5 AÑOS SIN NISMAN: REFLEXIONES DESPUÉS DEL DOCUMENTAL

Nisman

Por Marcelo Kisilevski

Algunas reflexiones después de ver el documental sobre la muerte de Alberto Nisman en Netflix, a cinco años del crimen. La primera es que, después de haberlo visto, sigue siendo obvio que lo asesinaron, que fue la víctima 86 del atentado a la AMIA, que se politizó el homicidio en lugar de investigarlo, y que la discusión del suicidio es una «discusión argentina», que no resistiría el menor análisis en ninguna otra parte del mundo. Sin embargo, el documental, para alegría de Cristina, que lo ha elogiado emocionada, legitima la discusión: suicidio u homicidio. Esa (y no quién lo mató ni por qué) es la cuestión.

Como mucho, se habló de «suicidio inducido», pero eso es también homicidio: no constituye la resolución del caso, sino una hipótesis inicial. Si fue inducido, la pregunta sigue siendo quién lo indujo, y se debe investigar. En lugar de eso, se concluye en el documental que hay «tres teorías»: suicidio, suicidio inducido, homicidio. La primera tranquiliza; las otras dos interpelan, desafían, dan miedo. En ningún programa de TV reflejado allí se hace la pregunta obvia: si fue asesinado, ¿quién fue?

Si no fueron los K, si «les tiraron un muerto», ¿quién se los tiró? Parrilli es el único que va más allá en el análisis (bueno, no tanto más allá): el mayor perjudicado, dijo, es el gobierno de Cristina. Ponele, pero ¿entonces? Conclusión: no sabemos si fueron los K o los anti-K, y tampoco sabremos nunca si Lagomarsino fue asesino, cómplice o fusible, porque nadie parece tener fuerza (ni, parece, voluntad política) contra aquellos a los que les conviene que no se resuelva.

Segunda reflexión: no se investiga, como no se investiga el atentado a la AMIA, porque cualquiera que se meta, sabe que alguien (los K, los Stiuso, «el poder» o el que sea) lo tendrá agarrado de los huevos. Y los que agarren huevos, estarán a su vez agarrados por otros. Es la ley de la selva, literal. O, mejor dicho, la ley de los carpetazos. El próximo crimen sin resolver está a la vuelta de la esquina. Las organizaciones terroristas que han penetrado en América Latina, comenzando por Hezbollah y sus amos iraníes, lo saben bien. La «mano de obra desocupada» en la Argentina, también. Es debido a este festival de impunidad, precisamente, que la Argentina sigue siendo blanco potencial y fácil del terrorismo internacional.

Tercera reflexión: ¿De verdad pusieron a una funcionaria judicial como Viviana Fein al frente del caso? ¿En qué estaban pensando? ¿Esos son los detectives que hay en la Argentina? ¿Cómo puede funcionar una justicia penal donde los jueces son los detectives, y donde su investigación consiste en citar testigos o expertos a declarar? ¿Cómo puede ser que sea una fiscal la que entra a la escena del crimen y la dirige (y la contamina) como si fuera el detective Starsky o una científica forense de CSI? ¿Cómo puede ser que diga: «el que dice que fue asesinato que traiga pruebas»? ¿Para qué la mandaron a usted, entonces, señora? ¿Cómo puede decir que «los que dicen que contaminé la escena no vieron que primero se filmó y fotografió todo»? ¿Ese es el nivel? Descubrió decenas de llamadas extrañas entre agentes de inteligencia durante toda la jornada previa al asesinato. ¡Muy bien! ¿Y? Dele, siga. Pero no: «no hay suficientes pruebas de homicidio» y punto. Ahí se quedó lo más tranquila la buena funcionaria. O alguien la «tranquilizó».

Sobre todo, funcionarios o jueces, ¿no deberían actuar en el tribunal, en base a las evidencias recogidas por detectives y forenses? Si jueces o fiscales son los que investigan, ¿a qué se dedica la policía? Un juez o un fiscal que investiga, ¿no se transforma en parte, en lugar de estar por encima, en lugar de ser neutral a la hora de juzgar? Y ser parte, en la Argentina, además de viciar el juicio, ¿no lo hace sujeto a presiones y sobornos? Galeano fue posible porque era «juez investigador», un invento absurdo. ¿Quién diseñó el aparato de justicia penal en la Argentina? Me dirán, como siempre: no entendés. Es cierto, es tan absurdo que es incomprensible.

Además, como lo dijo un entrevistado de la CIA: «Nos encontramos con un aproach según el cual primero hay una hipótesis y después se buscan evidencias que las sostengan, en lugar de ver qué evidencias hay, y luego trazar hipótesis». Ah, pero lo dice alguien de la CIA, entonces no sirve. Sepan disculpar.

Y la última: la Argentina se ha convertido, a fuerza de grieta, en el país donde la justicia no existe, donde las evidencias nunca son tales, porque depende de quién las encargue, de quién las presente y de quién las reciba, las escuche y las vea. Es un país donde después de que investigan jueces, fiscales, la SIDE, hay que traer también a la Gendarmería, porque la Argentina es un Estado enfermo.

Es un país donde Maldonado fue «desaparecido y asesinado» porque lo dicen algunos, aunque se pruebe en quince peritajes que murió ahogado, en lugar de llorar su muerte cuando protestaba por una causa justa (flaco favor se le hace así a la causa justa); y donde un fiscal que estaba por presentar la acusación de su vida y aparece muerto unas horas antes, en realidad «se suicidó». Muy parejo ese sentido común. Todo eso, en lugar de reclamar la verdad y hacerse cargo de ella, como gente adulta. Incluso los K, que dicen «nos tiraron un muerto» (sin siquiera advertir que eso contradice la infantilidad del «suicidio»), debían haber sido los primeros, precisamente por eso, en impulsar, ordenar, ¡imponer! la resolución del caso a la semana de ocurrido.

En fin, suerte con eso. El documental de Netflix es la ilustración de un país en el que no hay justicia, en el que la verdad siempre es relativa, en el que nadie confía ya en nadie, un país irreconciliable, un país desquiciado. Un país que da miedo.

Un pensamiento en “5 AÑOS SIN NISMAN: REFLEXIONES DESPUÉS DEL DOCUMENTAL

  1. Marcelo: Si el documental plantea tres hipotesis,entonces ya es un adelanto.Durante 5 anios,la opinion publica fue moldeada por quienes odian a Cristina y desean verla presa y quienes la consideran referente de un proyecto progresista argentino. En ese contexto la discusion no la lidera quien grita mas fuerte como dice Waldo Wolf,sino quien ensucia mas al contrario.Asi una legion de operadores se dedica en las redes sociales a pintar a la actual vice como ladrona,kretina,yegua,,asesina y otros pintan al malogrado fiscal como un playboy corrupto que llegada la hora de la verdad,se suicido.
    Esta perversion idiosincratica es lo que «El fiscal,la presidenta y el espia» trata de corregir y resulta insuficiente.Es que el material es enorme y supongo que Justin Webster no se atrevio o no tuvo los medios para hacer un documental mas largo,entonces faltan cosas:falta un prologo sobre la actuacion y defenestracion del juez Galeano,falta entrevistar a los 6 jueces que vinieron despues de Rafekas,falta darle mas presencia a Gustavo Veliz,falta presentar a quienes realizaron los peritajes,falta todo lo que se te ocurra.
    Pero te equivocas con la Fein,ella al fin y al cabo quizo investigar a los Servicios Secretos y si arroja esa frase al tun tun de que presenten pruebas,solo se equivoca en el domicilio a dirigirlas,que deberia ser la Interpol y algun tribuna internacional,ya que no se puede confiar en la justicia argentina.Tambien criticas que los jueces deben basarse en lo que le presentan los forenses y otros profesionales,Fijate que contradiccion,Waldo Wolf en un reportaje desacredita el peritaje del CMF porque no esperaron como les pedia Sandra Arroyo Salgado y precisamente el primer peritaje es el que realizaron forenses con experiencia y en el lugar.En que quedamos? Y como decis que el juez no tiene que ser detective,como sabe Ercolini que Cristina es la instigadora? A 5 anios de la muerte de Alberto Nisman el mejor homenaje que le podemos hacer es dejarlo en paz,no hay necesidad de agregar un personaje mas al panteon de los mitos argentinos: Gardel,Evita,el che y ahora Nisman.Que siga la investigacion,y ojala que el proximo homenaje sea merecido y despolitizado.

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