«Margen Protector», Día Dieciocho: info y análisis

Decenas de combatientes del "Batallón de Sudjahía" de Hamás, capturados por el ejército israelí. Una de las tácticas de Hamás es no mostrar cuerpos de hamásicos abatidos, para construir una imagen de que sólo mueren civiles a manos de Israel. Por eso, esta imagen difundida por las FDI sacudió a los países árabes que creían en la retórica hamásica.

Decenas de combatientes del «Batallón de Sudjahía» de Hamás, capturados por el ejército israelí. Una de las tácticas de Hamás es no mostrar cuerpos de hamásicos abatidos, para construir una imagen de que sólo mueren civiles a manos de Israel. Por eso, esta imagen difundida por las FDI sacudió a los países árabes que creían en la retórica hamásica.

Cuando terroristas palestinos matan civiles, salen a la calle a festejar. Cuando los israelíes matan civiles, investigan qué anduvo mal. Esa es una diferencia sustancial entre las tácticas israelíes y las de Hamás también en esta ocasión, y eso fue lo que estuvo ocurriendo durante todo el día de ayer, cuando el ejército y los medios de comunicación israelíes intentaron dilucidar lo ocurrido en la escuela de la UNRWA, agencia de la ONU para los refugiados palestinos, donde murieron 15 civiles.

Según una investigación preliminar del ejército, se habría tratado de «un disparo errado», todavía no se sabe si de obuses israelíes o de cohetes de Hamás mismo. Las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel) ordenaron evacuar la escuela, pues Hamás la utilizaba para lanzar cohetes desde allí. Organismos internacionales también intentaron evacuar a los habitantes e, incluso, estaban en camino autobuses para trasladarlos a otro refugio más seguro. Pero entonces fue disparado fuego contra las fuerzas israelíes apostadas en el lugar, desde allí o desde un lugar vecino. Los efectivos israelíes respondieron el fuego. En el intercambio, resultó impactada la escuela, con su saldo en muertos y heridos.

Ayer siguieron los combates sin novedad cualitativa. Las alarmas en todo el rango de tiro de los cohetes palestinos continuaron aunque en menor cantidad, alrededor de 70 cohetes lanzados, mientras que Israel continuó atacando blancos de Hamás en Gaza. Fuentes palestinas informan del saldo de muertos allí, que asciende a 818 este mediodía, y más de 5.000 heridos. Los palestinos aseguran que la mayoría de los muertos son civiles, el ejército israelí dice que ha abatido a más de 500 terroristas armados, y cientos han sido arrestados como los que muestra la foto.

Como noticia distintiva, anoche se produjeron disturbios en Cisjordania, en la zona de Jerusalén oriental, que incluyeron la muerte de un palestino en la barrera de Kalandia, al norte de la capital israelí. Decenas de palestinos resultaron heridos, unos 40 fueron arrestados, y dos soldados israelíes de la Guardia de Frontera resultaron heridos también. Los palestinos protestaron por medio del lanzamiento de piedras y botellas incendiarias contra las fuerzas de seguridad. Hoy viernes el ejército y la policía intensificaron la custodia en el Monte del Templo en la Ciudad Vieja de Jerusalén por temor a disturbios a la salida de las plegarias musulmanas del viernes. También fue permitida la entrada sólo a varones mayores de 50 años de edad y a mujeres sin límite de edad.

El Hamás en Gaza y en el exterior llamaron a los palestinos de la zona de Cisjordania a lanzar una Tercera Intifada, lo que hasta ahora no ha ocurrido ya desde los últimos diez años, a pesar de los varios operativos israelíes en Gaza. Los disturbios de ayer se pueden deber, por un lado, a las terribles imágenes de civiles muertos que llegan desde la Franja, y a que, ante dichas imágenes y por temor a ver bajar su popularidad, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, ha extremizado también su discurso de condena a Israel, explicaron analistas israelíes.

Voceros de Hamás dijeron en su llamado: «Quizás es ésta una buena oportunidad para iniciar una Tercera Intifada y una revolución contra nuestro enemigo. La sangre de Gaza hace arder a Cisjordania». La Autoridad Palestina, Hamás y la Jihad Islámica en Cisjordania llamaron a un «día de la ira» con marchas de protesta a la salida de las mezquitas hoy, en solidaridad con Gaza.

Este mediodía se reunía en Jerusalén el gabinete israelí para tratar la propuesta de cese el fuego del secretario de Estado norteamericano John Kerry, elevada a Hamás y a Israel. Altas fuentes israelíes estimaron que, de ser aceptada por Hamás, es inevitable que Israel la acepte también.

Según la propuesta de Kerry, se declararía un alto el fuego «humanitario» de varios días, quizás siete, durante el cual las FDI podrán continuar con el trabajo de destruir los túneles terroristas, y Hamás debatirá con el gobierno egipcio acerca de los alivios a la Franja de Gaza luego del operativo. Un funcionario norteamericano dijo que aún quedan diferencias entre las partes, enfatizó que Kerry no permanecerá ilimitadamente en la región.

Los reclamos de Hamás incluyen: 1) Reapertura del paso de Rafah. Por allí pasaban los bolsos de dinero proveniente de Qatar, la mitad de su presupuesto. Al bloquear Egipto ese paso, la desocupación en Gaza se disparó al 40%, y la popularidad de Hamás inició una caída en picada. 2) Reapertura de los pasos fronterizos con Israel, para posibilitar la salida a trabajar de obreros palestinos en Israel. 3) Apertura de un puerto. 4) Reapertura del Aeropuerto Internacional Yasser Arafat en Dahaníe. 5) Salida al Mar Mediterráneo con fines de pesca para mejorar la economía palestina. 6) Liberación de los presos de Hamás liberados en el acuerdo por Guilad Shalit, y que fueron reapresados con el secuestro de los tres chicos israelíes de Gush Etzion, debido a que habían violado su libertado condicional.

Los reclamos israelíes son en realidad un escenario deseable que deberá ser proveído no tanto por el Hamás, sino por la comunidad internacional: 1) Cese total del terrorismo proveniente desde Gaza. 2) Para ello, desarme total de la Franja, anulación de todo poder ofensivo de Hamás. 3) Construcción de un aparato fiscalizador compuesto por representantes de la comunidad internacional, que revisen la afluencia de dinero donado a la Franja, y propender a un desarrollo económico, que es viable a condición de que Hamás no pueda derivar esos fondos hacia fines bélicos (cohetes y túneles).

Análisis

El problema principal es de confianza. Israel no cree que la verdadera agenda de Hamás sea esta lista de «reclamos gremiales». No sin razón se preguntan en Jerusalén (las palabras son de este cronista, pero el espíritu es el mismo): «Ustedes, señores de Hamás, vienen lanzando cohetes desde 2001. El bloqueo comenzó en 2007, así que no no se puede acusar a Israel de impaciente. Si esos fueran los verdaderos reclamos, ¿nunca se les ha ocurrido hablar con nosotros? ¿No entra en vuestro universo pedir educadamente? Que sepamos, Israel jamás se ha comportado como un país con el que no se pueda hablar (ver Oslo y decenas de acuerdos y negociaciones más). Miren lo que ocurre en Cisjordania, donde se produce el desarrollo económico, confrontación con Israel sí, pero no violenta, y donde desde 2001 no se ha vuelto a producir un solo operativo militar, sencillamente porque el terrorismo ha descendido sustancialmente y la agenda ya no es la destrucción de Israel. ¿Por qué no cambian ustedes también el chip?»

Por eso es importante entender: las agendas de Al Fatah y Hamás son inversas y enfrentadas. Al Fatah, que gobierna en Cisjordania la Autoridad Palestina oficial, defiende hoy la idea de «dos estados para dos pueblos», y la confrontación no violenta con Israel. La agenda de Hamás no es «pescar en el Mediterráneo», sino lo inverso que Al Fatah: un solo estado, que abarque toda «Palestina», y que sea de tipo islámico fundamentalista, como ocurre en Arabia Saudita o en Irán, donde gobierna la Sharía, la ley islámica; y mantener viva la lucha armada. Por eso continuaron los cohetes aun cuando Israel se retiró de Gaza en 2005, no quedando allí un solo judío: sencillamente porque la agenda es destruir a Israel, basados en el dogma religioso de Dar el Islam, la imposibilidad de admitir una soberanía no musulmana sobre tierras sagradas musulmanas.

El enfrentamiento, pues, no es entre Israel y el pueblo palestino en Gaza -ni en ningún lado- sino entre el paradigma islámico radical y el paradigma moderado en el Medio Oriente, que encuentra juntos a Israel, Egipto, Arabia Saudita, la mismísima Autoridad Palestina, y el resto de los países moderados. Todos ellos esperan un desenlace que eche por tierra los delirios de retorno al Califato que sostiene Hamás, porque su derrota (o victoria) proyectará también sobre otros conflictos mucho más sangrientos que tienen lugar en la región, como Siria e Irak, con fuerzas ascendentes no menos criminales y peligrosas que Hamás, como lo son EIIL (Estado Islámico de Irak y el Levante) en Irak y Siria, Jabat El Nusra (otro desprendimiento de Al Qaeda) también en Siria, Boko Jaram en Nigeria, etc.

Si se quiere defender a los pueblos de la región, las opiniones públicas de Occidente harían bien en distinguir «Hamás» de «pueblo palestino». Deberían salir a manifestar contra estas organizaciones, que siembran la muerte en cada uno de sus pasos y en cada una de sus prédicas. Esto no es una posible lectura: el portavoz de Hamás en Gaza, Sami Abu Sukhri lo dijo esta semana en el Canal Al Aqsa, televisora de Hamás: «Nosotros no llevamos a nuestra gente a la destrucción; la llevamos a la muerte». Pues el martirio está en el ADN de Hamás, por lo tanto, cuantos más muertos a manos de Israel, mejor.

Por ahora, quién sabe, quizás por sonar tan demente su discurso, Occidente, en especial cierta izquierda, trata a esas organizaciones como inimputables, blanqueando su accionar criminal bajo la retórica contra la «ocupación israelí», y la supuesta «lucha antiimperialista». Al hacerlo, blanquean también la opresión hamásica a los palestinos de Gaza, a quienes Hamás, con los cientos de millones de dólares por año recibidos, en lugar de viviendas, cloacado, salud, agua potable, electricidad, trabajo, inversión, sólo les han construido túneles, cohetes, y operativos israelíes en respuesta. A razón de uno cada dos años promedio.

 

 

Una visita a Caracas

Un pasaje del Hatillo, el sector típico de Caracas.

Acabo de volver de Caracas, donde participé como docente en el novelísimo proyecto de Diplomacia Pública Israelí, que ya está haciendo olas en América Latina, conocido como «La otra cara». Se trata de impartir seminarios en distintos ámbitos comunitarios sobre actualidad israelí, y sobre «Hasbará», la exposición clara y complejizante de la posición israelí, ante lo que se interpreta como opiniones deslegitimizantes del derecho de autodeterminación del pueblo judío en Israel.

Tengo mis opiniones personales acerca de este fenómeno. No soy conocido como un portavoz del Israel oficial, y creo que es bueno hacer escuchar voces críticas en proyectos de Hasbará. Creo que le agrega una imagen de pluralismo saludable, tanto a la sociedad israelí como a toda comunidad judía en las diversas diásporas. Creo en la posibilidad de una hasbará crítica basada en los siguientes principios:

1) El pueblo judío tiene derecho a su estado, e Israel es probablemente el logro más inmenso de la historia judía.

2) Negar este derecho desde círculos que, a renglón seguido, defienden el derecho de autodeterminación de todos los demás pueblos menos el de éste que nos ocupa, huele a judeofobia, aun desde una postura de izquierda israelí. Esa debe ser una línea roja, tanto para el sionismo de izquierda como el de derecha, y de todos los no judíos que dicen defender el derecho de autodeterminación de los pueblos.

3) A partir de esa línea roja, tengo derecho a la crítica, tanto dentro como fuera de Israel. Se critica lo que se ama, como lo dijera el fundador del judaísmo conservador en América Latina, el Rabino Marshall Meyer. Como amante de Israel, desde esa base de defensa del derecho a la existencia de Israel como estado del pueblo judío, tengo derecho a criticarlo, para que sea mejor. Es más, como lo digo a mis amigos en todas las comunidades, éstas no tienen por qué defender toda política de todo gobierno israelí. Porque Israel, además del derecho a existir, tiene derecho a la imperfección. Y a veces, como lo sabe todo progenitor, un buen tirón de orejas (bueno, hoy es un buen diálogo constructivo, o «cinco minutos solo en el cuarto para pensar», el chas chas en la cola ha quedado hasta nuevo aviso fuera de la corrección política…) también es una muestra de amor. A veces, desde lejos se ven las cosas con una perspectiva diferente, no necesariamente mejor, pero sí distinta.

4) Los llamados a no criticar por parte de las dirigencias comunitarias, que temen «dar pasto a los leones antisionistas» son legítimos y comprensibles, porque el temor es comprensible. Pero a veces esta discusión conlleva el intento de censurar a la oposición dentro de las comunidades, que también tienen su interna. Los antisionistas -aquellos que critican a Israel no desde un intento de mejorarlo sino desde el de deslegitimar su derecho a la existencia- no necesitan del pasto de nadie para ser antisionistas-judeófobos. O, en todo caso, siempre lo habrán de encontrar. Ante tal realidad, perdido por perdido, yo estoy por la sinceridad, puertas adentro y puertas afuera.

5) Desde el otro rincón, creo que la izquierda sionista ha dejado el campo de la Hasbará demasiado en manos de los «hasbaristas clásicos» con visiones más conservadoras, cuando hay temas en los que izquierdistas judíos de buena voluntad deberían hacerse preguntas como: ¿Qué tiene que hacer Israel en la agenda de agrupaciones como Quebracho?? ¿No nos debieran molestar las críticas que pretenden socavar las bases de Israel como expresión de la autodeterminación judía? Las respuestas y las acciones para con estos fenómenos extraños -pero ya no sorpresivos- no debieran venir sólo de la derecha comunitaria.

El proyecto «La otra cara» es una buena noticia, porque deja lugar a todas estas y otras opiniones y modelos en Hasbará, desde la Hasbará clásica, pasando por la Diplomacia Pública, más dialogal, hasta el último grito de la moda, el Branding, la construcción de Israel como marca (ver post al respecto). Se plantea la formación a largo plazo de judíos y no judíos en lo que realmente ocurre en el Medio Oriente, con una visión pluralista, desmitificadora y complejizante. Está dirigido por mi amigo y colega Gabriel Ben Tasgal, un periodista y docente de intensa trayectoria en Hasbará, Educación y Medios, que lo concibió bajo el modelo de un arte marcial, con «Dargot» o «Niveles» que hay que ir atravesando en el camino del conocimiento. El racional es promesa de continuidad, que es el problema de muchas iniciativas en el área.

En Caracas dimos dos seminarios, uno para dirigentes comunitarios y otro para jóvenes en edad universitaria, con diverso grado de participación y liderazgo en marcos diversos. El guante del proyecto lo levantó la Unión Mundial Macabi y CLAM, la Confederación Latinoamericana Macabi, con la intención de llevar estos seminarios a todo el continente, a nivel local y con seminarios regionales. Heroína si las hay del proyecto es Anabella Jaroslavsky, directora ejecutiva de CLAM y Hebraica de Caracas, que supo verlo como propio.

Estuvimos también con periodistas locales, y dimos conferencias en varias universidades caraqueñas. Descubrimos que las posturas antiisraelíes están muy lejos de haberse hecho carne en todo claustro o pasillo universitario, ni en todo medio de comunicación en el convulsionado país. A veces, muy por el contrario.

Pero la comunidad judía venezolana está atribulada por razones conocidas. Muchas veces, hablarles y aclararles los tantos acerca de Israel es trabajar acerca de su identidad judía. Por momentos, es terapia de grupo, con todo y catarsis. Porque Israel está en el centro de su identidad y de su afecto, ya sea por ellos mismos o porque se los recuerdan los críticos deslegitimadores. Y si el afuera no hace diferencia, es mejor saber de qué se los acusa y cuál es el caso de la defensa.

Nos fuimos de Caracas contentos, cargados de «chuches», después de varias sesiones de arepas, paseos por el Monte Ávila y el Hatillo, y de charlas sobre lo que vendrá. Yo me fui encantado con la hospitalidad venezolana, el carácter cordial y el sentido de profesionalismo. Muchos venezolanos me pusieron cara de «pobre idiiota, no tienes idea», cuando se los digo como observador desde afuera, que anduvo por allí apenas una semana, pasando horas en sus simpáticos embotellamientos urbanos. Pero yo les insisto:  es cierto, y no tengo un pelo de tonto (como reza una publicidad local): ustedes pierden muchas horas hombre por día, tienen muchos problemas políticos y socio-económicos, pero eso no niega que tienen mucho sobre lo que construir.