“El Estado Islámico sobrevive porque tiene apoyo político”

AbdelHayAzab

Abdel Hay Azab, rector de la Universidad egipcia de Al Azhar, la institución más importante del mundo en el tema del Islam. Foto: Massimiliano Minocri

Abdel Hay El Azab, experto en islam radical en la universidad Al Azhar, pone los puntos sobre las íes en cuanto a la necesidad de diferenciar entre la religión musulmana, una religión de paz como todas, y el islam radical. Seguir tolerando a este último, una ideología nefasta surgida recién en el siglo 20, en nombre del multiculturalismo, es el gran error de Occidente, que está signando este nuevo siglo. Que El País de España lo publique, en un país donde no todos hilan fino, es una buena noticia.

Por Patricia R. Blanco, El País (España)

Abdel Hay el Azab es consciente de la responsabilidad que recae sobre él. Rector de la Universidad Al Azhar, la institución más prestigiosa del mundo en el estudio del islam suní —fue fundada en El Cairo en el año 975—, pronuncia con cuidado milimétrico cada una de sus palabras y llega a repetir una frase si cree que un verbo es más preciso que otro. Tal es su celo para evitar malentendidos que no aceptó a ningún intérprete en su participación el pasado jueves en las jornadas sobre Diálogo Intercultural e Interreligioso, organizadas por el Ministerio de Exteriores en Barcelona. Solo admite como traductor a su ayudante personal —exclusivamente en francés— si el interlocutor no habla árabe.

Pregunta. El Estado Islámico (EI) dice que sus actos responden al cumplimiento de los preceptos del Islam. ¿Usted que cree?

Respuesta. Es necesario que la sociedad, musulmana y occidental, sepa diferenciar entre religión y grupos terroristas. El islam promueve el respeto hacia el otro, el principio de no agresión y la coexistencia pacífica. Los terroristas solo promueven el terror. Por eso, los musulmanes, pero también Europa, tienen la responsabilidad de corregir la visión errónea que existe sobre el islam y que difunden algunos medios.

P. ¿A qué atribuye la expansión del EI?

R. El EI [El Azab alude siempre al Estado Islámico con su acrónimo en árabe, daesh, para evitar concederle carácter estatal] no es producto de la religión, sino que es una fabricación política. ¿Puede un grupo, por sí mismo, destruir un Estado? Está claro que no. El EI sobrevive porque tiene apoyo político.

P. ¿Quiénes lo apoyan?

R. Verdaderamente tenemos que preguntarnos quiénes están sosteniendo al EI y de dónde sale el dinero para su financiación. Y yo les digo a las escuelas y a los países que están apoyando a estos terroristas que son injustos con su pueblo, que están promoviendo el terrorismo y que los injustos tendrán su sitio en el infierno.

P. ¿Cómo combatir al EI?

R. Contra el terrorismo, en la Universidad de Al Azhar proponemos el Corán, el islam verdadero, para difundir la paz.

P. En diciembre de 2013, el Gobierno egipcio designó oficialmente a los Hermanos Musulmanes como terroristas. ¿Usted los considera terroristas?

R. Creo que todo aquel que comete crímenes y actúa en contra de la ley es igual al EI. ¿Acaso los Hermanos Musulmanes han denunciado los crímenes cometidos por grupos terroristas? No, no lo han hecho. Son una organización que instiga a actuar en contra de la población.

P. Expulsó a miembros de los Hermanos Musulmanes de la universidad.

R. Expulsé para siempre a aquellos que habían cometido crímenes o habían incitado a la violencia, no por el hecho de ser de los Hermanos Musulmanes. Pero ahora hemos logrado que impere la ley y la independencia de la justicia. Se ha liberado Egipto de grupos extremistas y es mi responsabilidad contribuir a la estabilidad.

P. ¿Tras el golpe de Estado?

R. El 30 de junio de 2013 hubo una revolución heroica que trajo a Egipto seguridad, estabilidad y libertad. Se aprobó una Constitución y se celebraron elecciones.

Operativo «Margen Protector», Día Veintiuno

Servicios religiosos musulmanes de Id El Fiter, festividad que clausura el mes de Ramadán y que debe durar tres días. Hamás violó nuevamente el alto el fuego, Israel respondió, Hamás acusó a Israel de violarlo y de "no respetar la sensibilidad de los musulmanes en esta celebración".

Servicios religiosos musulmanes de Id El Fiter, festividad que clausura el mes de Ramadán y que debe durar tres días. Hamás violó nuevamente el alto el fuego, Israel respondió, Hamás acusó a Israel de violarlo y de «no respetar la sensibilidad de los musulmanes en esta celebración».

Desde la Franja de Gaza continuó hoy el lanzamiento de cohetes hacia territorio israelí, si bien con menor intensidad: alrededor de 12 cohetes hasta la tarde. No hubo que lamentar víctimas.

Fuentes palestinas informan de dos muertos en bombardeos israelíes en el norte de la Franja de Gaza, entre ellos un menor. No hubo por ahora confirmación oficial de la noticia. En tanto, la televisión del Hamás informó de otros 7 cuerpos sin vida de palestinos descubiertos entre los escombros en Jan Yunis, también en el norte de Gaza.

Un alto el fuego comenzó formalmente esta mañana, pero nunca se efectivizó. Hamás lanzó cohetes, Israel respondió solo puntualmente al origen de los lanzamientos, pero eso bastó al portavoz del Hamás en Gaza, Sami Abu Suhri, para acusar a Israel de «violar el alto el fuego, y de no respetar la sensibilidad de los musulmanes en este día».

El cambio cualitativo hoy, en realidad, es el fin de la «luz verde» para Israel en este operativo, y el crecimiento de la presión internacional, proveniente de Obama en EEUU y el Consejo de Seguirdad de la ONU.

El presidente de EEUU, Barack Obama, en efecto, llamó a Israel a acceder a un alto el fuego humanitario, de inmediato y sin condiciones. En charla telefónica anoche con el premier israelí Biniamín Netanyahu, Obama dijo que tal alto el fuego debe conducir a un cese del fuego definitivo sobre la base de los entendimientos alcanzados luego del operativo Pilar Defensivo en 2012. Obama condenó enérgicamente el lanzamiento de cohetes por Hamás y los atentados con túneles, y enfatizó el derecho de Israel a defenderse. Por el otro lado, expresó su «creciente preocupación por el ascenso en el número de víctimas fatales civiles en Gaza», y del empeoramiento de las condiciones humanitarias allí.

Refiriéndose a la solución permanente del conflicto entre Israel y los palestinos, Obama abogó por el desarme de las organizaciones terroristas, y la desmilitarización de la Franja de Gaza.

El Consejo de Seguridad de la ONU llamó esta mañana a las partes a un alto el fuego humanitario inmediato entre Israel y el Hamás. En una declaración aprobada por unanimidad por los 15 miembros del Consejo, se llamó a ambas partes a respetar el alto el fuego en los días de Id El Fiter y luego de esa festividad. A diferencia de las resoluciones, las declaraciones del Consejo de Seguridad no tienen carácter vinculante. El embajador de Israel en la ONU, Ron Prosor, dijo que «si hay calma en Israel, habrá calma en Gaza».

El secretario de la ONU, Ban Ki Moon, dijo que «las partes en el conflicto en Gaza expresaron voluntad sincera en respetar el alto el fuego humanitario que se prolongará por otro día más». Desde Nueva York felicitó Ban al Consejo de Seguridad de la ONU por llamar esta mañana a establecer de inmediato un alto el fuego humanitario, y respetarlo durante la festividad musulmana de Id El Fiter, que comienza hoy y por tres días. Ban llamó a las partes a abstenerse de provocaciones que arrastren más enfrentamiento y daño a la población civil. Según él, «la manera de llegar a una paz verdadera es atender los problemas básicos del conflicto: levantar el bloqueo, fin de la ocupación y garantías a la seguridad de Israel».

En Israel se produjeron reacciones diversas al llamado del presidente Barack Obama a Israel a poner fin al operativo, y del Consejo de Seguridad de la ONU en el mismo sentido.

El ministro Uzi Landau (Israel Beiteinu), por ejemplo, dijo que «interrumpir ahora el operativo en este momento dañará en gran medida el poder de disuasión de Israel e impedirá todo horizonte político posible». Según él, «si no se elimina la amenaza de los cohetes y de los túneles terroristas contra Israel, el próximo enfrentamiento encontrará a Israel en una posición muy inferior a la de hoy en día». Agregó que «la red terrorista mundial recibirá una inyección de estímulo significativa de la falta de apoyo estadounidense (a Israel) y de la imposibilidad de Israel de eliminar la amenaza del Hamás».

El ministro Amir Peretz (El Movimiento), en cambio, dijo que «se debe moderar la crítica a Estados Unidos, pero se le debe poner en claro que hay que devolver a Mahmud Abbas (presidente de la Autoridad Palestina) y a Egipto la influencia política, en lugar de Qatar».

El líder de la oposición, Itzjak Herzog (Laborismo) dijo que «los continuos enfrentamientos entre Israel y Estados Unidos revelan una continuada negligencia en las relaciones entre ambos países, por lo cual ingresamos en la etapa política en una posición de inferioridad relativa». En una reunión de la bancada laborista, Herzog dijo que «lo correcto es desmilitarizar la Franja de Gaza, y posibilitar que Mahmud Abbas gobierne allí con los auspicios de Egipto». Agregó que «a Israel le asiste el derecho de replicar y determinar cuándo comenzará el cese del fuego».

El vice jefe de la Jihad Islámica (segunda organización islamista radical en tamaño y poder de fuego luego de Hamás), Zihad Najale, dijo que «las partes están cerca de alcanzar un entendimiento para la modificación de la iniciativa egipcia» para un cese del fuego. Najale habló en el canal televisivo que posee la organización, pero no fueron aportados más detalles.

El asesor letrado del gobierno decidió no abrir una investigación penal contra la diputada de la Knesset Janín Zoabi, del partido árabe Balad (Alianza Nacional Democrática), por sus declaraciones según las cuales los secuestradores de los tres adolescentes en Gush Etzión «no son terroristas». En la reunión de la Comisión de Interior de la Knesset dijo el vice del asesor, Raz Nizri, que «junto con esas expresiones, la diputada Zoabi expresó su objeción al secuestro, lo que dificulta ver en sus palabras un acto de incitación a la violencia». Hace varios días en cambio, el asesor letrado del gobierno ordenó abrir una investigación penal contra Zoabi por sus gritos insultantes contra polícias.

 

Revolución femenina en la piel de Miss árabe israelí

POR MARCELO KISILEVSKI*

Un concurso de belleza, organizado por una revista, busca abrir el camino a las mujeres en el mundo árabe contemporáneo.

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Sexualidad, pero con moderación y buen gusto. Tapa de la revista árabe israelí Lilac.

TEL AVIV. ESPECIAL – 26/12/13 – 10:22

En Nazareth, al norte de Israel, tuvo lugar la semana pasada la elección de Miss Lilac, la reina de belleza del sector árabe israelí. Fue organizada por Lilac (se pronuncia Láilac), la primera revista femenina árabe israelí, y la primera en publicar en su portada, hace dos años, la foto de una top model, Huda Nakash, nada menos que en bikini.  Si en el mundo, los concursos de belleza son cuestionados como instrumento de «cosificación» de la mujer por excelencia, aquí es símbolo de la revolución femenina árabe israelí.

La organizadora del certamen es Yara Mashur, directora de Lilac, y gurú feminista del sector. “Nosotros nos abrimos al mundo a través de Internet”, dice Mashur. “Ahora tenemos una nueva generación que es exigente. Una generación que quiere democracia, que quiere triunfar en la vida. Si bien Huda Nakash tuvo que pedir permiso a sus padres para posar en bikini, y el 60% de los árabes la condenó, el restante 40% la consagró, y los demás se tuvieron que resignar. Esto es nuevo para nosotros”.

Pues la elección de la Miss Israel del sector árabe israelí no es cómo en todo el mundo. Tiene que mantener un delicado equilibrio entre lo religioso y lo laico, lo tradicional y lo moderno, lo árabe y lo israelí, lo conservador y lo sexy, lo feminista frente a lo machista, todas brechas que desgarran a ese sector de la sociedad israelí. A pesar de que ya ha habido participantes árabes en el concurso de belleza nacional e incluso ganadoras, como Rana Raslan en 1999, todavía les resulta necesario un certamen separado donde, por ejemplo, no tengan que desfilar en traje de baño.

Las ocho finalistas tuvieron que sobreponerse a las críticas de los que, en la familia ampliada o en la aldea, presionaron para anular su participación. “Mi familia me apoyó en esto”, dice Súmud Fáradj, una de ellas. “Pero hubo vecinos que le decían a mi mamá cómo me permitían usar esas minis tan cortas, y cosas así».

Yacub, hermano de la participante Nadín Abadu, es “casi” de la nueva generación: “No me molesta en absoluto (su participación). Es 2013, no se puede seguir viviendo en los años ‘50”. Sin embargo, ¿permitiría que Nadín se fotografíe en bikini en la portada de Lilac? “No, hay límites. Jamás le permitiría hacer algo así”.

Con todo, existe un discurso de cambio en este colectivo humano. Se ven a sí mismos como una sociedad más abierta y liberal, dispuestos a aceptar que las mujeres sigan una carrera, a veces a expensas de la crianza de hijos, cosa impensable hace apenas quince años. Las estadísticas lo confirman: desde 1990 se duplicó la cantidad de mujeres árabes que trabajan: de un 10% al 22%, todavía bajo pero en firme ascenso.

El problema, según explican los antropólogos, es cuando la modernización es arrítmica, es decir, no se da en todos los sectores, o siquiera en todas las generaciones de una misma familia, de modo homogéneo ni al mismo tiempo.

Un ejemplo de “integración homogénea” es otra jueza del certamen de belleza, Suhir Avud, coiffeur y dueña de una cadena de cafés. “Yo peinaba a las novias, y sus novios impacientes preguntaban: ‘¿Dónde se puede tomar café por aquí?’ Entonces surgió la idea de abrir cafés junto a las peluquerías, y fue todo un éxito”. Su hija, cuenta, tiene 22 años, y novio hace seis. Ellos salen sin que a Suhir se le mueva un pelo. Pero admite: “Esto mis padres no me lo hubieran permitido jamás. Esa es nuestra evolución”.

En los sectores de “integración arrítmica”, en cambio, la hija se occidentaliza y tiene novio, pero los padres (o sus abuelos, o sus tíos y primos) aún no han pasado por ese proceso. Debido a ello, dos mujeres al año promedio son aún asesinadas en el sector árabe israelí por sus propios parientes en lo que se da en llamar “asesinatos por el honor familiar”, muy típico en todas las sociedades árabes contemporáneas.

Por eso, según cuenta Yara Mashur, el día que publicó su portada con la Nakash en bikini, muchos le preguntaban si la modelo seguía aún con vida. “No sólo no la mataron, sino que se convirtió en top model, con contratos aquí en Israel y en el exterior”, les respondió.

La ganadora de la edición 2013 de Miss Lilac fue la joven Caterine Qinaáni. Una vez coronada expresó su deseo triunfal: “Quiero, con la ayuda de Allah, ser modelo, y cumplir el sueño de todas las mujeres árabes que también quieren serlo”. Un sueño simple que, sin embargo, sigue siendo un verdadero desafío para el establishment varonil.

*Publicado en Clarín, 26.12.13

Los absurdos de la saga siria

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Por Marcelo Kisilevski, desde Modiín, Israel

La incomprensión de lo que es el Medio Oriente y de la dinámica de sus conflictos llega a tal nivel, que el mundo no deja de caer en absurdos que gritan a los cielos de tan evidentes. El primero tiene que ver con la lógica norteamericana sobre el uso de armas de exterminio masivo. La guerra civil en Siria llevaba ya tres años y cien mil muertos cuando Bashar El Assad atravesó la «línea roja» marcada por el presidente norteamericano Barack Obama: el uso de armas químicas.

He aquí el primer absurdo: Assad está perpetrando un genocidio, y lo podría (lo puede) seguir perpetrando con total impunidad, siempre y cuando lo haga con balas, obuses de cañón y bombardeos aéreos con bombas convencionales lanzadas adrede sobre civiles indefensos. Si fuera por EEUU y Occidente, sólo el método, y no la cantidad de muertos, trazan esta arbitraria línea roja.

Es cierto que todo esto son excusas, y las consideraciones son puramente geopolíticas. Lo último que desea Obama, que prometió que su gobierno sería el del fin de todas las guerras, es atacar a Siria. Cualquier línea roja, desde este punto de vista, era y es una imprudencia retórica. Ahora, cualquier excusa será buena para anular todo el operativo: la ilegalidad que le marcó la ONU, la oposición de su propia opinión pública, la falta de mayoría en el Congreso, e incluso la propuesta rusa de colocar todas las armas químicas sirias bajo supervisión internacional, de la que dijo: «Es posible si es real. Es lo que venimos pidiendo ya años». Cualquier escalera es buena para Obama, desesperado por bajarse del alto árbol al que se trepó sin querer.

La decisión de no atacar, en todo caso, sería tan correcta como la de atacar. Pues el segundo absurdo, en efecto, tendría que ver con Estados Unidos y también Israel alineándose contra Assad… a favor de Al Qaeda. Esta última organización, que hegemoniza la rebelión contra el régimen alawita, adopta en Siria el nombre camuflado de Jabhat El Nusra, un cambio de marca que posibilitaría la ayuda norteamericana a la organización responsable del mayor atentado terrorista de la historia. Estados Unidos ya ha ayudado a muchas organizaciones islamistas, incluidos Al Qaeda y Talibán, y Obama estará muy gustoso de zafarse de este nuevo absurdo.

Para Israel, el dilema no es menor. El Israel oficial ha mantenido su perfil bajo. Pero a la hora de elegir, parece preferir la caída de Assad a su triunfo contra Al Qaeda. La lógica es que, como dijo un experto militar, «contra los sunitas podremos arreglárnoslas; la caída de Assad es más tentadora, pues implica el quiebre del eje con Irán, principal enemigo de Israel». Y ahí anduvo, en los últimos días, el premier Biniamín Netanyahu haciendo lobby casi abiertamente ante congresales estadounidenses a favor del ataque contra Damasco. Israel se ve, pues, apoyando (si bien sólo por default) a Al Qaeda, y tampoco se trata de una posición muy cómoda que digamos.

El ajedrez ruso

La incógnita rusa es el tercer absurdo de este episodio. Los opuestos a la guerra y los rusos se oponen a la «intervención norteamericana». ¿Y qué con respecto a la intervención rusa? Es Rusia la que alimenta con armas al régimen de Assad con municiones, repuestos, cohetes S-300, aviones y todo lo que le pueda servir para mantenerlo en pie. Las motivaciones del presidente Vladimir Putin en esta partida son menos conocidas en el preocupado Occidente. Juegan los intereses económicos en la región de una potencia venida a menos, una ruta del petróleo que defenderán a capa y espada, una industria militar que necesita a toda costa mantener su clientela, incluidos tanto Siria como Irán.

Entra también la política interna rusa, en la que Putin debe demostrar día a día que no está jugando de perrito faldero de Obama. El poder del líder parece estable por ahora, pero en su nuca sopla el primer brote de oposición creíble en una década. Se llama Alexéi Navalny, postulado a alcalde de Moscú, al que las encuestas de intención de voto le daban un escaso 12%, y que en los comicios del último 8 de septiembre obtuvo  el 27% frente al actual alcalde y hombre de Putin, Sergei Sobyanin.

No hay que temer una nueva Guerra Fría todavía. Los números y la fuerza, aunque hubiera motivación, no le dan a Putin. Como quiera que fuere, la «intervención extranjera» en Siria comenzó hace mucho tiempo, existe desde muchos años antes del comienzo de esta guerra civil, y es la intervención rusa, no la norteamericana. Cuanto menos, desde el comienzo del genocidio, que incluye no sólo muertos sino también entre cuatro y seis millones de desplazados, deberíamos haber visto manifestaciones pacifistas en las capitales occidentales bajo el lema: «Rusos go home».

Pacifismo selectivo

El cuarto absurdo de esta recorrida, precisamente, es la actitud del Occidente pacifista, los abanderados del «No a la guerra en Siria». ¿Perdón? La «guerra en Siria» ha cumplido ya tres años. Existe allí un dictador genocida brutal. Se llama Bashar El Assad. Ha asesinado ya a más de cien mil de sus propios ciudadanos en una guerra desigual. Lo hace con ayuda iraní y rusa, y no vacila en utilizar todas las armas a su disposición. La guerra lleva ya tres años, pero sólo la insinuación de intervención norteamericana coloca en sus dos patas traseras a la juventud izquierdista y pacifista de Occidente y la saca a la calle con carteles pletóricos de palomas y ramas de olivo. Uno no puede menos que elevar las cejas, una vez más, y señalar: ¿cuál es la agenda detrás de este pacifismo selectivo?

En efecto, para este tipo de pacifismo, sólo falta que, como dice el mito urbano acerca de la BBC de Londres, publiquen un índice de cambio entre muertos según su grupo étnico y el bloque geopolítico al que pertenecen: ¿cuánto espacio en los medios o, en este caso, cuántas manifestaciones vale un muerto palestino y cuántas un muerto sirio? ¿Nueve muertos turcos en una Flotilla por los palestinos equivaldrán a cien mil sirios, o tampoco serán suficientes? ¿Hará falta un millón de ciudadanos sirios muertos para que los carteles acusen a Assad en las calles de América Latina?

Los intereses de los gobiernos y los partidos de izquierda en América Latina pueden ser comprensibles, siempre y cuando entendamos sus motivaciones geopolíticas y económicas, y dejemos de atribuirles virtudes morales.

La pregunta, más bien, va dirigida al individuo, ese joven estudiante universitario, militante de izquierda y por los derechos humanos que de verdad y con todo su idealismo cree en el poder de su generación para crear un mundo mejor. A él debe dirigirse la pregunta: ¿cómo eliges las causas de derechos humanos en el mundo por las cuales lucharás? ¿Cómo es que los palestinos, que suman menos de un tercio de los muertos en treinta años de conflicto con Israel, que los que ya lleva el matadero sirio en sólo tres, te sensibilizan hasta las lágrimas y te hacen dedicar tu escaso tiempo y dinero a participar en manifestaciones furibundas contra Israel, mientras que el verdadero genocidio, que ocurre frente a tus narices en Siria, te mantiene en la más absoluta indiferencia? Quizás llegues a la sospecha molesta de que lo que de verdad estás seleccionando –o están seleccionando por ti- no son pueblos que sufren (entre los que no debiera haber selección alguna), sino victimarios, lo cual es sustancialmente diferente.

Este es, por cierto, un mundo lleno de contradicciones y absurdos. Sólo si los miramos a la cara y nos informamos a fondo, podremos formarnos una opinión fundada. Pero antes, un poco de humildad.

Allah Islam, sobre el islamismo en Europa

El prestigioso periodista israelí, Tzvi Yejezkeli, del Canal 10 de la televisión de este país, ha realizado una miniserie de 4 capítulos sobre la pentración del islam fundamentalista en Europa. Yejezkeli proviene de una familia de judíos irakíes, es especialista en el mundo árabe y, en la actualidad, es analista para varios medios de comunicación.

La miniserie contribuye a comenzar a comprender un fenómeno que parece haberse colado en Europa por su puerta trasera y mejor intencionada. La minimización del fenómeno por parte de los sectores más progresistas con una fácil acusación de racismo o xenofobia tiene un doble peligro: por un lado se trata de un peligro real, que ya ha comenzado a cobrar vidas inocentes. Por otro, deja la lucha contra el extremismo islámico en manos de las corrientes más acendradas de la ultraderecha europea, que ven en esta penetración una excelente oportunidad de levantar cabeza.

A continuación los primeros dos capítulos, subtitulados al español por Gabriel Ben Tasgal.

Allah Islam, Capítulo 1

Allah Islam, Capítulo 2

Nuestro gobierno te educa, nuestro gobierno entretiene…

"La democracia comienza por la educación". Cartel de los chicos del Colegio Arara.

Linda manera de terminar el año. Noticia en Haaretz: el director de una escuela árabe en Israel salió con todos sus alumnos a una manifestación por los derechos humanos y contra el racismo. Recibió por ello una reprimenda del Ministerio de Educación: «Los alumnos portaban pancartas contra el racismo, la demolición de casas y otros, lo cual contraviene las instrucciones del Director General».

En la escuela respondieron anonadados: «Se trató de una apasionante clase de educación cívica. Los alumnos  actuaron según las reglas de la educación y la democracia, y propusieron ellos mismos su participación en un evento de esta naturaleza, a expensas de sus días libres. Se encontraron allí con todo el abanico social del Estado de Israel. ¿Por qué el estado nos ataca?»

En octubre de 2000, al iniciarse la Intifada de Al Aqsa, los árabes israelíes salieron a protestar en paralelo con los palestinos de los territorios. Lo hicieron «a la palestina»: en lugar de salir a las plazas con carteles, lanzaron piedras y cócteles molotov y quemaron coches. La policía los reprimió, también «a la palestina»: con balas de goma y de las otras, muriendo 13 ciudadanos árabes.

En la escuela árabe Arara, en la zona del Triángulo (norte de Israel) decidieron enseñar a sus alumnos, por fin, a protestar «a la israelí»: caminando, con pancartas y con cánticos, tomando parte activa en la lucha por el perfil democrático de Israel. Tampoco esto es suficiente para nuestro nacionalista gobierno, que prefiere ver bocas cerradas a bocas educadas y críticas, eso sí, pero en pacífica coexistencia.

En su respuesta, la dirección de la escuela también citó textualmente al ministro de Educación, Gideon Saar, en su comunicado difundido con motivo del Día Internacional de los Derechos Humanos: Saar llamaba a TODOS los docentes israelíes a enseñar a sus alumnos a «demostrar compromiso y responsabilidad personal, social, cívica y nacional, que los lleve al involucramiento y la participación». En el Ministerio se abstuvieron de replicar. Parece que el sentido del absurdo de todo este gobierno tiene también sus límites, aunque esto podría ser wishful thinking.

Tengo amigos que me propondrán una solución drástica a este problema: «¡Dejá de leer Haaretz de una vez!» Pero no puedo. Junto con mi optimismo a ultranza termino este año con un sentimiento de preocupación por el año que está por empezar.

Yo tengo otra solución. Seguir bregando por un Israel mejor, más seguro pero también más democrático, transitar este 2012 en puntas de pie (pero con pancartas en alto) y esperar pacientemente a las elecciones de 2013.

Feliz año nuevo para todos.

Lo que está pendiente en Israel

Es bueno estar de vuelta en mi propio blog después de un mes y medio. En el medio pasaron algunas cosas y cosotas, pero ese no es el tema. Mejor empezar a hablar de una vez de lo que pasa por estos lares, y para eso nada mejor que mi columnista preferido en la prensa israelí. No sé si es del todo «cool» decir que sigo la columna de Yair Lapid, el periodista del «mainstream» israelí, en el suplemento «7 Días» de Yediot, pero muy a menudo siento que escribe lo que a mi me gustaría escribir.

El viernes me gustó su lista de cosas pendientes en Israel, así que, como dice él, respiren hondo:

«El tren a Jerusalem, evacuación de los asentamientos ilegales, aumento a los docentes un poquito por encima del mínimo, servicio nacional (trabajos sociales voluntarios en lugar del servicio militar, MK) para ultraortodoxos y árabes, reducción de la cola en los tribunales, desalinización del agua, mudar al Comando Supremo de Tel Aviv, refuerzo a la policía, cambio de sistema de gobierno, rehabilitación para los evacuados de Gush Katif, transferencia a tecnologías ‘verdes’, (mejorar la situación de) los beduinos en el Neguev, la ‘protection’ en el Neguev, permeabilidad de la frontera en el Neguev, el Neguev, en realidad también la Galilea».

Esos son los temas, dice Lapid, y no aquellos por los que muchos israelíes hoy salen a manifestar dispuestos a morir o por lo menos a ponerse un pulóver, porque va a hacer frío. Son los temas en los que todos estamos de acuerdo, pero nadie entiende por qué no se mueven. Eso es: no hay explicación. Sencillamente están ahí esperando algún fallo de la Corte Suprema, como un monumento mudo a nuestra impotencia en hacer las cosas necesarias para transformar a nuestra vida en un poco mejor.

Hasta acá Lapid. Yo agregaría un par más, como los altos y no proporcionales impuestos, y el proceso de paz que no avanza. También aquí hay dos temas en los que el «mainstream» de Lapid está de acuerdo. Lo que pasa es que en este último campo, el del conflicto con los palestinos, sí pasan cosas: los palestinos se siguen peleando entre ellos por ver cuál será la voz cantante en las negociaciones con Israel; el gobierno israelí se devana intestinamente entre congelación y descongelación de los territorios.

Eso es todo. El resto de los diarios está dedicado a los crímenes familiares, a los soldados amotinados y los rabinos de las ieshivot nacionalistas que los apañan, un poquito a la Cumbre del Clima que acaba de fracasar, y… ah, sí, al cartel que se robaron en Aushwitz.

Estos son los títulos de nuestras vidas, parados en un pie. El resto, ve y estúdialo en Ynet…

Un misterio llamado Avigdor Liberman*

Liberman

No cabe duda de que el canciller israelí Avigdor Liberman es uno de los fenómenos más extraños y misteriosos de la actualidad israelí. Es cierto, Liberman, ex mano derecha de Biniamín Netanyahu durante su primer mandato allá por 1996, es el líder de uno de los partidos más derechistas que ha conocido la política legal en el país. Sin ir más lejos, en 2003, dos años después del asesinato del líder de Moledet, Rejavam Zeevi (Gandhi), Liberman adoptó sin tapujos la idea acuñada por aquél conocida como «Transfer»: aquella «invitación cordial» a los palestinos de Eretz Israel a que se suban a autobuses gentilmente financiados por el gobierno, y abandonen nuestro país hacia cualquiera de los 22 países árabes en el Medio Oriente. Con esa plataforma, logró 7 diputados en la Knesset con su partido, Israel Beitenu.

Su última patente es el lema: «Sin fidelidad, no hay ciudadanía», con la idea de despojar de su ciudadanía israelí a los árabes israelíes. La ley de la Naqba, propuesta por diputados de su partido, fue aprobada por el gabinete en versión suavizada: quien osare conmemorar el inicio del drama de los refugiados palestinos conocido como la Naqba (catástrofe) será penado con multas y retiro de subsidios institucionales, en lugar de cárcel, como había propuesto Israel Beiteinu. La Knesset tiene todavía la última palabra.

Y la corrupción. El jueves 17.7 último, la policía se reunió con el asesor letrado del gobierno, Menny Mazuz, para recomendar el procesamiento de Liberman por lavado de muchos millones de dólares y soborno, entre otras figuras delictivas que comienzan a ser demasiado habituales en la escena de este país supuestamente primer-mundista.

Y sus expresiones. Desde el estrado de la Knesset llamó a tratar como a nazis a diputados árabes que se habían reunido con representantes de Hamás y de Hezbollah, por considerarlos colaboracionistas con el enemigo: «En los juicios de Nuremberg ejecutaron no sólo a los nazis sino también a quienes colaboraron con ellos. Yo espero que ese sea el destino que corran los colaboracionistas dentro de esta casa», sentenció.

Pero sería muy fácil despachar a Liberman con el mote de facho sin más ni más, en un tiempo posmoderno en el que lo original es precisamente la mezcla. Y aun a riesgo de caer de la tabla de lo políticamente correcto, la verdad sea dicha: la ideología política de Liberman es compleja, no simple, al punto que por muy poco no formó coalición con Tzipi Livni, líder de Kadima, luego de las últimas elecciones.

En efecto, en las elecciones anteriores en 2006, Liberman había propuesto su propio invento para resolver el conflicto en el Medio Oriente: el intercambio de territorios. Para él, derechista, la solución del conflicto pasa por la separación, no sólo de los palestinos de los territorios, sino también de los árabes israelíes. Con ese fin, Liberman propuso que en el futuro estado palestino, la frontera del norte de la Margen Occidental sea corrida más hacia el norte, desde la Línea Verde, aquella línea de armisticio de 1949, hasta abarcar también a los poblados árabes del triángulo, con poblaciones tan importantes como Um El Fajem. En total, unos 120.000 palestinos viven en la zona, atravesada por la famosa ruta 65.  A cambio, Israel podría anexar territorios equivalentes en los llamados «bloques de asentamientos»: Gush Etzión, Maalé Adumim y Ariel.

Atención con esta idea. Es cierto que está formulada desde la derecha. Pero en esta versión de separación, los árabes no pierden la ciudadanía israelí, sino que pasarían a tenerla doble: israelí y palestina. Tampoco son expulsados de sus hogares, sus hamulas (el clan, esa unidad de referencia y pertenencia del árabe) sigue incólume.  Sencillamente, pasan a morar bajo otra soberanía, que es la de su propio marco de pertenencia étnica. ¿Violación a los derechos humanos? A discutir. Al punto que el presidente Shimón Peres comenzó a comentarla en los pasillos protocolares de Estados Unidos y Europa.

Y el detalle más importante, que pasa desapercibido en este programa, supuestamente brutal: al querer «mudar» a los árabes hacia la soberanía palestina… Liberman está aceptando el estado palestino. Tan sencillo como eso. Al asumir su cargo de canciller, Liberman fue claro o, como nos gusta calificarlo, brutal: «Que nadie se engañe», dijo. «Este gobierno no acepta Annapolis porque no fue aprobado por la Knesset. Sólo estamos comprometidos con la Hoja de Ruta».

El estilo era de derecha; el contenido ya pertenece al mainstream israelí. La Hoja de Ruta fue el primer plan norteamericano, propuesto por la Administración Bush, en hablar explícitamente de un estado palestino como meta final de las negociaciones. Tanto la derecha como la izquierda podían respirar aliviados: la Hoja de Ruta llama, en el mismo primer apartado en que se habla de «estado palestino», al desmantelamiento por la Autoridad Palestina de todas las organizaciones terroristas. Para la derecha, «esto jamás ocurrirá, Liberman está quedando bien gratis». Para la izquierda, por el mismo motivo, Liberman estaba buscando una excusa para continuar con la negativa.

La tardanza pataleante de Netanyahu en rendirse a la presión de Obama y pronunciar en Bar Ilán las odiadas palabras, «estado palestino», era sólo un gesto de política interna, para los votantes de derecha que lo veían por televisión. Pero ciertamente a Liberman no se le iba a ocurrir abandonar la coalición por ello.

Otro tema que haría de Liberman un candidato potable para la izquierda israelí –de nuevo, si no fuera por su bestialidad y, aparentemente, por su poco respeto de la legalidad- es el tema del casamiento por civil, asunto que empuja como él solo sabe hacerlo. Liberman no es amigo de Meretz ni es un adalid de los derechos civiles. Sencillamente, hay demasiados inmigrantes rusos que no pasan el examen del rabinato, y la cruda realidad demanda una solución para este sector de «judíos dudosos», que llegan a un 5% de la población, y todavía no nombramos a quienes no tienen ganas de que su rabino bajo la jupá sea ortodoxo.

Últimamente, Liberman conduce un cambio de rumbo en la política de imagen de Israel, de la clásica hasbará (esclarecimiento) a favor de todo lo que hace Israel en su política externa, a lo que se conoce en los pasillos de Cancillería como «Diplomacia Pública»: en lugar de buscar todo el tiempo «tener razón», buscar «tener amigos». Es decir, consolidar buenas relaciones con países y regiones hasta ahora distantes, crear puentes, mejorar las relaciones económicas con la mayor cantidad de países, y buscar nuevas alianzas. En esta idea se inscribe su actual visita a Brasil, Argentina, Perú y Colombia. Sus siguientes metas son otras economías emergentes, en especial India, China y Rusia. En Sudamérica, el blanco principal es Brasil. La hasbará argumentativa clásica deberá pivotear de los palestinos a la amenaza iraní, dice Liberman. Y el resto debe ser «branding», la política ya iniciada en la era Livni de posicionar a Israel como marca de tecnología, turismo y mujeres hermosas, en lugar de como escenario de conflicto.

Lo cierto es que Avigdor Liberman plantea un enigma. Una especie de noticia de que no sólo la izquierda se ha corrido, con mayor o menor disimulo, hacia el centro. Por las razones que fueren, Liberman acepta el estado palestino, y va a votar a favor de su fundación, con tal de ver a los palestinos lejos de su vista. Y favorece el casamiento por civil, una vieja deuda del estado laico de Israel. Si no termina en la cárcel, cuando miremos en retrospectiva su gestión, y una vez pasada la bronca por sus exabruptos racistas, Liberman podría sorprendernos. 

*Publicado primero en Nueva Sión, Buenos Aires, número de julio de 2009, con vistas a la gira oficial del canciller Avigdor Liberman a Sudamérica.

Obama y el arte de la puesta en escena

Obama 

Me gustó el discurso de Obama. La novedad que trajo no fue su contenido sino su forma. Porque, la verdad sea dicha, Obama no dijo nada nuevo. Lo nuevo estuvo en la manera en que armó la puesta en escena, la dimensión de espectáculo, los días que precedieron, con un impresionante marketing del «Discurso de Obama», con vistas a la avant premier, que fue presenciada por el mundo entero, y más allá también.

Obama les dijo a todos lo que ya sabían, pero lo dijo de un modo en que todos quedaran contentos. Obama intentó decir a todos lo que esperaban oir, pero no le molestó, tampoco, que todos se pudieran molestar. Ayer me consultaron en la CNN en español, y antes de mi intervensión, un analista peruano de origen palestino se quejaba de que Obama hablara del  fin del terrorismo, siendo que Israel no había cesado la construcción en los asentamientos desde los años ’90, cuando los acuerdos de Oslo. Yo recordé luego, a mi turno, que tampoco los palestinos cesaron con el terrorismo, a pesar de que ello también formaba parte de los mismos acuerdos. Pero eso no era lo más importante.

También los judíos e israelíes se pueden enojar. Obama, por primera vez, equiparó por completo a palestinos con israelíes. Comparó el sufrimiento del pueblo judío de siglos hasta llegar al Holocausto, con el sufrimiento palestino de «las últimas décadas». Y equiparó el terrorismo palestino con la construcción en los asentamientos, frente a lo que la derecha siempre se ha enojado: «¿Construir casas es lo mismo que matar mujeres y niños inocentes? ¿Cómo amenaza la paz construir lugares donde vivir?»

Pero Obama les estaba diciendo otra cosa, a condición que se lo quiera oir: por primera vez tienen un presidente norteamericano que intenta ser un mediador imparcial en serio, que entiende tanto a unos como a otros, que habla del «Holly Koran» y resucita su segundo nombre, Hussein, pero que mañana visitará Buchenwald, porque no se olvida.

Ahora tienen ustedes dos opciones: o seguir colocados de cara al pasado y quejarse infinitamente, o de convertir el conflicto en problema, y colocarnos todos del mismo lado frente a ese problema en común, y de cara al futuro.

Todos ustedes, les dijo ayer Obama a todas las partes de todos los conflictos en el Medio Oriente, saben perfectamente qué es lo que pueden alcanzar, qué es lo que les corresponde. Todos ustedes, también, saben cuál es el precio que tendrán que pagar por ello, qué es lo que las otras partes esperan de ustedes. Ya lo hemos hablado hasta el cansancio, y de algunas de esas cosas tenemos incluso contratos firmados.

Y aunque esto estaba tan claro, Obama se tomó el trabajo de nombrar una por una a las partes del conflicto, sus necesidades, sus exigencias y sus precios a pagar, pero sin pretensiones de renovar en la información, ni de fundar en El Cairo ninguna «Doctrina Obama». Con respecto a Israel y los palestinos, prácticamente se trató de una repetición de la Hoja de Ruta.

Ahora, terminó Obama, dejémonos todos de berrinches y de quejas, y hagamos lo que tenemos que hacer, pero esta vez, todos juntos.

Todo ello, repito, a condición que se lo quiera oir, pues se sabe que, si tanta gente desea algo, nada es imposible. Pregúntenle, si no, a Theodoro Herzl. Y para atacar esa dimensión emocional, igual que el dramaturgo frustrado Herzl en aquel 1° Congreso Sionista de 1897, al que montó como si fuera una gala teatral, es que el histriónico Obama armó lo que armó.

Aunque los resultados se verán en la cancha -pero el norteamericano ya trae buenas referencias-, ya no cabe duda de que Obama es un artista del marketing, de la oratoria y de la escena.

Jerusalem se escribe con M

Jerusalem

Nos ha llegado el hermoso libro de Abraham Argov, «Jerusalem se escribe con M», con estampas breves, entrañables, de la capital israelí, con sus calles y edificios que resuman historia, y también con su gente, que desborda en mundos enteros.

Abraham Argov es un hombre de Jerusalem. Ha vivido allí desde siempre, y ha trabajado y activado por la ciudad y por el mundo judío, del que Jerusalem es centro. Y la centralidad de Argov, olé de la Argentina, queda oculta, como el misterio mismo de la ciudad. Como pista, por ahí aparece una foto de él caminando por la Ciudad Vieja, medio de espaldas, a la Hitchkok. En otra da la cara, tocando el violín nada menos que con Teddy Kolleck, el legendario alcalde. Y aunque titule una de sus estampas, como otra pista, «El Teddy Kolleck que yo conocí», y aunque haya trabajado con él (infidencia nuestra), en su texto se empecina en el misterio, y salvo ese desliz con el violín, insiste en ser el que sostiene la «cámara», en lugar de estar frente a ella.

Se puede visitar la ciudad y llevar tranquilamente este libro, para leer y  dar voz a los lugares, que son mudos, pero sólo en apariencia.

Me tomo el atrevimiento de publicar uno de los textos, que habla de un lugar de esos, que es mudo sólo en apariencia: un simple hospital. Pero un hospital de Jerusalem:

Hospital Shaarei Tzedek

Hace algunas semanas visité en el Hospital Shaarei Zedek a un buen amigo, internado por unos días.

En su habitación había tres camas, separadas por cortinas. Una estaba ocupada por él, nacido en Roma y descendiente de una familia llegada a Italia tal vez en la época de los césares o quizás en tiempos de la expulsión de los judíos de España, no lo sabe. Su idioma materno es el italiano, pero domina también el español, el portugués, el francés y el inglés, además del hebreo. Su esposa, nacida en Rusia, habla ruso y alemán, ya que sus padres emigraron de Rusia a Alemania, para salir de allí con el surgimiento del nazismo, y partir a Palestina. Además de hebreo, habla también español, portugués e inglés. A pesar de sus sólidos conocimientos de la tradición judía, los dos impartieron a sus hijos una educación laica.

En la cama contigua se veía a un inmigrante de la ex Unión Soviética, religioso, que pasaba la mayor parte del tiempo leyendo libros sagrados y rezando en hebreo. Cuando entraba a visitarlo su hija, una mujer de mediana edad vestida como las mujeres religiosas de Jerusalem y acompañada por cinco niños (cuatro varoncitos con solideos y una niña), el abuelo hablaba con ellos en un hebreo insuficiente; cuando no lograba expresarse en el idioma de los nietos, recurría a su hija y hablaba en ruso.

En la tercera cama había un hombre de mediana edad, un poblador de la vecina aldea árabe de Djabel Mukabar, quien recibía la visita de sus dos mujeres, tres hijos, dos hermanos y su padre. Todos hablaban árabe entre sí, y hebreo conmigo.

Dos días después, en mi segunda visita, ya no vi a la familia árabe. El problema médico se había solucionado y el enfermo había sido dado de alta. Junto a esa cama encontré a un grupo de jóvenes que acompañaban al nuevo paciente, joven como ellos. Todos hablaban español y estudiaban en un instituto religioso para jóvenes interesados en abrazar el judaísmo. El grupo estaba integrado por muchachos de Venezuela, Colombia, Brasil y España (Ibiza), y una joven peruana.

Trabé conversación con ellos, que no cesaban de plantearme preguntas. Todo les interesaba: el país, su geografía, sus costumbres, las comunidades judías de la diáspora.

Uno de ellos me relató su historia. Nació cristiano, y un tío suyo le reveló en secreto que la familia había llegado a Sudamérica siglos atrás huyendo de la Inquisición y que, desde entonces, conservaba en secreto los ritos de la religión judía a la que siempre había pertenecido. El trauma del muchacho fue tremendo al escuchar la revelación del tío; empezó a interesarse por su pasado familiar, leyó todo lo que estaba a su alcance sobre la historia y la tradición judía, y hoy en día está en Jerusalem preparando su retorno a las fuentes para reintegrarse a su viejo-nuevo origen.

Cuatro historias, cuatro estampas diferentes, muchos idiomas y costumbres en una misma sala del Hospital Shaarei Zedek.