TRUMP Y JERUSALÉN: ¿UN AUDAZ O UN DEMENTE?

TrumpJerusalem

Por Marcelo Kisilevski

La decisión de Trump es la corrección de una extraña anomalía: todo país soberano tenía el derecho de fijar su capital, menos Israel. La pregunta no es por si la decisión es correcta, sino por su timing. ¿Qué consecuencias podría tener para la paz con los palestinos y las relaciones con los países sunitas frente al desafío iraní? ¿Puede haber violencia y muertos? Si es así, ¿valía la pena una decisión semejante, que no pasa del terreno simbólico? ¿Trump es un audaz, o un elefante demente en un bazar?

1) LA DECISIÓN DE TRUMP ES LA CORRECTA

Primero, ¿en qué consiste la decisión de Trump? Es una decisión por default: más que hacer algo, es no hacerlo. Una ley del Congreso norteamericano de 1995 ya determinaba que Jerusalén es la capital israelí, y llamaba al Ejecutivo a mudar la embajada a esa ciudad. La ley, eso sí, tenía un apartado al que llaman “waiver”, exención, de hecho una postergación de medio año: si el presidente firma el waiver cada seis meses, la ley no debe ser ejecutada. Tres presidentes, desde entonces, han firmado religiosamente el waiver dos veces por año. Ayer, Trump anunció que dejaba de firmarlo, y que la embajada sería mudada a Jerusalén, por fuerza de la ley de 1995. Eso es todo.

El reconocimiento del presidente Donald Trump de Jerusalén como capital de Israel es la corrección de una anomalía: Israel es el único país soberano que tiene una capital sobre la cual el resto del mundo le dice: «No, no lo es. Es Tel Aviv, y allí pondremos nuestra embajada». Es una locura. Es como si todo el mundo comenzara a decir que los países, por fuerza de su soberanía, no pueden fijar su capital, y comenzaran a decirle a, digamos, la Argentina, que Buenos Aires no es la capital, sino Rosario. Nunca hubo discusión sobre la soberanía de Israel sobre la parte occidental de Jerusalén. ¿Hay disputa sobre la parte oriental? ¿Qué tiene que ver? El mundo no tiene por qué meterse ni tomar partido: se arreglará en negociaciones. Quien esto firma está a favor de una solución negociada para dar algún tipo de expresión al reclamo palestino de una expresión soberana en Jerusalén, incluida la posibilidad de la fórmula Clinton: “una ciudad, dos capitales, para dos pueblos”. Pero eso no tiene nada que ver con Jerusalén occidental, cuya soberanía es ya reconocida por los acuerdos de cese el fuego de Rhodas en 1949 con Jordania y demás países árabes, y desde entonces por el mundo. Embajadas, parece, fue demasiado para este, y eso es lo extraño.

Jerusalén es la capital, también, de modo efectivo: todas las instituciones de gobierno están allí. ¿Cuál es la idea de colocar una embajada en otro lugar, solo porque el país tiene un diferendo limítrofe? Llevado al extremo, es como si el mundo retirara sus embajadas de Santiago de Chile y de Perú, y las pusieran en Valparaíso y Cuzco respectivamente, solo porque no arreglan sus asuntos limítrofes y/o le dan salida al mar a Bolivia. Más al extremo aún, países que decidan retirar sus embajadas de Brasilia y trasladarlas a Río de Janeiro, porque Brasilia es una capital artificialmente creada; y porque es aburrida, y en Río hay playas y carnaval. Cualquier razón justificar que los países se metan unos en las decisiones soberanas de otros. Pero se meten solo con las de Israel. Raro, ¿no?

Se aduce la sensibilidad de Jerusalén como centro de los tres monoteísmos. ¿El mundo tiene miedo que esta definición cercene los derechos religiosos de los demás credos? Me disculparán, pero en los hechos, la única época en la que hubo y hay libertad de culto es bajo soberanía israelí. En todas las demás épocas ha habido problemas. Por supuesto los ha habido en las épocas musulmanas, la última de ellas la jordana, entre 1949 y 1967, cuando los judíos no podían rezar en el Kotel. El mito de “Al Aqsa está en peligro” es solo eso: un mito urbano, fogoneado desde los años ‘20 del siglo 20 hasta nuestros días. En los hechos, el Waqf (autoridad religiosa musulmana sobre los lugares sagrados) es una especie de isla de soberanía musulmana en Jerusalén, donde la jurisdicción israelí existe, pero no se ejerce.

2) LA DECISIÓN DE TRUMP ES PROBLEMÁTICA

¿La decisión de Trump puede traer problemas? Claro que sí. La discusión no es por la esencia de la decisión, que es justa y correcta, sino por el timing. El presidente de la Autoridad Palestina Mahmud Abbas ya ha “despedido” a EEUU como mediador en el proceso de paz entre Israel y los palestinos. Cabría preguntarse qué proceso de paz había antes de la decisión. Pero no nos confundamos con hechos.

Obama, en mi opinión, tenía mejores chances como mediador “imparcial”: era rechazado por Israel, por percibirlo como propalestino, y por los palestinos, por la tradicional amistad de EEUU con Israel. Su último acto en tal sentido, antes de bajarse del escenario de la historia, fue también decidir “no hacer”, cuando se abstuvo de poner veto a una grave sanción del Consejo de Seguridad de la ONU que calificaba a los asentamientos de toda Cisjordania, incluida Jerusalén, como ilegales. Al mismo tiempo, fue el gobierno norteamericano que más ayuda otorgó a Israel en dinero y armas. Desde esa actitud, tenía más posibilidades de traer a las partes a la mesa de negociaciones. El de su secretario de Estado, John Kerry, en 2014, fue un intento serio. Sin embargo, fracasó estrepitosamente, como tantos intentos anteriores. 

Desde el desastre que les implicó la Intifada de Al Aqsa, desde la muerte de Arafat y su mejora en la calidad de vida a partir de 2005, los palestinos de Cisjordania parecen haber decidido por la vía diplomática o no violenta para tratar con Israel. Ante los sucesivos operativos israelíes en Gaza, el Hamás nunca logró incitar efectivamente a una Tercera Intifada. Los cisjordanos protestaron contra la ocupación, donaron arroz y mantas a sus hermanos palestinos, pero de salir a la calle con piedras, ni hablar. La última ola de atentados con cuchillos y atropellamientos, fue un juego de niños al lado de las verdaderas Intifadas y la era de los atentados suicidas. La pregunta es si eso será cierto también esta vez. En los hechos, los últimos conatos de violencia cisjordana no fueron en los territorios de la Autoridad Palestina sino en Jerusalén oriental, véase el caso de los detectores de metal en la Ciudad Vieja. Allí, los palestinos no están bajo la AP sino bajo Israel, en una relación de amor-odio. Veremos si la parte de odio en la relación se reedita también esta vez, y cuánto dura. Por las dudas, Trump pidió a Israel festejar moderadamente su anuncio, no provocar a las fieras. Y también a los palestinos les pidió llamarse a sosiego, que su anuncio podía constituir buenas noticias también para ellos: sigo apoyando la solución de dos Estados, y los intereses de ambas partes, incluso en Jerusalén, les dijo. Del Monte del Templo, dijo que se llama también «Al-Jaram Al-Sharif«.  

Mientras tanto, en Gaza, Hamás amenaza (cómo no) con violencia, y asegura que “Trump ha abierto las puertas del infierno”. ¿Logrará arrastrar esta vez a los palestinos, que quieren dar una vuelta de página de su era violenta, a una Tercera Intifada? Es dudoso, pero no imposible. Trump ha decidido no dejarse extorsionar. Las amenazas de violencia, o el hecho de que habrá muertos, dice, no debe dictarnos políticas de Estado. Véase la actitud de Trump en el caso norcoreano. ¿Un tipo audaz, dueño de una firmeza sin precedentes en la historia política mundial, o un demente?

Queda por saber qué actitud tendrán, en los hechos, los países sunitas moderados, alineados, en secreto a voces, con Israel y EEUU en contra de su verdadero enemigo, Irán. La decisión de ayer pondrá a prueba la fragilidad o fortaleza de esa alianza. Mi opinión es que la alianza sunita-israelí-norteamericana es mucho más fuerte que cualquier acto simbólico como lo puede ser el traslado de una embajada. Hay muchos intereses, dinero y enemistades atávicas (mucho más atávicas que el antisionismo) puestos en juego. Los egipcios, jordanos y sauditas atacarán verbalmente la decisión, pero no mucho más. El único que parece querer ir más lejos, quizás por no tener hoy por hoy problemas con Irán, es el presidente de Turquía, Recyyp Erdogán, que ha anunciado que esta medida llevaría a su país a romper relaciones con Israel. Veremos cómo sigue eso.

Trump dijo ayer que el repetido no reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel por miedo a que eso aleje la paz se parece al método del loco, que repite una y otra vez la misma actitud esperando consecuencias diferentes. Ese no reconocimiento no ha acercado la paz ni siquiera en un centímetro. A 22 años de la ley del Congreso, y de dar intentar siempre lo mismo esperando resultados distintos, hoy probamos otra cosa.

3) LA DECISIÓN DE TRUMP ES HISTÓRICA

La discusión por la decisión de Trump no es de esencia sino de timing. Seguramente, el mandatario estadounidense está movido por intereses que tienen que ver más con su situación doméstica, ante el peligro de impeachment y destitución, y con distraer la atención de esos problemas, que con un sincero deseo de cumplir promesas electorales a sus votantes. De hecho, dicen sus críticos, es la única promesa electoral, de cientos que formuló en su campaña, que se siente en condiciones de cumplir. Con todo el resto le ha ido muy mal.

Mi opinión al respecto es que eso no le quita ni le saca valor a la decisión. Por un lado, nunca habrá «timings» correctos, porque todos estos asuntos son y serán siempre complejos. Segundo, prácticamente todas las decisiones políticas de peso en el mundo, han estado siempre teñidas de motivaciones espurias, más personales que de fondo. Parece que es así como avanza la historia. Siempre hay coyunturas, situaciones, atenuantes, enfrentamientos personales. Decisiones de Estado que un mandatario toma para esquivar a la justicia (véase Sharón en la Desconexión de Gaza), o para no tener que ir a elecciones, o para superar a un opositor en las internas, o todo tipo de pequeñeces y politiquerías por el estilo. Esta no es la excepción.

Por eso, más que buena o mala para la paz, más que si el timing es valedero o no, más que si es traerá violencia o no, el calificativo más seguro para la decisión de Trump de ayer, es: histórica, y correcta en esencia. Nadie puede predecir el resto.

8 pensamientos en “TRUMP Y JERUSALÉN: ¿UN AUDAZ O UN DEMENTE?

  1. Gracias Kisi por artículo. Me preguntaba cómo entender lo que está pasando. Siempre asustan las decisiones que rompen el status quo, pero habrá que ver qué pasa. Audaz o demente, se aseguró un lugar en la historia del conflicto. Ojalá sea un lugar cómodo, para él y sobre todo para Israel.

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  2. Marcelo. Gracias por el articulo! Muy bueno. Tengo una reflexión: El «Timing» de Ben Gurion en declarar a Israel como Estado Judio fue la correcta? Creo que si. Trajo violencia? Si. Las decisiones correctas casi siempre traen y atraen oposición y hasta violencia. Toca seguir adelante con lo correcto! Si no lo hizo antes, toca hacerlo hoy. La violencia islámica nunca va a disminuir. Bendiciones!

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  3. Me parece que para Israel es más útil como aliado un EEUU que tenga liderazgo y respeto internacional, que un EEUU aislado, sin credibilidad, proteccionista.

    Este anuncio repentino y unilateral, junto a muchos otros que ha hecho la administración (rencillas con Alemania, salida de los acuerdos de Paris, salida del «Trans-Pacific Partnership», declaraciones sobre la OTAN, apoyo a la salida de la Gran Bretaña de la Comunidad Europea, etc., etc.) le restan autoridad moral a EEUU para cuando realmente se necesite su apoyo, y no para anuncios principalmente simbólicos por muy correctos que sean.

    Olvidémonos de EEUU como interlocutor en un futuro proceso de paz. ¿Quién va a tomar su lugar? ¿China, Arabia Saudita, Rusia? ¿Eso es bueno para Israel?

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  4. Mas que el apoyo de ee.uu. lo peor es el apoyo de 151 naciones que extorcionado por iran y otros paises antijudios han apoyado la locura demencial de la onu que seran los unicos culpables del derramamiento de sangre y aun peor el odio sin limite de los fariceos ( palestinos ) que la envidia hacia israel no tiene parangón ! ¡ israel tiene 5778 años de existencia y 3000 años de vivencia en jerusalem , ni siquiera el coran no nombra jerusalem en su historia dd 1000 años

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  5. Copio aquí el intercambio que tuve con Marcelo por mail, su respuesta, y luego una nueva respuesta mía:

    Hola Marcelo, quería hacerte unos comentarios sobre tu texto. Como sionista soy likudnik y apoyo la soberanía de Israel sobre una Jerusalén unificada. Como opinólogo en política internacional apoyo el enfoque de trump a la interna de su país y en política exterior. Sin embargo tengo diferencias con esta parte de tu argumentación:

    «¿Cuál es la idea de colocar una embajada en otro lugar, solo porque el país tiene un diferendo limítrofe? Llevado al extremo, es como si el mundo retirara sus embajadas de Santiago de Chile y de Perú, y las pusieran en Valparaíso y Cuzco respectivamente, solo porque no arreglan sus asuntos limítrofes y/o le dan salida al mar a Bolivia.»

    La analogía es engañosa. Nadie diría nada si Israel, que tiene diferendos limítrofes con los palestinos y sirios, mudase su capital a Haifa o Beersheva. Habría en cambio problemas similares a los actuales con Jerusalén si Israel decidiese trasladar la capital a la punta del monte Hermón…

    Para que la analogía funcione, habría que plantear por ejemplo un escenario en el que Chile, tras ocupar en 1880 la ciudad peruana de Tacna, decidiese declararla su capital y pidiese a todas las embajadas que se muden allí, sin que existiera aun un tratado de paz y límites con Perú. Sería de esperar una respuesta negativa de la comunidad internacional hasta tanto la cuestión no se haya resuelto definitivamente.

    El nudo del asunto es: la capital de Israel es una ciudad cuya parte oriental fue ocupada y anexada tras una guerra. Es esperable que la comunidad internacional quiera tomar distancia hasta que haya una solución definitiva. Como regla general, el derecho internacional no reconoce las anexiones hechas durante guerras, por más que éstas hayan sido defensivas o preventivas. Incluso si las anexiones cuentan con apoyo de la población del área anexada, como en Chipre del Norte o Crimea.

    Los rusos reconocieron hace poco a Jerusalén occidental como capital israelí; esto se acerca a la posición estándar de la diplomacia mundial. Al reconocer la soberanía sobre una Jerusalén unificada, los EEUU rompen con el resto de la comunidad internacional. Yo me alegro de que esto sea así, pero a la vez reconozco que hay un trato especial, se rompe con todo precedente y no hay analogías para un caso semejante.

    Saludos

    ——

    Hola Tomás!

    Gracias por escribirme, no habría nada de malo que lo hubieras hecho públicamente en el foro del artículo o en el post de facebook.

    La analogía que yo hice fue llevar al extremo del ridículo una situación en la que países no reconocen la capital de un país sobre la que no hay en realidad discusión. La analogía que planteás no funciona tampoco, porque aquí existe una disputa solo con una parte de la ciudad. De hecho, la única expresión de «no reconocimiento» por parte del mundo es no poner sus embajadas allí. Por lo demás, todo mandatario extranjero, o funcionario subalterno, se reúne en Jerusalén occidental con el gobierno israelí, va a comer a Residencia del Primer Ministro en el cento de Jerusalén occidental, visitan Yad Vashem, que se encuentra también en Jerusalén occidental, y así sucesivamente. Incluso en la parte oriental, no hay prácticamente ningún notable extranjero que no visite el Kotel, acompañado por representantes del gobierno israelí.

    A decir verdad, Jerusalén occidental ya fue reconocida dos veces: una en los acuerdos de armisticio de Rhodas, y la segunda, con la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU, que llamaba a Israel a retirarse a las líneas del 4.6.67, es decir a detrás de la Línea Verde, y no al plan de partición de 1947, que dejaba a toda la ciudad como internacional. Por lo tanto, es el Consejo de Seguridad el que está reconociendo la Jerusalén occidental como parte de Israel, y por lo tanto, como su capital por derecho soberano de elección de la misma. Ni los propios palestinos piden la parte occidental de la ciudad en sus reclamos, ni volver al 47 sino al 67. Por lo tanto, las declaraciones de Rusia, EEUU, República Checa, no son más que pronunciamientos verbales y simbólicos de un reconocimiento que ya existe en el terreno. Y por lo tanto, no existe formalmente causal ninguna de no colocar las embajadas en la parte occidental, de reconocida soberanía israelí. Esto no ocurre con ningún otro caso en la Tierra, y por eso me hago preguntas en el artículo acerca de por qué este trato preferencial con el país judío.

    Tu error de lectura, creo, es que Trump, fiel a su costumbre, no dijo «Jerusalén unificada», como mencionás, sino solo «Jerusalén», dejando en la ambigüedad a sus oyentes, para que cada uno haga la lectura que mejor le salga. Fijate que también agregó en el mismo discurso que lo dicho «no va en desmedro de los derechos palestinos sobre el Monte del Templo, llamado por ellos Haram Al-Shariff» (utilizando a propósito el nombre musulmán) y que impulsará con más fuerza el proceso de paz. Es decir, incluso, quizás Israel tenga que pagar por este gesto de Trump, para que los palestinos anulen su «despido» como mediador.

    En los hechos, Trump, que solo repitió lo que habían dicho en el pasado Bush Jr. y Clinton, no dijo nada nuevo. Postergó también el traslado de la embajada, firmando nuevamente el famoso waiver y, por lo tanto, tampoco hizo nada nuevo, y por lo tanto no hay ningún cambio en el status quo. Pero necesitaba hacer ruido, para demostrar que en realidad, no había abandonado el Medio Oriente a su suerte, cosa que sí hizo al dejar el espacio sirio a Rusia.

    Saludos cordiales,

    Marcelo

    ——

    Hola Marcelo, gracias por tu extensa respuesta, un gusto intercambiar ideas con vos.

    Disiento con tu comentario sobre el Armisticio de Rodas (esa isla tan querida de la que proviene mi familia). Un armisticio es simplemente un acuerdo para cesar hostilidades, no resuelve las cuestiones de fondo del conflicto. Ejemplo: el armisticio de la Primera Guerra se firma el 11 de noviembre de 1918. El acuerdo final, el Tratado de Versalles, se firma en junio de 1919, con subsiguientes acuerdos hasta 1923 (Tratado de Lausana). El armisticio es solamente un alto al fuego.

    Consulté el texto completo del Armisticio de Rodas:

    http://avalon.law.yale.edu/20th_century/arm03.asp

    El artículo II.2. dice explícitamente que el Armisticio no perjudicará reclamos, derechos y posiciones de las partes, que deberán resolverse en un acuerdo definitivo posterior. El texto aclara que el Armisticio ha sido dictado exclusivamente por consideraciones militares.

    Por lo tanto, el reconocimiento es de hecho, no de derecho. Si los ejércitos jordanos hubieran ocupado Jerusalén, el armisticio les habría otorgado la ciudad sólo provisoriamente, hasta un acuerdo final entre las partes.

    También consulté la Resolución 242 de la ONU:

    https://unispal.un.org/DPA/DPR/unispal.nsf/0/7D35E1F729DF491C85256EE700686136

    Efectivamente la resolución llama a Israel a retirarse a la frontera del 4/6/67, pero a la vez menciona la nulidad de las conquistas territoriales por medio de la guerra. El texto no invalida el Armisticio de Rodas, que llama a negociaciones para definir el status final.

    Entonces tenemos que:

    -el Armisticio de Rodas dice que las posiciones de Israel y Jordania en Jerusalén son transitorias y se decidirán en un acuerdo final posterior
    -la Resolución 242 llamar a Israel a retirarse de Jerusalén oriental. No deja sin efecto lo señalado en el Armisticio de Rodas

    Desde el punto de vista del derecho internacional, la situación de Jerusalén como capital queda pendiente de un acuerdo final. Y eso por eso que la decisión de Trump rompe con la posición mayoritaria de la comunidad internacional.

    Para mejor defender la soberanía de una Jerusalén unificada, Israel debe ser plenamente consciente de esto.

    Saludos cordiales

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