es un país maravilloso a pesar del gobierno, no gracias a él. Es el país que elegí para criar a mis hijos, que están creciendo con un horizonte de futuro, tanto en lo individual como en lo colectivo, donde podemos inculcar buenos valores porque somos libres de hacerlo, valores que tienen expresión en el terreno y no se quedan en palabras, y donde cada uno puede elegir su forma de crecer y progresar. Ya sé que esto es difícil en Israel, como en cualquier parte. Pero acá, a diferencia de otros lugares, vas logrando cosas. Aquí es donde yo soy mi mejor yo.

¿Mucho para mejorar? Claro que sí. Invito a todos los de adentro a ver la copa llena y seguir trabajando por llenar el resto. Invito a todos los de afuera a sumarse desde la positiva y venir a trabajar con nosotros por el perfil de país que seguimos soñando. Porque queremos; no porque debamos algo a los agoreros, ni a los quejosos, ni a los antisemitas camuflados.

Y esa copa, media llena o media vacía, levantémosla a la salud del logro más magnífico, seguro, del pueblo judío en toda su historia y, quizás, aunque no siempre se logre ver, de toda la historia humana. ¡Felices 71, Israel!

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