Obama y Kerry: el «legado»

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Por Marcelo Kisilevski

Dado que el no veto norteamericano en la resolución del Consejo de Seguridad y el discurso de John Kerry no son útiles a la paz, a este cronista le queda una sospecha irónica para intentar adivinar las verdaderas intenciones de la Administración saliente.

Hay dos planos en el discurso final del Secretario de Estado norteamericano John Kerry, ayer. Uno es el del contenido y otro es el del andamio político/tono/química/timing. En el plano del contenido, nada nuevo. Primero, los principios de la Administración Obama para el arreglo del conflicto entre Israel y los palestinos, que ya vienen de su intento de mediación de nueve meses: 1) Retirada israelí a los límites de 1967 con intercambio de territorios. 2) Dos estados para dos pueblos. 3) Solución justa para los refugiados palestinos. 4) Jerusalén, capital de los dos estados, sin dividirla nuevamente. 5) Necesidades de seguridad de Israel deben ser garantizadas, pero fin a la ocupación.

Segundo, en ese mismo plano del contenido. Kerry echó las culpas sobre Israel, «el gobierno más derechista que supo su historia» y dijo que la política de asentamientos «lleva a un solo estado, que no podrá ser judío y democrático a la vez». Pero Kerry no habló de la intransigencia palestina. Existe una responsabilidad de la parte débil en el conflicto, y Kerry solo habló de «incitación y violencia», a la que debe ponerse fin, pero no dijo quién es el responsable por esa incitación, que ocurre de modo brutal en la calle, en las instituciones y en las redes sociales del lado palestino. Tampoco mencionó que la Autoridad Palestina rechazó todas las propuestas de Israel en 2000, en 2008 y la última: la del propio Kerry en 2014, que planteaba lo mismo que dijo ayer. Y lo que es peor: los palestinos nunca ofrecieron ninguna propuesta en lugar de su rechazo. Rechazo y punto. A veces peor: rechazo y violencia. Así no me enseñaron a negociar. Lo cual hace sospechar de la agenda oculta de los palestinos: ¿de verdad buscan dos estados para dos pueblos?

Pero volviendo a Kerry, también agregó que EEUU no fue el que impulsó la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que declara ilegales los asentamientos judíos en Cisjordania.

El problema básico de esa resolución es que el Consejo de Seguridad de la ONU representa el lado jurídico de las relaciones entre los países del mundo, y no puede ser convertido en un foro político cualquiera, como sí lo puede ser la Asamblea General o el Consejo de Derechos Humanos. Las resoluciones del Consejo General son vinculantes. Si bien esta no ordena el desmantelamiento de las colonias ni ordena sanciones, abre ahora las puertas para eventuales acciones concretas contra Israel, por ejemplo demandas en la Corte Internacional de La Haya por supuestos crímenes contra la humanidad, que ahora estarán basadas en este precedente. EEUU era un dique contra este abaratamiento del Consejo General.

Porque lo cierto es que los asentamientos pueden ser injustos, incorrectos, hasta inmorales y no conducentes a la paz. Incluso estratégicamente estúpidos. En ese plano podemos estar de acuerdo. Lo único que no se puede decir de las colonias, en cambio, es que sean «ilegales».

Pues la ocupación, jurídicamente hablando, ocurrió en Sinaí. Allí existía soberanía previa egipcia. En ocasión de los acuerdos de Camp David, Israel devolvió el Sinaí a Egipto a cambio de reconocimiento y paz. También, mal que les pese a algunos israelíes, existe ocupación en el Golán, y cuando haya paz con Siria -a este paso no se sabe cuándo- se deberá devolver el Golán a Siria, o rentárselo por 99 años tipo Hong Kong.

Pero en Cisjordania y Gaza no había soberanía previa palestina ni de nadie. Existen solo dos territorios en el mundo sin soberanía alguna: la Antártida y Cisjordania-Gaza. Es la ley internacional. Jordania había anexado unilateralmente ese territorio luego de la guerra de 1948 (lo hizo formalmente en 1950, para más datos), una anexión no reconocida internacionalmente -como tampoco es reconocida la anexión israelí del Golán y de Jerusalén Oriental- y la «desanexó» en 1988 cuando la declaración virtual de independencia por Arafat desde Túnez. Por eso, se puede apoyar la entrega de los territorrios a los palestinos, pero no hay devolución. 

Y por lo tanto, no hay ocupación. La hay, ciertamente, en el tipo de relación generada entre el ejército y los habitantes palestinos, pero no en el de la ley internacional. Debe terminarse, claro, pero en el plano de la política. Pues si nos quedamos en lo jurídico, los israelíes tienen tanto derecho a construir casas en los territorios como los palestinos, pues el status jurídico es el de territorios en disputa.  Ese es el plano jurídico, en el que debe moverse el Consejo de Seguridad de la ONU. El carácter de ocupados, para referirse a los territorios, es una calificación política con la que coincide la llamada «comunidad internacional».

El error de EEUU, por lo tanto, fue dejar que el Consejo de Seguridad abandonara sus funciones de resguardo de la ley internacional y dejarse arrastrar a lo que «la comunidad internacional considera».

¿Qué buscan estos muchachos?

Ahora bien. En el plano del contexto político: ¿ese es el legado de la Administración Obama en política internacional? A menos que haya otro discurso de una hora y once minutos de John Kerry para cada conflicto en el mundo en el que EEUU metió mano -en general mal- este debía ser el discurso de cierre que resume su gestión. ¿Cuántas horas debió hablar Kerry de Rusia, con sus invasiones a Georgia, a Crimea, a Siria? Quizás quiso centrar los «éxitos» de su gestión solo en el Medio Oriente. Aquí, el rey está más desnudo aun, pues lo que dijo durante tantos minutos no logra ocultar, al contrario, lo que no dijo: el fracaso estrepitoso de EEUU en todos y cada uno de los países donde ocurrieron las mal llamadas «Primaveras Árabes». Si se dedica una hora y once minutos al conflicto inmobiliario entre Israel y los palestinos, ¿no debería dedicarse varias horas más a Egipto, con el negligente proceso de caída de Mubarak, la debacle con el gobierno de la Hermandad Musulmana y el golpe de A-Sisi, miles de muertes mediante? Por no hablar de Siria, donde huelgan las palabras. El lector haga la cuenta de cuántas horas debería hablar Kerry de Siria.

La pregunta que queda, es qué busca la Administración Obama con su cambio radical de política hacia Israel, más que salir con una imagen de «buscadora de la paz». No se trata de «abrochar» a la entrante Administración Trump con hechos políticos consumados. Este novato de la política es tan novato, que nada puede atarle las manos. No se sabe si jugará a favor de Israel -o de su actual gobierno- o en contra. Trump es muchas cosas, pero previsible no es una de ellas. Tampoco se trató de «ablandar» a Netanyahu: era de prever el ataque de histeria que invariablemente habría de padecer Bibi, y del antagonismo y mayor endurecimiento que la actitud norteamericana provocaría en el gobierno israelí.

Por eso, dado que su acto de cierre es cualquier cosa menos útil a la paz, lo que queda a este cronista, es una sospecha sarcástica: ¿habrá sido un acto de marketing de Obama y Kerry de su nueva profesión como conferenciantes en universidades y foros internacionales, por suculentas decenas de miles de dólares la pieza, acerca de cómo se hace la paz en Medio Oriente?  Se abre el remate.

 

«Margen Protector», Día Quince

Orón Shaúl, 19 años, soldado de Golani. Tal vez en manos de Hamás.

Orón Shaúl, 19 años, soldado de Golani. Tal vez en manos de Hamás, no queda claro si vivo o muerto. 

Fueron hoy dados a conocer los nombres de todos los soldados muertos anteayer en el ataque al carro blindado israelí volado con un cohete de Hamás, incluido el de Orón Shaúl, de la localidad de Poriá, en el norte de Israel, declarado desaparecido. Los restos de Shaúl no fueron hallados, y se teme que haya sido secuestrado por Hamás.

A principios de la semana, en efecto, Hamás había anunciado que tenían en su poder a un soldado israelí, dieron nombre y número de identificación, pero no especificaron cuál era su estado físico. Tampoco presentó pruebas contundentes de que el soldado (o su cuerpo sin vida) estuviera en su poder. En diversas localidades de Gaza y de Cisjordania se produjeron manifestaciones espontáneas de júbilo ante el anuncio.

Las noticias en Israel estuvieron y están dominadas por las noticias sobre funerales, los nombres y las historias de los 13 soldados de Golani caídos en los varios choques armados del domingo. La nota destacable tuvo lugar en Haifa, donde unos 20.000 vecinos de la ciudad asistieron al funeral del soldado Sean Carmeli, inmigrante norteamericano que se enroló al ejército sin tener familia aquí. Conocidos suyos temieron que fuera un funeral de muy poca gente, así que pidieron por las redes sociales que, dado que Shean era hincha de Macabi Haifa, que los hinchas que así pudieran asistieran al funeral. Según cálculos policiales, como está dicho, unas 20.000 personas aceptaron la invitación a honrar la memoria de Sean, hincha de Macabi Haifa. No más un soldado solitario.

Inmigró a Israel solo, completó su secundaria en Raanana y se enroló al ejército, donde sirvió con excelencia. Ayer, 20.000 personas, en su mayoría hinchas de Macabi Haifa como él, acompañaron sus restos.

Inmigró a Israel solo, completó su secundaria en Raanana y se enroló al ejército, donde sirvió con excelencia. Ayer, 20.000 personas, en su mayoría hinchas de Macabi Haifa como él, acompañaron sus restos.

Las organizaciones palestinas, en tanto, continuaron lanzando cohetes ayer y hoy, si bien con intensidad decreciente. Esto se debió, explicaron algunos analistas, al debilitamiento de la capacidad de maniobra y lanzamiento en el norte de la Franja de Gaza debido al operativo terrestre. Otros subrayaron el hecho de que Hamás está concentrado ahora en la guerra de guerrillas contra el ejército dentro de la Franja, con el objetivo táctico inmediato de defender los túneles terroristas, que van siendo descubiertos y volados por los efectivos israelíes. Estos túneles vienen a tener dos funciones: por un lado constituyen una red subterránea, prácticamente una ciudad bajo tierra, dentro de la Franja misma, con objetos de depósito y ocultamiento de medios de combate. Por otro lado, túneles que salen hacia territorio israelí con fines ofensivos contra blancos civiles, es decir, terrorismo.

El portavoz del ejército, Moti Almoz, aseguró que «la mayor parte del sistema de túneles de Hamás se halla en manos de las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel)». Almoz agregó que las fuerzas «no se sorprendieron» por el alcance de la red subterránea, y «el hecho de que llegamos a ella en tan breve lapso da cuenta de la calidad de la información de inteligencia que poseíamos».

De cualquier modo, algunas ráfagas de cohetes fueron disparadas hoy contra la zona de Tel Aviv, y por primera vez un cohete logró atravesar la barrera opuesta por Cúpula de Hierro e impactó de modo contundente en una vivienda en la localidad de Yehud. Dos personas resultaron levemente heridas. Otro cohete fue interceptado. En Ashdod también sonó la alarma, pero el proyectil cayó en terreno abierto. Unos 15 embajadores extranjeros se hallaban en ese momento en visita conjunta en Ashdod, y debieron permanecer en los refugios por largos minutos.

En Gaza, fuentes palestinas informaron que la Fuerza Aérea israelí bombardeó la vivienda de Mizar Awadallah, alto dirigente de Hamás en la Franja. Se trata de uno de los dirigentes más importantes del liderazgo clandestino de la organización.

En el frente diplomático, el secretario de Estado norteamericano John Kerry se halla en la región, y esta mañana se reunió en El Cairo con su par egipcio, Sameh Shukri, con quien trata acerca de los esfuerzos por lograr un alto el fuego. Kerry, según un diario local, decidió extender por un día más su visita en la capital egipcia para impulsar los contactos con vistas a una tregua.

También el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, ha decidido arremangarse, llega hoy a Israel, y se reunirá esta tarde en Tel Aviv con el premier Biniamín Netanyahu y el ministro de Defensa Moshé Yaalón. Mañana partirá Moon a Ramallah, donde se reunirá con altos funcionarios de la Autoridad Palestina.

Y en el plano interno, el diputado Isawi Fredj (Meretz), llamó al asesor letrado del gobierno a iniciar una investigación penal contra el ministro de Relaciones Exteriores Avigdor Liberman, que llamó a boicotear los comercios de árabes que hallan participado en la huelga de comercios cerrados a la que convocó la Comisión de Seguimiento de los Árabes Israelíes en protesta contra el operativo israelí en Gaza. Fredj dijo que «con sus palabras, el ministro Liberman está violando la Ley de Prevención de Daños a Israel por medio del Boicot, promulgada hace dos años». Dijo también que «en estos momentos especialmente, toda expresión de racismo debiera ser acallada, sobre todo proviniendo de un funcionario del gobierno que debiera estimular la unión, y no la división y el odio entre los ciudadanos».

Israel, por ahora, gana la «Guerra de la Culpa»

Un nuevo pacto, y van... Ismail Haniye, primer ministro del Hamás en Gaza; Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina.

Un nuevo pacto, y van… Ismail Haniye, primer ministro del Hamás en Gaza; Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina.

Por Marcelo Kisilevski

El último pacto entre Fatah y Hamás, y la consiguiente reacción del gobierno de Biniamín Netanyahu parece confirmar una lectura que venimos explicando hace tiempo: el único que parece desear un acuerdo entre israelíes y palestinos es el secretario de Estado norteamericano John Kerry. Entre los israelíes y palestinos mismos, lo que se libra es una guerra sin cuartel por hacer quedar a la otra parte como la culpable por el fracaso preanunciado de las tratativas. Y esta semana, con la firma de su acuerdo con Hamás, los palestinos han quedado como los culpables y van perdiendo, hasta nuevo aviso, la «Guerra de la Culpa». 

En la coalición israelí todos, a izquierda y a derecha, cerraron filas en torno al premier Netanyahu, que le dijo al mediador Martin Indyk esta semana: «Cada vez que estamos cerca de definiciones, los palestinos huyen», y: «Entre la paz con Israel y la paz con Hamás, Mahmud Abbas ha elegido la paz con Hamás».

Probablemente tiene razón. Así fue en el 2000 entre Arafat y Barak en Camp David, así lo fue en 2008 cuando Olmert le ofreció un detallado mapa a Abbas, así fue hace pocos días la solicitud palestina de incorporarse a 15 organizaciones de la ONU, y así lo es ahora con la firma de un acuerdo de unidad nacional con Hamás. El único problema no es el contenido de lo que se dijo, sino el estado de ánimo triunfal de buena parte de la coalición de gobierno, como diciendo: «¡Se los dijimos!» El resonante entierro de las negociaciones a manos de Abbas pareciera ser lo mejor que les podía haber ocurrido, en especial a los ministros más derechistas. O, como lo puso Sima Kadmón, de Yediot Ajaronot, hoy viernes: «¡Qué crisis más maravillosa!»

Pues mientras el gobierno israelí celebra el hecho de no tener que tomar decisiones dolorosas, capeando así las amenazas de su ala más derechista de desmantelar la coalición, la izquierda israelí tiene motivos para temer que este nuevo rompimiento signifique el fin del proyecto de dos estados para dos pueblos, desbarrancando al país hacia un estado binacional, que signaría el fin de la autodeterminación del pueblo judío en su tierra ancestral.

Por suerte, la decisión de gabinete posterior al acuerdo de pacificación logró ser moderada por el ala izquierda de la coalición. En efecto, el propio Netanyahu, Tzaji Hanegbi (Likud), Yair Lapid (Iesh Atid) y Tzipi Livni (Hatnuá), cuya razón de ser en la coalición es precisamente dirigir las negociaciones, lograron frenar los carros comandados por Uri Ariel, Naftali Bennet (Habait Haiehudí) y Avigdor Liberman (Israel Beiteinu) entre otros, y en lugar de dar el portazo final a las negociaciones, se decidió su suspensión hasta nuevo aviso, eso sí, con sanciones serias a la Autoridad Palestina.

Bien hizo Hanegbi, hoy por hoy una de las voces más centradas del Likud, en declarar a la emisora Galei Tzahal: «Si el nuevo gobierno (que surja del acuerdo Fatah-Hamás) acepta las tres condiciones del Cuarteto -no violencia, reconocimiento de Israel, y reconomiento de los acuerdos anteriores- podremos volver todos a la mesa de negociaciones». Lo dijo escéptico, pero está muy bien.

Los estofados de Mahmud Abbas

En el lado palestino, Abbas también cuece habas. También él puede tener razón cuando dice que el acuerdo con Hamás no contradice las conversaciones con Israel. En efecto, el nuevo intento de pacificación Fatah-Hamás no debería en principio molestar a Israel. Después de todo, sabemos que Hamás llega a este acuerdo desde una posición de debilidad política y quiebra económica: sus fondos en el mundo están congelados, el padrinazgo sirio-iraní ya no existe desde el apoyo hamásico a los rebeldes sunitas en Siria, y el posterior padrinazgo egipcio llegó a su fin también, con la caída del gobierno de los Hermanos Musulmanes, desembocando en una guerra abierta del general A-Sisi contra el Hamás y quienes colaboren con esa organización islamista desde Egipto.

Desde ese punto de vista, Mahmud Abbas llega al acuerdo desde una posición de fuerza, hecho demostrado también por la acordada conformación del gobierno interino palestino: un gobierno de tecnócratas, encabezado por Abbas, y sin gente del Hamás. También se ve en el hecho del llamado a elecciones generales en medio año: hasta ahora, y desde los últimos comicios en 2006, Abbas no se animaba a ir a elecciones por temor a perder a manos de Hamás. Ahora se anima, y son buenas noticias. En el plano político intra-palestino, pues, el acuerdo con Hamás -se vaya a cumplir o no, pues todos los intentos anteriores fracasaron- es señal de un Abbas más fuerte, no más débil, y eso debería alentar a la parte israelí a aprovechar esa ventana de oportunidad para pisar el acelerador y cerrar trato.

Un dirigente de Fatah, en efecto, lo graficó bien en la ceremonia de la firma: «Cuando estábamos separados los israelíes decían que no había con quién hablar porque estábamos separados. Ahora que nos unimos, dicen que tampoco hay con quién hablar, porque nos unimos». En otras palabras, ¿en qué quedamos? Si por más unidad que haya, no hay representantes de Hamás en el gabinete, la política exterior y el proceso de paz se sigue manejando según la línea no violenta y según la agenda de dos Estados que esgrime el Fatah, si Abbas, en suma, puede haber conquistado con este acuerdo la Franja de Gaza sin disparar un solo tiro, ¿cuál es el problema de Israel?

El problema es que Abbas sabía cuál sería la reacción del actual gobierno israelí. Su acuerdo con Hamás le proporciona a los israelíes municiones innecesarias. El hecho se produce después de lograr otra flexibilización de Netanyahu. En efecto, a su amenaza de desmantelar la Autoridad Palestina, el premier israelí respondió autorizando a su equipo negociador a anunciar que la construcción en los territorios sería «moderada» y que la construcción de nuevas casas particulares sería congelada. La segunda condición de los palestinos, de que se debata inmediato el tema fronteras será aceptada, a condición de que también se traten los demás temas centrales. Y también el tema de los presos palestinos, dijo Bibi, se podrá resolver por las buenas.

Entonces, ¿cuál era el apuro de Abbas? Bien podía haber esperado a la firma de un acuerdo marco con Israel, incluidas sus condiciones, e incluida la liberación de la cuarta tanda de presos, que hubiera abarcado también a los árabes de ciudadanía israelí, y el compromiso israelí a liberar otros 400 presos en la siguiente etapa, antes de correr a abrazarse con los fanáticos de Hamás. Éstos no tardaron en hacer su propio marketing del acuerdo, en contra de las negociaciones: «El pueblo palestino estaba yendo por un mal camino en estas negociaciones con Israel; este es el primer paso para corregir el rumbo», dijo sin empacho un dirigente hamásico.

Dado que no se habló ni se resolvió ninguno de los puntos de discordia entre ambas agrupaciones palestinas, el acuerdo puede explotar antes de que se concrete siquiera la formación del gobierno interino. Hamás y Fatah difieren, especialmente, en quién va a controlar los medios de combate que hoy posee Hamás, con decenas de miles de cohetes apuntados a Israel y, sobre todo, qué agenda va a primar: la de dos estados (Fatah), o la de un solo estado, islámico y con la destrucción de Israel mediante, esgrimida por Hamás. Y si la lucha frente a Israel será la diplomática del Fatah o la violenta de Hamás.

Y dado que sabía que este acuerdo echaría por tierra la firma del acuerdo marco, la responsabilidad política de Abbas supera en este caso a la de Netanyahu que, hay que decirlo, dio mejores muestras de flexibilidad y muñeca política a la hora de ofrecer soluciones creativas, aun con la presión de su ala derecha soplándole en la nuca.

En tanto, todas las partes parecen respirar aliviadas en esta semana, como quien ha ganado tiempo hasta el próximo round. La única pregunta que queda pendiente es si el tiempo corre a favor de alguno de ellos. Si el fracaso total de las negociaciones lleva a una nueva erupción de violencia, ambos habrán perdido.

Y quién sabe, quizás todas estas acciones y reacciones no sean más que enérgicos intentos de último momento, antes del 30 de abril, fecha tope de esta etapa de las negociaciones, por llegar en buena posición a un final un poco más feliz. Inchallah…

John Kerry, bueno para los palestinos… y para los israelíes

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En Israel también lo acusaron de perseguir solamente el Premio Nobel de la Paz. John Kerry.

Por Marcelo Kisilevski

El hermano del secretario de Estado norteamericano, John Kerry, publicó ayer en Yediot Ajaronot una carta abierta a los israelíes donde intenta defenderlo de aquellos que lo denostan en el lado israelí de la mesa de negociaciones con los palestinos. Algún transnochado diputado israelí (específicamente Moti Yoguev, de Habait Hayehudí, partido religioso nacionalista), dijo que en sus palabras acerca del posible boicot a Israel se notaba un «tono antisemita». Antes, el ministro de Defensa Moshé Yaalón lo había acusado en diálogos cerrados de ser «obsesivo y mesiánico» en sus denodados esfuerzos de paz. Algún otro aseguró que Kerry había «declarado una guerra al Santo Bendito Sea». Sus comentarios sobre la ola de boicots que podría estar cirniéndose sobre Israel si esta negociación fracasa fueron tomados como desembozadas amenazas por parte del Secretario de Estado de que EEUU apoyaría tales boicots. No fue un malentendido: fue un calculado -y notoriamente sobreactuado- ataque contra el norteamericano.

Para presentar su caso a favor de su hermano, Cameron Kerry despliega en su artículo el pasado judío de la familia, remontándose a los días de la Segunda Guerra Mundial. Comienza contando que viajó con un grupo de su sinagoga en Boston a los campos de exterminio en Europa. Su abuelo Frederick Kerry, nacido como Fritz Cohen, tuvo que convertirse al catolicismo debido al antisemitismo en el ejército checo, en cuyas filas servía. Su madre fue una de tantos refugiados huidos a París por el terror nazi, y sirvió como enfermera antes de ser encerrada por su ayuda a la resistencia antinazi francesa. Entre otros, ayudó a familias judías a huir de la Francia de Vichy. Cameron mismo, con todo este telón de fondo, se convirtió más tarde al judaísmo y John le dio su bendición, si bien no se sumó.

Todo esto y muchos otros episodios que cuenta son parte, según Kerry, del ADN de su hermano John. Esto, y el hecho de que desde siempre estuvo involucrado y siguiendo de cerca el conflicto mesoriental, incluido un vuelo en un avión militar cruzando todo Israel, comprendiendo que se podía atravesar el país en minutos. Desde entonces, dice, John está comprometido con la seguridad de Israel. Y para Kerry, como para muchos israelíes, incluido el aquí firmante, la única manera de que Israel continúe siendo un estado que sea a la vez seguro y a la vez judío y democrático, es crear un estado palestino a su lado, con el que pueda vivir relativamente en paz. (Y no me refiero aquí a la pregunta de si es posible llegar a eso o no. Esa es una incógnita que dejo a la opinología y la futurología de los lectores, aunque tratándose del Medio Oriente, no recomiendo estar seguro de ningún escenario, ni rosado ni negro).

Los exabruptos de algunos políticos israelíes deben ser leídos como nerviosismo por lo que se perfila como la cercanía de la hora de la verdad, el «money time», cuando ambas partes deberán tomar decisiones históricas como dolorosas. También los palestinos opuestos al proceso de paz hacen lo propio, en su caso aumentando los intentos de atentados terroristas, tanto desde Gaza como desde Cisjordania, para sabotear un proceso que ven como amenazante a sus mitos relativos a Dar El Islam, el antiguo Califato perdido, dogma central del radicalismo islámico. En ambos casos, se trataría de buenas noticias, en el sentido de que algo de verdad está logrando mover John Kerry.

Buena propuesta, mala propuesta

Ciertamente su propuesta para un acuerdo marco que logre persuadir a ambas partes de permanecer en la mesa de negociaciones más allá de la fecha tope de fin de abril próximo, no es todo lo que la parte israelí sueña; tampoco es la panacea para los palestinos. A saber:

1) Acuerdo de «dos estados para dos pueblos» tomando las líneas de 1967 como base, con intercambio de territorios. A eso -a tomar 1967 como base- se opone el equipo negociador israelí.

2) Jerusalem será la capital de ambos estados. A esto también se opone Israel.

3) Todas las medidas de seguridad posibles para Israel, incluida la presencia del ejército israelí en el Valle del Jordán. A esto se oponen los palestinos.

4) Los refugiados serán absorbidos en el estado palestino. A ello se oponen también los palestinos; implicaría la renuncia al sacralizado derecho al retorno, quizás un árbol demasiado alto del que les será difícil bajarse. Pero resolvería un absurdo único en términos de política internacional: que un reclamo de un país a otro sea que éste acepte en su territorio a parte de la población de aquél.

5) Reconocimiento de la naturaleza judía del Estado de Israel. A esto se oponen los palestinos con más energía aun.

6) Compensación económica a los judíos orientales, aquellos que fueron prácticamente expulsados de los países del Medio Oriente en reacción a la creación de Israel. Este curioso punto puede estar motivado en su percepción de que es necesario trazar un paralelismo con los refugiados palestinos, que ulteriormente podrían ser también compensados materialmente. O bien, como se ha analizado en Israel, podría ser un intento de congraciarse con una parte de la opinión pública israelí, prácticamente la mitad de la población judía, que, debido a sus vivencias personales de expulsión y persecución, no ve con buenos ojos ningún acuerdo con árabes de cualquier tipo y lugar. De todos modos un punto extraño, si bien se mira, que implica involucrar -y hacer pagar- a otros países que no son parte de esta negociación específica.

Se dice con razón que una negociación exitosa es aquella en la que ambas partes se sienten perdedoras en igual medida. Para que esta negociación sea exitosa, hace falta un mediador que, si bien pueda no ser imparcial (y Kerry, insistimos, se declara abiertamente pro-israelí), por lo menos sea equilibrado. Los israelíes no necesitan un mediador que sea favorable solamente a Israel, porque la sola sospecha de que ello es así echaría por tierra la confianza palestina en esa mediación. Obama y Kerry son mejores que sus antecesores para los israelíes, porque son mejores que esos mismos antecesores para los palestinos. Una propuesta que incluye puntos inaceptables para ambas partes, por lo tanto, es una buena propuesta. Por lo menos para seguir negociando más allá de abril.