Netanyahu, la plataforma doble y el offside

Bibi, entre la mano dura y un horizonte de paz

En muchos ámbitos he explicado la «Ley de la Plataforma Doble» que rige en Israel. El principio indica que ningún líder puede ganar los comicios en este país si no se maneja en base a dos lineamientos electorales y gubernativos paralelos: por un lado, mano dura sin concesiones contra el terrorismo palestino; por otro, un horizonte de paz negociada.

El descubridor de este principio, que en los últimos 15 años, desde los Acuerdos de Oslo, parece haber funcionado como la ley de la gravedad de Newton, no es otro que el actual premier, Biniamín Netanyahu. Con genialidad política, triunfó en las elecciones de 1996, contra Shimon Peres, candidato laborista post magnicidio de Rabin, con su famoso lema: «Osim Shalom Batúaj», «Hacemos una Paz Segura». «Haremos la paz», decía, «pero no al precio de arriesgar la seguridad de nuestros ciudadanos.

Así, Peres perdió por apuntar a un solo término de la ecuación, cuando tanto él como Rabin antes de su asesinato, llamaban a las víctimas del terrorismo «víctimas de la paz». La gente dejó de «comprar», en especial ante la ola de atentados suicidas de 1996, y le pasaron la batuta a quien lo había captado, Biniamín Netanyahu. Ariel Sharón, el emblemático «archi-derechista», ganó las elecciones en 2001 mirando a la cara de la gente y anunciándole que habría «concesiones dolorosas» (el término de la mano dura en la ecuación no necesitaba explicitarlo: él la encarnaba).

Pero Sharón comenzó a caer en popularidad cuando aplicó sólo la mano dura en su gobierno, intensificando la política de las «liquidaciones selectivas», dando muerte, entre otros, al líder espiritual del Hamás, el jeque Ahmad Yassin, y a su lugarteniente, Abed El Aziz Rantisi, una semana después. Por aquel entonces, se había lanzado el «Acuerdo de Ginebra», un pacto virtual sin validez, de políticos de segunda línea israelíes y palestinos. Esto -y otros factores, como los casos por corrupción que pendían sobre su cabeza- dejó a Sharón en offside y fue cuando decidió recordar a la gente lo de «concesiones dolorosas», y lanzar el «Plan de Desconexión», concretado en 2005. Su popularidad volvió a estabilizarse.

Pero la Desconexión había sido el puntal de la plataforma de su adversario en esos mismos comicios, el olvidable y olvidado Amram Mitzna, del Laborismo. Él había prometido explícitamente: retirada unilateral de la Franja de Gaza en el lapso de un año y construcción de una Cerca Separadora. Pero Mitzna perdió miserablemente, porque fue percibido como demasiado blando al faltarle el otro plato en la balanza: mano dura contra el terrorismo palestino.

Netanyahu volvió a vencer en 2009 con otro soundbyte doble: «Si dan, recibirán; si no dan, no recibirán». Y así sucesivamente, la «Plataforma doble» debe ser manejada con virtuosismo por el político israelí si quiere gobernar una sociedad israelí que se debate en el dilema mesoriental, que quiere seguridad, pero que también entiende que la paz por medio de un pacto con sus enemigos es la única salida, aunque parezca imposible, y están dispuestos a pagar el precio.

El desafío de Abu Mazen

Con vistas al encuentro entre el premier israelí Biniamín Netanyahu y el presidente norteamericano Barack Obama esta semana, el titular de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) Mahmud Abbas (Abu Mazen) presentó al enviado norteamericano al Oriente Medio, George Mitchell, su propuesta de paz con Israel, que no se diferencia mucho del viejo Plan Clinton, pero sí, quizás, presenta un tono más apaciguado, buscando probablemente hacerse más potable para la opinión pública israelí.

Abu Mazen propone la creación de un estado palestino según las fronteras de 1967, con modificaciones. Y pone el acento en la aceptación de los reclamos israelíes: renuncia a los bloques de asentamientos: Gush Etzion, Pisgat Zeev, Maalé Adumim, Ariel. Reclamo de un 2,7% de territorios a cambio, a ubicarse en el sur del Monte Hebrón, es decir, al sur de Cisjordania, además del Paso Seguro entre Cisjordania y la Franja de Gaza. En Jerusalem se repite el Esquema de Clinton: Jerusalem Oriental fuera de la Ciudad Vieja, será la capital palestina. En la Ciudad Vieja: el Barrio Cristiano y el Musulmán serán palestinos, el Barrio Armenio y el Barrio Judío serán israelíes. La Explanada del Muro y el Muro mismo, serán israelíes (novedad, porque hasta ahora los palestinos lo consideraban parte de la Explanada del Monte de Al Aqsa), y habrá libertad de culto para todas las religiones en todos los lugares santos. Esto debería ser también una obviedad, pero los palestinos jamás lo habían mencionado y, además, es significativo como gesto, teniendo en cuenta que, en realidad, no habría lugares santos del judaísmo bajo su jurisdicción en Jerusalem, aunque sí cristianos.

En cuanto a la seguridad, Abu Mazen suena revolucionario: fuerzas no palestinas, sino de la OTAN, serán responsables últimos por la paz en la zona; Israel se retirará totalmente, poniendo fin a la ocupación. «Nosotros obtendremos soberanía, Israel obtendrá seguridad», dijo. Recuerda con ello la solución que destrabó las negociaciones con Egipto por el Sinaí: desarme de la península por un lado, soberanía egipcia, con honor y banderas, por el otro.

Hace una semana, Abu Mazen había dado un paso previo al reunirse con seis cronistas políticos de diversos medios israelíes para decirles estas cosas, apuntando al corazón de los israelíes, y reclamaba a Israel que, en el marco de  conversaciones directas, las negociaciones se reanudaran desde el punto en que se habían interrumpido con el gobierno anterior de Ehud Olmert. Según Abu Mazen, todos estos puntos habían ya sido acordados entre ambos líderes si bien no se había firmado papel alguno, y no es razonable, dijo, que con cada cambio de gobierno en Israel haya que retornar a fojas cero. No queda claro cuánto de estos y otros detalles no conocidos habían sido aceptados por Olmert, y sus allegados ya se apuraron a aclarar que habían quedado muchos puntos de desacuerdo.

Como quiera que sea, el marketing pacificador agresivo de Abu Mazen pone a Netanyahu ante un nuevo desafío. Por un lado, sus acciones han puesto de relieve el lado duro de la ecuación por él descubierta y lo han colocado, como antes a Sharón, en offside ante la opinión pública israelí, por no hablar de la internacional. Por otro, su reducido margen de maniobra coalicionaria le impide por el momento lanzar su propia propuesta de paz, y se ve obligado a actuar por reflejo y por reacción. La reducción del bloqueo a Gaza es el efecto colateral de la «Flotilla de la Libertad». La reanudación de las conversaciones de paz también lo serán. De la Flotilla y de la iniciativa de Abu Mazen.

Quizás está bien que así sea, como ya hemos dicho antes. La paz con la ANP versión Cisjordania -para aislar a Hamás en Gaza- es un interés israelí, y a Netanyahu no se le escapa. Si hay presiones, podrá decir a Avigdor Liberman y sus demás amigos a su derecha, lo que ya les dijo antes: «No quedó más alternativa». Lo hizo con el retiro del bloqueo, y con su declaración de Bar Ilán, de aceptación de la fórmula de «dos estados para dos pueblos».

La oportunidad es tentadora: el «conflicto árabe-israelí» que, de un tiempo a esta parte, se va convirtiendo en «conflicto palestino-israelí» (faltaría hablar con la Liga Árabe de su propuesta de 2002, y luego la paz con Siria), podría reducirse aun más, a un «conflicto Gaza-israelí».

Para ello, sin embargo, Bibi deberá cruzar una línea roja, la de una eventual concesión en Jerusalem, y Abu Mazen se cuidó por ahora de no mencionar el tema del derecho al retorno de los refugiados. Por un lado, no le hace falta su ala derecha para poner el freno: el propio Netanyahu no acepta modificaciones en el status de Jerusalem. Pero por otro, Kadima y otros partidos ya le han prometido un colchón de seguridad, para que no se caiga de su sillón si las presiones se vuelven insoportables.

Para Bibi, la realidad le va cerrando las pinzas, y le va llegando la hora de volver a reeditar la «Plataforma doble», que tantas satisfacciones le ha dado en el pasado.

Noticia de un secuestro

Vengo de la biblioteca de Modiín. Me traje «Notica de un secuestro», de García Márquez, emocionado de encontrarlo en castellano. Volví a casa y me acordé del aniversario del secuestro de Guilad Shalit, cuatro años exactos. Las conclusiones místicas o subconcientes de la coincidencia se las dejo a los lectores, según sean de la especie «new-age», o de la especie «psi». O bien de la especie «no creo en nada / el mundo fue y será una porquería», para los cuales será simplemente eso: una coincidencia, incluso estúpida e indigna de mención.

Lo intersante, en cambio, es analizar dónde nos encuentra el cuarto aniversario en la que un muchacho israelí de buena familia transcurre sus años 20 en un oscuro pozo pudriéndose como una rata por el tedio y la incertidumbre. El primer minstro Biniamín Netanyahu acaba de declarar el fin del bloqueo civil (lo llaman por aquí «reducción del bloqueo») a la Franja de Gaza. Podrán pasar absolutamente todas las mercancías de consumo doméstico, comercial, médico e industrial, incluidos los materiales de construcción, a pesar de que buena parte de los mismos serán utilizados para la construcción de más túneles de contrabando en la frontera con Egipto. Pero recordemos: la reconstrucción de las casas de la gente en la Franja después de Plomo Fundido apenas si ha empezado. El resto -armas y productos de combate derivados- seguirá bajo estricta prohibición y vigilancia, por primera vez, con colaboración militar extranjera.

Muchos israelíes se preguntan: ¿seremos tan idiotas? Después de tres años en los que el gobierno nos viene diciendo que el bloqueo es una «necesidad prioritaria para la seguridad israelí», hoy nos hacen la «hasbará» del levantamiento explicándonos que precisamente el no-bloqueo de Gaza es de prioritario interés israelí. ¿Por qué? Por las presiones internacionales a raíz del episodio de la «Flotilla» que colocó a Israel en una débil posición en el plano geopolítico frente a Estados Unidos y Europa. Lo terrible es la pasividad con que la opinión pública aceptó que el castigo colectivo es absolutamente necesario para la seguridad y para liberar a Guilad, y la misma pasividad con la que acepta una explicación exactamente inversa.

De por sí el bloqueo era una mala noticia. Se trataba de un castigo colectivo, contrario a lo que Israel sostiene a todo lo largo del conflicto con los palestinos: que el país no tiene ningún problema con el pueblo palestino, pero sí con su liderazgo. La intención del bloqueo era ahogar al Hamás y también a su opinión pública, con la idea, «obvia» desde la mentalidad de los tomadores de decisiones en Israel, que dicha opinión pública palestina volcaría su ira sobre el Hamás y eventualmente lo obligaría a libera a Guilad Shalit e incluso a caer del poder.

Se trata de un caso de miopía crónica. El Hamás es un régimen autoritario, que gobierna a un pueblo tampoco muy ejercitado en las prácticas de la democracia más allá de un temeroso «descontento de la calle». En esas condicones de poder férreo y censura informativa, el Hamás no tiene problema en canalizar la ira popular hacia el enemigo externo, Israel. Es un error estratégico sobre el que Israel vuelve a caer una y otra vez. En lugar de ello, el actual levantamiento parcial del bloqueo acomoda los tantos de un modo más «normal», al quedar claro que se trata de medidas de seguridad y no de castigar a la gente en base a cálculos torcidos.

Queda de este episodio una conclusión triste: el gobierno actual de Israel no tiene iniciativa, y actúa en base a presiones, en especial extranjeras, dejando una gravísima impresión: la de que Israel pareciera entender sólo por la violencia, que es precisamente de lo que este país acusa  sus enemigos. Ante semejante inoperancia, parálisis política y visón torcida de la realidad, queda una nota macabramente optimista: dos flotillas más como la «Flotilla de la paz» y veremos concretarse la política ya anunciada por Netanyahu, de dos estados para dos pueblos.

Lo anterior no es descabellado. El presidente de la Autoridad Palestina, Abu Mazen, presentó hace 10 días a Obama una iniciativa de paz que se ajusta -una vez más- a puntos ya prácticamente consensuados: creación de un estado palestino; el mismo estará desmilitarizado (punto novedoso desde el lado palestino); intercambio de territorios, permitiendo la anexión israelí de los grandes bloques de asentamientos judíos en los territorios. La propuesta, que incluye obviamente otros puntos, como la calidad de Jerusalem oriental como capital, el reconocimiento israelí del problema de los refugiados, no es todo lo que Israel necesita, por ejemplo el reconocimiento palestino de Israel como estado judío. Pero podría ser un buen punto de partida para reanudar la negociación, y no una línea roja.

Pero no. El gobierno de Biniamín Netanyahu ha rechazado la propuesta, sin mayores explicaciones. La explicación es la negativa a ceder en Jerusalem, y, en el plano del análisis político, que el gobierno de Bibi caería. Y por eso, Bibi, que insistamos, ya ha aceptado la creación de un estado palestino, necesita que lo ayuden con presiones externas. Para poder decirles a sus ministros, cómodamente sentados bien a su derecha, sólo preocupados por el próximo fin del congelamiento de la construcción en los territorios, lo mismo que les dijo al levantar el bloqueo: «No nos queda alternativa». No sólo son noticias de un secuestro, sino, también, una crónica de muchas muertes anunciadas.

Bassem Eid: «No hay crisis humanitaria en Gaza»

Por Jana Beris

Bassem Eid fue uno de los pilares de «Betselem», la organización israelí de derechos humanos, dedicada especialmente a investigar la situación de los palestinos en Cisjordania y Gaza. Actualmente es el Director de PHRMG (Palestininian Human Rights Monitoring Group).

Su grandeza, en base a nuestro conocimiento directo con su trabajo, es que paralelamente a no escatimar críticas a Israel cuando las considera apropiadas, no duda en criticar también al lado palestino si cree que la situación lo justifica. 

Esta es la conversación que mantuvimos con Bassem Eid sobre la crisis actual a raíz del operativo israelí contra la flotilla que estaba en camino a Gaza.

– Bassem ¿qué opinión le merece la acción de Israel?

– No creo que Israel tenía que reaccionar con la fuerza que lo hizo. Sabía sobre estos barcos. Supongo que el ministerio de Defensa tenía mejores planes para recibirlos. Lo que más me enoja es la acusación de Israel a esa gente de que tenía armas y en base a esa suposición, reaccionaron tal cual lo hicieron.

– Armas había, Bassem, eso está confirmado.

– Yo vi, sí, que dos soldados fueron acuchillados. Pero creo que es indudable que la forma en la que Israel manejó el tema llevó a una crisis que afectará seriamente su imagen internacional.

– Están por un lado las críticas a Israel por lo que pasó, que en el plano interno se concentran más que nada en los cuestionamientos acerca de cómo se decidió que esta era la mejor forma de lidiar con la flotilla. Pero también están las críticas que Israel hace al otro lado. ¿Cree que Israel cayó en la trampa de radicales islamistas que de hecho usaron la buena voluntad de algunas organizaciones de ayuda humanitaria, aunque ellos mismos tenían otras intenciones, no exactamente ayudar a los palestinos de Gaza?

– Israel se metió solo en esa trampa. Ahora tiene que lidiar con las  consecuencias.

– Hay aquí varios puntos en las explicaciones que Israel da. Ante todo, sostiene que los intentos de enviar supuestamente ayuda urgente a Gaza están destinados a cubrir intenciones políticas anti israelíes, y afirma que no hay crisis humanitaria en Gaza. ¿Qué me puede decir al respecto?

– No hay crisis humanitaria en Gaza. Yo lo sé. No hay. La flotilla que estaba en camino a la franja, tenía una meta: no ayudar a los habitantes de Gaza supuestamente hambrientos sino romper el bloqueo impuesto por Israel. Ni más ni menos.

– Israel sostiene que Hamás se apodera de la ayuda humanitaria que Israel introduce diariamente a la Franja de Gaza. En una entrevista con uno de los jefes de Hamás de Gaza, Mahmud al Zahar, él ni siquiera lo ocultó, alegando que como son el gobierno, tienen que tener control de las cosas. ¿Qué es lo que usted sabe al respecto de sus propias fuentes en Gaza?

– Estoy furioso con el gobierno de Hamás en Gaza. No creo que la gente allí se merezca estar en la situación en la que se encuentra hoy. El gobierno de Hamás tiene la responsabilidad de alimentar y dar de beber al millón y medio de habitantes de Gaza. Si quiere seguir controlando la Franja de Gaza a través de lo que entra por los túneles subterráneos y de lo que quieren traer barcos del exterior, no me parece que logre mantenerse en el poder más que unos meses más.Puedo contarle que hace poco, en una reunión del Consejo Legislativo Palestino en Gaza, uno de los diputados de Hamás propuso crear un ministerio nuevo en el gobierno de Hamás y llamarle algo así como Ministerio de Infraestructuras. La intención era ver cómo cobrar para ellos mismos el 20% del valor de todo lo que entra a Gaza por los túneles subterráneos desde Egipto. ¿Entiende el significado?

– Claro, todo tipo de impuestos que no hacen más que complicar las cosas para la población. Y eso además de lo que cobran por el manejo mismo de los túneles ¿verdad?

– Por supuesto. Ellos tienen que dar el permiso para cada túnel que se cava, como si fuera la construcción de un edificio en Tel Aviv. Además, cobran decenas de miles de dólares por el manejo de cada túnel, y también porcentajes por los ingresos de lo que entra por ellos. No me parece que éste sea un gobierno legítimo, que vive en base a los contrabandos. Desde que Hamás tomó el poder en Gaza, no he visto ni un informe ordenado oficial sobre el desempeño del gobierno allí, qué hizo y en qué se gastó el dinero.

– ¿Y qué pasa con lo que Israel introduce diariamente a Gaza?

– No tengo ninguna duda de que toman control de todo; lo han admitido. Se consideran los responsables, los que están a cargo. Pero además, hay un tema político: Si Hamás mismo reparte lo que Israel trae, se muestra a si mismo como quien se preocupa por la población.

– Y ahora Hamás aprovecha esta crisis en su favor.

– Por supuesto. ¡Ya lo está aprovechando! No tengo ninguna duda al respecto. Por eso digo que el propio Israel actúa de una forma que termina intensificando el apoyo a Hamás.

– ¿Qué se puede decir sobre la situación general en Gaza bajo el gobierno de Hamás?

– Ningún palestino en Gaza quiere realmente estar en la situación actual, pero tapan las bocas y la gente no puede hablar.

 

El Rachel Corri: pacifistas de verdad a bordo

Flash informativo: el Rachel Corrie, con verdaderos pacifistas a bordo, llegó y aceptó tranquilamente ser desviado a Ashdod. A una de las pasajeras, Premio Nobel de la Paz, Israel le propuso encabezar una caravana hacia dentro de Gaza con toda la ayuda humanitaria.

En tanto, la ayuda que traía el Marmara está retrasada en Ashdod… porque el Hamás se opone a introducirlo por los canales tradicionales! Eso hasta que Turquía dé el visto bueno. ¿No era que era ayuda urgente??

Amos Oz: «Fue un error, una estupidez enorme»

En el mismo espíritu de las responsabilidades bien repartidas, comparto con ustedes una entrevista al escritor israelí Amos Oz en el Corriere della Sera de Italia.
JERUSALEN ( Corriere della Sera ).- Estupidez. En esta historia de horror y tiniebla, Amos Oz no encuentra mucho más que la estupidez. «Estoy bastante habituado a estas explosiones de insensatez», dice. Algunas ha conseguido explicárselas, algunas ha logrado entenderlas. ¿Pero esta vez? Está delante del televisor, junto a su computadora: «No hay ideas para cosas como ésta. El gobierno israelí ha cometido un error de una estupidez enorme», dice. «Se les metió en la cabeza interceptar esas naves, de las que probablemente no se sabía nada. Y crearon enorme atención y expectativa. Durante varios días en Israel no se habló de otra cosa. Y eso es una estupidez: tendrían que haberlas dejado pasar y se habrían ahorrado todo esto».

-La comunidad internacional, los palestinos, hablan de un crimen de guerra.

-No estoy seguro de que se pueda hablar de un crimen de guerra.

-¿Disparar contra civiles, en aguas internacionales?

-Un crimen de guerra presupone que deben ser militares los que abren fuego, deliberadamente y sin aviso previo, sobre personas inermes que tan sólo lo padecen. En este caso, no estoy seguro de que las cosas hayan sido así. Hubo un intercambio de violencia, aunque obviamente de proporciones diferentes.

-Pero se trataba, en cualquier caso, de pacifistas armados con bastones y cuchillos.

-Yo no conozco a estos pacifistas. Muchos no pueden definirse con ese término. Son islámicos militantes, simpatizantes de Hamas, tienen vínculos con organizaciones terroristas. Creo que quisieron provocar. Eso es un hecho. Entre ellos, es cierto, había pacifistas de buena fe. Y además, se crea lo que se crea, interceptarlos y matarlos es un error. En un enfrentamiento armado entre militares y civiles, los militares siempre son los equivocados.

-Quizá los soldados excedieron lo que se les había ordenado.

-Los soldados hacen lo que sus políticos les ordenan. El gobierno debe asumir la responsabilidad de estos errores. Y si es necesario, dimitir. Porque en este caso tiene la culpa debido a la estupidez. En el pasado, hemos visto muchos episodios como éste. Cuando en todas partes predomina el extremismo, se produce una clase de estupidez incontrolable.

-¿Estamos en un punto crucial con Gaza?

-Todavía es demasiado pronto para decirlo. Seguramente hemos llegado al momento en que Hamas debe liberar al soldado Shalit y el gobierno israelí debe levantar el bloqueo de Gaza. No sé si llegaremos a un acuerdo sobre el bloqueo. Este gobierno de Netanyahu comete un error estúpido todos los meses. El anuncio de la construcción de casas en el este de Jerusalén durante la visita del vicepresidente estadounidense fue una obra maestra. Siempre se espera que no cometan esas equivocaciones, pero se equivocan siempre.

-¿El gobierno israelí puede remediar la desastrosa imagen que tiene ahora?

-El único modo es levantar el bloqueo de Gaza.

(Traducción de Mirta Rosenberg)

Entendiendo la dinámica de medios

Una cosa no quita la otra. El hecho de que en el Marmara se hubieran preparado para la guerra, no quita que el gobierno israelí actual se comporte como un elefante en un bazar frente a un contexto internacional que no entiende. Y viceversa. El hecho de que Israel esté haciendo todo para ayudar a los antis del mundo, no quita que los procesos que se están dando en la opinión pública mundial sean por demás preocupantes.

En aquel rincón, alguien le tiene que contar a la izquierda occidental con quién se está juntando. Los videos de seguridad de la cubierta del Marmara rebelados ayer por el Canal 2, mostraban los preparativos con caños de metal, cadenas, hondas e incluso botellas rotas, por parte de los «militantes de la paz» a bordo del Marmara. A la pregunta de cómo la Inteligencia israelí no sabía con qué implementos había subido un grupo de mercenarios al barco, la respuesta parcial la dieron unas imágenes de serruchos de metal: los palos los confeccionaron a bordo, cortando las barandas de la embarcación.

El Hamás va entendiendo la magnitud del éxito obtenido por la trampa a Israel en altamar. Ayer se lo veía a un Khaled Mashal (líder del brazo político del Hamás exiliado en Damasco) exultante, anunciando nuevas flotillas. En la organización fundamentalista comienzan a comprender que lo que no pudieron hacer los Qassam y los hombres bomba, lo harán unas cuantas embarcaciones desvencijadas, enviadas una vez por mes hacia Gaza desde Europa con la ingenua (o no, lo que sería peor) complicidad de agrupaciones pacifistas.

En este otro rincón, el barco irlandés Rachel Corrie, que llegó tarde a la primera fiesta, hace su camino ahora hacia las aguas de Gaza y se prevé su llegada para el sábado a la mañana. Será una verdadera prueba para ver hasta qué punto Israel sigue siendo un país pequeño y ágil, que sabe adaptarse a los desafíos cambiantes.

Pero lo más importante: si Israel está dando el primer paso hacia la lucidez, al entender (al menos según declara el gobierno y la prensa) que la nueva formar de hacer la guerra y la paz pasa por los medios de comunicación, alguien tiene que explicarle cómo se hace. Con Avigdor Liberman como canciller, y con el portavoz del ejército encabezando la campaña de medios, no vamos a ir muy lejos, tampoco con los apenas siete millones de dólares anuales para gastos de diplomacia pública (hasbará) en ese ministerio. Se acaba de reabrir el ministerio de Hasbará, pero ante esta crisis, que le ofrecía un digno bautismo de fuego, no se lo ha visto siquiera abrir la boca.  Todo, a la generosa cuenta del contribuyente israelí.

Pero no sólo de la Hasbará vive el hombre. También hacen falta políticas. Israel hizo muy bien en decidir liberar de inmediato a todos los detenidos en los barcos y deportarlos de regreso a sus países, así como devolver todas las embarcaciones a Turquía. La siguiente política necesaria es el asunto de la comisión investigadora. El Consejo de Seguridad ya ha decidido nombrar otra comisión estilo Goldston, ante lo cual lo recomendable sería no volver a cometer el mismo error que con la que «investigó» Plomo Fundido. Entonces, Israel boicoteó el trabajo de la comisión y así fueron los resultados. La acusación de que era una comisión «vendida» de antemano no se puede sostener con evidencias si no se colabora con ella.

Se multiplican las voces en Israel que llaman a adelantarse y formar una comisión investigadora imparcial propia, encabezada por un ex juez, como ocurrió después de cada guerra. Ello, dicen frenaría una comisión internacional como la de Goldston. En la coalición expresaron que era «muy temprano todavía para ello». Léase: que vengan las presiones, nomás.

Pero ante una comisión internacional, existe otra alternativa, la de jugar una nueva mano, con naipes nuevos en la mano: presentarse, mostrar las evidencias, aclarar los tantos en público. El orgullo de «a nosotros no nos van venir a investigar», más que muestra de soberanía, lo es de arrogancia y estupidez. Si Israel dice que entiende la dinámica de los medios, ese y no otro es el camino.