Escalada en Medio Oriente: algunas lecturas

(Respuesta a comentario a la entrada anterior*)

Querido Andy, gracias por tu coment. La verdad es que no tengo una respuesta contundente a tu pregunta de por qué no se derribó al Hamás del gobierno en Plomo Fundido (2009), pero sí un posible análisis. Cuando tenés un problema como el de los misiles, lo tenés que resolver sí o sí. Y tenés dos opciones: o barrés con todo y hacés un genocidio, lo cual Israel no quiere hacer, o das un golpe duro, que algunos considerarán «desproporcionado» pero que constituye no una solución física (porque si no matás a todos no eliminás toda amenaza de continuación de los misiles), sino un mensaje. El mensaje de Plomo Fundido fue: «Sepan que estamos locos, y si nos tocan un pelito de la nariz, les desfiguramos toda la cara, así que no jodan más». Y la idea es que sea un mensaje de disuasión, que no tiren misiles, no porque ya no vivan, sino porque tienen miedo. La «proporcionalidad de la fuerza» no puede ser respecto de los ataques recibidos, sino con lo que se quiere buscar, que es resolver el problema, a saber, que no tiren más misiles. Entonces el mensaje tiene la intencionalidad de generar un efecto de disuasión.

El problema es que, si elegís la vía del mensaje, lo último que tenés que hacer es eliminar al destinatario, es decir en este caso bajar al Hamás. Porque si le entregás un mensaje al Hamás y después matás al destinatario, en su lugar vendrá otro que no ha recibido ese mensaje, y tendrás que empezar de nuevo: soportar que se sigan tirando misiles, y eventualmente tener que lanzar otro operativo similar. Lo otro que se quiso buscar es que la opinión pública palestina en Gaza presione a su dirigencia hamásica para que se deje de joder. Esto es a mi entender un rasgo de la miopía israelí, porque las opiniones públicas no funcionan así, ni la palestina ni la israelí, ni ninguna otra, pero ta.

El tema de la disuasión sí es más coherente. La idea es que el Hamás, una vez convertido en gobierno, tenga responsabilidad de estado, y sepa el precio que paga por no proteger a la población que gobierna. Esa responsabilidad no la tiene una organización de «resistencia clandestina» en la oposición. De hecho Hamás ha controlado el lanzamiento de misiles casi por completo durante dos años, y en la coyuntura del Medio Oriente dos años no son nada despreciable. Ahora ha soltado las riendas de las organizaciones opositoras, en especial la Jihad Islámica y los Comités de Resistencia. Hay allí elementos de política interna, de relaciones con Irán (que el que está dando las órdenes, por lo menos a la Jihad) creo también de torpedear toda posibilidad de negociaciones con Israel, y quizás incluso de torpedear el intento del Fatah de crear un estado palestino por medio de la ONU en septiembre, en sólo parte de «Palestina». El Hamás quiere todo, y la idea de Fatah de un estado palestino en las fronteras del 67 es para ellos una traición a Allah. Dos años de tranquilidad, en la actual coyuntura del Medio Oriente no son despreciables.

Nabil Shaat (Fatah) está nervioso, pero no sólo contra Israel, él no tendría problema en que Israel aplastara al Hamás y a todos los fundamentalistas, al contrario: con estas acciones de los jihadistas, y las respuestas israelíes, puede estar sintiendo que la maniobra diplomática frente a la ONU se les escapa como agua entre los dedos: la ONU no podría (legalmente) aceptar un estado palestino con milicias paralelas, un gobierno bifurcado e incapaz de controlar el orden público, caos de seguridad, etc. De ahí que intentaran esta reconciliación con Hamás, que a todas luces no les está funcionando.

 

*Jabotito escribió

agosto 21, 2011 a 7:32 am e

Y estos son los “moderados”, nuestros “socios de la paz”. Terroristas de traje y corbata que hablan inglés, pero terroristas árabes al fin y al cabo. “Socios pacifistas” como Nabil Shaath quien declara que Israel “usa los atentados terroristas” como pretexto para impedir un Estado palestino?. Es como que el asesino de tu padre te diga que no uses ese hecho como excusa para no prestarle dinero.

Mucho antes de estos horribles y cobardes ataques yo estaba en contra de darles un Estado. No por motivos ideológicos (no me muero por un “Eretz Israel ha Shlemá”), sino precisamente políticos y estratégicos. Estas declaraciones, además sin ningún tipo de compasión por las víctimas inocentes (sería como increpar en medio de un accidente a un peatón atropellado que se está revolcando en el suelo por haber cruzado mal la calle, sin atenderlo primero y esperar a que llegue la ambulancia, en definitiva mostrar un poquito de compasión humanitaria), es la prueba cabal de que Israel no debe permitirle a semejante liderazgo tener un país soberano a pocos kilómetros de Tel Aviv. No se trata de “los territorios” que tanto obsesiona a la izquierda transnochada del Haaretz, sino de seguridad lisa y llana.

Espero que terminen pronto la barrera de seguridad en la frontera con Egipto, tal como hicieron en Judea y Samaria, pero esta vez que le pongan un cerco electrificado. Hay que poner un límite al traspaso de inmigrantes ilegales, traficantes de droga y terroristas en el sur del país, porque aparentemente esa frontera se está haciendo tan porosa y débil como la de EE UU-México o la Triple Frontera. No se puede confiar en los gobiernos árabes inestables, porque hoy son tus socios y mañana no se sabe…

Lo que no entiendo, quisiera que algún israelí me conteste (preferentemente el autor de este blog), es por qué no terminaron el trabajo que empezaron en Plomo Fundido. Por qué allá por el 2009, cuando se estaba por lanzar la tercera fase de la operación para destruir por completo al Hamás y demás grupos terroristas, le pararon los pies a Yoav Galant bajo la excusa de que “podía ocasionar muchas bajas propias y la comunidad internacional condenaría a Israel”. Ahora van a tener que terminar el trabajo que dejaron incompleto en Gaza en medio de una guerra contra Hezbollah, Siria e Irán que, si no estalla en septiembre, seguramente estallará en la fecha límite (2012)… no falta mucho para la gran colisión.

«Flota de la Libertad», preguntas del día después

Los interrogantes que deja la tragedia de ayer con la «Flota de la Libertad» no se acaban con las referidas a la mala organización del abordaje por Israel. Ese es sólo el comienzo. El resto tiene que ver con los escenarios a futuro, incluidas las posibilidades de supervivencia, a este ritmo, del actual gobierno israelí.

Sangre en altamar. "Flotilla de la Libertad" y después.

Israel pagará barato la tragedia de ayer si se lo juzga por la negligencia en la organización del abordaje a los barcos de la «Flota de la Libertad», más que por su carácter violento. En efecto, las imágenes de los videos no dejaban lugar a dudas: los soldados israelíes, armados con rifles «paint-ball», de hecho un juguete, y pistolas por las dudas, no estaban preparados con medios de dispersión de manifestaciones violentas, como hubieran debido. A bordo del barco se hallaron verdaderos arsenales de machetes de metal, cuchillos, botellas incendiarias (Molotov).

Su idea, se ha explicado hasta el cansancio, no era hacer llegar ayuda humanitaria. Si así fuera, hubieran accedido a la invitación israelí de pasar por Ashdod, dejar los paquetes y emprender el regreso. Aquí se encargarían ya la Cruz Roja y la UNWRA de hacer llegar la ayuda a la Franja. Incluso les hubieran permitido sacarse hermosas fotos en el puerto con fondo de las toneladas de asistencia (que todavía no hemos visto) carteles y cantos por el fin del conflicto e incluso de la opresión israelí. Pero la idea no era esa, sino una batalla bien organizada y bien televisada. Sólo así la protesta iba a llegar, como lo hizo, a las pantallas del mundo. En ese sentido, tuvieron un éxito resonante, e Israel se los ha facilitado en bandeja de plata.

En lugar de flores y palomas de la paz, con carteles de «Sionistas go home», los «pacifistas» los esperaron bien organizados: al bajar de los helicópteros con sogas a lo Batman, cada soldado era tomado por tres o cuatro activistas, lo llevaban a un costado y literalmente lo molían a golpes. Por lo menos a uno -dicen los soldados que fueron más- lo arrojaron de una cubierta a otra en un piso más abajo. Algunos debieron saltar al agua.

Viendo peligrar sus vidas, o las de sus compañeros, los soldados dispararon, primero a las piernas, mientras pedían por radio evacuación médica urgente, y los activistas seguían lanzando bombas Molotov, canicas por medio de hondas, y otras armas creativas como contundentes. En el momento en que los israelíes fueron suficientes en número, las cosas parecen haberse complicado hasta el terrible desenlace: dominio de los barcos, 10 muertos y decenas de heridos.

El día de la ira

Los soldados y la sociedad en Israel amanecen hoy muy enojados, al punto que muchos ya llaman a la renuncia del Ministro de Defensa, Ehud Barak. La puesta en escena de los manifestantes, que unieron a activistas y dignatarios europeos con acendrados militantes islámicos de organizaciones como la IHH turca, los Hermanos Musulmanes egipcios, la Jihad Islámica egipcia (brazo armado de los anteriores) y su homólogo de Jordania, el Movimiento Islámico israelí, etc., lograron su cometido.

La batalla mediática, que estaba ganada para los activistas europeos e islámicos antes de empezar, tuvo para ellos rédito doble, por haber sido planificado acudiendo a la llamada «opción violenta»: se sabe que una manifestación cualquiera tiene obvias posibilidades de salir en los medios -y por ende tener éxito- si hay violencia, a condición que los manifestantes estén dispuestos a pagar el precio. Aquí vinieron a apostar alto, pagaron y ganaron.

Los israelíes se hacen dos preguntas en lo operativo: ¿cómo es que, contando con el nivel de Inteligencia de los servicios israelíes, no se sabía nada de lo que preparaban los activistas? Los soldados estaban preparados apenas para «escenarios posibles», y el de la resistencia violenta era el de más bajas probabilidades. El de resistencia violenta organizada, ni siquiera se contempló.

Segunda pregunta, formulada por el locutor Gadi Sukenik, quien fuera miembro del Comando Marino: cuando se está iniciando el abordaje, y los primeros soldados ven que abajo los esperan con palos y no con flores, se decide de todos modos el descenso de a uno. Dice, casi grita Sukenik: ¿cómo no se abortó la operación en ese preciso instante? Se podía haber reagrupado al Comando y pensar otro modo de neutralizar el avance de los barcos, que ideas no les hubieran faltado.

Tercera pregunta: Israel sabía que la batalla era mediática, que el combate era un forcejeo por la puesta en escena y el encuadre. De todos modos, decidió que el modo de neutralizar la demostración de fuerza era con más fuerza (debido al contexto geopolítico, ver post de anteayer). Lo que queda claro es que, dado el resultado de ayer, en el próximo round Israel adoptará una táctica completamente diferente. ¿Tiene capacidad el actual gobierno para pensar «fuera de la caja»? ¿Lograrán dar con una forma no violenta de hacer las cosas? ¿O será que es Israel el que «entiende sólo por la fuerza»? Por ahora, este gobierno se las viene arreglando muy bien para aparecer, una y otra vez, como el matón del barrio.

El verdadero examen está por venir, porque habrá nueva flota -¿por qué no repetir una experiencia tan exitosa?- y habrá nuevo examen. En 1988, nos recuerda Eitan Haber, amigo y mano derecha del asesinado Itzjak Rabin, una iniciativa similar se resolvió con un agujerito en la quilla, y cierto barco no pudo zarpar del puerto de Roma, hundiéndose miserablemente, y ocupando con suerte cinco líneas en los periódicos de la mañana siguiente. Si la hipocresía de «querer aparecer en los medios» a costa de la vida de la gente es una táctica válida, la travesura de pincharles el bote es definitivamente una respuesta adecuada.

Los escenarios políticos

La cuarta pregunta es la política. ¿Cuáles son los escenarios posibles? No es la primera vez que esta dinámica sobrepasa a Biniamín Netaniahu. Al principio de su primer mandato, en 1996, otro hecho de violencia le hizo cortar su gira por el extranjero. Con la apertura del Túnel de los Hasmoneos frente al Kotel, y la batalla con muertos entre policías palestinos y soldados israelíes, Bibi también debió regresar de urgencia. El entonces presidente Bill Clinton terminó imponiéndole un encuentro con Arafat y eventualmente la retirada de Hebrón.

El interrogante es si no se ha abierto una página similar en la evolución del proceso de paz. La idea de que no hay otra alternativa que el bloqueo a la Franja de Gaza mientras el Hamás gobierne allí, parece haber sido hasta ahora un axioma en Jerusalem como en Washington. ¿Impondrá nuevas concesiones la Administración Obama al gobierno de la derecha israelí? Los ejemplos no se reducen al aflojamiento del bloqueo, sino a la continuación del congelamiento de la construcción en los territorios, su extensión a Jerusalem, etc. ¿Podrá esta coalición de Bibi-Barak-Liberman digerir tales imposiciones sin derrumbarse?

En el plano regional, frente a la carrera nuclear iraní, se había dado un extraño alineamiento de fuerzas en el Medio Oriente: en este rincón Irán, Siria, Hezbollah, Hamás, Sudán, y ahora Turquía. En este otro rincón, Estados Unidos, Israel, Egipto, Jordania, la Autoridad Palestina y Arabia Saudita, entre otros. Turquía, gobernado por un partido más islámico que de costumbre, que se venía tambaleando como aliado israelí desde Plomo Fundido, el operativo israelí en Gaza en 2009, está por terminar de cortar sus relaciones con Israel. Egipto es un entusiasta aliado de Israel en su represión al Hamás.

La pregunta es: ¿podrán los mencionados «países árabes moderados» alineados hoy en día con Israel y contra Irán, mantener ese alineamiento sin que el consenso en sus países se quiebre y sus regímenes se tambaleen? ¿Podrá recomponerse algún día la alianza israelo-turca? ¿Qué ocurrirá ahora con las conversaciones de acercamiento con la ANP? Dicen los más críticos: en nombre de la defensa, pero sin haber sido puesto en verdadero peligro, Israel ha arriesgado sus propias posiciones estratégicas por medio de una pésima política de relaciones públicas. ¿Sacará las conclusiones correctas?

A no dudarlo, esta historia continuará.

Israel 2010: adiós paz, hola disuasión

Si algún balance real se puede hacer de lo que fue esta década para Israel, es el abandono de la estrategia de una paz negociada por la de una disuasión mutua con los vecinos enemigos, tal como lo presenta el analista Aluf Ben del diario Haaretz de este viernes.

La nueva estrategia fue un invento de Ehud Barak, que partió de la idea de que «no hay con quién hablar del otro lado». Y si no hay con quién hablar, todo lo que le queda a Israel por hacer es imponer hechos consumados en el terreno de modo unilateral, que aseguren el máximo posible de seguridad para la ciudadanía israelí.

Empezó con Siria. Ehud Barak intentó llegar a un acuerdo por el Golán y, al no conseguirlo de modo negociado, realizó una movida sorpresiva que involucraba al protegido de Siria en el Líbano, Hezbollah, en la forma de la retirada unilateral del sur del Líbano. Israel abandonó la Zona de Seguridad del Sur del Líbano y continuó vigilando y castigando desde lejos, a través de su fuerza aérea. Cuando esto no fue suficiente, Israel lanzó una arremetida bélica aparentemente desproporcionada, pero que tenía por ebjeto crear un equilibrio de disuasión. El mensaje era: el vecino Israel se ha vuelto loco, y no conviene provocarlo más. Desde entonces, fuera de algún misil lanzado por alguna banda indisciplinada, el equilibrio se ha mantenido. También ocurrió con el intento de Siria de hacerse con poder atómico. Cuando Israel destruyó desde el aire el reactor en ciernes, Siria balbuceó una protesta y se llamó a cuarteles.

Lo mismo ocurrió en el sur. Israel se retiró en 2005 de la Franja de Gaza, la organización Hamás quedó como hegemonía, batalla civil con Al Fatah mediante, y a los redoblados misiles Qassam siguió el desproporcionado -en apariencia, desde este angulo- Operativo Plomo Fundido. Luego de algunos misiles de compromiso luego de la retirada israelí, siguió un equilibrio que, a un año, todavía se mantiene. Hamás, vuelto gobierno, incluso reprime a las bandas y hamulas que osan disparar misiles contra el sur israelí.

Porque la estrategia de disuasión tiene dos aristas interesantes. La primera es que tanto Hizbollah como Hamás han adoptado la misma estrategia. El terror directo parece haber dado paso, en la última década, cada vez más, al lanzamiento de cargas explosivas a larga distancia y por aire, es decir sus respectivos misiles. Todo ello, para contrabalancear el poder de fuego de la fuerza aérea israelí.

La segunda arista es en realidad una paradoja de la estrategia iniciada por Barak: para funcionar, necesita del otro lado un poder bien establecido que disuada y sea disuadido, es decir, que pueda responder contrabalanceando el poder propio. Que pueda decidir e imponerse en su terreno. Al retirarse del sur del Líbano primero, y con la Segunda Guerra del Líbano después, el poder de Hezbollah quedó afianzado en esa zona del país de los cedros, y es la organización shiíta la que decide si se dispara y qué se dispara. Para más exactitud, qué no se dispara. Y si hay una katiusha rebelde cada tantos meses, responde al juego interno de fuerzas entre hamulas y la milicia, al otro lado de la frontera, y no a un deseo de recalentar la frontera. Al quedar como poder, Hezbollah se convierte, de una banda de terroristas ruidosos de teorías y mitos, en un gobierno paralelo que debe velar por una población de carne y hueso.

En 2005, Israel emprende el mismo camino en la llamada Desconexión, de un Ariel Sharón convencido de que con el gobierno de la ANP no se podía hablar. Eso, su triunfo en las elecciones palestinas y su reyerta con Al Fatah convirtieron también al Hamás, de una banda de terroristas despreocupados e irresponsanbles, en un gobierno que debe velar por un millón y medio de palestinos. Luego de Plomo Fundido, la principal función de Hamás es garantizar que el operativo no se repita, si quiere perpetuarse en el poder.

Luego de la Desconexión, Ehud Olmert quiso continuar con la nueva estrategia israelí, y ya había comenzado a lanzar globos de ensayo sobre su «Plan de Convergencia» para la retirada unilateral de parte de la Margen Occidental, pero la Segunda Guerra del Líbano le hizo encajonar los planes.

Justamente esta simetría en la estrategia de disuasión es la que puede convertir a las partes del conflicto en interlocutores más válidos y más competentes que antes, como parece probarlo, por ejemplo, la negociación indirecta entre Israel y Hamás por la liberación de Guilad Shalit. Pero si los actuales intentos de reanudar las negociaciones de paz vuelven a fracasar, no será extraño ver nuevamente a Israel fijando hechos consumados de modo unilateral, que ciertamente vayan poniendo fin a la política de ocupación, pero desatando en el terreno situaciones y dinámicas impredecibles.

La Muerte Vecina

A veces la muerte necesita nombre y apellido. Por eso, tal vez, porque es difícil, Israel decide honrar al último soldado muerto ese año. Este año, todos los soldados muertos se llamaron Yonatan Netanel, oficial comandante de destacamento, muerto por «fuego amigo» en el operativo «Plomo fundido» en la Franja de Gaza. Él y su familia fueron honrados por el estado y el ejército, las fotos de sus padres, su viuda, y su hijita Maayán salieron en todos los medios.

Yo recuerdo a Malki Netanel, la mamá de Yonatan, de la calle Arieh Dultzin, en el barrio de Guivat Masuá en Jerusalem. Allí viví 3 años con mi familia. Cuando recibimos muchos invitados, Malki nos prestó todas las sillas. Desde entonces, siempre nos saludaba, preguntaba si necesitábamos algo, se esforzaba en encontrar algo que pudiera hacer por nosotros. Con dulzura, sin cargosear, parecía explicarnos que al ayudarnos, nosotros en realidad la ayudábamos a ella. Los ortodoxos conciben una especie de «banco de mitzvot»: si hacen más buenas acciones, así les irá de bien en el mundo venidero, a la hora del último balance. Por eso, cuando uno hace una buena acción, te la agradecen diciendo: «shetizké lemitzvot», algo así como: «que se te acrediten buenas acciones (en el banco del más allá)».

Y Malki, mamá de Yonatan z»l, invertía mucho en su banco de mitzvot. Quizás será por eso que llamó a su hijo Yonatan, como una plegaria doble: Yonatan significa «Dios ha dado». Y «Netanel» significa… exactamente lo mismo, aunque invertido: «Ha dado Dios». Yonatan Netanel. Dios ha dado, ha dado Dios. Como un pedido, o como un temor y una premonición.

No lo sé, sólo sé que por lo que sabemos de este mundo de más acá, a Malki no le alcanzaron sus depósitos en el banco de más allá. A menos que estemos viendo, nosotros acá, todo al revés.

Una buena y hermosa familia, la familia Netanel, de Jerusalem. Yonatan murió por «fuego amigo» en el operativo «Plomo fundido». Su padre, el rabino Amos Netanel, esposo de Malki, se apresuró a enviar una carta de «abrazo» y amor a los soldados que dispararon equivocadamente un obús de tanque contra la edificación en la que se ocultaron Yonatan y los soldados que comandaba.

Nada de venganza, nada de odio. Así debía ser, porque fue Dios el que lo ha dado. Y fue Dios el que ha quitado, quien sabe, para dar otra cosa.

Taír y Tâher

Por Darío Teitelbaum – Kibutz Gvulot, en el límite con Gaza

Taír es mi hija, y es tan real como sus respiraciones, que escucho llegar de la habitación contigua donde duerme. Taír tiene cuatro años y nueve meses (a pesar de que ella sostiene tener cuatro y medio) y vive con su mamá Ana y conmigo en el Kibutz Gvulot (1).

Tâher es tan real como mi hija Taír. No estoy seguro si se llama Tâher, si tiene cuatro o cinco años. No se si vive en Rafah , en Nuseirat o Shaty. Con seguridad hay una, diez o cien Tâher en la Franja de Gaza.

Taír significa «iluminará» , neologismo hebreo.
Tâher significa «puro, limpio», en árabe literario.
Al parecer las raíces etimológicas de ambos nombres desprenden de una fuente en común. Fuente seca en estos días.

Taír se fue a dormir , luego de cenar. Cena habitual de sábado, cena que Ana y yo logramos proveerle día a día (así como los desayunos, almuerzos, meriendas y demás antojos infantiles) gracias a nuestro trabajo. Ya que estamos en invierno (no muy riguroso, por cierto) su habitación está agradablemente calefaccionada. Ana le leyó un cuento.

No sé dónde Tâher duerme esta noche. Quizás en su propia casa, quizás en la de su tío en un barrio más seguro, lejos de zonas de lanzamiento de misiles Kassam y de represalias israelíes. No sé qué comió Tâher, si fue comida caliente , o tan sólo una ración repartida por las organizaciones humanitarias. Ni sé si Tâher sufre frío o soledad.

Por cierto Taír se quedó en casa con nosotros, no así muchas «Taír» de su edad , habitantes de la región del Neguev, que optaron – sus padres optaron – por salir de la zona ante la inminente amenaza de caída de misiles tipo Kassam y Katiusha, la constante tensión de vivir bajo interminables alarmas y de compartir un jardín de infantes improvisado en un refugio subterráneo.

Taír y Tâher viven en estos dias una vida que ellas no eligieron, sino que nosotros como progenitores les asignamos, y quizás (ojalá no) a la cual las condenamos.

Sus vidas no son simétricas, ni tampoco lo es el mundo que les construimos. Tampoco lo es la ceguera terrorista de aquellos que no reconocen el derecho de Taír de vivir sin amenazas de muerte, o la impotencia nuestra de no llegar a un acuerdo que permita a Tâher lo mismo que está permitido a mi Taír.

No obstante las asimetrías, ambas están potencialmente bajo un extremo riesgo existencial: ser las victimas de un conflicto como no tiene lugar sobre la faz del planeta.

Un conflicto que amenaza al carácter humano de todos y cada uno de nosotros, sea en las calles afligidas de Sderot, en los senderos tortuosos de Beit Hanun, en los campos de Jolit y el las playas de Dir el Balah.

Un conflicto que pone en evidencia el oscurantismo de los fundamentalismos y lo nocivo de los nacionalismos exacerbados, y esto más allá del derecho natural de los pueblos a la autodeterminación.

Conflicto en el cual todo humanista, antes de tomar partido impulsivo debe acudir a la empatía y a la capacidad de entender la situación de riesgo latente y peligro inminente. La reacción natural de cada padre de defender a su niña. A su Taír o a su Tâher.
Y al comprender esto, su obligación moral (y no solo política) de actuar en favor de disminuir ese riesgo, esa amenaza y ese temor.

Es su misión hacer que las Taír y las Tâher puedan gozar de una niñez feliz, una adolescencia plena y una perspectiva de vida digna.

Eso no se logrará con un Kassam o un hombre-bomba, ni con un tanque o un avión, ni con negaciones ni abnegaciones.

A eso no se llegará si cada año se suman a la lista de muertos, heridos, damnificados y afectados, y así se refuerzan los circulos viciosos de la violencia.

Sino al entender el riesgo y peligro y potencialidad de una tragedia más profunda aún, ejercer la defensa y autodefensa por medio del diálogo, del respeto a la vida y de la voluntad humana de auto superación.

Mi Taír y Tâher podrían cumplir con la aspiración que sus nombres encierran: iluminar y purificar…Amén, asi sea…

O mejor dicho… hagámoslo así.

Darío, Papá de Tair,

1 Kibutz Gvulot, granja comunitaria situada a 7 Km. de la franja de Gaza

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Dor (generacion, nombre masculino hebreo)/ Janan Yovel

La próxima generación duerme en la habitación de al lado,
Oigo su respiración.
La próxima generación duerme en la habitación de al lado,
Balbucea temores al soñar.
Quiero acercarme, abrazarlo fuerte
Pero al meditarlo entiendo
Yo me equivoqué, él razón tendrá
 

Dor, Dor,
No quiebres tu sueño como lo hice yo
Dor, Dor  
No remates tu mundo.
Abre tus ojos, no olvides lo que ahora anhelas
Extiende tus manos, pero no confíes en los que en vano imploran
No te silencies, enfréntate a mí…
No te fíes de mi generación.

La próxima generación distingue muy bien entre bien o mal
Y con un desarrolado sentido de justicia sabe contar.
La próxima generación puede ver claramente lo que sucedió
Y no mantiene en secreto su sensación.

Quiero decirle – basta ya,
Que alto costo tiene este mundo
Pero al pensarlo nuevamente sé que —
Él es tan puro, yo ya no lo soy.

Dor, Dor …

La próxima generación duerme en la habitación de al lado,
Oigo su respiración.

Ahora sí: El Día Después

(Extracto de la nota «Licitación para la Reconstrucción», de Alex Fischman en Yediot Ajaronot, Suplemento de Shabat, del viernes 16.1.09)

El Jihad Mundial tardó en darse cuenta del operativo «Plomo Fundido». Recién una semana después comenzaron a verse, en los sitios web fundamentalistas, llamados a armarse y cumplir preceptos de «Jihad personal», penetrar en Palestina y atacar. Días después dieron instrucciones más detalladas, puntos ideales para infiltrarse, lugares clave a ser atacados.

De repente, se registraron algunos incidentes en las fronteras. Disparos desde la frontera con Siria contra una patrulla de Tzahal, o contra otra de la Gendarmería en la frontera jordana. Casos aislados, pero en Israel -y también en Siria y Jordania- tomaron en serio esas señales, producto de la incitación de la Jihad Mundial por Internet.

Esta semana (por la pasada) se sumó también Bin Laden a los llamados a convertir a Gaza en un segundo Afganistán, pero para Hamás, todos llegaron tarde. En los bunkers de Gaza comienza un balance doloroso con un profundo olor a derrota y a traición. El «Ratzád» (servicio de inteligencia interno del Hamás) mandó agentes a la calle, al mercado, a ver qué dice la gente. A pesar de lo que los gazeños dicen por la televisión del mundo, los líderes del Hamás saben la verdad: comienzan a percibir la agitación en la calle palestina, que se pregunta si la guerra fue conveniente, y acusa al Hamás de un comportamiento «aventurero». También apuntan su bronca y su dolor contra sus hermanos palestinos en Cisjordania, que no hicieron nada en su favor, y contra los países árabes, que no enviaron ayuda desde afuera. La sensación generalizada en Gaza es que el liderazgo los llevó a una situación miserable y que el mundo los ha abandonado.

El número de refugiados en Gaza llega ya a 90 mil. La gente que se escapó de sus casas -tanto por los preavisos del ejército israelí como por temor a los bombardeos- no tiene adónde volver. Nadie, hoy por hoy en Gaza, tiene solución para estos refugiados. Parte se hospedan con familiares y parte dan vueltas por sus casas en ruinas, intentando salvar algo más. Tzahal se encontró con una «ciudad de explosivos», y destruyó cada casa, barrios enteros, sospechosos de estar entrampados con bombas.

Es de suponer que en el Hamás hablan hoy de un fracaso total en la preparación de la retaguardia civil para la guerra. Los hospitales no fueron equipados con implementos médicos suficientes, no se formaron equipos de rescate y salvataje al nivel necesario, no fueron diseñados programas para resolver los problemas de los refugiados ni de la reconstrucción de infraestructura que colapsó en la guerra: agua, electricidad, alimentos.

En este punto temporal, el Hamás no sabe ni por dónde empezar. Todas las oficinas gubernamentales fueron borradas, la gente no tiene siquiera adónde ni a quién dirigirse. No hay dinero en la caja de gobierno ni un registro poblacional ordenado. Israel destruyó 12 mezquitas centrales en Gaza utilizadas como reservorios de armamento y municiones, acción que no se había realizado jamás en confrontaciones entre Israel y el mundo árabe. El gobierno del Hamás, que era la cúspide de los logros del movimiento fundamentalista en el Medio Oriente, perdió su capacidad. Si no da respuestas a la población, perderá su legitimidad en la calle. No hay todavía señales de revuelta en la calle gazeña, ni las habrá, pero hay algunos incidentes que dan cuenta de la insatisfacción. A no pocas células del Hamás los civiles les exigieron bajarse de los techos de sus edificios de viviendas. No los quieren allí. No quieren «ligarla» por su culpa.

Hamás y el mundo árabe todo, estudian ahora las lecciones de esta guerra. Hasta la Segunda Guerra del Líbano pensaron que habían hallado una «patente» para combatir a Israel: lanzar cohetes contra su retaguardia civil. Con «Plomo fundido», la patente terminó de colapsar, pues Israel devuelve con la misma moneda.

La segunda lección es la militar propiamente dicha. En Hamás intentan averiguar ahora por qué su plan de defensa militar no funcionó. No entienden, por ejemplo, por qué los tanques israelíes no fueron penetrados ni volados como en el Líbano. Por qué el plan de ataque que habían preparado, de fuego ascendente contra la población israelí, fracasó. No sólo en Hamás. También en Beirut, en Damasco y en Teherán, intentan ahora reunir data del campo de batalla y entender qué fue lo que hizo allí Israel. Qué defensas tenían los tanques, cómo actuaron los grupos de combate de Tzahal. Esta guerra encendió entre los sirios y los iraníes varias luces de advertencia.

Si bien Hamás no levantará banderas blancas e intentará presentarse como vencedor, le costará muchísimo vender esa historia de éxito. Al no lograr anotarse logros en las batallas frente a Tzahal, comenzaron a fabricar historias sobre muertes de soldados israelíes. Fuera de Al Jezeera, nadie compró. Ni siquiera lo creyó la calle en Gaza. Hamás sabe que ha fracasado, y los egipcios, en las conversaciones de El Cairo, se preocupan por ponerles bien en claro su miserable situación. Los egipcios son concientes de las fisuras entre Hamás-Damasco y Hamás-Gaza, y humillan a los representantes del Hamás con la exigencia de rendición total. Los del Hamás no luchan ya por las condiciones de la rendición, sino por el honor de su organización.

En cuanto al resultado final, Israel no quiso derribar el gobierno del Hamás, por temor a que se generara un vacío de gobierno al que fueran atraídos factores islámicos aún más extremos, y a una anarquía de bandas armadas. A Israel le es cómodo que Hamás permanezca en su puesto, pero que sea un Hamás debilitado. Esto se oponía al interés egipcio que, precisamente, deseaba ver caer al Hamás del gobierno de Gaza. Cuando el Comando Sur presionaron para continuar avanzando, en el Alto Mando en Tel Aviv los frenaron, y no sólo por razones humanitarias o presiones diplomáticas. Otro golpe, y el Hamás se habría desmenuzado por completo. ¿Y entonces qué? ¿Habríamos tenido que formar una administración militar y empezar a repartir alimentos y preocuparnos por los refugiados?

La carrera hacia la reconstrucción

Nadie sabe estimar los daños a la Franja de Gaza en las últimas 3 semanas. La Oficina Central de Estadísticas Palestina habla de 1.500 millones de dólares. No suena a mucho en términos de catástrofes internacionales, pero relativamente al presupuesto de la ANP es una cifra astronómica. Ahora comienza la carrera hacia la reconstrucción. Empieza por goteo de puentes aéreos: un avión francés trae insumos, otro de la UNICEF desde Dinamarca, delegaciones de Médicos sin Fronteras que intentan obtener autorización israelí para actuar en la Franja. La UE ya está reunida con el secretario general de la ONU e intenta hallar financiación para la reconstrucción de las infraestructuras en Gaza. Y ni siquiera es el comienzo.

Muchos organismos extranjeros, occidentales y otros, vendrán y actuarán junto a las organizaciones de asistencia a refugiados. En Europa, EE.UU. y Egipto entienden que se da aquí una competencia: quién llegará a Gaza primero con el dinero, si los iraníes, o el mundo libre junto con los países árabes moderados. Los egipcios colaboran con el cierre del Paso de Philadelphi no sólo por su temor al contrabando de armas que podrían ser apuntadas también contra ellos. Un Philadelphi cerrado seca también los conductos de dinero iraní a Gaza. Decenas de millones de dólares pasaron a Gaza en maletas de dinero a través de los túneles y mantuvieron al gobierno del Hamás. Los egipcios, en cooperación con los jordanos, sauditas y países del Golfo, hacen hoy esfuerzos serios por cortar a la Franja del eje Irán-Siria. «Plomo Fundido» les abrió la oportunidad de devolver la Franja a la Autoridad Palestina y reducir el enfrentamiento israelo-palestino a sus dimensiones locales, en lugar de un conflicto regional.

Para Israel, en tanto, la guerra no se termina con el cese del fuego. Éste traerá también a la prensa internacional y la gran primera batalla de Israel será en el plano del esclarecimiento. El gobierno ha nombrado al ministro Itzjak Herzog para que concentre los esfuerzos israelíes del Día Después. El primer esfuerzo en la batalla por la concientización será incluso el judicial: reunir las evidencias que demuestren que la destrucción de las edificaciones civiles se debió al hecho de que en la zona actuaban organizaciones terroristas. Existe el temor de que el comandante en jefe de Tzahal Gaby Ashkenazi y el general Yoav Galant (que comandó el operativo) deban dejar sus pasaportes en el cajón por mucho tiempo. Una reunión de rutina con los comandantes en jefe de la OTAN en Bruselas podría terminar con su arresto en el aeropuerto.

La lucha israelí por la concientización es un capítulo importante, en el corto y mediano plazo. En el largo, le espera a Israel una lucha de estado prolongada contra la posible legitimación del gobierno del Hamás. En este punto, podría salirle a Israel el tiro por la culata: Israel buscaba debilitar al gobierno de Hamás, pero por la destrucción provocada, Hamás podría precisamente obtener la legitimación internacional. Las delegaciones de asistencia de países europeos y otras, permanecerán en la Franja de Gaza por mucho tiempo, y tendrán contactos constantes con las autoridades. El gobierno local era y seguirá siendo del Hamás. Así, paulatinamente, los contactos humanitarios se convertirán en diálogo político y, seguidamente, en reconocimiento de los países del mundo al Hamás y a la ideología que éste representa.

Traducción y edición: Marcelo Kisilevski, en El Comunicador Personal (www.marcelokisilevski.wordpress.com)

Actualización fósforo blanco

Hoy es un día con varias fiestas. La principal es la asunción de Obama, ¿qué otra cosa? En Israel, el regalo de asunción a Obama en su primer día es que hoy se completa la retirada israelí de la Franja de Gaza. O sea, ya no se tendrá que ocupar de parar la pelea, sino «sólo» de juntar los pedazos.

Y entre las páginas del diario Israel Hayom, que cubre estos dos temas, se cuela un recuadro de Lilaj Shoval titulado:

Tzahal: «Utilizamos bombas de fósforo»

En Tzahal admiten ahora, al término de las batallas en la Franja de Gaza, que durante el operativo «Plomo Fundido» el ejército utilizó bombas que contienen fósforo. Ahora revisan en Tzahal si la utilización de tales bombas fue según las reglas. Las bombas que se vieron por televisión como bombas de fósforo, dicen en Tzahal, no son bombas de fósforo sino bombas destinadas a crear cortinas de humo. Del Portavoz de Tzahal se informó en respuesta que «Tzahal luchó contra factores terroristas respetando las leyes de combate del derecho internacional, y hace uso sólo de métodos y medios de combate permitidos según el derecho internacional».

Hasta aquí Israel Hayom. Agrego yo: Israel hace bien en intentar esbozar respuestas a este interrogante. Si aprendió todas las lecciones de la Segunda Guerra del Líbano, una fue el de la utilización de las bombas de racimo, expresamente prohibidas por la Convención de Ginebra. Desde este punto de vista, lo lógico sería que Israel se cuidara hasta lo más profundo de no volver a utilizar juguetes de guerra prohibidos. Sobre todo, insisto, tratándose de un combate desigual, fácilmente se podía haber abstenido de tales lujos. Nota: nadie rindió cuentas en Israel, ni por la negligencia total en el manejo de aquella guerra en 2006, ni por la violación a la ley que implicó la utilización de bombas de racimo, que provocaron daños y heridos entre la población civil aún después de terminada la guerra.

Todavía quedan, entonces, dos puntos: las bombas blancas vistas por TV eran de humo, eso ya lo sabíamos; pero la prensa israelí misma reveló que el fósforo blanco era usado para encenderlas, es decir que no era su material principal. Aun así, si había fósforo en su mecanismo de ignición, éste no se apaga, y llega a tierra junto con todo lo demás.

Segundo punto: ¿para qué fueron utilizadas, entonces, las bombas de fósforo que Tzahal admite ahora sí haber utilizado? ¿Qué «resultados» se obtuvieron con su utilización? ¿Quién lo decidió y por qué? ¿Quién dio el visto bueno y por qué? Etc.

Feliz asunción de Obama para todos!

Fósforo blanco: gol en contra

Al dar comienzo la fase terrestre del Operativo Plomo Fundido me llamó la atención, en las imágenes televisivas, una de las visiones de proyectiles lanzados por Israel: una especie de fuego de artificio al revés, que estallaba arriba y se dispersaba hacia abajo, y de color blanco. Nadie en la prensa israelí lo comentaba, y supuse que se trataba de otras tantas granadas de iluminación, como otras que también se veían.

Los medios en el mundo empezaron a incluir en sus condenas el uso de fósforo blanco. La organización Human Rights Watch publicó enseguida un llamado a Israel a cesar su utilización.

Al parecer, dice la misma organización, el fósforo blanco era utilizado por Israel para crear cortinas de humo que ocultaran las operaciones militares en tierra, un uso permitido por la ley internacional, según HRW. Sólo en los últimos días, en una nota de la televisión israelí, el ejército explicó que se utilizaba en los obuses de humo sólo para su encendido. Pero el fósforo blanco arde en contacto con el oxígeno, su apagado es difícil, y en contacto con la piel provoca horrorosas quemaduras, de 2° y 3° grado, además de ser capaz de incendiar viviendas y estructuras edilicias.

La prestigiosa organización entiende que «el uso de fósforo blanco en zonas densamente pobladas en la Franja de Gaza transgrede la exigencia del derecho humanitario internacional de emplear todos los medios de precaución posibles para evitar la muerte y herida de civiles». El temor aumenta por el método elegido por el ejército para utilizarlo, a saber, lanzamiento desde el aire, dispersando 116 copos ardientes, en un radio aumentado de entre 125 y 250 metros, en lugar de explosiones localizadas en tierra.

El portavoz de Tzahal negó rotundamente, el 10.1, al segundo día de iniciada la operación terrestre, ante la CNN, que Israel estuviera haciendo uso alguno de fósforo blanco. Sólo en los últimos días se admitió su uso y se esbozó la explicación antes mencionada. ¿No sabía el ejército que el fósforo blanco iba a arder, aun llegado a tierra? En la tele israelí indicaron que el ejército ha comenzado a investigar el caso.

Ya lo dije, y no tengo problemas en seguir argumentando a favor del caso de Israel en esta contienda. Sigo pensando que la mayoría de los críticos y de todos los manifestantes en las calles de Occidente pecan de deshonestidad intelectual al no manifestar también por los muertos en el Congo, o por la cara desfigurada por ácido de niñas escolares afganas a manos de los Talibán. Pero ellos son hipócritas, o sus idiotas útiles. Yo, en cambio, amo a Israel.

Y desde ese amor a Israel, no puedo dejar de preguntarme: ¿hacía falta? ¿Tzahal no tiene otros medios para crear cortinas de humo? Créanme, yo vivo acá, y serví en el ejército. Israel puede crear otras cortinas de humo, sin necesidad de fósforo blanco.

¿Qué quieren que les diga? Hoy me embarga una sensación incómoda. Siento que si no digo esto, no voy a poder acusar a otros de deshonestidad intelectual e hipocresía. Y tampoco voy a poder escribir el post de mañana, donde volveré a explicar que la opinión pública palestina está por mandar al infierno al Hamás, por provocarles esta tragedia, y que Irán se está preparando para reducir daños y financiar el rearme de Hamás, y que Al Qaeda quiere hincarle el diente a la sufrida Palestina, reemplazando a los inútiles de Hamás.

Porque en Gaza han muerto cientos de personas, miles de otras han quedado tullidas y quemadas para siempre, y unos 90.000 han quedado sin casa, y sin que haya nadie que se ocupe de ellos por el momento. Si somos honestos al decir que «no tenemos problema con el pueblo palestino» sino con el terrorismo, entonces por lo menos debemos hacernos cargo de lo que le hemos provocado a parte de ese pueblo con el que no tenemos problema.

El operativo está bien, se justifica, y explicaciones sobran, y las muertes de civiles utilizados como escudos humanos por Hamás son terribles, pero inevitables en toda guerra, sobre todo en una como ésta. Y sí, señores críticos: era una guerra, y nunca se puede saber cuántas muertes se pudieron haber evitado en lo táctico. En lo estratégico, Hamás habría podido evitar todas.

Pero el uso de fósforo blanco por Israel fue un crimen de guerra. Innecesario e inhumano. Sobre todo para un ejército que se jacta de su doctrina de «Pureza de las armas». Desde esa doctrina, esto es un crimen de guerra, y los responsables tendrán que rendir cuentas e ir a prisión. Para que yo, y muchos otros, al defender la causa de Israel, no acabemos, también, justificando crímenes.

Hamás y los niños

Cerca del final de la contienda, y cuando nos acercamos a la hora de pensar en lo que Israel ha hecho en la Franja de Gaza, y en lo que le han hecho, y en cómo seguir de acá en más, vaya este artículo de Ana Jerozolimski, con la que estoy de acuerdo.

LOS NIÑOS EN LA GUERRA CONTRA HAMAS

Por Ana Jerozolimski

Por más que no tenga duda alguna sobre la razón que acompaña a Israel en su guerra contra Hamas, la intención de esta nota no es justificar todo lo que hace Israel. Por más convencida que esté de que la guerra actual en Gaza no habría estallado de no ser por los ataques de Hamas con misiles hacia la población civil de Israel durante años, la intención de estas líneas no es  decir amén a todos los resultados de su ofensiva contra Hamas.

Es terrible que mueran también civiles, especialmente niños. La intención aquí no es minimizar lo grave de ese hecho.

Pero sí recordar que fue precisamente para evitar esas muertes, que Israel se contuvo durante ocho años antes de lanzar el fuerte ataque  que lleva a cabo ahora contra Hamas. Sabía que la muerte de civiles en una zona como Gaza, en la que no sólo hay alta densidad de población sino más que nada terroristas que no tienen reparos en usar a los civiles de rehenes y escudos humanos, sería inevitable.

Y quisiera concentrarme en los niños.

En las últimas dos semanas, recorren el mundo imágenes muy duras de niños afectados, heridos y muertos en Gaza. Ninguno de ellos debería haber perdido tan prematuramente la vida.

Pero para comprender por qué Israel finalmente se decidió a actuar con dureza contra Hamas, aún a riesgo de que el fuego alcance también a niños, blancos no buscados por cierto, hay que conocer también otras imágenes.

Hay que conocer las imágenes de los niños de Gaza usados durante años por Hamas como instrumentos de odio en su propaganda. Imágenes de niños pequeños con uniforme de camouflage, portando armas, practicando maniobras propias de campamento militar durante los “campamentos de verano” en los que todo niño promedio quiere simplemente divertirse y pasarla bien.

Y entonando canciones que les enseñan sus guías de Hamas, con loas a la “shahada”, muerte como mártires, y elogios como “éstos son los niños del cuchillo y la muerte”, que hemos visto personalmente en filmaciones de la televisión “Al Aqsa” de Hamas.

Especialmente espeluznante fue una puesta en escena -que no es nueva, aunque estos días ha comenzado a circular nuevamente por la red- de elogio a la muerte y el suicidio, como valores superiores a la vida y al propio marco familiar. En esa filmación -que siendo yo madre, admito, recuerdo con una mezcla de ira y nudo en la garganta- se ve una niña pequeña, que no parece tener más de 5 años, observando a su madre cuando envuelve algo en una tela, que resulta ser un cinturón explosivo. Le pide a la madre que se quede con ella, pero la madre sale, se ve la explosión que simboliza el atentado suicida que perpetró y luego, nuevamente, la niña que vuelve al dormitorio de la madre, hurga en su cajón y encuentra explosivos. Los toma en sus manos y la música de fondo promete, como si fuera la niña misma la que habla, que “nos juntaremos pronto mamá, porque yo seguiré tus pasos”.

“Ahora entiendo qué era más precioso que yo”, dice la niña.

¿Es normal que el mensaje de una organización que dice representar el bien de su pueblo, enseñe a sus niños que la bomba valía más para su madre que ellos mismos?

¿Es normal mostrar a un niño que ora en la mezquita y que al salir, con el Corán en la mano, empuña también un rifle, mientras de fondo se canta sobre el sueño de morir?

¿Es normal vanagloriarse de que “así como los israelíes santifican la vida, nosotros santificamos la muerte” y mostrarlo como señal de fuerza a tomar en cuenta?

¿Se le cruzaría por la cabeza al editor de un programa de televisión normal y civilizado utilizar las figuras del Ratón Mickey y otros personajes infantiles (como el conejo Assud, en árabe), para diseminar odio , con frases como “me voy a comer a todos los judíos”? La voz es aguda, como es propio del personaje infantil… el contenido, nada infantil por cierto.

Tener esto en mente es esencial para comprender contra quién Israel está luchando. Pero no se atacó a Hamas por esos videos retorcidos ni por el mensaje  fanático que usa a sus propios niños como arma de odio, sino porque además, buscó durante años, incesamente, matar a niños de Israel.

Toda la anormalidad puesta en el desarrollo de ese mensaje de odio y fanatismo, fue puesta en cada cohete Qassam disparado desde Gaza a partir de enero del 2001 –y ni que hablar de los innumerables atentados suicidas orquestados por Hamas  por todo Israel durante años.

En cada cohete había y hay  explosivos y esquirlas destinados a matar numerosos niños. Y no mueren por decenas por día, por la sola razón de que mientras ellos, los terroristas, están dedicados a desarrollar la industria de la muerte, en Israel intentan salvar la vida. Mientras , a pesar de la retirada israelí de Gaza, Hamas se abocó a desarrollar sus misiles y no a hacer florecer la Franja palestina en su nueva etapa, a los niños del sur de Israel se les entrenó sobre cómo y hacia dónde correr para salvarse en 15 segundos.

En lugar de llenar Sderot de misiles y armas, se colocaron protectores de cemento en cada esquina, para que la gente tenga hacia dónde correr. Y se construyeron refuerzos especiales en los techos de escuelas y jardines de infantes, para que puedan detener los impactos directos de los Qassam.

Sólo  eso salvó a los niños del sur. Y el hecho que cayeran cohetes en aulas cuando los alumnos estaban en el patio o viceversa. Y en casas vacías de las que por miedo, la gente se había ido por unos días a lo de familiares en otro lugar, volviendo luego vivos, a una casa destrozada.

Y a pesar de que muchos se salvaron por este cúmulo de razones, Israel no podía dejar de responder al fin a la amenaza, pero no para tomar represalia, sino para tratar de poner fin al peligro. Y eso no se podía hacer lanzando Qassams sobre Gaza, sino atacando a Hamas con una fuerza que le convenza que más le vale no volver a disparar.

Israel no podía no dejar de contenerse. Ya lindaba con lo inmoral el no enfrentar la amenaza. Su pecado no fue salir al fin a combatirla, sino no haberlo hecho mucho antes.

Es tal como me dijo el viernes último el escritor israelí Abraham B. Yehoshua en una conversación telefónica . ”Si cayera en Madrid un misil por semana -no varios por día durante años como en el sur de Israel sino uno o dos por semana- ¿acaso alguien en España diría que no hay que reaccionar contra quienes los dispara porque  casi siempre sólo hay  heridos y algunos daños materiales?”.

Sea como sea, entre los muertos cobrados por los Qassam, hubo varios niños de Sderot. Muchos otros quedaron con secuelas para toda la vida, aunque sus fotos no estén dando vuelta al mundo .

Israel no salió a atacar a Hamas en Gaza para “vengarlos” sino para garantizar que la lista de muertos no pueda seguir aumentando… y porque nadie podía asegurarle que algún día no se le terminara la cuota diaria de milagros.

«Hamás vs. Israel» como sistema

La discusión sobre quién tiene razón en el actual enfrentamiento en Gaza es absolutamente estéril. Los críticos de Israel encuentran «pruebas en el terreno» de que Israel es culpable, porque los números no mienten: 760 muertos en 10 días es un crimen de guerra. Los defensores de Israel tampoco mienten. De esos 760 sólo un 25% son civiles, y el resto son militantes de una organización a todas luces terroristas que asedió a Israel durante los últimos 20 años y que usa a los civiles palestinos como escudos humanos.

 El mundo se olvida, como dice mi colega Jana Beris, que Israel se viene autoconteniendo de no hacer este operativo desde hace 8 años, precisamente para no matar civiles, lapso durante el cual Hamás mataba cientos de israelíes con sus Qassam y sus hombres-bomba. Y tiene razón también Alan Dershowitz, cuando dice que el criterio numérico no es el único que debe usarse para juzgar los hechos, y que incluso se convierte en un criterio perverso. Pues el criterio que define, dice, es el de el riesgo que impongo a mi enemigo. Si una organización terrorista dispara un misil para deliberadamente matar niños en un jardín de infantes de Beer Sheva, Israel tiene derecho, amparado por la ley internacional, a matar a todos los combatientes de la organización que ordenó el ataque, no importa su número. Y no importa que no haya muerto ningún niño: Israel no puede ni debe permitir que el Hamás juegue a la ruleta rusa con los suyos, dice Dershowitz.

Todo esto está bien. Llegados a este punto, con una organización intransigente disparando cohetes de modo histérico, jugando al todo o nada y al suicidio colectivo, el operativo israelí, terrible, doloroso para ambas partes, cuantitativamente más terrible y doloroso para los palestinos –nunca nos olvidemos de los civiles palestinos, ni de los nuestros, ni a nuestros soldados- era inevitable y está justificado. Pero la pregunta que Israel deberá hacerse el día después es cómo no llegar más a «este punto».

Pues la seguidilla de hechos que llevan a todos los operativos israelíes, que hacen recrudecer el odio de los palestinos, que hacen florecer organizaciones terroristas demenciales, que «no pierden la oportunidad de perder la oportunidad», que arrastran a otro «operativo inevitable», donde todos «tienen razón», forma parte de un patrón estanco.  

Ya se ha hablado más de una vez de círculo vicioso. Le preguntan a un hombre golpeador por qué le pega a su mujer. «Porque se la pasa gritando», contesta. Le preguntan a su mujer por qué grita: «¡Porque me pega!» Así sería la cosa en el Medio Oriente. Los palestinos creen que hacen «resistencia» contra la violencia israelí cuando realizan actos de terrorismo contra civiles, y los israelíes creen que combaten el terrorismo cuando realizan sus operativos. Así lo explicaba en los años ’60 el teórico de la comunicación Watslawic en su «secuencia comunicacional». Según este modelo, todo se trataría de un gigantesco malentendido.

Creo, en cambio, que se puede abordar mejor el patrón de acontecimientos utilizando el modelo del «pensamiento sistémico» propuesto por el teórico Peter Senge. El modelo va más allá de lo comunicacional, al introducir el concepto de un sistema de fuerzas, que actúan en resistencia mutua, confirmándose, sin que una pueda existir , de hecho, sin la otra. Se trata de un sistema dinámico, no de una mera secuencia o un círculo vicioso.

Nadar contra la intuición

Vaya una historia del propio Senge, en su libro «La quinta disciplina», traducido al hebreo como «Hairgún Halomed», «La organización de aprendizaje»:

«Hace unos años fui testigo de un trágico accidente, cuando salimos a navegar en Main, a principios de la primavera. Llegamos a un pequeño dique, y bajamos a la costa para pasar nuestra embarcación al otro lado del obstáculo. Llegó al lugar un segundo grupo, y un joven que estaba bebido decidió pasar su rapsoda de goma al otro lado del dique. Luego de pasarlo, la rapsoda volcó, y el hombre se vio lanzado al agua congelante. No logramos llegar hasta él, y contemplamos horrorizados su lucha desesperada por nadar contra la corriente, contra las olas que volvían hacia la base del dique. Su lucha continuó sólo algunos minutos, y entonces murió por enfriamiento. Su cadáver inerte fue chupado de inmediato en el torbellino acuoso. Segundos después, su cuerpo resurgía flotante hacia la superficie, unos 10 metros corriente abajo, libre del torbellino de la base del dique. Lo que el joven intentó hacer en vano  en sus últimos momentos de vida, lo hizo por él la corriente, segundos después de su muerte. Irónicamente, fue precisamente su lucha contra las fuerzas que actuaban en la base del dique la que lo mató. No sabía que el único camino para salvarse era ‘contrario a la intuición’. Si no hubiera intentado mantener la cabeza sobre el agua, sino buceado hasta donde la corriente se mueve río abajo, se habría salvado».

Senge aplica esta historia, su teoría y todo su libro a empresas e instituciones. Habla de «prototipos sistémicos» y del modo por el cual sus diversos actores se retroalimentan para perpetuar situaciones repetitivas. Entonces, hace referencia a situaciones más amplias: «Cuando se revelan prototipos en la familia, en el sistema ecológico, en la noticia periodística o en la sociedad, a menudo no las vemos tal como las sentimos, debido a su complejidad. A veces nos crean una sensación de dejá-vu, una especie de sospecha de que ya hemos visto este patrón de fuerzas en el pasado. ‘Ah, otra vez’, nos decimos. Si bien los gerentes experimentados conocen muchos de estos moldes argumentales intuitivamente, en general no los saben explicar».

Senge advierte que, para adoptar el pensamiento sistémico, no basta con decir: «hay que ver el panorama general y adoptar una actitud de largo plazo». Pero identificar los patrones en los acontecimientos, dibujar el molde dentro de los cuales se mueven los actores del drama, puede servir para alimentar procesos positivos en la organización, en la sociedad y entre países, y corregir los negativos.

Para llevar la metáfora a la realidad de Medio Oriente, mencionemos los tres tipos de fuerzas que actúan en un sistema: reforzantes, debilitantes y retardadores. Así pues, tanto israelíes como palestinos vienen realizando acciones desde prácticamente siempre, que refuerzan, reafirman y agravan los riesgos del sistema. El operativo Muro de Defensa y sus similares reforzaron el sistema. Los Acuerdos de Oslo fueron un intento de debilitar el sistema, el problema fue que generaron otro sobre el que había que haber actuado subsecuentemente. A la larga, el viejo sistema, el viejo patrón, se vio reforzado. Y la última tregua, entre Hamás e Israel, entre junio y diciembre de 2008, podría ser leído como una fuerza suspensora o retardante del sistema, aunque a la larga sirvió para dar más fuerza a uno de los actores, por lo cual se trató de una inyección reforzante. La única fuerza suspensora a la vista en este sistema resulta ser el poder de disuasión que logra restaurar Israel después de cada operativo. Tal como ocurrió con Hezbollah en el sur del Líbano, que no ha vuelto a agredir con olas de misiles Katiusha el norte israelí, pasará algún tiempo antes de que Hamás vuelva a levantar la cabeza. Pero a no engañarnos, Hamás -o su reemplazo- volverá.

Según el modelo, en lugar de meramente poner el sistema al descubierto para que todos los actores se «den cuenta» del malentendido que genera el «círculo vicioso», aquí se trataría de introducir nuevas fuerzas en el sistema dinámico, capaces de modificarlo.

Si leemos este sistema como en el ejemplo del dique, colocando a Israel en el rol del nadador, el Hamás, con su esencia intransigente, será la cascada que baja del dique generando las olas que vuelven sobre sí mismas y generan el remolino. En lugar de luchar contra el Hamás, entonces, Israel debería efectuar acciones que esquiven al Hamás sin tratar de combatirlo. Pues si lo combate, permaneciendo dentro del sistema, las mismas acciones israelíes generarán a la larga más odio contra Israel y más terrorismo, es decir, perpetuarán la fuerza del dique. Los operativos , desde Muro de Defensa a esta parte, han sido y habrán de ser cada vez más fuertes, más violentos contra los palestinos, y más generadores de odio,  terrorismo palestino y, en el futuro, nuevos operativos «inevitables», porque así es la dinámica de este sistema.

Desarrollo inducido desde afuera

Se debe introducir una fuerza inductora desde afuera, que haga bucear a Israel –y también al pueblo palestino- hacia afuera del torbellino, y que no modifique radicalmente al Hamás,  sino que lo torne irrelevante.  Como el torbellino que sigue existiendo aun cuando el nadador lo ha abandonado a fuerza de buceo, pero deja de existir dentro del sistema, que ha pasado a ser otro, a «pasar por otra corriente».

Pero el nadador necesitaba imaginación, poder pensar por fuera de lo que su intuición le marcaba, que era resistir fuera del agua, combatir las olas que lo devolvían a la base del dique una y otra vez. Como al nadador de la anécdota, imaginación y visión de estadistas es lo que les falta a los actores de este sistema. En una reunión del gabinete con el Alto Mando israelí, uno de los generales preguntó retóricamente: «Está bien, supongamos que volvemos a conquistar Gaza. ¿Entonces qué?» No obtuvo respuesta. Pero él es un general, y en ningún lado se espera –ni se debiera esperar- que un militar piense con mente de estadista. Él sólo debe ganar la batalla. ¿Pero qué hay con los políticos que estaban allí sentados? También son parte del sistema al entender el conflicto sólo en términos de enfrentamiento.

Habrá que pensar con imaginación. Quizás haya que conquistar Gaza y eliminar la amenaza inmediata del Hamás, pero actuar rápidamente para que la próxima organización terrorista –que odiará más a Israel, que será más sofisticada y más mortífera- no llegue a surgir. Israel y el mundo deberán hacer todo al revés en Gaza y en los territorios. Imaginación. Crear un momentum de paz, crear el estado palestino, diseñar una especie de Plan Marshall para ese estado. Es un ejemplo. No sería fácil, porque el pueblo palestino no es el alemán, en el sentido de que, aun si todas las empresas multinacionales del planeta invirtieran y crearan allí puestos de trabajo, habría que darles a los potenciales empleados una extensísima capacitación, que podría durar varios lustros, para ocupar todos esos puestos y poner en marcha esa economía. Pues bien, habrá que empezar cuanto antes. El tiempo que llevaría cambiar el «sistema» no es excusa para no hacer nada, para preguntarnos «¿y después qué?» El supuesto «fundamentalismo» y «lavado de cerebro» de las masas palestinas tampoco es excusa. Las opiniones públicas pueden cambiar, y lo han hecho rápidamente, tanto del lado israelí como del palestino, varias veces en los últimos 20 años.

Sólo la apertura política, la satisfacción a sus necesidades nacionales y su desarrollo económico «medio a la fuerza», harán que el «sistema» sufra –o goce de- un viraje dinámico. Repito: se trata de un sistema de fuerzas que habrá que esquivar, a veces quebrar. Y a no engañarnos: hay fuerzas sistémicas que se oponen al cambio tanto en el seno de los palestinos como de los israelíes. El sistema es mucho más complejo que la dinámica de terrorismo-operativos. Pues la idea de desarrollo económico para los palestinos no es nueva, y ya Shimón Peres, actual presidente, ha escrito un libro al respecto: «El Nuevo Medio Oriente».

Su idea todavía no resultó, porque, a decir verdad, todavía no se intentó. Se intentó la ocupación, que reforzó el sistema; se intentó un acuerdo de paz a medias, sin desarrollo económico, que también lo reforzó; también la inyección de dinero, con la expectativa de que los palestinos se desarrollaran solos, que construyeran su «estado en camino», fracasó miserablemente y reforzó el sistema, al ser utilizados los fondos de los países donantes para la compra de armas y para el desarrollo de elites corruptas.

En conclusión, esta aproximación al conflicto visto como sistema podría servir como herramienta para un cambio estructural en las relaciones con los palestinos. Sin embargo, soy pesimista. Tanto en Washington como en Jerusalem y en Ramallah, siguen creyendo en la buena voluntad de los actores –que están inmersos en este sistema de fuerzas- de cambiar la realidad. Pero los israelíes creen que los palestinos entienden sólo por la fuerza, mientras que los palestinos creen exactamente lo mismo de los israelíes. Según la visión aquí presentada, ambos tienen razón.

Un oficial del ejército israelí ejemplificó con una metáfora el diálogo existente entre la capa militar y la gubernamental, que se mantiene pura y exclusivamente en el paradigma del discurso confrontacional, característico de este sistema: «Nosotros hemos lanzado una pelota al aire, y ahora los políticos deben decidir dónde quieren que la detengamos. Si la detenemos a una baja altura, el gobierno obtendrá un período de pocos años hasta el próximo operativo. Si la detenemos a una mayor altura, tendremos muchos años de calma». Hasta la próxima vuelta.

Tengo un hijo de 8 años. Basándome en el ritmo del sisetma, cuando él esté en el ejército habrá de participar en algún «amplio operativo» de Tzahal contra el terrorismo, necesario y justificado, llegados a ese punto. Ya me estoy preguntando cómo se llamará.

(Publicado primero en Nueva Sión: www.nuevasion.com.ar)