SOBRE LA LEY FUNDAMENTAL «ISRAEL, ESTADO NACIÓN DEL PUEBLO JUDÍO»

JokHaleom
Por Marcelo Kisilevski
La nueva Ley Fundamental «Israel, Estado nación del pueblo judío»* intenta legislar y hacer formar parte de la Constitución una toma de posición que ya estaba en la Declaración de la Independencia, cuando David Ben Gurión leyó claramente: «Declaramos por la presente la creación de un Estado judío en Eretz Israel, que se llamará Estado de Israel». Y esa declaración, a falta de Constitución firmada y sellada, tenía fuerza legal. Muchos se preguntan, entonces, para qué hacía falta una Ley Fundamental que lo dijera explícitamente.
Quienes la apoyan dicen que la ley viene a confirmar la misión histórica del Estado judío, y a poner un dique a las tendencias ideológicas que llaman a formar un Estado binacional, y que eso deje de ser un escenario posible. Es justo: si apoyamos la creación de un Estado palestino, no tiene por qué no ser Israel su paralelo, un Estado judío. Judío como pueblo-nación, no como religión. Pues el «derecho de autodeterminación de los pueblos» es, como su nombre lo indica, para pueblos, no para religiones. E Israel es el Estado nación del pueblo judío. Del mismo modo como el «Estado palestino» será del pueblo palestino y no de la religión musulmana. Muchos que reclaman que Israel sea un «Estado laico» no comprenden este punto.
La mayor parte de la ley dice cosas obvias, como «Estado del pueblo judío», cuál será el himno, la bandera y el símbolo nacional. Iom Haatzmaut, el Día de la Independencia, será la fecha nacional oficial.
El principal problema estuvo dado por el apartado 7b que decía que, en el marco de esta ley, una comunidad podrá crear un poblado homogéneo de acuerdo con su perfil. Se lo interpretó como discriminatorio, pues autorizaría a un poblado comunitario judío rechazar árabes. No importa que también lo contrario es verdad, un poblado árabe podrá rechazar judíos. En los hechos sucede al revés, y es problemático, por no decir racista.
Al final se cambió el apartado por otro: «El Estado ve en el desarrollo del poblamiento judío un valor nacional, y actuará para impulsar y alentar su establecimiento y consolidación».
Un aspecto peligroso de la ley es la anulación del árabe como idioma oficial del Estado de Israel, y es la piedra del escándalo. Desde ahora ese idioma tendrá un «status especial», un grado explícitamente menor que «idioma oficial». Y el único idioma oficial será el hebreo. Para un país con una minoría árabe del 20%, es grave.
Los conservadores y reformistas han denunciado también el apartado 6b: «El estado actuará en la Diáspora para estrechar los lazos entre el Estado y los miembros del pueblo judío». «En la Diáspora», no «en Israel» o en todo lugar. Fue una modificación tardía y despierta sospechas. Su temor es que en Israel, el Estado, bajo la égida ortodoxa, podrá dictar leyes que hieren la sensibilidad de las otras corrientes.
En cuanto a este ambiente político en proceso de envenenamiento, el contexto es el de un gobierno en el que, gota a gota, se legisla y se adoptan medidas con tinte no democrático y abarcativo de todas las poblaciones y tendencias políticas que habitan Israel. Pues la misma Declaración de Independencia, que habla de un «Estado judío», también habla de una democracia en la que no habrá distinción de raza, sexo, religión ni ninguna otra consideración. Y esto es lo que no figura en la nueva Ley Fundamental. Y tendría que figurar: Israel es un Estado judío y democrático. Un Estado de la nación judía, que respeta, ampara y defiende a rajatablas los derechos individuales. Pero no, no figura.
Los más acérrimos críticos ya se han apresurado a calificar esta ley como una Ley del Apartheid. Es exagerado, porque es traspolar históricamente un fenómeno grave y específico, sin pecar de deshonestidad intelectual. Pero sobre todo, porque el grueso de la sociedad israelí suele reaccionar muy mal frente a manifestaciones racistas en la sociedad, si bien, que las hay, las hay.
La crítica también es preocupante porque ya la ley, ya por sí sola y sin necesidad de calificativos a-históricos, daña la imagen internacional de Israel. Y dañar la imagen de Israel no es solo «hacerlo quedar mal», sino echar por tierra su legitimidad como proyecto de autodeterminación de un pueblo, y llamar a su desaparición. La nueva Ley no es la mejor ayuda a la continuidad de esa legitimidad.
Habrá que esperar y ver qué implicancias concretas conlleva en el terreno esta ley. Esta mañana, no mucho ha cambiado en Israel. Pero esta ley, con la que la Knesset elige sellar su período de verano, es preocupante.
El premier Biniamín Netanyahu se lo adjudicó como un éxito propio, por el que viene peleando desde hace años. Lo llamó: «Un hito en la historia del sionismo». Otro exagerado. Habría que contarle que hemos tenido hitos mejores.

Un pensamiento en “SOBRE LA LEY FUNDAMENTAL «ISRAEL, ESTADO NACIÓN DEL PUEBLO JUDÍO»

  1. Marcelo, estoy de acuerdo con lo que decis.
    Pero también me recuerda lo primero que contaba en broma a mis amigos despues de hacer alia: «Este pais no es Europa, me temo que me quede dormido en el avión y me bajaron a la fuerza en el Medio Oriente. »
    Quejarse del nacionalismo extremista que nos aqueja como un carma, ignora el hecho que centenares de miles de palestinos se han vuelto tan neosionistas como la mas extremista derecha israeli y tambien invocan el derecho de volver a Jerusalen y en el futuro llegar a gobernar el estado (ex judio) de Israel. Fue el cantico mas masivo, el mas convocante en las protestas de la franja de Gaza.
    Y no le veo arreglo…
    Igualmente
    Gracias por decirlo.

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