La buena nueva egipcia: «Yo también soy musulmán»

Tahrir Square

Como ya se ha dicho, es imposible prever cuál será el desenlace de la actual serie de acontecimientos, entre la participación ciudadana, la política y la violencia que sacuden a Egipto. Lo que sí podemos afirmar sin temor a pronunciar otra profecía incumplida, es que el avance del islam radical en el Medio Oriente no puede darse ya más por sobreentendido. La segunda revolución egipcia implica la existencia, en las propias sociedades mesorientales, de sectores amplios que intentan modificar una sentencia que parecía segura.

Dos frases rescato de la manifestación contra el depuesto presidente Muhammad Morsi. Una, pronunciada por una periodista egipcia en perfecto hebreo, entrevistada por el Canal 2 de la televisión israelí: «Nosotros no somos Siria». En el país de la familia Assad se da una lucha sin cuartel entre dos bandos étnica y religiosamente bien identificados: por un lado la elite alawita pro iraní enquistada en el poder, una minoría oligárquica que gobierna autocráticamente un país de mayoría sunita; por otro, los propios sunitas, hartos del desgobierno y de la violencia, pero con una agenda de corte islamista radical.

En Egipto, los manifestantes dijeron claramente: aquí las cosas son mucho más complejas. La lógica imposible de la última revolución dejó atónito incluso al gobierno de Obama, quien debió soportar duras críticas en su campo doméstico por su ambivalente reacción a los acontecimientos: un movimiento claramente democrático pide a su ejército, que ha sostenido a los gobiernos más autoritarios, derribar un gobierno democráticamente electo, con el fin de restaurar… la democracia.

La buena nueva consistiría en que los egipcios declaran que pueden aspirar a la democracia, pero no al precio de caer en la trampa del islamismo radical, que busca encaramarse en el sistema democrático para perpetuarse en el poder. En otras palabras, democráticos pero no imbéciles.

Obviamente la Hermandad Musulmana los ha ayudado, destruyendo totalmente la economía egipcia, cometiendo todos los errores de manejo político posibles, e intentando de manera demasiado burda la destrucción de los resortes de convivencia que los egipcios consideraban una buena base para comenzar a construir una sociedad y un país más o menos sustentables. Pero eso no quita mérito a los egipcios de intentar no caer en el mismo error que plagó al siglo 20 de autoritarismos, de izquierda y derecha, que llegaron –y en algunas latitudes aún llegan- al poder por vías límpidamente democráticas.

«No nos robará la religión»

La segunda frase, leída en uno de los carteles de la manifestación en Plaza Tahrir era aún más emocionante: «Yo también soy musulmán». El cartel acusaba con dedo invisible y con incontenible ira a la Hermandad Musulmana y a su representante, el ex presidente Morsi, y le decía: «Usted nos ha robado la revolución, está intentando robarnos el país, pero no le permitiremos robarnos también la religión».

«El Islam –parecía seguir diciendo el conmovedor cartel- no es radical. No es esa versión deforme y violenta que ustedes intentan imponer como el islam verdadero. El islam es una religión de paz, que le dice ‘No’ al régimen de exclusión que ustedes instauran. No lo lograrán».

Las sencilla frase «Yo también soy musulmán» es una excelente noticia, más allá del desenlace que pueda tener la ola de violencia desatada por la Hermandad, la cual técnicamente puede entender que se le ha arrebatado el gobierno democráticamente alcanzado. Es excelente, porque su mensaje que no va dirigido solamente a Muhammad Morsi sino también a todos los movimientos islamistas de los cuales la Hermandad Musulmana es su matriz histórica: el Hamás palestino, la Jihad Mundial, la Jihad Islámica palestina, la Jihad Islámica jordana, incluso grupos más radicales como los salafistas y hasta el propio Al Qaeda que, bajo el nombre de Jabhat al-Nusra hegemoniza la rebeldía en Siria.

La frase, así como toda la segunda revuelta egipcia, es una clara toma de posición de la principal sociedad en el Medio Oriente, en contra de dos paradigmas: uno, el del radicalismo y la violencia islámica como corriente hegemónica en la religión musulmana. Desde ahora, los moderados también se animan a hablar, y sólo es de esperar que el ejemplo cunda.

El otro paradigma es el del «choque de civilizaciones» como status eterno e irremediable de la geopolítica mundial del siglo XXI. La guerra que el islamismo radical impone a los «Cruzados», o sea al Occidente visto por aquél como un enemigo religioso, puede ser ganada si la alianza es con aquellos que dicen: «Yo también soy musulmán».

Los occidentales amantes de la paz, la justicia social y los derechos humanos deben aprender la lección, dejar de tratar al islamismo radical con los guantes de seda del multiculturalismo e incluso del socialismo, y tender una mano urgente a los sectores moderados (y oprimidos) del mundo musulmán, cuyas voces han sido hasta ahora acalladas, sacrificadas en el altar de lo «politically correct».

*Publicado en “El Diario Judío”, http://www.eldiariojudio.com

9 pensamientos en “La buena nueva egipcia: «Yo también soy musulmán»

  1. Hola Marcelo:

    Ya han pasado dos meses desde lo que tú llamas «segunda revuelta egipcia». Los militares han tomado el poder, han asesinado en las calles a cientos de manifestantes que protestaban contra el golpe de estado. Han detenido, encarcelado, desaparecido y torturado a muchos dirigentes del partido político que ganó las elecciones. Han impuesto un toque de queda «provisional» que acaban de ampliar a seis meses. Y de la supuesta transición que iban a protagonizar, no queda nada. No van a convocar elecciones; ni de coña.

    ¿Podrías explicar, con un par de mese de perspectiva, de qué moderados hablabas en tu entrada?

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  2. Hola Salva. El término «moderados» lo usé en el contexto de la interna religiosa musulmana: hay un sector calificado en muchos círculos como «islam político», que busca por todos los medios islamizar el manejo de los estados y de las sociedades del Medio Oriente, haciendo apología de la violencia para lograrlo. Son los abanderados de la «lucha armada», eufemismo por terrorismo. Y es un terrorismo con tinte religioso. Fijate que para oponerse a la represión del general A-Sisi, no atacaron bases del ejército, sino que quemaron iglesias a todo lo largo y ancho de Egipto. La matanza de A-Sisi contra los Hermanos Musulmanes no es novedad. Ya Mubarak, que conoce con quién trata (o sea, no son pacíficos «manifestantes que protestaban contra el golpe de estado», como lo pusiste) los persiguió y mató como moscas durante 30 años. Ahora el gobierno provisional los ha declarado ilegales. Es decir, lejos de lo que se piensa, acá no hay democráticos y anti-democráticos. Los demócratas egipcios son sectores que han salido a la calle, pero cuya agenda democrática, si bien se anima a hablar más, está lejos de haber ganado. Los que siguen manejando el país en Egipto son el ejército y la elite panarabista nacionalista. No sé dónde vives, pero seguramente es un país donde se entiende la política en términos de dictadura o democracia. En el Medio Oriente la dicotomía es otra: o dictadura laica nacionalista y brutal al estilo Mubarak, Sadam Hussein, Khadafy; o república islámica fundamentalista tipo Irán, Arabia Saudita y el Egipto de Morsi. Uno no es menos brutal que el otro, no hay «moderados» en la puja por el poder mesoriental, y por eso al Occidente le es tan difícil (ver caso Siria) alinearse y tomar partido, más allá de intereses geopolíticos y económicos, y por eso se cometen tantos errores. Mientras tanto los moderados de ese país -los que hablan de un islam de paz y los demócratas liberales- tendrán que seguir esperando mejores vientos en medio de la sangre.

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  3. Salud, Marcelo:

    «o sea, no son pacíficos “manifestantes que protestaban contra el golpe de estado”, como lo pusiste».

    Pues yo he visto un montón de vídeos en los que el ejército aseina a manifestantes pacíficos. ¿Tú no?

    Volviendo al tema de los «moderados», por tu extensa explicación supongo que te refieres, por poner un ejemplo, a Tamarod, o el Frente de Salvación Nacional. ¿Sí?

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  4. Hola Salva!
    Mira, ya hemos dicho que aquí no hay buenos ni malos, sino brutales y más brutales. El hecho de que manifestantes hayan sido asesinados, no prueba su inocencia en retrospectiva. Los Hermanos Musulmanes son un movimiento que no mata más «infieles» porque le faltan balas. Intentar pintarlos como hermanitas descalzas sólo porque están en inferioridad de condiciones me parece un análsis superficial. Explícame solamente esto: la reacción de los Hermanos Musulmanes a la represión de A-Sisi fue… la quema de iglesias a lo largo y ancho de Egipto. Como buenos occidentales racionalistas nos cuesta entenderlo, pero si no entiendes de religión y jihad, no podrás comprender los procesos, y mucho menos emitir juicios, que aquí conviene por un buen rato suspenderlos. Es bueno que tú juegues el juego de los derechos humanos, pero los Hermanos Musulmanes y A-Sisi están jugando a otro bien diferente. Los primeros juegan a la Guerra Santa, los segundos, el del poder nacionalista dictatorial, no menos asesino. A las hermanitas descalzas las encontrarás sólo en los conventos…

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  5. Marcelo:

    En ningún momento pinté a los HM como hermanitas descalzas, ni calzadas, ni nada que se le parezca. Me he limitado a dejar constancia de lo que creo que todos hemos visto: un golpe de estado y una masacre de civiles desarmados que protestaban contra el golpe.

    Que yo te llame la atención sobre lo evidente (¿o es que no has visto los vídeos?) no significa que apoye a los HM. Del mismo modo, que tu ideología y tu identidad te hagan renegar de los HM (por Hamas), no debería llevarte al extremo de llamar moderados a la minoría egipcia que alienta y apoya el golpe de estado, las torturas, detenciones, asesinatos y desapariciones que está llevando a cabo el ejército.

    En cuanto a lo de las iglesias, me limito a recordarte que los colonos judíos queman mezquitas en Palestina.

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  6. Por cierto, no había reparado lo suficiente en la frase que has escrito en tu última respuesta:

    «El hecho de que manifestantes hayan sido asesinados, no prueba su inocencia en retrospectiva.»

    Piensa un poco en ella, a ver qué sale.

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  7. Estimado Salva:

    Cuando dices que yo «reniego de los HM» por mi ideología e identidad, eres tú el que no está presentando atención a lo evidente, y tu lógica te coloca, por lo menos en nuestro debate, apoyando a los HM. Piensa tú un poco en ello, a ver qué sale: no has emitido una sola crítica a los HM. Yo por mi parte, busco la palabra «moderado», con la que me machacas desde que empezamos, y la he encontrado sólo al final, cuando hablo de que Occidente les tienda la mano a los moderados del mundo musulmán, que son la mayoría. Nunca he llamado al ejército egipcio «moderados», pero a ti eso te parece más cómodo, y lo repites una y otra vez. Ya veo que acomodas la realidad -y los textos de otros- a tu propia conveniencia. Por ejemplo, los videos te parecen «evidencia» de la indefensión de los HM, cuando ahí se trata de la indefensión sólo de esos manifestantes específicos, y obviamente que condeno al ejército egipcio por ello. ¿Condenas tú a los HM, o te limitas a la retórica de «ellos (los judíos) también lo hacen?» Piensa tú en tu propia frase, «los colonos judíos queman mezquitas en Palestina», a ver qué te sale.

    Pues la comparación es falaz a todas luces, y sólo sirve para clarificar tu agenda. Es cierto que existen algunos colonos judíos en los territorios con una agenda extremista, que molestan a los palestinos y han quemado una mezquita en Jerusalén. Tengo noticias para ti: las fuerzas armadas israelíes, la sociedad israelí, el pueblo judío en el mundo y el propio mainstream de los colonos, condenan a ese puñado de extremistas. Se los desarma, se los juzga, y tienes a muchos de ellos cumpliendo largas penas de prisión. No forma parte del acervo judaico, en ningún lado está escrito que casas de rezo de otras religiones deban ser destruidas, ellos deben ser -y lo son- perseguidos y arrestados.

    La corriente fundamentalista islámica fundada por la Hermandad Musulmana, en cambio, tiene en su centro la violencia, y extraen de los textos musulmanes la figura del «dhimmi». Se trata de ciudadanos que no deben ser molestados -al contrario de los herejes, que si no se convierten al Islam una vez llegada la conquista musulmana, deben ser matados- porque son monoteístas: los judíos y los cristianos. Se les debe permitir la práctica de su religión, pero no pueden impedir que sus hijos sean educados en el islam, es decir, una conversión lenta; no pueden construir nuevas iglesias o sinagogas, y si son más altas que los minaretes de la zona deben ser destruidas; no pueden portar armas, pues ello humilla al musulmán, no pueden montar a caballo, pues ello humilla al musulmán.

    Esto es antiguo y no lo es. Jordania (un país «moderado», aunque en 1970 el rey Hussein haya liquidado sin pestañear a 15.000 palestinos en Septiembre Negro), solicitó a Noruega poder construir una nueva mezquita en Oslo. Los noruegos respondieron que no había problema, si se les permitía a ellos construir una nueva iglesia en Amán. Los jordanos respondieron: «De ninguna manera», no puede haber tal cosa, cuando lo que gobierna es la «sharía», la ley islámica.

    Sería antiguo si nos quedáramos en Mahoma, que decapitó a todos los hombres de una tribu judía en Arabia. El problema no es Mahoma, pues se trata realmente de un texto antiguo. El problema son los jihadistas de hoy en día, que dicen que hay que imitar toda esa conducta en pleno siglo XXI. A principios del siglo XX había 80 millones de cristianos habitando el Medio Oriente. Hoy en día quedan 11. ¿Te preocupas también por la erradicación de ese tipo de pensamiento? ¿Te preocupa la persecusión a los cristianos en el Medio Oriente, o sólo la de los Hermanos Musulmanes «indefensos»?

    No puedes comparar los repudiables desmanes de los colonos judíos con la quema de cientos de iglesias, y la persecusión sistemática de coptos en Egipto a manos de los Hermanos Musulmanes, los salafistas y otros grupos violentos que dicen ampararse en su versión retorcida del islam. No puedes comparar ni en cantidad ni en calidad. Los sunitas en Siria han decapitado curas cristianos en como parte de su lucha contra Assad. Esos videos también son evidentes, pero quizás has preferido saltearlos porque no se ajustan a tu relato, si quieres te los hago llegar, si tienes estómago, porque realmente hieren la sensibilidad de todo ser humano. Si fueras tan sensible, te preocuparías más por los cristianos perseguidos en el Medio Oriente, que por los Hermanos Musulmanes, que libran una guerra que ellos han declarado. No puedes compararlo con la persecusión que sufren los bahai en Irán, con las decenas de templos budistas quemados en Bangladesh por una foto del Corán ardiendo, con los asesinatos debidos a caricaturas de Mahoma. En fin, tú comparas, pero esas comparaciones hablan más de ti que de los comparados.

    La guerra que han declarado los jihadistas es por islamizar Egipto, el ex Califato (Dar El-Islam, o Morada de la Paz) y luego el resto del mundo (Dar El-Harb, Morada de la Guerra). No sería problema si lo dijera sólo Mahoma, pero es problema cuando Al Qaeda te pone una bomba en Atocha, porque España y Portugal (Al Andaluz) son «Dar El-Islam». El juego se llama Guerra Santa, te la están librando los HM a través de sus brazos armados, te la están librando el sunita Al Qaeda, el chiíta Hezbollah, y tiene motivaciones y motivos religiosos, no políticos ni económicos: ellos están combatiendo a los herejes musulmanes, y también a los «cruzados», como lo decía Bin Laden. Presta atención a su discurso, y no lo traduzcas a términos que te son cómodos como occidental. Como dijo el intelectual Carlos Escudé: «Los tipos de conflicto los define el agresor. Y cuando te declaran una Guerra Santa, por más que no creas en esas cosas, tienes una Guerra Santa encima».

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