Dos noticias que dividen

Por Marcelo Kisilevski

Las corrientes palomas contra el antisemitismo palestino. El gobierno israelí contra ultraortodoxos antirreformistas… que son parte del mismo gobierno. 

Alguien me dijo en un diálogo de pasillo: «Todo el mundo se está volviendo hacia los extremos». Tal vez el problema sea que no solo se está volviendo hacia los extremos, sino que no tiene problemas en expresarlo. La vergüenza es lo que está desapareciendo, y se agarra de los pelos con el concepto de «politically correct».

En Chile se encuentra la comunidad palestina más grande del mundo fuera del Medio Oriente, con 350.000 miembros. Hace pocos días, el embajador de la Autoridad Palestina en ese país,  Imad Nabil Djada, emprendió un ataque de neto corte antisemita cuando dijo que «en 1896 se reunió un grupo de intelectuales y asesores financieros para crear el Movimiento Sionista, con un justificativo: crear una patria para el pueblo judío. La verdad es que este objetivo tenía por fin proteger los planes de los judíos de dominar la vida de todo el mundo».

Se trata de una cita directa de los Protocolos de los Sabios de Sión, el panfleto apócrifo del siglo 19, que constituyó entonces la vía por la cual el antisemitismo pudo reencarnar cuando Occidente abandonó los mitos judeófobos medievales a raíz del Iluminismo, que los volvía obsoletos. De la judeofobia política a la darwiniana que trajeron los nazis hubo unos pocos pasos.

La organización estadounidense «Americanos por Paz Ahora», que apoyan a Paz Ahora en Israel, llamaron al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, a despedir a su embajador en Chile. «Expresiones de esa clase estimulan el odio y confieren legitimación a las mentiras antisemitas», dijeron en un comunicado.

Cuando una organización paloma como Paz Ahora tiene que salir al cruce de expresiones proferidas por el bando con el cual buscan el acercamiento, ese bando debe decidir para qué lado empujan sus velas. O bien llamarse a la reflexión -«el embajador no nos representa»- o bien sincerarse: «Sí, en realidad eso pensamos». Puede que no hagan ni lo uno ni lo otro. Será un signo de los tiempos.

Por estas playas israelíes las cosas no están mejores. El Ministro de Cultos, David Azulai dijo este fin de semana en una entrevista: «No quiero ser la primera persona en la historia del pueblo judío en reconocer a los reformistas. Los reformistas son una catástrofe para el pueblo judío».

El propio primer ministro Biniamín Netanyahu debió emitir una «reprimenda» contra el ministro de Cultos: «He dialogado con el ministro Azulai y le he recordado que Israel es el hogar de todo el pueblo judío».

Azulai intentó reducir daños: «Quiero referirme a mis palabras que fueron sacadas de contexto por factores de interés para provocar una fractura en el pueblo. Por supuesto que todos los judíos, aunque pequen, son judíos. Vemos con gran dolor el daño de la reforma en el judaísmo, que trajo el mayor peligro para el pueblo judío, que es la asimilación».

Las declaraciones de Azulai -que, recordemos, no es un rabino de barrio sino el Ministro de Cultos-, así como su «aclaración», provocaron la ira del Movimiento Reformista. El rabino de esa corriente, Guilad Kariv, dijo que «el hecho de que el ministro no retiró sus palabras es clara muestra de que el primer ministro no puede contentarse con condenar sus dichos. Esperamos que el premier ponga claro que no tolerará expresiones que deterioran las relaciones entre Israel y el judaísmo del resto del mundo».

El domingo último, 5.7.15, el gabinete votó a favor de anular la reforma a la conversión al judaísmo, que confería la potestad de la conversión también a las autoridades rabínicas municipales, ya no solo al Rabinato Central. Ello abría las puertas a conversiones no ortodoxas. Una de las condiciones para la reentrada de partidos ortodoxos a la coalición era esta anulación, a la cual Netanyahu tuvo que acceder para arañar los 61 escaños con que cuenta su gobierno en la Knesset.

 

Este es un gobierno de derecha, coaligado con la ultraortodoxia. Es lo que podía hacer Netanyahu si quería formar coalición. Ya hemos dicho que es un gobierno vulnerable, que navegará como una cáscara de nuez en un océano tormentoso, en las manos no solamente de los partidos menores en su coalición, sino de cada uno de sus diputados en la Knesset. Cada ministro y cada diputado tiene al premier tomado de sus partes pudendas, puede expresar lo que se le antoje y elevar las propuestas que se le ocurran.

Tengo malas noticias para el Movimiento Reformista: si quieren que algo cambie, en lugar de exigir al premier, en declaraciones sacarinadas, que «no tolere» los atropellos ultraortodoxos, deberán venir a Israel y dar batalla política. Mientras tanto, Israel se continuará manejando en el aspecto religioso -conversión, matrimonio, entierro- por la vía ultraortodoxa, y los ministros se seguirán expresando como los dueños de casa que son. Porque aquí no hay otros. Solo si los no ortodoxos atinan alguna vez a organizarse, esas serán buenas noticias.

Porque el mundo, si lo dejan, va hacia los extremos. Es un signo de los tiempos.

 

Primera conversión laica al judaísmo

Herzl, padre del sionismo, como campo de batalla de la definición de lo judío.

El sionismo no sólo fue la revolución popular del retorno judío a su tierra ancestral, sino una revolucionaria reinterpretación del judaísmo -como una nación, como una cultura: por primera vez en siglos aparecía una nueva concepción del judaísmo que colocaba a la religión en un pie de igualdad con las demás manifestaciones de la cultura judía: historia, idioma hebreo, música, literatura, danza, movimientos políticos judíos, etc. Y también religión como opción. Es decir, el judaísmo como pueblo y nación, y ya no como religión.

Siempre me hizo ruido una paradoja: la única área que el sionismo como visión laica del judaísmo dejó vacante fue nada menos que  la puerta de entrada a ese pueblo. Se puede ser del movimiento sionista Hashomer Hatzair y jugar al fútbol en los campeonatos Hapoel, pero si querés llamarte judío, andá a la sinagoga de acá a tres cuadras, pasá el curso de conversión, que es religioso, y sólo entonces también nosotros, los laicos, te llamaremos judío.

Pero si el ingreso al pueblo en los tiempos bíblicos era territorial, y sólo con el exilio nació la práctica de la conversión, el sionismo debió haber articulado una manera de restituir, no sólo al pueblo a su tierra, sino la reglamentación acerca del modo de convertirse en perteneciente a un pueblo que vuelve a poseer la tierra. El agua corrida bajo el puente y la complejidad de sus implicancias, parece, han obligado al sionismo a postergar (también) esa deuda conceptual e histórica pendiente.

Esa es la paradoja que parece haberse comenzado a resolver ahora, a través del Movimiento de Judaísmo Laico y Humanista, que ha comenzado a celebrar conversiones laicas. Las llaman ingreso o adopción al pueblo judío. Hace algunos días tuvo lugar la primera de estas conversiones hechas en Israel, y por eso me hago eco de la siguiente entrevista con el Dr. Efraim Zadoff, rabino laico israelí de origen argentino.

La autora de la entrevista es la periodista Ana Jerosolimsky.

Primera conversión laica al judaímo

El rabino secular, Dr. Efraim Zadoff, es israelí de origen argentino. Historiador con especialidad en historia judía en el siglo XX, Ph.D. en Historia Judía, Universidad de Tel Aviv; Investigador Asociado del Centro Liwerant de la Universidad Hebrea de Jerusalén; Rabino laico humanista, Instituto Internacional del Judaísmo Laico Humanista «Tmurá» Israel; Miembro del ejecutivo de MERJAV, Consejo de rabinos laicos humanistas de Israel; Redactor y editor de: Enciclopedia de la historia y la cultura del pueblo judío, SHOÁ – Enciclopedia del Holocausto, traductor y editor de diversos libros más.

Nuestro contacto con él, plasmado en diferentes oportunidades ha versado mayormente sobre este singular enfoque del judaísmo secular. Pero esta vez, el tema no tiene precedentes: una conversión laica al judaísmo. El Dr. Zadoff nos explica de qué se trata.

– Efraim; ya hemos estado en contacto en otras ocasiones para publicar en estas páginas testimonios y opiniones tuyas sobre lo que podríamos llamar propuestas alternativas a la vida judía en algunos de sus aspectos más básicos. O sea, ya no solamente alternativas a la corriente ortodoxa que para algunos sigue siendo la única aceptada y aceptable, sino alternativas a la opción religiosa en sí: concretamente, un judaísmo laico. Recuerdo con especial interés la entrevista que realizamos sobre tu condición de rabino secular, un término que para muchos será una contradicción en sí misma, y también lo que hemos hablado sobre casamientos que has oficiado precisamente como tal. Y ahora, una nueva dimensión, que debo confesar, suena muy extraña: conversión secular al judaísmo. ¿De qué se trata?
– Para poder comprender la definición de judaísmo laico o secular quiero utilizar un término más adecuado para determinar a qué nos referimos: judaísmo libre, que es el que se utilizaba ya en el siglo XIX, y se refiere a libre de la interpretación religiosa de la cultura judía.
El tema de conversión al judaísmo o como solemos llamarlo «adopción al pueblo judío» requiere una aclaración: esta es la puerta para un no judío que desea incorporarse al pueblo judío, adopta como suya la cultura judía y se siente parte del pueblo y se comporta como tal. La «conversión» es un proceso educativo y social por el cual se le enseñan los fundamentos relevantes de la cultura judía. Para ello se debe tomar como modelo al tipo de judío que sirve de prototipo. La situación hasta el presente en la cual hay sólo conversiones religiosas implica que un judío no-religioso es un paradigma no legítimo del judaísmo; y si un no judío quiere incorporarse al judaísmo desde una perspectiva, digamos como la mía, hasta ahora no podía.
El Movimiento de Judaísmo Secular Humanista en Estados Unidos se ocupa hace ya unos años de este tipo de conversiones. El Movimiento en Israel comenzó hace cinco años a desarrollar programas educativos y a estudiar los aspectos legales, para poder realizar este tipo de actos de conversión/adopción. Asimismo mantenemos un estrecho contacto con el Centro Reformista de Pluralismo Judío, que dirigió las acciones legales que llevaron al reconocimiento por parte de la Corte Suprema de Justicia de conversiones de conservadores y reformistas.

– Antes de entrar en los detalles de la conversión, o adopción tal cual le has llamado, que tú mismo has guiado o dirigido hace muy poco, una pregunta que surge de algo que recién has comentado. ¿Qué significado tiene el reconocimiento por parte de la Corte Suprema de Israel de las conversiones no ortodoxas? O sea, en la vida práctica, en la vida diaria. Si alguien va al ministerio del Interior en Israel y su documentación de conversión no es la ortodoxa, ¿acaso le anotarán en la cédula que es judío?
– La Corte Suprema de Justicia dictaminó que conversiones aceptadas por una comunidad reconocida deben ser aceptadas por el Estado. Esta decisión se refiere a comunidades de las corrientes conservadora, reformista y reconstruccionista. Estas organizaciones en Israel decidieron limitarse a realizar conversión a personas que tienen residencia en Israel y por lo tanto documento de identidad israelí. El ministerio del Interior debe anotarlos en su documento de identidad como judíos.
Es interesante la reacción del ministerio bajo la administración del partido ultraortodoxo Shas que decidió que se anula en estos documentos el rubro de la filiación nacional.

– Pero además, hay aún diferencias entre las conversiones no ortodoxas y la que tú has hecho, laica. ¿Cómo las ve el Estado?
– Es cierto, hay diferencias desde el momento en que nuestra interpretación del judaísmo es diferente. Su perspectiva es religiosa. La nuestra es cultural. No sabemos cómo se expedirán las instancias estatales, ya sea las administrativas como las jurídicas a nuestra posición, ya que aún no se ha presentado solicitud de reconocimiento.

– Tú ya has dirigido un proceso de este tipo y me has comentado antes de esta entrevista, que la ceremonia resultó sumamente emocionante. ¿Qué detalles me puedes comentar al respecto tanto sobre la ceremonia en sí como sobre la persona convertida aunque entiendo que por ahora no desea que se revele su identidad?
– La organización que se ocupa de este acto de conversión/adopción es MERJAV que son las siglas en hebreo del Consejo de Rabinos Laicos de Israel (ya contamos con 18 rabinos graduados en Jerusalén). Hemos formado un tribunal de tres rabinos.
El caso al que te refieres es el de la primera ceremonia de este tipo que se realiza en Israel. Una pareja de judíos israelíes que adoptó a un niño de dos años y solicitó que realicemos la ceremonia de adopción a la familia y al pueblo judío. El tribunal entrevistó a la familia, se interiorizó de los motivos de esta solicitud, del carácter judío de la familia, y decidió aceptar la petición y declarar la incorporación del niño al seno del pueblo judío. La ceremonia se realizó en el seno de la comunidad de familiares y amigos de esta familia. Además se realizaron como actos simbólicos la «tvilá», es decir la inmersión en un manantial fluyente, y la «hatafat dam», es decir se sacó una gota de sangre del niño como símbolo del pacto con el pueblo judío.

– ¿En qué consistió el proceso de conversión secular? ¿Y cuál es su diferencia principal con la conversión tradicional ortodoxa y con la que realiza por ejemplo el movimiento conservador, masortí?
– La conversión ortodoxa jaredí (son los que dominan en los tribunales rabínicos oficiales) exige que la familia cumpla una forma de vida religiosa ortodoxa y que envíe al niño o niña a una escuela religiosa.
Los conservadores y reformistas enseñan cosas desde una perspectiva religiosa naturalmente liberal, es decir sin inmiscuirse en la vida de la familia. Pero exigen circuncisión (los reformistas en Estados Unidos no la exigen). Nosotros dejamos a decisión de los padres si circuncidar o no al chico. En este caso no quisieron circuncisión pero pidieron un acto simbólico (también la circuncisión lo es) y la gota de sangre fue la respuesta adecuada.

– ¿La religión no tiene presencia alguna en este proceso? ¿O se la interpreta de otra forma?
– Para nosotros el judaísmo es una cultura en la que las expresiones religiosas son sólo una parte. Nuestra interpretación es humanista libre de toda interpretación religiosa es decir que atribuye a sus valores a una fuerza superior que la transmitió a los hombres por medio de sus emisarios. En nuestra interpretación la cultura nacional judía es el resultado de la experiencia de un grupo humano durante unos 3.000 años a lo largo de los cuales pasó muchas modificaciones e interpretaciones y aún lo sigue pasando. Nosotros pertenecemos a este pueblo, grupo humano y cultural, y estamos convencidos que su capacidad de reinterpretar su cultura de acuerdo a la realidad a lo largo de los siglos es lo que lo mantiene vívido y vibrante.

– Creo que aquí es necesario preguntarte en qué medida las tradiciones, las costumbres algunas de las cuales pueden tener sus orígenes en la interpretación de los textos bíblicos, son para tí, para ustedes, una expresión religiosa. Te lo preguntaría con algún ejemplo concreto de las fiestas más recientes. Si en Yom Kipur, el Día del Perdón, un judío desea ayunar porque siente que es una tradición clave en un día muy especial del calendario judío, o inclusive ir a la sinagoga a escuchar Kol Nidrei o Unetané Tokef, pero no es una persona religiosa. ¿En qué marco estaría a tu criterio?
– Está en el marco de su decisión personal y como tal es totalmente legítima. Nuestra posición es absolutamente respetuosa de las decisiones de personas que se identifican con otras interpretaciones del judaísmo y exigimos que también las interpretaciones no religiosas (hay varias) sean respetadas. El intento de imponer una sola interpretación sobre todos es la receta para el anquilosamiento del pueblo judío. En estos momentos se está desarrollando un debate muy duro dentro del campo religioso ortodoxo si es que se debe imponer una sola Halajá, es decir una sola ley rabínica. En realidad hay varias. Sólo como ejemplo mencionaré algunas: la que se basa en el Shulján Aruj de Iosef Caro, la que se basa en el Mishné Torá de Maimónides, las que se basan en tradiciones diferentes de los judíos yemenitas, de los del norte de África, de los oriundos de Etiopía, etc. La diversidad es la característica de nuestra cultura nacional y el respeto es la clave para seguir manteniendo unido al pueblo. El lema es: unidad pero no uniformidad.

– ¿Quién determina los parámetros para una conversión de este tipo, secular?  O sea ¿en qué marco tú actúas con algo así?
– MERJAV que es parte del Movimiento Judío Humanista Israelí que está asociado a la IISHJ, Instituto Internacional del Judaísmo Secular Humanista en Estados Unidos. El programa de conversión que desarrollamos para adultos tiene un año de duración y contiene introducciones a diversos temas que consideramos esenciales para una primera aproximación: literatura clásica y moderna, calendario hebreo, ceremonias de vida, arte judío, hebreo, conocimiento sobre la realidad judía en Israel y en el mundo.

– Me hiciste acordar ahora de una apasionante entrevista que hice hace unos años al ex diputado y ministro de MAPAM Yair Tzabán, que me dijo que para él, su biblioteca de tesoros judíos incluye no sólo el Talmud sino también tesoros de la moral y la cultura occidental. No lo estoy citando palabra por palabra, pero sin duda ese fue el espíritu de sus palabras. Comento esto porque al oir la temática que mencionas, debo admitir que me parece un poco extraño que no haya nada de religión judía, para conocerla, no para imponerla. O sea, la ortodoxia peca si omite dimensiones no religiosas de la vida judía como si no existieran. ¿Pero no te parece que sumarse al pueblo judío sin conocer su historia y preceptos en lo que a religión se refiere, es presentar el cuadro de forma sumamente incompleta?
– El conocimiento es la base de la pertenencia a la cultura judía. Todos los aspectos de lo que denominas «religión judía» están registrados en el concepto de literatura judía clásica (TANAJ, Mishná, Talmud y toda la literatura que se creó en esas épocas y que no ingresaron al canon) y moderna, en el calendario judío, en las ceremonias de vida, en el arte judío y también en la realidad presente en Israel y en la diáspora.
El elemento determinante es qué interpretación vas a adoptar y cuál es la interpretación que más se adecua a nuestra realidad. La Biblia hebrea, el TANAJ, puede ser considerada como una fuente religiosa inapelable o como una creación literaria extraordinaria en la cual se pueden encontrar elementos vigentes aún hoy, como por ejemplo el séptimo día de descanso universal. Es interesante que también los sabios de la Mishná y el Talmud, JAZAL, lo consideraron como fuente en base a la cual se pueden hacer cambios, a veces de 180 grados.
Te daré un ejemplo: la pertenencia al pueblo de Israel y luego al pueblo judío en la época bíblica se determinaba por vía paterna. En la Mishná (aproximadamente siglo II e.c.) se determinó que sería por la vía materna por razones prácticas que los rabinos en aquel momento consideraron cruciales. Al pasar de los siglos comenzaron a agregarse interpretaciones religiosas y místicas que le dan a esta decisión un status de ser al menos «un mandato divino». En una perspectiva histórica podemos ver que los judíos de Etiopía mantienen la tradición de la vía paterna, al igual que los judíos karaítas. En la realidad presente es irreal plantear que un niño nacido de vientre judío es culturalmente diferente de uno nacido de vientre no judío. En realidad la diferencia la hace la educación que recibe en su hogar. Si la interpretación que vas a adoptar es la religiosa y mística corres el riesgo de rechazar a personas que son absolutamente judías y considerar como judíos a quienes no lo son.

– ¡Qué complejo y multifacético este tema, como tantos sobre la vivencia y condición judía! Efraim; ¿qué motiva a una persona que se quiere convertir al judaísmo en conversión secular?
– Querer ser parte del pueblo judío y de su cultura sin hacer concesiones en su idiosincrasia no religiosa y humanista. Ser judío, por ejemplo, como yo.

– ¿Entra en juego la posibilidad de cansancio o desesperación de la conversión ortodoxa?
– Entra en juego el desinterés o desacuerdo en tener que mentir y realizar declaraciones de fe religiosa que todos saben que no son ciertas para poder satisfacer a la entidad que tiene el monopolio y recibir el certificado de conversión.

– Sea como sea, entiendo que vuestra visión es que así como puede haber un judío que  quiere destacar su identidad como tal sin pasar por lo religioso, puede haber un no judío que se sienta atraído por la parte humana y cultural de lo judío pero no por lo religioso y quiera acercarse pues a lo primero.
– Justamente esta es la opción que nosotros ofrecemos. Deseo aclarar que no consideramos que esta es la única vía correcta para incorporarse al pueblo judío. Hay muchos caminos; este es sólo uno y la persona que desea incorporarse a nuestro pueblo puede elegir cuál es más adecuada para él.

– ¿Hay más gente en camino, en proceso, que se interesa por esta opción?
– Hay muchas personas que se interesan. Lamentablemente aún no disponemos de los suficientes recursos como para responder a la demanda, pero confío que llegaremos también a eso.

– ¿También en América Latina?
– También en América Latina hay interés en la conversión de acuerdo a esta perspectiva de la cultura judía. Recordemos que algunas décadas atrás esta visión del judaísmo constituía la columna vertebral de las vida comunitaria judía y de las importantes redes escolares. Actualmente debemos dedicar todas nuestras energías y recursos al proyecto de reestructuración: la organización en las diversas comunidades latinoamericanas de entidades que ofrezcan una opción de vida judía activa desde una perspectiva cultural libre de religión. Ya hay algunos comienzos importantes. El problema es que la dispersión y la falta de coordinación dificultan el desarrollo organizado y sistemático de entidades comunitarias que ofrezcan actividades culturales significativas también en el ámbito del calendario judío, como actividades que se realizaron por ejemplo en Yom Kipur en Montevideo y Buenos Aires, y de las ceremonias de vida como festejo de nacimientos, Bnei Mitzvá, casamientos, etc.
En estas semanas estamos tratando de coordinar un encuentro, probablemente en Montevideo, y con la centralización de organizaciones locales y de Brasil, Argentina y Chile. En definitiva la propuesta dirigida a todas las edades que surja de este encuentro planteará una alternativa para evitar el abandono de los marcos judíos por parte de considerables partes de nuestro pueblo: la asimilación, o mejor dicho desjudaización.

– Será interesante seguir el tema pues. Muchísimas gracias por tu tiempo.
– A tí por esta oportunidad.

Fuente: Semanario Hebreo de Uruguay

¿Jaredim al ejército? No los hagan reir

Contra lo que se cree, cada vez más jaredim van al ejército. Unidad de "Najal Jaredí".

Yo estaba de acuerdo con la Ley Tal. En eso me diferenciaba de mis correligionarios laicos (nótese el contrasentido: «correligionarios laicos» es tan paradójico como «el juez que es perfecto porque nunca falla»…), sin por eso ganarme la simpatía de los religiosos.

La Ley Tal planteaba para los jaredim (ortodoxos de negro, que no aceptan la existencia del moderno Estado de Israel por razones teológicas), una solución para el tema del servicio militar que en su mayoría no cumplen.

Según el plan trazado en la mentada Ley, el estudiante de ieshivá estudiaría hasta los 20 años sin ser llamado a filas. A los 20 se le otorgaría un año de gracia, en el que podría salir de la ieshivá al mercado laboral, si así lo deseaba, sin que el ejército lo moleste. Al término de ese año debía optar: volver a la ieshivá para siempre, o salir al mercado del trabajo productivo. Si optaba por esto último, debía primero prestar un año de servicio civil, tal como lo hacen las mujeres religiosas sionistas.

Los laicos se opusieron porque se estaba legitimando por ley el no cumplimiento del servicio militar por parte de un sector visto como privilegiado. Los laicos, decían, damos tres años de servicio regular, y luego somos «soldados de tiempo completo con 11 meses de vacaciones», por hacer un mes anual en la reserva.

Yo, en cambio la apoyaba. El status quo en materia de religión y estado, con todos los beneficios a los religiosos, fue una manera que encontró Ben Gurión para permitir a los partidos religiosos acercarse a la estructura del Estado recién fundado y no boicotearlo, sin por eso renunciar a sus principios. Se trató pues, de un invento laico y no se podía venir luego con quejas al sector religioso.

Pero no todos los religiosos quieren ser estudiantes de ieshivá de por vida. Muchos quieren trabajar -de hecho muchos lo hacen-, pero otros no pueden hacerlo porque serían llamados al servicio militar, lo que está mal visto en sus comunidades, que los escupirían a la calle. Ir al ejército, para muchos, implica renunciar a su familia y su pertenencia. La Ley Tal les ofrecía un salvoconducto y los acercaba un paso más a la sociedad general.

En teoría todo perfecto. Pero hubo dos problemas, sin contar la oposición de los laicos: primero, que en los hechos muy pocos jaredim se acogieron a esta Ley supuestamente beneficiosa para ellos.

Segundo, lo que yo no tuve en cuenta en su momento: que se trataba de una ley. La forma que tiene la tradición política de Israel de arreglar sus entuertos entre mayoría y minorías es a través de acuerdos políticos, y no de leyes que fijan dichos acuerdos para siempre.

El precedente es la famosa y por suerte malograda Ley de Conversión. Sobre suelo israelí, la única conversión al judaísmo legítima, que da status válido para aspectos civiles como casamiento y divorcio, es la ortodoxa. Pero se trata de un acuerdo, logrado en su momento por el partido gobernante de turno para que los partidos religiosos no abandonaran la coalición.

En el momento que los religiosos usaron su poder de lobby para dar a dicho estado de cosas fuerza de ley, no sólo los conservadores y reformistas en Israel pusieron el grito en el cielo, sino que toda la judería norteamericana, en su mayoría conservadora y reformista, también se pararon sobre sus patas traseras. Y ellos sí tienen fuerza política en Israel.

Como crudamente me dijo por entonces un amigo, rabino en Nueva Jersey: «Si esta Ley de Conversión se aprueba, estarán creando un pueblo judío paralelo. Los judíos norteamericanos les podrán decir con justicia: ‘Estan en su derecho de dictar leyes, pero si sancionan la Ley de Conversión, métanse su Estado en el trasero y no nos llamen más'».

Es decir, los judíos de la Diáspora pueden vivir con una situación en la que la conversión es tal y cual, pero no con una en la que dicha situación se cristaliza para siempre en ley.

Lo mismo se puede decir de la Ley Tal sobre el servicio militar para los jaredim. Yo estoy de acuerdo con su esencia, pero darle forma de ley a lo que podría haber sido otro acuerdo político, creó más problemas que soluciones.

Ahora, la Corte Suprema de Justicia anuló su continuación, y pasará a mejor vida. Los laicos pueden decir que se ha hecho justicia. Sólo que la discusión si Ley o no Ley, es una discusión de laicos. Muchas encuestas en la calle jaredí dan cuenta de que muy pocos, siquiera, han escuchado hablar de la Ley Tal. Y sobre ir al ejército: no los hagan reír.

Es decir, la Ley Tal no logró modificar nada. Su anulación, tampoco. Es tan solo una vuelta a lo que había antes, y las modificaciones, que se están produciendo en la calle -más jaredim trabajan, más van por motu proprio al ejército- no vendrán de la Knesset, sino de la tradición política israelí de trifulcas esporádicas, acuerdos de convivencia pacífica y evoluciones sociales silenciosas.

Una Video Conferencia Innovadora, ó: Kisilevski, Gran Hermano

VC de casa a casa.

Nuevas tecnologías (caseras) y un poco de audacia: VC de casa a casa.

La semana pasada logramos la proeza: una video conferencia con costo 0 (cero!) en tecnología. Digo logramos porque fue en conjunto con el equipo de dirección de la escuela J.N. Bialik de Rosario, Argentina, en una capacitación para el equipo docente en pleno, y con el auspicio del Programa Jail, del Ministerio de Educación de Israel.

Atención instituciones y grupos privados: todo es cuestión de animarse, que las conexiones hoy en día andan mucho mejor. Se trata de «traer» un ponente desde Israel, pero con el único gasto de los honorarios del ponente: ni vuelo, ni hotel, ni viáticos, tampoco gastos de equipos, cámara, conexión coaxil. Cuando el presupuesto no dio para la conexión para Video Conferencia entre el Contact Center de la Sojnut en Jerusalem y la comunidad rosarina, decidimos dar el salto y jugarnos por el nunca bien ponderado Messenger. También se puede hacer por Skype. No hemos inventado la rueda, y ya son muchas las instituciones que realizan actividades de intercambio educativo internacional por estas vías.

La directora del Bialik, Noemi Almus Simbler, y el equipo docente del Bialik, en clase...

La directora del Bialik, Noemí Almus Simbler, y el equipo docente del Bialik, en clase...

¿Y cómo fue? Con Andrea Trumper, una docente con agallas, probamos equipos, primero desde su casa en Rosario a la mía en Modiín, y todo perfecto. Pero desde la escuela la conexión no enganchaba, aparentemente debido a que las computadoras están conectadas en red. Decidimos que debía ser de casa a casa.

Noemí Almus Simbler, la valiente directora del Bialik, decidió levantar el guante e invitar a todos sus docentes a su propia casa. Laptop, cañón, café y facturas mediante, cosa de hacerme extrañar. Yo mandé una presentación en Power Point de antemano, tema: «Religión y Estado en Israel, y sus implicancias para la vida cotidiana».

Llegada la hora, nos conectamos. Cuando la imagen no anduvo, pasamos al audio, que anduvo perfecto durante dos horas. Yo iba hablando como por radio, con la diferencia de que escuchaba a mis oyentes, hasta cuando se reían, cosa que no pasa en la técnica de la web-conference, e iba contestando preguntas. Yo iba pidiendo «Próximo slide», y en Rosario iban apretando la flechita de la Power Point.

Una vez pasada la novedad, el medio dejó de ser el mensaje, y nos metimos de lleno en la problemática social israelí, como si estuviéramos todos juntos sentados en el living de Noemí.

Una cosa para corregir: cuando terminamos, decidimos probar de nuevo el video. Ahí anduvo otra vez, entonces vi mi propia cara enorme proyectada en la pared, y me hizo acordar del Gran Hermano, pero el original, el de «1984» de Orwell. Del terror. Les dejo a ustedes los comentarios sobre la época extraña e increíble que nos toca vivir. Yo, por mi parte, prometo alejar un poco la cámara la próxima vez…

La concurrencia viendo un slide del PPT, enviado sencilla y previamente por e-mail desde Modiin. Un lujo.

La concurrencia viendo un slide del PPT, enviado sencilla y previamente por e-mail desde Modiín. Un lujo.

Ciento cincuenta años después: llega la conversión laica

Ya lo hemos dicho en este espacio: una de las batallas perdidas del sionismo frente a la religión fue el dejarle a ésta ser el custodio de las puertas de entrada al pueblo judío. De modo absurdo, en la época del Iluminismo, la Revolución Francesa y los estados-nación, el sionismo logra imponer su definición del judaísmo ya no como mera práctica religiosa, sino como un pueblo, una civilización, una nación, en el que la religión es un componente importrante y fundacional, pero no el único. Y la pregunta que se hace el goi laico -e incluso ateo- de buena voluntad es: «¡Excelente! No soy creyente, pero me gusta ese pueblo, su historia de coraje, su visión humanística de avanzada, su solidaridad y su amor por la sabiduría y la ciencia, su sentido de ayuda al resto del mundo.  La nación ‘x’ me ha decepcionado, quiero vivir en el seno de la nación judía. ¿Por dónde entro?» El sionismo, que compartía y comparte esta visión, le respondía y le responde: «Ah, genial, vaya al Rabinato Principal, cito en la calle Strauss, en el centro de Jerusalem. Después venga y seguimos bailando rikudim, hablando hebreo, construyendo y combatiendo por Israel, comiendo falafel y estudiando a Agnón y a Herzl».

Los religiosos tienen argumentos en contra de esto que van a niveles ligados a la sangre: si la conversión laica -así como la conservadora y la reformista- no son aceptadas en Israel, los hijos de los conversos, que no están reconocidos por el rabinato ni por el total de los públicos ortodoxos, no podrán casarse con ellos, so pena de contraer un matrimonio mixto. Pasadas algunas generaciones no se podrá saber quién se convirtió por dónde, y el resultado será la endogamia de las comunidades ortodoxas, cada una dentro de sí, para no correr riesgos. Para ciertos argumentadores, la medida que voy a comentar  constituye el fin de la unión del pueblo judío. Pero otros rabinos ortodoxos admiten: todo es política, y también dinero. Los ortodoxos sabrán hallar argumentos muy eruditos con tal de no perder el control político que ostentan hoy. Pero cuando se les gane, si se les gana, bien podrán vivir con estas y otras cosas sin que se produzcan catástrofes inimaginables. Si esta heterodoxia ocurre en otras comunidades del mundo, también puede ocurrir aquí.

La cuestión, para ir de una vez al punto, es que el lobby laico junto con otras organizaciones, han decidido la creación de un Tribunal de Conversión independiente del Rabinato Principal. El nuevo Tribunal ofrecerá, además de las conversiones conservadoras y reformistas que existen ya hoy, también conversiones laicas y ortodoxas nacionales (datí leumí, los que reconocemos por su «kipá tejida»). Estas conversiones no serán reconocidas por el Rabinato Principal a los efectos de casamiento, pero el Ministerio del Interior deberá inscribir a los así conversos como judíos en el registro poblacional, informó el diario Haaretz.

El Foro por la Conversión Pluralista, impulsor de la medida, explica que apenas 1.800 personas pasan por el proceso de conversión cada año. Sin embargo, «hay 300.000 personas en Israel que han hecho aliá (inmigración) en el marco de la Ley del Retorno y que se ajustan a los criterios para ser convertidos, pero no están reconocidos como judíos en el registro poblacional. Se han integrado a nuestra sociedad, han sellado con nosotros un pacto por el cual comparten nuestro destino, pero no son aceptados como parte del pueblo judío, con todo lo que ello implica: negación de derechos civiles, alienación y rechazo».

Agregan los impulsores de la medida, entre quienes se encuentra un argentino, el Dr. Efraim Zadoff, que «la oportunidad que se le dió al Rabinato de resolver el problema de la conversión ya fue utilizada; ha llegado el momento de quitarle el monopolio».

Una de las innovaciones en esta vuelta de conflicto entre religión y estado en Israel, es la participación de los religiosos nacionales a favor de los que innovan. Ello fue posible sólo gracias a un fallo halájico de los ultraortodoxos por el cual se quitaba reconocimiento a todas las conversiones hechas por un rabino religioso nacional, el rabino Drukman. Ahora, los de «kipá tejida» se incorporan a esta nueva coalición con los laicos, con sus movimientos: «Fieles de la Torá y el Trabajo», «Callejón sin Salida» (que ayuda a las mujeres negadas de divorcio), y «Kolej» (Tu voz, movimiento feminista sionista-religioso).

Por el momento, el único movimiento que da servicio de conversión laica al judaísmo es el movimiento «Tmurá», del cual forma parte Zadoff, quien trabajó codo a codo con la rabina del movimiento, Siván Mass, para lograr que esta iniciativa sea por fin aprobada. La rabina Siván Mass anunció que ya en enero de 2009 comienza el primer curso de conversión laica en Israel. ¡Salud!

A las puertas del Judaísmo (Laico) II

¿Hacia una conversión laica?

Muy interesante el artículo «Los otros», de Dina Markon, publicado en la revista Eretz Ajeret, que me mandó el Dr. Efraim Zadoff, sobre la liberalización de las prácticas judías como el casamiento en Israel, y de eso hemos hablado en el post anterior sobre el tema. Pero es la primera vez que escucho (o leo) hablar también del tema de la conversión. El artículo reseña un encuentro realizado en Ramat Efal a fines de julio.

Empieza contando que a una mujer, después de 15 años de convertida, un tribunal rabínico le anuló la conversión en retrospectiva. ¿Y todo por qué? «Por incumplimiento de las mitzvot». En realidad, explica el artículo, el motivo fue el hecho de que la conversión la había hecho el rabino Drukman, que se había ganado una buena cantidad de enemigos en el mentado tribunal rabínico. Drukman es religioso sionista, igualmente ortodoxo, pero enfrentado con el sector ultraortodoxo no sionista, que puebla en general los rabinatos y sus tribunales. Agrega la autora: «Ésas son las guerras de los judíos».

Explica Dina Markon que hay cerca de 300.000 israelíes no judíos, la mayoría porque sus padres lo son pero no sus madres, que quieren pertenecer al pueblo judío por medio de la conversión, incluso halájica. El problema es la definición de «halájica». Y cita a Eli Zarjin, titular de la Asociación por los Hijos de los Olim: «La conversión según el Talmud comprende tres componentes: Brit Milá (circuncisión), baño ritual y brajá (bendición). Todo lo demás es puro invento local».

El proceso de conversión actual en Israel conlleva «sufrimiento y humillación; hay que posibilitarle a la gente convertise de modo digno», dice Markon. «Y es importante que sean reconocidos, para el caso, también las conversiones conservadoras, reformistas, o incluso la incoroporación al pueblo judío por la vía laica».

El artículo es más profundo de lo que puedo reflejar aquí. Habla de la identidad, de la alienación que sienten los inmigrantes y sus hijos, aun después de convertidos, y de los absurdos producidos por el poder, el dinero y la política. Al decir del recordado rabino Ishaiahu Leibovich, la religión debe ser separada del estado, pero por el bien de la religión.

"¿Quién guarda los portales de entrada al pueblo judio?"

La conversión laica puede no resolver el problema político-legal en Israel, pero definitivamente agregaría un fuerte condimento a la disputa intra-judía en torno a la pregunta: ¿Quién guarda los portales de entrada al pueblo judío?

Efraim Zadoff, que hizo aliá de la Argentina en los años ’60, es miembro de Tmurá, organización que representa en Israel a la Federación Mundial de Judaísmo Laico y Humanista, es citado en el artículo llamano a una revuelta civil. Dado que los políticos laicos ceden ante las presiones, y que éstas en general vienen de los partidos religiosos, y dado que éstos no van a renunciar así como así a sus posiciones de poder político, «la sociedad debe presionar a los políticos». ¿Cómo? Por ejemplo, si también miles de parejas de judíos halájicos deciden casarse en el exterior (y hoy ya hay cientos de ellos), el establishment no tendrá más alternativa que reconocer la institución del casamiento por registro civil.

Para Zadoff, la identidad y la pertenencia son el verdadero problema. O, como lo dice, «la pertenencia de aquellos olim a la sociedad judeo-israelí, tanto desde el punto de vista de su propia sensación, como de su aceptación por dicha sociedad». ¿Y la solución? «Cada uno resolverá el problema de la identidad según su propio sentir», dice Zadoff. «Quien quiera ser aceptado por la sociedad judía -y no hay un solo público sino públicos judíos- buscará su marco de identificación según la concepción que le sea más cercana. Se debe permitir a la gente el acercamiento al judaísmo por medio del estudio, las festividades y las ceremonias vitales».

El movimiento Tmurá está por lanzar un curso de conversión propio, cuyos egresados hallarán su lugar en la comunidad judeo-israelí no religiosa.

¿Qué tal esa?

Aclaro yo: La conversión, o el casamiento, o el entierro laicos en Israel no están reconocidos por el rabinato ni por la ley. Judíos convertidos secularmente no podrán casarse por el rabinato, y sus hijos no serán considerados judíos para ningún propósito. De eso se trata la disputa. La conversión laica puede no resolver el problema político-legal en Israel, pero definitivamente agregaría un fuerte condimento a la disputa intrajudía en torno a la pregunta: ¿Quién guarda los portales de entrada al pueblo judío?

PD: Quien quiera leer el artículo (está sólo en hebreo), me lo pueden pedir escribiendo a marcelokisi@gmail.com

A las puertas del Judaísmo (Laico) I

Uno de los más grandes problemas de la sociedad israelí es la pertenencia al pueblo judío, la identidad, la autodefinición. El problema ya es conocido de las comunidades en la Diáspora, pero cuando los judíos son mayoría, y cuando son gobierno y, por ende, manejan presupuestos estatales millonarios, la cosa se complica. Se vuelve menos simbólica y más terrestre, con asuntos de dinero, política y poder.

La culpa, o el pecado original, si se quiere, está en las propias raíces del sionismo, aquel movimiento de liberación nacional que fue el primero en ver al judaísmo como una nación, basada en una tierra y una cultura. ¿Y cuál fue el pecado original? En resolver toda la identidad judía… menos su puerta de entrada.

En efecto, si hay judíos laicos, incluso ateos -puesto que los judíos son un pueblo y no una religión, igual como lo es el pueblo francés, o más o menos- y si un «goi» (no judío) quiere entrar a formar parte, ¿por qué tiene que pasar por el rabinato para hacerlo? El sionismo dio respuestas a toda la vida judía, pero si un goi se acercaba, lo mandaban a la sinagoga. Y lo hacen -lo hace el Estado de Israel- hasta el día de hoy.

De ahí el resto de los problemas. Si el rabinato -y encima el ortodoxo- decide quién es judío, miles de jóvenes cuyos padres -y no sus madres- son judíos, pueden hacer aliá (inmigrar a Israel), ser considerados ciudadanos israelíes bajo la Ley del Retorno, ir al ejército y morir en las guerras, pero no judíos según la Halajá, y cuando caigan en batalla serán enterrados en las parcelas de los soldados no judíos, junto con los no menos heroicos soldados drusos y beduinos.

Y para casarse, deberán hacerlo en Chipre, porque el rabinato israelí (que es el «registro civil» local, es decir el casamiento legal), no aceptará casarlos. Y los que se casen, si se quieren divorciar, deberán hacerlo según la Halajá, en general de común acuerdo. Y muchos maridos se niegan a dar el «Guet», divorcio ritual, dejando a cientos de mujeres en Israel «ancladas», según la jerga. No pueden casarse ni rehacer su vida, y los hijos que tengan con su nueva pareja serán considerados «mamzerim», bastardos, sin derechos de herencia. Otra vez el dinero.

Ya me quejé bastante. Pero se está queriendo organizar una especie de rebelión civil. Mañana les cuento.