Seguir soñando con la Familia Shómrica

Orna

Sobre la presentación del libro «La senda de un sueño – Historia de la Familia Hashomer Hatzair en la Argentina», de Orna Stoliar.

Por Marcelo Kisilevski

El viernes (31-3-17) estuve en Gaash reencontrándome con amigos y conocidos. A eso fuimos todos, y estuvo espectacular. Más de 300 personas en el moadón javerim del kibutz Gaash, muchos sociales, representantes de todas las promociones de bogrim de Hashomer Hatzair, muchos abrazos, y también nostalgia.

Orna Stoliar es la autora del libro en cuestión, La senda de un sueño – Historia de la Familia Hashomer Hatzair en la Argentina, que no paraba de firmar dedicatorias y de emocionarse. No temía una sala vacía, pero tampoco se imaginó ese lleno total.

En la entrada ya nos esperaba el libro, de factura prolija, diseño actual, y la escritura amena (y en hebreo) de su autora, que incluye también un CD con cientos de fotos y documentos de todas las épocas.*

Conocí a Orna en la redacción de Nueva Sión, por la época de Alfonsín allá y la primera Intifada acá, y nos hicimos amigos, una amistad que me honra. Ella había llegado antes a «la mesa de Nueva Sión«, pero ambos nos incorporamos a la «familia» con algo de retraso. Como lo dijo la propia Orna: «Como muchos de ustedes saben, nunca fui parte de la tnuá… Las circunstancias de la vida me llevaron a la familia después de la edad de tnuá y jativá, cuando el periódico Nueva Sión reanudó sus publicaciones después de la última dictadura militar en la Argentina».

No lo dijo de autorreferencial, nomás, sino para recalcar que ese hecho le permitió, a la hora de escribir La senda de un sueño,  «mantener cierta perspectiva y encarar la tarea desde una gran empatía, pero también desde una postura constructivamente crítica».

El libro reúne historias, a partir de documentos, entrevistas, fotografías, de la saga de Hashomer Hatzair en la Argentina desde los años ’20 del siglo pasado, prácticamente hasta nuestros días. Como no se cansan de repetir sus impulsores, una honorable comisión de veteranos de Hashomer, está a mitad de camino entre la investigación académica y la literatura.

Por ejemplo, Yejezkel Shlomi, del kibutz Ramot Menashé, le cuenta a Orna en el libro:

«Los pisos de las salas en el ken ‘Kadima’ eran de madera. Yo había estudiado en un secundario industrial para maestro mayor de obras y por supuesto, entre otras cosas, también aprendimos a colocar pisos de madera.

«Cuando volví del Majón de Madrijim la tnuá me nombró como Rosh Hakén… Fui a visitar el Ken y se me vino el mundo abajo: ¡un madrij había desmantelado el piso madera de una de las salas para encender una medurá (fogón)! Teníamos que encontrar una solución para que se pudiera dar peulá en ese espacio. ¿Qué hacer?

«Busqué por la zona alguna serrería donde se pudiera encontrar tablas de madera para el piso, y ¡oh milagro, encontré! Más me alegré cuando me enteré de que pertenecía a un judío de buen corazón. No dudé un instante y le pedí una donación de maderas para el ken. El hombre aceptó, pero pidió que las lleve yo mismo. (Sigue)

Lirit

«No tenía experiencia como carretero ni como cargador de madera, pero logré alquilar una carreta y un caballo en un establo que había en el barrio. Llegué a la serrería, cargué las maderas, ¡y allá vamos! Por supuesto no até bien las maderas, y durante el viaje se corrieron para atrás, hasta que el peso logró levantar al caballo en vilo en medio de la calle atestada de tráfico. Intentaba bajar al caballo y arreglar las tablas, en medio de los bocinazos de los coches, cuando justo pasa un pariente mío y me dice: ‘¡¿Tu papá te pagó los estudios para que trabajes de carretero?!’

«Después de no pocos esfuerzos llegué al ken y descargué las tablas… y el mismo madrij que había desarmado el piso me ayudó con la restauración, porque le exigí asumir la responsabilidad por sus actos. Unos días después el piso quedó reinstalado y de nuevo se pudo dar peulá en ese jeder».

Este fue uno de los párrafos que leyó la actriz Lirit Mash en la presentación. El programa artístico se completó con el dúo de folclore argentino de Natán Furmansky y Fernando «Bicho» Naymark, que cantaron como los dioses y animaron a una concurrencia ya animada. Natán, hijo del legendario educador Tata Furmansky (que estuvo presente a sus 92 años e incluso tocó el bombo desde la platea), contó de qué manera su shelíaj lo había sacado de la Argentina durante la dictadura salvándole la vida.

Duo 2

El dúo de Natán Furmansky y Fernando Naymark. A la izquierda, Orna Stoliar. Al fondo, con papeles: Israel Masch, maestro de ceremonias.

El libro fue escrito en hebreo (se prevé su traducción al castellano, recaudación de fondos mediante) y contó con la iniciativa y el acompañamiento de toda una comisión de ex bogrim de la tnuá: Roni Bujman, Menajem Dekel, Israel Masch (que condujo la velada), Iair Rubin, Shlomo Slutzky y Daniel (Danito) Wengrovski. El proyecto se suma a los libros ya escritos sobre Hashomer en Chile y en Cuba, también escritos por Stoliar. Los «shmutznikim» argentinos no se iban a quedar fuera por mucho tiempo. El flamante libro se presentará próximamente en el Congreso Mundial de Ciencias Judaicas en la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Los discursos hablaron del camino recorrido, un camino de logros, también de los valores, y de la difícil realidad israelí actual, en la que la sociedad se derechiza, y la ocupación no cesa. Y por supuesto se habló del libro, de la necesidad de documentar pero, sobre todo, de contar la historia a los que vienen atrás, de una manera humana y convocante, inspiradora.

En fin, como «acto» fue de lo más divertido. Tan contenta estaba la gente, que los de atrás, como suele suceder en los mejores colegios, no paraban de hablar. Sobre todo, se notó la energía de la Familia Shómrica. Una familia que quiere seguir soñando.

 

*Nota: quienes quieran adquirir el libro, pueden escribirle a Israel Masch a:  chichemasch@gmail.com

 

Mucho publico

Más de 300 personas llenaron al tope el moadón javerim de Gaash.

Vaad

Chicos Hashomer