Taír y Tâher

Por Darío Teitelbaum – Kibutz Gvulot, en el límite con Gaza

Taír es mi hija, y es tan real como sus respiraciones, que escucho llegar de la habitación contigua donde duerme. Taír tiene cuatro años y nueve meses (a pesar de que ella sostiene tener cuatro y medio) y vive con su mamá Ana y conmigo en el Kibutz Gvulot (1).

Tâher es tan real como mi hija Taír. No estoy seguro si se llama Tâher, si tiene cuatro o cinco años. No se si vive en Rafah , en Nuseirat o Shaty. Con seguridad hay una, diez o cien Tâher en la Franja de Gaza.

Taír significa «iluminará» , neologismo hebreo.
Tâher significa «puro, limpio», en árabe literario.
Al parecer las raíces etimológicas de ambos nombres desprenden de una fuente en común. Fuente seca en estos días.

Taír se fue a dormir , luego de cenar. Cena habitual de sábado, cena que Ana y yo logramos proveerle día a día (así como los desayunos, almuerzos, meriendas y demás antojos infantiles) gracias a nuestro trabajo. Ya que estamos en invierno (no muy riguroso, por cierto) su habitación está agradablemente calefaccionada. Ana le leyó un cuento.

No sé dónde Tâher duerme esta noche. Quizás en su propia casa, quizás en la de su tío en un barrio más seguro, lejos de zonas de lanzamiento de misiles Kassam y de represalias israelíes. No sé qué comió Tâher, si fue comida caliente , o tan sólo una ración repartida por las organizaciones humanitarias. Ni sé si Tâher sufre frío o soledad.

Por cierto Taír se quedó en casa con nosotros, no así muchas «Taír» de su edad , habitantes de la región del Neguev, que optaron – sus padres optaron – por salir de la zona ante la inminente amenaza de caída de misiles tipo Kassam y Katiusha, la constante tensión de vivir bajo interminables alarmas y de compartir un jardín de infantes improvisado en un refugio subterráneo.

Taír y Tâher viven en estos dias una vida que ellas no eligieron, sino que nosotros como progenitores les asignamos, y quizás (ojalá no) a la cual las condenamos.

Sus vidas no son simétricas, ni tampoco lo es el mundo que les construimos. Tampoco lo es la ceguera terrorista de aquellos que no reconocen el derecho de Taír de vivir sin amenazas de muerte, o la impotencia nuestra de no llegar a un acuerdo que permita a Tâher lo mismo que está permitido a mi Taír.

No obstante las asimetrías, ambas están potencialmente bajo un extremo riesgo existencial: ser las victimas de un conflicto como no tiene lugar sobre la faz del planeta.

Un conflicto que amenaza al carácter humano de todos y cada uno de nosotros, sea en las calles afligidas de Sderot, en los senderos tortuosos de Beit Hanun, en los campos de Jolit y el las playas de Dir el Balah.

Un conflicto que pone en evidencia el oscurantismo de los fundamentalismos y lo nocivo de los nacionalismos exacerbados, y esto más allá del derecho natural de los pueblos a la autodeterminación.

Conflicto en el cual todo humanista, antes de tomar partido impulsivo debe acudir a la empatía y a la capacidad de entender la situación de riesgo latente y peligro inminente. La reacción natural de cada padre de defender a su niña. A su Taír o a su Tâher.
Y al comprender esto, su obligación moral (y no solo política) de actuar en favor de disminuir ese riesgo, esa amenaza y ese temor.

Es su misión hacer que las Taír y las Tâher puedan gozar de una niñez feliz, una adolescencia plena y una perspectiva de vida digna.

Eso no se logrará con un Kassam o un hombre-bomba, ni con un tanque o un avión, ni con negaciones ni abnegaciones.

A eso no se llegará si cada año se suman a la lista de muertos, heridos, damnificados y afectados, y así se refuerzan los circulos viciosos de la violencia.

Sino al entender el riesgo y peligro y potencialidad de una tragedia más profunda aún, ejercer la defensa y autodefensa por medio del diálogo, del respeto a la vida y de la voluntad humana de auto superación.

Mi Taír y Tâher podrían cumplir con la aspiración que sus nombres encierran: iluminar y purificar…Amén, asi sea…

O mejor dicho… hagámoslo así.

Darío, Papá de Tair,

1 Kibutz Gvulot, granja comunitaria situada a 7 Km. de la franja de Gaza

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Dor (generacion, nombre masculino hebreo)/ Janan Yovel

La próxima generación duerme en la habitación de al lado,
Oigo su respiración.
La próxima generación duerme en la habitación de al lado,
Balbucea temores al soñar.
Quiero acercarme, abrazarlo fuerte
Pero al meditarlo entiendo
Yo me equivoqué, él razón tendrá
 

Dor, Dor,
No quiebres tu sueño como lo hice yo
Dor, Dor  
No remates tu mundo.
Abre tus ojos, no olvides lo que ahora anhelas
Extiende tus manos, pero no confíes en los que en vano imploran
No te silencies, enfréntate a mí…
No te fíes de mi generación.

La próxima generación distingue muy bien entre bien o mal
Y con un desarrolado sentido de justicia sabe contar.
La próxima generación puede ver claramente lo que sucedió
Y no mantiene en secreto su sensación.

Quiero decirle – basta ya,
Que alto costo tiene este mundo
Pero al pensarlo nuevamente sé que —
Él es tan puro, yo ya no lo soy.

Dor, Dor …

La próxima generación duerme en la habitación de al lado,
Oigo su respiración.

Ahora sí: El Día Después

(Extracto de la nota «Licitación para la Reconstrucción», de Alex Fischman en Yediot Ajaronot, Suplemento de Shabat, del viernes 16.1.09)

El Jihad Mundial tardó en darse cuenta del operativo «Plomo Fundido». Recién una semana después comenzaron a verse, en los sitios web fundamentalistas, llamados a armarse y cumplir preceptos de «Jihad personal», penetrar en Palestina y atacar. Días después dieron instrucciones más detalladas, puntos ideales para infiltrarse, lugares clave a ser atacados.

De repente, se registraron algunos incidentes en las fronteras. Disparos desde la frontera con Siria contra una patrulla de Tzahal, o contra otra de la Gendarmería en la frontera jordana. Casos aislados, pero en Israel -y también en Siria y Jordania- tomaron en serio esas señales, producto de la incitación de la Jihad Mundial por Internet.

Esta semana (por la pasada) se sumó también Bin Laden a los llamados a convertir a Gaza en un segundo Afganistán, pero para Hamás, todos llegaron tarde. En los bunkers de Gaza comienza un balance doloroso con un profundo olor a derrota y a traición. El «Ratzád» (servicio de inteligencia interno del Hamás) mandó agentes a la calle, al mercado, a ver qué dice la gente. A pesar de lo que los gazeños dicen por la televisión del mundo, los líderes del Hamás saben la verdad: comienzan a percibir la agitación en la calle palestina, que se pregunta si la guerra fue conveniente, y acusa al Hamás de un comportamiento «aventurero». También apuntan su bronca y su dolor contra sus hermanos palestinos en Cisjordania, que no hicieron nada en su favor, y contra los países árabes, que no enviaron ayuda desde afuera. La sensación generalizada en Gaza es que el liderazgo los llevó a una situación miserable y que el mundo los ha abandonado.

El número de refugiados en Gaza llega ya a 90 mil. La gente que se escapó de sus casas -tanto por los preavisos del ejército israelí como por temor a los bombardeos- no tiene adónde volver. Nadie, hoy por hoy en Gaza, tiene solución para estos refugiados. Parte se hospedan con familiares y parte dan vueltas por sus casas en ruinas, intentando salvar algo más. Tzahal se encontró con una «ciudad de explosivos», y destruyó cada casa, barrios enteros, sospechosos de estar entrampados con bombas.

Es de suponer que en el Hamás hablan hoy de un fracaso total en la preparación de la retaguardia civil para la guerra. Los hospitales no fueron equipados con implementos médicos suficientes, no se formaron equipos de rescate y salvataje al nivel necesario, no fueron diseñados programas para resolver los problemas de los refugiados ni de la reconstrucción de infraestructura que colapsó en la guerra: agua, electricidad, alimentos.

En este punto temporal, el Hamás no sabe ni por dónde empezar. Todas las oficinas gubernamentales fueron borradas, la gente no tiene siquiera adónde ni a quién dirigirse. No hay dinero en la caja de gobierno ni un registro poblacional ordenado. Israel destruyó 12 mezquitas centrales en Gaza utilizadas como reservorios de armamento y municiones, acción que no se había realizado jamás en confrontaciones entre Israel y el mundo árabe. El gobierno del Hamás, que era la cúspide de los logros del movimiento fundamentalista en el Medio Oriente, perdió su capacidad. Si no da respuestas a la población, perderá su legitimidad en la calle. No hay todavía señales de revuelta en la calle gazeña, ni las habrá, pero hay algunos incidentes que dan cuenta de la insatisfacción. A no pocas células del Hamás los civiles les exigieron bajarse de los techos de sus edificios de viviendas. No los quieren allí. No quieren «ligarla» por su culpa.

Hamás y el mundo árabe todo, estudian ahora las lecciones de esta guerra. Hasta la Segunda Guerra del Líbano pensaron que habían hallado una «patente» para combatir a Israel: lanzar cohetes contra su retaguardia civil. Con «Plomo fundido», la patente terminó de colapsar, pues Israel devuelve con la misma moneda.

La segunda lección es la militar propiamente dicha. En Hamás intentan averiguar ahora por qué su plan de defensa militar no funcionó. No entienden, por ejemplo, por qué los tanques israelíes no fueron penetrados ni volados como en el Líbano. Por qué el plan de ataque que habían preparado, de fuego ascendente contra la población israelí, fracasó. No sólo en Hamás. También en Beirut, en Damasco y en Teherán, intentan ahora reunir data del campo de batalla y entender qué fue lo que hizo allí Israel. Qué defensas tenían los tanques, cómo actuaron los grupos de combate de Tzahal. Esta guerra encendió entre los sirios y los iraníes varias luces de advertencia.

Si bien Hamás no levantará banderas blancas e intentará presentarse como vencedor, le costará muchísimo vender esa historia de éxito. Al no lograr anotarse logros en las batallas frente a Tzahal, comenzaron a fabricar historias sobre muertes de soldados israelíes. Fuera de Al Jezeera, nadie compró. Ni siquiera lo creyó la calle en Gaza. Hamás sabe que ha fracasado, y los egipcios, en las conversaciones de El Cairo, se preocupan por ponerles bien en claro su miserable situación. Los egipcios son concientes de las fisuras entre Hamás-Damasco y Hamás-Gaza, y humillan a los representantes del Hamás con la exigencia de rendición total. Los del Hamás no luchan ya por las condiciones de la rendición, sino por el honor de su organización.

En cuanto al resultado final, Israel no quiso derribar el gobierno del Hamás, por temor a que se generara un vacío de gobierno al que fueran atraídos factores islámicos aún más extremos, y a una anarquía de bandas armadas. A Israel le es cómodo que Hamás permanezca en su puesto, pero que sea un Hamás debilitado. Esto se oponía al interés egipcio que, precisamente, deseaba ver caer al Hamás del gobierno de Gaza. Cuando el Comando Sur presionaron para continuar avanzando, en el Alto Mando en Tel Aviv los frenaron, y no sólo por razones humanitarias o presiones diplomáticas. Otro golpe, y el Hamás se habría desmenuzado por completo. ¿Y entonces qué? ¿Habríamos tenido que formar una administración militar y empezar a repartir alimentos y preocuparnos por los refugiados?

La carrera hacia la reconstrucción

Nadie sabe estimar los daños a la Franja de Gaza en las últimas 3 semanas. La Oficina Central de Estadísticas Palestina habla de 1.500 millones de dólares. No suena a mucho en términos de catástrofes internacionales, pero relativamente al presupuesto de la ANP es una cifra astronómica. Ahora comienza la carrera hacia la reconstrucción. Empieza por goteo de puentes aéreos: un avión francés trae insumos, otro de la UNICEF desde Dinamarca, delegaciones de Médicos sin Fronteras que intentan obtener autorización israelí para actuar en la Franja. La UE ya está reunida con el secretario general de la ONU e intenta hallar financiación para la reconstrucción de las infraestructuras en Gaza. Y ni siquiera es el comienzo.

Muchos organismos extranjeros, occidentales y otros, vendrán y actuarán junto a las organizaciones de asistencia a refugiados. En Europa, EE.UU. y Egipto entienden que se da aquí una competencia: quién llegará a Gaza primero con el dinero, si los iraníes, o el mundo libre junto con los países árabes moderados. Los egipcios colaboran con el cierre del Paso de Philadelphi no sólo por su temor al contrabando de armas que podrían ser apuntadas también contra ellos. Un Philadelphi cerrado seca también los conductos de dinero iraní a Gaza. Decenas de millones de dólares pasaron a Gaza en maletas de dinero a través de los túneles y mantuvieron al gobierno del Hamás. Los egipcios, en cooperación con los jordanos, sauditas y países del Golfo, hacen hoy esfuerzos serios por cortar a la Franja del eje Irán-Siria. «Plomo Fundido» les abrió la oportunidad de devolver la Franja a la Autoridad Palestina y reducir el enfrentamiento israelo-palestino a sus dimensiones locales, en lugar de un conflicto regional.

Para Israel, en tanto, la guerra no se termina con el cese del fuego. Éste traerá también a la prensa internacional y la gran primera batalla de Israel será en el plano del esclarecimiento. El gobierno ha nombrado al ministro Itzjak Herzog para que concentre los esfuerzos israelíes del Día Después. El primer esfuerzo en la batalla por la concientización será incluso el judicial: reunir las evidencias que demuestren que la destrucción de las edificaciones civiles se debió al hecho de que en la zona actuaban organizaciones terroristas. Existe el temor de que el comandante en jefe de Tzahal Gaby Ashkenazi y el general Yoav Galant (que comandó el operativo) deban dejar sus pasaportes en el cajón por mucho tiempo. Una reunión de rutina con los comandantes en jefe de la OTAN en Bruselas podría terminar con su arresto en el aeropuerto.

La lucha israelí por la concientización es un capítulo importante, en el corto y mediano plazo. En el largo, le espera a Israel una lucha de estado prolongada contra la posible legitimación del gobierno del Hamás. En este punto, podría salirle a Israel el tiro por la culata: Israel buscaba debilitar al gobierno de Hamás, pero por la destrucción provocada, Hamás podría precisamente obtener la legitimación internacional. Las delegaciones de asistencia de países europeos y otras, permanecerán en la Franja de Gaza por mucho tiempo, y tendrán contactos constantes con las autoridades. El gobierno local era y seguirá siendo del Hamás. Así, paulatinamente, los contactos humanitarios se convertirán en diálogo político y, seguidamente, en reconocimiento de los países del mundo al Hamás y a la ideología que éste representa.

Traducción y edición: Marcelo Kisilevski, en El Comunicador Personal (www.marcelokisilevski.wordpress.com)

Actualización fósforo blanco

Hoy es un día con varias fiestas. La principal es la asunción de Obama, ¿qué otra cosa? En Israel, el regalo de asunción a Obama en su primer día es que hoy se completa la retirada israelí de la Franja de Gaza. O sea, ya no se tendrá que ocupar de parar la pelea, sino «sólo» de juntar los pedazos.

Y entre las páginas del diario Israel Hayom, que cubre estos dos temas, se cuela un recuadro de Lilaj Shoval titulado:

Tzahal: «Utilizamos bombas de fósforo»

En Tzahal admiten ahora, al término de las batallas en la Franja de Gaza, que durante el operativo «Plomo Fundido» el ejército utilizó bombas que contienen fósforo. Ahora revisan en Tzahal si la utilización de tales bombas fue según las reglas. Las bombas que se vieron por televisión como bombas de fósforo, dicen en Tzahal, no son bombas de fósforo sino bombas destinadas a crear cortinas de humo. Del Portavoz de Tzahal se informó en respuesta que «Tzahal luchó contra factores terroristas respetando las leyes de combate del derecho internacional, y hace uso sólo de métodos y medios de combate permitidos según el derecho internacional».

Hasta aquí Israel Hayom. Agrego yo: Israel hace bien en intentar esbozar respuestas a este interrogante. Si aprendió todas las lecciones de la Segunda Guerra del Líbano, una fue el de la utilización de las bombas de racimo, expresamente prohibidas por la Convención de Ginebra. Desde este punto de vista, lo lógico sería que Israel se cuidara hasta lo más profundo de no volver a utilizar juguetes de guerra prohibidos. Sobre todo, insisto, tratándose de un combate desigual, fácilmente se podía haber abstenido de tales lujos. Nota: nadie rindió cuentas en Israel, ni por la negligencia total en el manejo de aquella guerra en 2006, ni por la violación a la ley que implicó la utilización de bombas de racimo, que provocaron daños y heridos entre la población civil aún después de terminada la guerra.

Todavía quedan, entonces, dos puntos: las bombas blancas vistas por TV eran de humo, eso ya lo sabíamos; pero la prensa israelí misma reveló que el fósforo blanco era usado para encenderlas, es decir que no era su material principal. Aun así, si había fósforo en su mecanismo de ignición, éste no se apaga, y llega a tierra junto con todo lo demás.

Segundo punto: ¿para qué fueron utilizadas, entonces, las bombas de fósforo que Tzahal admite ahora sí haber utilizado? ¿Qué «resultados» se obtuvieron con su utilización? ¿Quién lo decidió y por qué? ¿Quién dio el visto bueno y por qué? Etc.

Feliz asunción de Obama para todos!

Fósforo blanco: gol en contra

Al dar comienzo la fase terrestre del Operativo Plomo Fundido me llamó la atención, en las imágenes televisivas, una de las visiones de proyectiles lanzados por Israel: una especie de fuego de artificio al revés, que estallaba arriba y se dispersaba hacia abajo, y de color blanco. Nadie en la prensa israelí lo comentaba, y supuse que se trataba de otras tantas granadas de iluminación, como otras que también se veían.

Los medios en el mundo empezaron a incluir en sus condenas el uso de fósforo blanco. La organización Human Rights Watch publicó enseguida un llamado a Israel a cesar su utilización.

Al parecer, dice la misma organización, el fósforo blanco era utilizado por Israel para crear cortinas de humo que ocultaran las operaciones militares en tierra, un uso permitido por la ley internacional, según HRW. Sólo en los últimos días, en una nota de la televisión israelí, el ejército explicó que se utilizaba en los obuses de humo sólo para su encendido. Pero el fósforo blanco arde en contacto con el oxígeno, su apagado es difícil, y en contacto con la piel provoca horrorosas quemaduras, de 2° y 3° grado, además de ser capaz de incendiar viviendas y estructuras edilicias.

La prestigiosa organización entiende que «el uso de fósforo blanco en zonas densamente pobladas en la Franja de Gaza transgrede la exigencia del derecho humanitario internacional de emplear todos los medios de precaución posibles para evitar la muerte y herida de civiles». El temor aumenta por el método elegido por el ejército para utilizarlo, a saber, lanzamiento desde el aire, dispersando 116 copos ardientes, en un radio aumentado de entre 125 y 250 metros, en lugar de explosiones localizadas en tierra.

El portavoz de Tzahal negó rotundamente, el 10.1, al segundo día de iniciada la operación terrestre, ante la CNN, que Israel estuviera haciendo uso alguno de fósforo blanco. Sólo en los últimos días se admitió su uso y se esbozó la explicación antes mencionada. ¿No sabía el ejército que el fósforo blanco iba a arder, aun llegado a tierra? En la tele israelí indicaron que el ejército ha comenzado a investigar el caso.

Ya lo dije, y no tengo problemas en seguir argumentando a favor del caso de Israel en esta contienda. Sigo pensando que la mayoría de los críticos y de todos los manifestantes en las calles de Occidente pecan de deshonestidad intelectual al no manifestar también por los muertos en el Congo, o por la cara desfigurada por ácido de niñas escolares afganas a manos de los Talibán. Pero ellos son hipócritas, o sus idiotas útiles. Yo, en cambio, amo a Israel.

Y desde ese amor a Israel, no puedo dejar de preguntarme: ¿hacía falta? ¿Tzahal no tiene otros medios para crear cortinas de humo? Créanme, yo vivo acá, y serví en el ejército. Israel puede crear otras cortinas de humo, sin necesidad de fósforo blanco.

¿Qué quieren que les diga? Hoy me embarga una sensación incómoda. Siento que si no digo esto, no voy a poder acusar a otros de deshonestidad intelectual e hipocresía. Y tampoco voy a poder escribir el post de mañana, donde volveré a explicar que la opinión pública palestina está por mandar al infierno al Hamás, por provocarles esta tragedia, y que Irán se está preparando para reducir daños y financiar el rearme de Hamás, y que Al Qaeda quiere hincarle el diente a la sufrida Palestina, reemplazando a los inútiles de Hamás.

Porque en Gaza han muerto cientos de personas, miles de otras han quedado tullidas y quemadas para siempre, y unos 90.000 han quedado sin casa, y sin que haya nadie que se ocupe de ellos por el momento. Si somos honestos al decir que «no tenemos problema con el pueblo palestino» sino con el terrorismo, entonces por lo menos debemos hacernos cargo de lo que le hemos provocado a parte de ese pueblo con el que no tenemos problema.

El operativo está bien, se justifica, y explicaciones sobran, y las muertes de civiles utilizados como escudos humanos por Hamás son terribles, pero inevitables en toda guerra, sobre todo en una como ésta. Y sí, señores críticos: era una guerra, y nunca se puede saber cuántas muertes se pudieron haber evitado en lo táctico. En lo estratégico, Hamás habría podido evitar todas.

Pero el uso de fósforo blanco por Israel fue un crimen de guerra. Innecesario e inhumano. Sobre todo para un ejército que se jacta de su doctrina de «Pureza de las armas». Desde esa doctrina, esto es un crimen de guerra, y los responsables tendrán que rendir cuentas e ir a prisión. Para que yo, y muchos otros, al defender la causa de Israel, no acabemos, también, justificando crímenes.

El día después (o uno de ellos)

Tendrá que seguir esperando. Guilad Shalit, 938 dias en cautiverio.

Tendrá que seguir esperando. Guilad Shalit, 938 días en cautiverio.

¿A qué tipo de día amanece hoy Israel? Anoche fue anunciado el cese del fuego unilateral por Israel, porque, pone en claro, Hamás no existe como parte en las negociaciones. Tzahal no se retiró de la Franja de Gaza, sino que espera a ver cómo se comporta Hamás. Esta organización ya ha disparado varios misiles Qassam contra los poblados en derredor de Gaza, pero sin mayores consecuencias que un gallinero destruido en un kibutz.

No es necesariamente el fin del operativo «Plomo Fundido». Hamás quiere tener la última palabra para intentar lograr una patética «ultima palabra» y, con ella, una victoria propagandística. No pueden, sin embargo, sostener seriamente que han «resistido con heroísmo». Israel está cediendo a la presión internacional para frenar el operativo, y ve con buenos ojos la buena voluntad del mundo de impedir conjuntamente el contrabando de armas provenientes de Irán, que son precisamente el kid de la cuestión.

Egipto, en tanto, empuja su propia iniciativa, en la que el Hamás sí es parte, y en la que no haya una fuerza internacional violando su soberanía en Rafah. Si, en estas condiciones, Hamás sigue disparando más allá de la «última palabra» que Israel está dispuesto a concederle, este país tendrá excusa para reanudar el operativo hacia su tercera fase, suspendida por el momento.

Los diarios hoy dan cuenta también de la mayor decepción de este cese el fuego, la familia del soldado secuestrado Guilad Shalit, que esperaban ver la liberación de su hijo incluida en las condiciones de un trato para el alto el fuego. Algunos analistas intentan tranquilizar: el cese del fuego unilateral es una puerta para negociar indirectamente con Hamás, a través de Egipto, un acuerdo que incluya: apertura de los pasos fronterizos entre Gaza e Israel, apertura del paso de Rafah entre Gaza y Egipto, cese mutuo de las hostilidades, liberación de prisioneros palestinos capturados en este operativo y, también, liberación de Guilad Shalit. Aseguran en el ejército: «Hemos obtenido logros en este operativo que acercan su liberación».

Pero la familia Shalit, que luchó durante todo este operativo por convertirlo en una oportunidad para liberar a Guilad, está decepcionada: «Guilad podría quedar allí enterrado vivo en Gaza», y agregaron que la sociedad israelí toda podría pagar un terrible precio en el futuro por lo que consideraron un «daño irreversible a los valores de la disposición al enrolamiento y a salir a la defensa militar en el futuro» por parte de sus ciudadanos.

Hamás y los niños

Cerca del final de la contienda, y cuando nos acercamos a la hora de pensar en lo que Israel ha hecho en la Franja de Gaza, y en lo que le han hecho, y en cómo seguir de acá en más, vaya este artículo de Ana Jerozolimski, con la que estoy de acuerdo.

LOS NIÑOS EN LA GUERRA CONTRA HAMAS

Por Ana Jerozolimski

Por más que no tenga duda alguna sobre la razón que acompaña a Israel en su guerra contra Hamas, la intención de esta nota no es justificar todo lo que hace Israel. Por más convencida que esté de que la guerra actual en Gaza no habría estallado de no ser por los ataques de Hamas con misiles hacia la población civil de Israel durante años, la intención de estas líneas no es  decir amén a todos los resultados de su ofensiva contra Hamas.

Es terrible que mueran también civiles, especialmente niños. La intención aquí no es minimizar lo grave de ese hecho.

Pero sí recordar que fue precisamente para evitar esas muertes, que Israel se contuvo durante ocho años antes de lanzar el fuerte ataque  que lleva a cabo ahora contra Hamas. Sabía que la muerte de civiles en una zona como Gaza, en la que no sólo hay alta densidad de población sino más que nada terroristas que no tienen reparos en usar a los civiles de rehenes y escudos humanos, sería inevitable.

Y quisiera concentrarme en los niños.

En las últimas dos semanas, recorren el mundo imágenes muy duras de niños afectados, heridos y muertos en Gaza. Ninguno de ellos debería haber perdido tan prematuramente la vida.

Pero para comprender por qué Israel finalmente se decidió a actuar con dureza contra Hamas, aún a riesgo de que el fuego alcance también a niños, blancos no buscados por cierto, hay que conocer también otras imágenes.

Hay que conocer las imágenes de los niños de Gaza usados durante años por Hamas como instrumentos de odio en su propaganda. Imágenes de niños pequeños con uniforme de camouflage, portando armas, practicando maniobras propias de campamento militar durante los “campamentos de verano” en los que todo niño promedio quiere simplemente divertirse y pasarla bien.

Y entonando canciones que les enseñan sus guías de Hamas, con loas a la “shahada”, muerte como mártires, y elogios como “éstos son los niños del cuchillo y la muerte”, que hemos visto personalmente en filmaciones de la televisión “Al Aqsa” de Hamas.

Especialmente espeluznante fue una puesta en escena -que no es nueva, aunque estos días ha comenzado a circular nuevamente por la red- de elogio a la muerte y el suicidio, como valores superiores a la vida y al propio marco familiar. En esa filmación -que siendo yo madre, admito, recuerdo con una mezcla de ira y nudo en la garganta- se ve una niña pequeña, que no parece tener más de 5 años, observando a su madre cuando envuelve algo en una tela, que resulta ser un cinturón explosivo. Le pide a la madre que se quede con ella, pero la madre sale, se ve la explosión que simboliza el atentado suicida que perpetró y luego, nuevamente, la niña que vuelve al dormitorio de la madre, hurga en su cajón y encuentra explosivos. Los toma en sus manos y la música de fondo promete, como si fuera la niña misma la que habla, que “nos juntaremos pronto mamá, porque yo seguiré tus pasos”.

“Ahora entiendo qué era más precioso que yo”, dice la niña.

¿Es normal que el mensaje de una organización que dice representar el bien de su pueblo, enseñe a sus niños que la bomba valía más para su madre que ellos mismos?

¿Es normal mostrar a un niño que ora en la mezquita y que al salir, con el Corán en la mano, empuña también un rifle, mientras de fondo se canta sobre el sueño de morir?

¿Es normal vanagloriarse de que “así como los israelíes santifican la vida, nosotros santificamos la muerte” y mostrarlo como señal de fuerza a tomar en cuenta?

¿Se le cruzaría por la cabeza al editor de un programa de televisión normal y civilizado utilizar las figuras del Ratón Mickey y otros personajes infantiles (como el conejo Assud, en árabe), para diseminar odio , con frases como “me voy a comer a todos los judíos”? La voz es aguda, como es propio del personaje infantil… el contenido, nada infantil por cierto.

Tener esto en mente es esencial para comprender contra quién Israel está luchando. Pero no se atacó a Hamas por esos videos retorcidos ni por el mensaje  fanático que usa a sus propios niños como arma de odio, sino porque además, buscó durante años, incesamente, matar a niños de Israel.

Toda la anormalidad puesta en el desarrollo de ese mensaje de odio y fanatismo, fue puesta en cada cohete Qassam disparado desde Gaza a partir de enero del 2001 –y ni que hablar de los innumerables atentados suicidas orquestados por Hamas  por todo Israel durante años.

En cada cohete había y hay  explosivos y esquirlas destinados a matar numerosos niños. Y no mueren por decenas por día, por la sola razón de que mientras ellos, los terroristas, están dedicados a desarrollar la industria de la muerte, en Israel intentan salvar la vida. Mientras , a pesar de la retirada israelí de Gaza, Hamas se abocó a desarrollar sus misiles y no a hacer florecer la Franja palestina en su nueva etapa, a los niños del sur de Israel se les entrenó sobre cómo y hacia dónde correr para salvarse en 15 segundos.

En lugar de llenar Sderot de misiles y armas, se colocaron protectores de cemento en cada esquina, para que la gente tenga hacia dónde correr. Y se construyeron refuerzos especiales en los techos de escuelas y jardines de infantes, para que puedan detener los impactos directos de los Qassam.

Sólo  eso salvó a los niños del sur. Y el hecho que cayeran cohetes en aulas cuando los alumnos estaban en el patio o viceversa. Y en casas vacías de las que por miedo, la gente se había ido por unos días a lo de familiares en otro lugar, volviendo luego vivos, a una casa destrozada.

Y a pesar de que muchos se salvaron por este cúmulo de razones, Israel no podía dejar de responder al fin a la amenaza, pero no para tomar represalia, sino para tratar de poner fin al peligro. Y eso no se podía hacer lanzando Qassams sobre Gaza, sino atacando a Hamas con una fuerza que le convenza que más le vale no volver a disparar.

Israel no podía no dejar de contenerse. Ya lindaba con lo inmoral el no enfrentar la amenaza. Su pecado no fue salir al fin a combatirla, sino no haberlo hecho mucho antes.

Es tal como me dijo el viernes último el escritor israelí Abraham B. Yehoshua en una conversación telefónica . ”Si cayera en Madrid un misil por semana -no varios por día durante años como en el sur de Israel sino uno o dos por semana- ¿acaso alguien en España diría que no hay que reaccionar contra quienes los dispara porque  casi siempre sólo hay  heridos y algunos daños materiales?”.

Sea como sea, entre los muertos cobrados por los Qassam, hubo varios niños de Sderot. Muchos otros quedaron con secuelas para toda la vida, aunque sus fotos no estén dando vuelta al mundo .

Israel no salió a atacar a Hamas en Gaza para “vengarlos” sino para garantizar que la lista de muertos no pueda seguir aumentando… y porque nadie podía asegurarle que algún día no se le terminara la cuota diaria de milagros.

«Hamás vs. Israel» como sistema

La discusión sobre quién tiene razón en el actual enfrentamiento en Gaza es absolutamente estéril. Los críticos de Israel encuentran «pruebas en el terreno» de que Israel es culpable, porque los números no mienten: 760 muertos en 10 días es un crimen de guerra. Los defensores de Israel tampoco mienten. De esos 760 sólo un 25% son civiles, y el resto son militantes de una organización a todas luces terroristas que asedió a Israel durante los últimos 20 años y que usa a los civiles palestinos como escudos humanos.

 El mundo se olvida, como dice mi colega Jana Beris, que Israel se viene autoconteniendo de no hacer este operativo desde hace 8 años, precisamente para no matar civiles, lapso durante el cual Hamás mataba cientos de israelíes con sus Qassam y sus hombres-bomba. Y tiene razón también Alan Dershowitz, cuando dice que el criterio numérico no es el único que debe usarse para juzgar los hechos, y que incluso se convierte en un criterio perverso. Pues el criterio que define, dice, es el de el riesgo que impongo a mi enemigo. Si una organización terrorista dispara un misil para deliberadamente matar niños en un jardín de infantes de Beer Sheva, Israel tiene derecho, amparado por la ley internacional, a matar a todos los combatientes de la organización que ordenó el ataque, no importa su número. Y no importa que no haya muerto ningún niño: Israel no puede ni debe permitir que el Hamás juegue a la ruleta rusa con los suyos, dice Dershowitz.

Todo esto está bien. Llegados a este punto, con una organización intransigente disparando cohetes de modo histérico, jugando al todo o nada y al suicidio colectivo, el operativo israelí, terrible, doloroso para ambas partes, cuantitativamente más terrible y doloroso para los palestinos –nunca nos olvidemos de los civiles palestinos, ni de los nuestros, ni a nuestros soldados- era inevitable y está justificado. Pero la pregunta que Israel deberá hacerse el día después es cómo no llegar más a «este punto».

Pues la seguidilla de hechos que llevan a todos los operativos israelíes, que hacen recrudecer el odio de los palestinos, que hacen florecer organizaciones terroristas demenciales, que «no pierden la oportunidad de perder la oportunidad», que arrastran a otro «operativo inevitable», donde todos «tienen razón», forma parte de un patrón estanco.  

Ya se ha hablado más de una vez de círculo vicioso. Le preguntan a un hombre golpeador por qué le pega a su mujer. «Porque se la pasa gritando», contesta. Le preguntan a su mujer por qué grita: «¡Porque me pega!» Así sería la cosa en el Medio Oriente. Los palestinos creen que hacen «resistencia» contra la violencia israelí cuando realizan actos de terrorismo contra civiles, y los israelíes creen que combaten el terrorismo cuando realizan sus operativos. Así lo explicaba en los años ’60 el teórico de la comunicación Watslawic en su «secuencia comunicacional». Según este modelo, todo se trataría de un gigantesco malentendido.

Creo, en cambio, que se puede abordar mejor el patrón de acontecimientos utilizando el modelo del «pensamiento sistémico» propuesto por el teórico Peter Senge. El modelo va más allá de lo comunicacional, al introducir el concepto de un sistema de fuerzas, que actúan en resistencia mutua, confirmándose, sin que una pueda existir , de hecho, sin la otra. Se trata de un sistema dinámico, no de una mera secuencia o un círculo vicioso.

Nadar contra la intuición

Vaya una historia del propio Senge, en su libro «La quinta disciplina», traducido al hebreo como «Hairgún Halomed», «La organización de aprendizaje»:

«Hace unos años fui testigo de un trágico accidente, cuando salimos a navegar en Main, a principios de la primavera. Llegamos a un pequeño dique, y bajamos a la costa para pasar nuestra embarcación al otro lado del obstáculo. Llegó al lugar un segundo grupo, y un joven que estaba bebido decidió pasar su rapsoda de goma al otro lado del dique. Luego de pasarlo, la rapsoda volcó, y el hombre se vio lanzado al agua congelante. No logramos llegar hasta él, y contemplamos horrorizados su lucha desesperada por nadar contra la corriente, contra las olas que volvían hacia la base del dique. Su lucha continuó sólo algunos minutos, y entonces murió por enfriamiento. Su cadáver inerte fue chupado de inmediato en el torbellino acuoso. Segundos después, su cuerpo resurgía flotante hacia la superficie, unos 10 metros corriente abajo, libre del torbellino de la base del dique. Lo que el joven intentó hacer en vano  en sus últimos momentos de vida, lo hizo por él la corriente, segundos después de su muerte. Irónicamente, fue precisamente su lucha contra las fuerzas que actuaban en la base del dique la que lo mató. No sabía que el único camino para salvarse era ‘contrario a la intuición’. Si no hubiera intentado mantener la cabeza sobre el agua, sino buceado hasta donde la corriente se mueve río abajo, se habría salvado».

Senge aplica esta historia, su teoría y todo su libro a empresas e instituciones. Habla de «prototipos sistémicos» y del modo por el cual sus diversos actores se retroalimentan para perpetuar situaciones repetitivas. Entonces, hace referencia a situaciones más amplias: «Cuando se revelan prototipos en la familia, en el sistema ecológico, en la noticia periodística o en la sociedad, a menudo no las vemos tal como las sentimos, debido a su complejidad. A veces nos crean una sensación de dejá-vu, una especie de sospecha de que ya hemos visto este patrón de fuerzas en el pasado. ‘Ah, otra vez’, nos decimos. Si bien los gerentes experimentados conocen muchos de estos moldes argumentales intuitivamente, en general no los saben explicar».

Senge advierte que, para adoptar el pensamiento sistémico, no basta con decir: «hay que ver el panorama general y adoptar una actitud de largo plazo». Pero identificar los patrones en los acontecimientos, dibujar el molde dentro de los cuales se mueven los actores del drama, puede servir para alimentar procesos positivos en la organización, en la sociedad y entre países, y corregir los negativos.

Para llevar la metáfora a la realidad de Medio Oriente, mencionemos los tres tipos de fuerzas que actúan en un sistema: reforzantes, debilitantes y retardadores. Así pues, tanto israelíes como palestinos vienen realizando acciones desde prácticamente siempre, que refuerzan, reafirman y agravan los riesgos del sistema. El operativo Muro de Defensa y sus similares reforzaron el sistema. Los Acuerdos de Oslo fueron un intento de debilitar el sistema, el problema fue que generaron otro sobre el que había que haber actuado subsecuentemente. A la larga, el viejo sistema, el viejo patrón, se vio reforzado. Y la última tregua, entre Hamás e Israel, entre junio y diciembre de 2008, podría ser leído como una fuerza suspensora o retardante del sistema, aunque a la larga sirvió para dar más fuerza a uno de los actores, por lo cual se trató de una inyección reforzante. La única fuerza suspensora a la vista en este sistema resulta ser el poder de disuasión que logra restaurar Israel después de cada operativo. Tal como ocurrió con Hezbollah en el sur del Líbano, que no ha vuelto a agredir con olas de misiles Katiusha el norte israelí, pasará algún tiempo antes de que Hamás vuelva a levantar la cabeza. Pero a no engañarnos, Hamás -o su reemplazo- volverá.

Según el modelo, en lugar de meramente poner el sistema al descubierto para que todos los actores se «den cuenta» del malentendido que genera el «círculo vicioso», aquí se trataría de introducir nuevas fuerzas en el sistema dinámico, capaces de modificarlo.

Si leemos este sistema como en el ejemplo del dique, colocando a Israel en el rol del nadador, el Hamás, con su esencia intransigente, será la cascada que baja del dique generando las olas que vuelven sobre sí mismas y generan el remolino. En lugar de luchar contra el Hamás, entonces, Israel debería efectuar acciones que esquiven al Hamás sin tratar de combatirlo. Pues si lo combate, permaneciendo dentro del sistema, las mismas acciones israelíes generarán a la larga más odio contra Israel y más terrorismo, es decir, perpetuarán la fuerza del dique. Los operativos , desde Muro de Defensa a esta parte, han sido y habrán de ser cada vez más fuertes, más violentos contra los palestinos, y más generadores de odio,  terrorismo palestino y, en el futuro, nuevos operativos «inevitables», porque así es la dinámica de este sistema.

Desarrollo inducido desde afuera

Se debe introducir una fuerza inductora desde afuera, que haga bucear a Israel –y también al pueblo palestino- hacia afuera del torbellino, y que no modifique radicalmente al Hamás,  sino que lo torne irrelevante.  Como el torbellino que sigue existiendo aun cuando el nadador lo ha abandonado a fuerza de buceo, pero deja de existir dentro del sistema, que ha pasado a ser otro, a «pasar por otra corriente».

Pero el nadador necesitaba imaginación, poder pensar por fuera de lo que su intuición le marcaba, que era resistir fuera del agua, combatir las olas que lo devolvían a la base del dique una y otra vez. Como al nadador de la anécdota, imaginación y visión de estadistas es lo que les falta a los actores de este sistema. En una reunión del gabinete con el Alto Mando israelí, uno de los generales preguntó retóricamente: «Está bien, supongamos que volvemos a conquistar Gaza. ¿Entonces qué?» No obtuvo respuesta. Pero él es un general, y en ningún lado se espera –ni se debiera esperar- que un militar piense con mente de estadista. Él sólo debe ganar la batalla. ¿Pero qué hay con los políticos que estaban allí sentados? También son parte del sistema al entender el conflicto sólo en términos de enfrentamiento.

Habrá que pensar con imaginación. Quizás haya que conquistar Gaza y eliminar la amenaza inmediata del Hamás, pero actuar rápidamente para que la próxima organización terrorista –que odiará más a Israel, que será más sofisticada y más mortífera- no llegue a surgir. Israel y el mundo deberán hacer todo al revés en Gaza y en los territorios. Imaginación. Crear un momentum de paz, crear el estado palestino, diseñar una especie de Plan Marshall para ese estado. Es un ejemplo. No sería fácil, porque el pueblo palestino no es el alemán, en el sentido de que, aun si todas las empresas multinacionales del planeta invirtieran y crearan allí puestos de trabajo, habría que darles a los potenciales empleados una extensísima capacitación, que podría durar varios lustros, para ocupar todos esos puestos y poner en marcha esa economía. Pues bien, habrá que empezar cuanto antes. El tiempo que llevaría cambiar el «sistema» no es excusa para no hacer nada, para preguntarnos «¿y después qué?» El supuesto «fundamentalismo» y «lavado de cerebro» de las masas palestinas tampoco es excusa. Las opiniones públicas pueden cambiar, y lo han hecho rápidamente, tanto del lado israelí como del palestino, varias veces en los últimos 20 años.

Sólo la apertura política, la satisfacción a sus necesidades nacionales y su desarrollo económico «medio a la fuerza», harán que el «sistema» sufra –o goce de- un viraje dinámico. Repito: se trata de un sistema de fuerzas que habrá que esquivar, a veces quebrar. Y a no engañarnos: hay fuerzas sistémicas que se oponen al cambio tanto en el seno de los palestinos como de los israelíes. El sistema es mucho más complejo que la dinámica de terrorismo-operativos. Pues la idea de desarrollo económico para los palestinos no es nueva, y ya Shimón Peres, actual presidente, ha escrito un libro al respecto: «El Nuevo Medio Oriente».

Su idea todavía no resultó, porque, a decir verdad, todavía no se intentó. Se intentó la ocupación, que reforzó el sistema; se intentó un acuerdo de paz a medias, sin desarrollo económico, que también lo reforzó; también la inyección de dinero, con la expectativa de que los palestinos se desarrollaran solos, que construyeran su «estado en camino», fracasó miserablemente y reforzó el sistema, al ser utilizados los fondos de los países donantes para la compra de armas y para el desarrollo de elites corruptas.

En conclusión, esta aproximación al conflicto visto como sistema podría servir como herramienta para un cambio estructural en las relaciones con los palestinos. Sin embargo, soy pesimista. Tanto en Washington como en Jerusalem y en Ramallah, siguen creyendo en la buena voluntad de los actores –que están inmersos en este sistema de fuerzas- de cambiar la realidad. Pero los israelíes creen que los palestinos entienden sólo por la fuerza, mientras que los palestinos creen exactamente lo mismo de los israelíes. Según la visión aquí presentada, ambos tienen razón.

Un oficial del ejército israelí ejemplificó con una metáfora el diálogo existente entre la capa militar y la gubernamental, que se mantiene pura y exclusivamente en el paradigma del discurso confrontacional, característico de este sistema: «Nosotros hemos lanzado una pelota al aire, y ahora los políticos deben decidir dónde quieren que la detengamos. Si la detenemos a una baja altura, el gobierno obtendrá un período de pocos años hasta el próximo operativo. Si la detenemos a una mayor altura, tendremos muchos años de calma». Hasta la próxima vuelta.

Tengo un hijo de 8 años. Basándome en el ritmo del sisetma, cuando él esté en el ejército habrá de participar en algún «amplio operativo» de Tzahal contra el terrorismo, necesario y justificado, llegados a ese punto. Ya me estoy preguntando cómo se llamará.

(Publicado primero en Nueva Sión: www.nuevasion.com.ar)

Chat con Gustavo Perednik

Dentro de los defensores del «caso» de Israel en habla hispana, Gustavo Perednik ha sido consagrado hace poco como el más citado, tanto en el contexto de este conflicto como en general. Si bien no coincidimos en todo (hemos trabajado juntos en varios emprendimientos educativos, en especial en el Majón de Madrijim en Jerusalem, del que fue director), al punto que él me llama «mi izquierdista favorito», no cabe duda que se trata del orador y del argumentador más brillante en nuestro idioma.

Sus artículos y libros, sin embargo, no sólo son leídos en español, sino que ha sido traducido a numerosos idiomas, incluido el chino. Para quienes quieran acceder a su material, al menos a cientos de sus artículos, no tienen más que «googlear» Gustavo Perednik.

Me avisan que hoy se lleva a cabo un chat público con Gustavo, docente, escritor de renombre en todo Iberoamérica, fundador del Centro Hebreo Ioná, y que hoy dirige la Fundación Hadar en defensa de Israel y Occidente. Lo organiza la red Hebreos, y todo lo que hay que hacer es entrar en www.hebreos.net/chat

Horario del encuentro:

22.00 hs. (Jerusalem); 18.00 hs. (Buenos Aires, San Pablo); 15.00 (Nueva York); 21.00 (Madrid y París); 20.00 (Londres); 14.00 (México).

La importancia del Paso de Philadelphi (que pasa por Irán)

A la luz de la lectura de la nota de Alex Fischman en Yediot Ajaronot del viernes, se puede entender la intransigencia de Israel en no dar por terminado el ataque a Hamás con un acuerdo que no incluya el cierre del Paso de Philadelphi al contrabando de armas. Se puede entender también el rechazo contundente del Hamás a las iniciativas de cese el fuego de Egipto y Francia, ayer en Damasco.

Dice Fischman que no sólo Gaza arde. También Teherán. Los iraníes se agarran de los pelos. El pánico en los edificios del gobierno en Teherán no es menor que el del edificio número dos del hospital Shifa en Gaza, en cuyos sótanos está escondida toda la cúpula del Hamás. Allí, los dirigentes, bajo un ataque israelí que no previeron, hacen las cuentas consigo mismos y con el mundo árabe.

Mientras en Israel se ocupan de micro-táctica, en Teherán ven lo ocurrido en Gaza como una catástrofe estratégica, y no debido a la matanza de palestinos o la crisis humanitaria. En Irán entienden que su inversión de años se ha perdido para siempre. Decenas de millones de dólares iraníes arden al hacer contacto con bombas J-Dam de 600 kg que penetran los arsenales y las infraestructuras montadas por Irán en Gaza. Dichos bombardeos amenazan con desarticular uno de los bastiones más importantes que haya construido la Revolución Islámica: el proyecto insignia iraní dentro de la sociedad árabe sunita, arde en llamas.

El gran peligro del que temen en Teherán es que el éxito de Tzahal en Gaza se proyecte sobre Hezbollah. Aunque suene irrisorio, creen de verdad que Israel ha hallado la respuesta militar, no sólo contra el Hamás sino también contra Hezbollah. No por nada sale su secretario general, Hassan Nassrallah, una y otra vez en los medios, en apariciones histéricas de amenaza a Israel. Los iraníes les explicaron a los de Hiezbollah que Israel ha hallado la patente para neutralizarlos y, en caso de necesidad, también la utilizará.

Nassrallah, entonces, no sólo amenaza, sino que se ha puesto en alerta. Resulta ser que Hezbollah está dispuesto a arriesgarse en pos de los sufridos hermanos de Gaza autorizando a pequeños grupos palestinos en el Líbano a realizar lanzamientos esporádicos de cohetes contra Israel. En efecto, el jueves a la mañana se realizaron tales lanzamientos sobre Naharía y Shlomi para dar un estímulo moral a Hamás en Gaza.

En los sótanos de Shifa se sienten traicionados. Empezando por la gente de Fatah en la Franja que, según el Hamás, marcan los blancos para la Fuerza Aérea israelí, pasando por el mundo árabe, que fuera de llenarse la boca por los canales satelitales de TV no han movido un solo dedo por ellos. Pero la gran traición con mayúsculas, a ojos del Hamás, es la del eje Irán-Hezbollah.

Hamás tenía la expectativa que Hezbollah abriera un segundo frente que les salvara el pellejo. Hamás se habría conformado con un atentado gigante de fabricación iraní contra cualquier blanco israelí en el mundo, con decenas de víctimas fatales, que diera un shock a la opinión pública israelí, le brindara al público palestino la venganza que tanto busca y les produjera una foto final humillante de la invasión israelí a Gaza.

A ojos iraníes, la guerra en Gaza es parte del combate de Israel contra Teherán y no sólo un episodio local israelo-palestino. Es de suponer que los mensajes que pasan de Irán a Gaza y a Damasco (donde está la conducción política de Hamás, M.K.) son inequívocos: no se rindan. Los pondremos nuevamente en pie, como lo hicimos con Hezbollah poco después de la Segunda Guerra del Líbano, a quienes les duplicamos los arsenales. A ustedes también les daremos el mismo trato. ¿Los israelíes saben soportar misiles hasta Ashdod? Los veremos cuando los misiles lleguen a Tel Aviv. Ustedes no pueden caer ahora.

Por eso, uno de los objetivos importantes de Israel en este operativo es el cese del contrabando de armas a Gaza. Sin dicho contrabando, la cabeza de playa iraní en Gaza cambia de color. La gigantesca red de contrabando que los hombres de la Guardia Revolucionaria iraní manejan desde hace años pasa por Somalía, Sudán, el Mar Rojo y las vías acuíferas del Nilo, hasta las tribus beduinas en el Sinaí, que manejan un sistema de sobornos que castra toda posibilidad del sistema policíaco egipcio de detener el flujo de contrabando por Rafah. Todos allí cortan su tajada de los túneles: desde el intendente del Rafah egipcio hasta el último de los policías. Si Israel renuncia hoy a un aparato de inspección y mecanismos de control reales a todo lo largo del Paso de Philadelphi, el operativo «Plomo Fundido» no habrá cumplido siquiera sus vagos objetivos de mínima.

El artículo sigue largo, explicando que el gran problema es Egipto, que media en el tema, pero cuyos intereses no coinciden, necesariamente, con los de Israel. No es que le importe el Hamás, pero teme a los padrinos de este movimiento, los Hermanos Musulmanes egipcios, y tampoco puede quedar como colaborador con Israel frente al mundo árabe, en el que quiere reafirmar su hegemonía. Mubarak tiende a mediar una reunificación entre Hamás y el Fatah de Abu Mazen.

Israel, por su parte, quisiera volver al acuerdo de 2005, según el cual inspeccionarán los pasos de Philadelphi en Rafah mecanismos de control de la Autoridad Palestina (del Fatah), Egipto, observadores internacionales e Israel. Sólo que los egipcios, a cambio de la flexibilización del Hamás para con Abu Mazen, estarán dispuestos a aceptar la exigencia de Hamás de rechazar la presencia israelí en el Paso. De por sí, Mubarak no está dispuesto a figurar como quien entrega a los Hermanos Musulmanes a merced de los tanques israelíes. Según esta visión, para Egipto, el rearme del Hamás debe seguir siendo un problema israelí.

El rol de Dios

Desde el viernes estoy queriendo tener tiempo para traducir el siguiente artículo, escrito por Yair Lapid, el príncipe del mainstream israelí. A la luz de lo que pasó ayer en las dos escuelas de la UNRWA en Gaza, y antes de explicar que los del Hamás usan chicos y mujeres como escudos humanos, cosa cierta y sabida, vaya esta nota, para que no nos olvidemos de quiénes somos.

El rol de Dios

Por Yair Lapid – Yediot Ajaronot

La última semana, con todas sus sacudidas y horrores, surge nuevamente la pregunta que nadie se interesa por responder: ¿cuál es la función de Dios?

Porque, a pesar de todos sus fracasos probados, el Hamás ha logrado por lo menos una cosa: ha convertido el actual conflicto en una guerra entre nuestro Dios y el Dios de ellos.

En el plano táctico, nuestro Dios va ganando por ahora, porque tiene helicópteros Apache. En el estratégico, no se supone que el Dios de los judíos deba entrometerse en grescas de barrio del tipo que tiene lugar actualmente en Gaza. Él no es un jugador, sino el Árbitro.

Porque el Dios de los judíos es el verdadero fundador de la Globalización. Es lo que siempre fue tan fulgurante en él. El hecho de que ustedes creen en mí, le dice al Pueblo Elegido, les da un rol especial, pero eso no significa -ni por un segundo- que soy sólo de ustedes. Yo les pertenezco a todos, y todos me pertenecen.

No soy religioso, pero ello no significa que la idea no me atraiga. Hay algo de agradable en la pertenencia a la única tribu de la historia que ha logrado mirar más allá de su propio ombligo. El extremista Dios del Islam amenaza con asesinar a todo aquel que no acepte sus principios. El Dios de los cristianos acostumbra a ofenderse desde el fondo de su alma de que todavía no nos hemos bautizado en aguas benditas. Sólo nuestro Dios contempla a toda la humanidad con una mirada llena de misericordia. Musulmanes, cristianos u otentotes, nos dice, todos son mis hijos, y por todos me preocupo.

El Tanaj (Antiguo Testamento) nos recuerda una y otra vez que no estamos solos en el mundo. «Como ciudadano entre ustedes será para ustedes el extranjero que vive entre ustedes», dice el Levítico, «y lo amarás como a ti mismo». El hecho de que seamos judíos no nos da el derecho a ignorar que personas inocentes están perdiendo la vida. De hecho, se supone que nos debe angustiar más que a cualquier otro pueblo.

El rabino (ortodoxo) Yonatan Zachs escribe en su maravilloso libro «En favor de la diferencia» las siguientes palabras: «Sólo aquellos que han probado el sabor de la esclavitud entienden en lo más profundo de su ser por qué está prohibido esclavizar a otros. Sólo aquellos que han sentido la soledad del ser extranjeros pueden identificarse de modo natural con ellos».

Claro está que nos es más fácil identificarnos con nuestro dolor particular. En el último Shabat murió en Netivot por un misil Qassam Beber Vaknin, de 58 años. Su muerte nos dolió más que todos los 255 muertos en Gaza ese mismo día, incluidos 20 niños muertos allí. La muerte de Irit Shitrit de Ashdod, madre de cuatro, ya nos vacunó por completo de la necesidad de ver también las desgracias de la otra parte. ¿Catástrofe humanitaria? Ellos se lo buscaron. Estamos tan enojados con el gobierno del Hamás, que nos hemos enseñado a dejar de sentir. Que se mueran. Culpables e inocentes juntos.

¿Pero no es ése, precisamente, el rol de Dios? ¿Hacernos señas de cuál es nuestra obligación moral aun cuando nos enojamos? ¿Obligarnos a mirar más allá de nuestro dolor particular? ¿Recordarnos que la santidad de la vida y el respeto por el hombre -dos conceptos que nosotros, los judíos, hemos traído al mundo- no desaparecen ni siquiera cuando hacemos lo más obligatorio para mantener la entereza y la seguridad de nuestro estado?

El Estado de Israel no se puede permitir ser pacifista. Se ha reservado siempre, con empecinamiento, su derecho a la autodefensa, y la ola de misiles Qassam en el sur ha elevado el nivel de rabia más y más. La acción en Gaza es obligatoria y está justificada, pero no podemos aceptar ni adoptar la concepción hamásica del conflicto. Si ellos quieren ver aquí un conflicto inter-religioso, problema de ellos. Pues precisamente por eso, el Islam se ha convertido en la religión más criticada y temible del planeta: debido a que matan gente en nombre de Dios.

Nosotros hemos pensado siempre de modo diferente. No es el estado judío el que se está defendiendo hoy, sino la democracia israelí. Quien sostenga que «Dios está con nosotros», está degradando a Dios. Aun según la concepción laica de Dios -sí, existe tal cosa- Dios no es un comandante de Golani ni conduce un tanque Merkavá. Él es el Dios del amor.

Nuestros sacerdotes traicionan su mandato. En nombre de Dios se han convertido en el factor más militante en nuestro seno. Una y otra vez colocan a Dios en el medio de una competencia: quién tiene más razón, quién es más fuerte, quién garantiza la redención más rápida.

La mayoría de nosotros no estamos capacitados, en días de batalla, para continuar viendo en cada ser humano -ni siquiera en cada niño- una creación divina merecedora de protección y respeto. Por naturaleza, una guerra divide al mundo en «nosotros» y «ellos». Es mucho más cómodo creer que «ellos» -todos- son lo mismo, incluidas las dos hermanas, una de 4 años y otra de 11, que murieron esta semana en Beit Laía.

Sólo que los rabinos no debieran ser como la mayoría de nosotros. Deberían ser mejores. Hay algo de inaudito -y tremendamente triste- en el hecho de que no haya entre nosotros un solo líder religioso significativo, ni siquiera uno, que hable en voz alta acerca del sufrimiento de la otra parte.

Es cierto que hablar de la otra parte es un asunto complicado e impopular mientras los misiles caen en nuestras ciudades, pero ¿acaso no es ése, precisamente, el rol de los rabinos: ser capaces de transmitir mensajes aun cuando no fueren populares? ¿Aclararnos que los fundamentos de la fe no se actualizan con las noticias? ¿Formularnos ideas un poco más complejas, y más audaces, que «se lo merecen»? ¿Convertirnos en mejores personas, en lugar de emitir certificados de aptos a nuestros lados más oscuros?

36 veces aparece en las Escrituras el principio que dice: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Amar significa ver. Reconocer que el otro posee voluntad, fe, y a menudo errores, que les son propios.

Nosotros no hemos destruido Gaza, el Hamás lo ha hecho. Con su estupidez, con su violencia ciega, con haber colocado a su dudoso Dios en la línea del frente. Pero no los vamos a vencer convirtiéndonos en similares a ellos. Los niños muertos son niños muertos, y a los judíos siempre nos han importado los niños muertos.

(Traducción: Marcelo Kisilevski)