Entrevista en «Libre Expresión», FM Laser, Mar del Plata

Entrevista extensa y jugosa (espero) con un servidor en el programa «Libre Expresión» conducido por Adrián Freijó en FM Laser de Mar del Plata sobre dos temas: 1) Política de Medio Oriente; 2) La Era Post-Salarial. La pasé bárbaro, me sentí como en casa. Gracias Adrián y Gustavo (el operador)! Pasen, vean y escuchen (tecnología buenísima!):http://www.ustream.tv/recorded/25197706
(La entrevista empieza en el minuto 27)

Nuestro gobierno te educa, nuestro gobierno entretiene…

"La democracia comienza por la educación". Cartel de los chicos del Colegio Arara.

Linda manera de terminar el año. Noticia en Haaretz: el director de una escuela árabe en Israel salió con todos sus alumnos a una manifestación por los derechos humanos y contra el racismo. Recibió por ello una reprimenda del Ministerio de Educación: «Los alumnos portaban pancartas contra el racismo, la demolición de casas y otros, lo cual contraviene las instrucciones del Director General».

En la escuela respondieron anonadados: «Se trató de una apasionante clase de educación cívica. Los alumnos  actuaron según las reglas de la educación y la democracia, y propusieron ellos mismos su participación en un evento de esta naturaleza, a expensas de sus días libres. Se encontraron allí con todo el abanico social del Estado de Israel. ¿Por qué el estado nos ataca?»

En octubre de 2000, al iniciarse la Intifada de Al Aqsa, los árabes israelíes salieron a protestar en paralelo con los palestinos de los territorios. Lo hicieron «a la palestina»: en lugar de salir a las plazas con carteles, lanzaron piedras y cócteles molotov y quemaron coches. La policía los reprimió, también «a la palestina»: con balas de goma y de las otras, muriendo 13 ciudadanos árabes.

En la escuela árabe Arara, en la zona del Triángulo (norte de Israel) decidieron enseñar a sus alumnos, por fin, a protestar «a la israelí»: caminando, con pancartas y con cánticos, tomando parte activa en la lucha por el perfil democrático de Israel. Tampoco esto es suficiente para nuestro nacionalista gobierno, que prefiere ver bocas cerradas a bocas educadas y críticas, eso sí, pero en pacífica coexistencia.

En su respuesta, la dirección de la escuela también citó textualmente al ministro de Educación, Gideon Saar, en su comunicado difundido con motivo del Día Internacional de los Derechos Humanos: Saar llamaba a TODOS los docentes israelíes a enseñar a sus alumnos a «demostrar compromiso y responsabilidad personal, social, cívica y nacional, que los lleve al involucramiento y la participación». En el Ministerio se abstuvieron de replicar. Parece que el sentido del absurdo de todo este gobierno tiene también sus límites, aunque esto podría ser wishful thinking.

Tengo amigos que me propondrán una solución drástica a este problema: «¡Dejá de leer Haaretz de una vez!» Pero no puedo. Junto con mi optimismo a ultranza termino este año con un sentimiento de preocupación por el año que está por empezar.

Yo tengo otra solución. Seguir bregando por un Israel mejor, más seguro pero también más democrático, transitar este 2012 en puntas de pie (pero con pancartas en alto) y esperar pacientemente a las elecciones de 2013.

Feliz año nuevo para todos.

VIOLENCIA EN ISRAEL: SEGÚN POR QUÉ CANAL SE MIRE

אלימות בני נוער בבית הספר

León Kalantarov, de 7 años, fue encontrado muerto debajo de su cama en Benei Aísh, envuelto en una bolsa de plástico. Dos vecinos, hermanos mellizos con retraso leve y fama de pedófilos, fueron arrestados bajo sospecha de haber cometido el homicidio. Tan sólo unos meses antes, toda una familia, los Oshrenko, fueron masacrados en Rishon LeTzion por Demián Karelik, que había sido despedido por el padre de la familia. Varios niños fueron asesinados por sus propios padres durante 2008 y 2009. La más recordada, Roze, fue asesinada, su cuerpo metido en una maleta y arrojado al río Yarkón por su padre-abuelo, Roni Ron.

La violencia como imagen

En los últimos meses, los israelíes que todavía se sientan a ver noticieros a eso de las 20.00 horas, se encuentran ante una situación extraña: no hay noticias de atentados, tampoco de avances en el proceso de paz, ni de nuevas guerras. Aparentemente, son buenas noticias. Si antes las novedades sobre el conflicto ocupaban las primeras planas de los periódicos, por estos días hay que bucear en las páginas interiores para saber si Abu Mazen, presidente de la Autoridad Palestina, acepta volver a negociar con Israel, o si Hamás accede a los términos israelíes para liberar a Guilad Shalit.

Los noticieros y los diarios, en cambio, abren sus ediciones con dobles asesinatos de niños, o con otra mujer estrangulada por su marido, o con un joven a la salida de la discoteca que acuchilla a su amigo y viola a la madre de la víctima durante 30 horas. El debate social pasa hoy por si someter a los pedófilos o no a la castración química.

Si el delito hubiera aumentado en Israel como su exposición en los medios, estaríamos ante un crecimiento de varios cientos por ciento en la delincuencia israelí. Sin embargo, los números no son tan desalentadores. En algunos rubros es justamente lo contrario. Según datos de la Oficina Central de Estadística (ver cuadro), el número de asesinatos bajó en el último año en cerca de un 10%. El robo ha disminuido en un 5%, y los saqueos de viviendas se han reducido en casi un 10%. Incluso los delitos sexuales se han mantenido casi igual, con tendencia a la baja. En cambio, han aumentado las denuncias por tráfico de drogas, por delitos relacionados con la prostitución, asaltos y robos de comercios.

¿A qué se debe, entonces, el fenómeno de que todos los medios israelíes parezcan haberse reducido a sus secciones policiales?

«Se ha dado una acumulación de delitos resonantes debido a su alto perfil», propone Sergio Gendler, habitante de Modiín de origen argentino, agente de policía. «Por ejemplo el chico asesinado por los mellizos, o el intento de violación por parte del guardaespaldas del comandante en jefe del ejército, días antes de su boda. No cabe duda que son noticia. Al mismo tiempo, hay una realidad: no hay antentados, y los medios necesitan llenar sus primeras planas».

Shaul Tzegahún, de profesión mediador, y director de proyectos para adolescencia en riesgo en la zona de Kiriat Gat, coincide. «No ha habido necesariamente un aumento cuantitativo en el delito, sino en su crueldad. Si antes los jóvenes desenfundaban una navaja, sabían dónde cortar para no matar. Ahora, sencillamente, cortan para matar».

Gendler detalla que la sensación en la Policía israelí es que el aumento se ha dado en el consumo de drogas y alcohol por parte de los jóvenes, sensación confirmada por el tipo de delitos registrados en las estadísticas de la OCE. «En realidad es parte de un fenómeno mundial. Cada vez más, cuando arrestamos a un joven que ha atracado un comercio, tenemos que esperar ocho horas para que se les pase la borrachera o el efecto de las drogas; caso contrario, el interrogatorio no tiene validez evidencial en juicio. Pero no es inusual que una vez sobrios, los jóvenes sinceramente no recuerden qué fue lo que hicieron».

Tanto Gendler como Tzegahún adjudican el aumento de la criminalidad juvenil relacionada con el consumo de alcohol y drogas al orden de prioridades del gobierno y de la Policía. «Los homicidios se han reducido porque la Policía invirtió mucho en personal y en recursos para dar con los jefes de las llamadas «familias del crimen»; por eso, muchos de ellos hoy están en la cárcel», ejemplifica Gendler.

Shaul Tzegahún agrega el ejemplo de las muertes en accidentes de tránsito. En 1993 se produjo el récord de 713 muertes en un año; y en 2008 tuvimos 449, y en 2009 se han reducido a 348. «Hay campañas en los medios y en las escuelas, acompañadas por legislación y trabajo en el terreno, cursos especiales de vialidad a los soldados; todo eso, al final, se refleja en resultados», afirma.

Violencia y pobreza: un coctail controlable

No se ha hecho el mismo trabajo en el área del abuso de drogas y alcohol. Apenas, de vez en cuando surge alguna idea paliativa, como prohibir la venta de alcohol en determinados horarios, o prohibirla a kioscos no autorizados, o elevar la edad permisiva para beber. Pero ninguna de estas medidas apunta a las verdaderas razones de la violencia juvenil.

«La pobreza genera violencia, pero no es un proceso tan lineal», apunta Tzegahún. «No se trata necesariamente de violencia física, puede ser también verbal e incluso simbólica. Si un adolescente sale al paseo anual con su división en la escuela, luego que su padre ha sido despedido debido la crisis económica, y ve que no tiene cosas que otros compañeros tienen, él va a tratar de conseguirlas. No es sólo un tema material, es también una crisis de pertenencia, de identidad. Cuando beben, sienten que pertenecen; cuando roban, sienten que realizan un acto de reparación».

Pero Tzegahún no acusa al sistema, ni al aumento de la brecha socio-económica. «Si bien la pobreza genera violencia, no necesariamente genera delito. Además, el consumo de drogas y alcohol, y sus delitos derivados, atraviesan todas las clases sociales. En los lugares donde trabajo se está registrando precisamente una baja en la violencia, junto con un aumento del diálogo, gracias al trabajo en el terreno que hacemos en las ONGs».

Shaul señala la educación como principal herramienta para reducir la violencia en la sociedad. «No estoy hablando del sistema educativo, sino de la familia. La escuela, al fin y al cabo, juega un rol marginal en la inculcación de valores. Los padres son su principal espejo, y con ellos es el trabajo. Salgo a la calle a las cuatro de la mañana y veo chicos de catorce años con botellas en la mano. ¿Dónde está la familia? El problema es que los padres no han recibido jamás capacitación, nadie te enseña a ser padre, y les es difícil, hay presiones, dificultades. La solución pasa por crear marcos en la comunidad, donde padres puedan intercambiar unos con otros, enseñarse unos a otros a educar a los hijos. Los estamos creando, pero no cabe duda: hay mucho trabajo por delante».

 

Publicado por Revista Piedra Libre N° 40

La guerra contra el Informe Goldston: ISRAEL Y LOS LOCOS

GazaGoldston

Por Marcelo Kisilevski – Modiín

Una característica del demente es la de repetir una y otra vez la misma acción, pero esperar que la reacción sea distinta. El gobierno de Israel al mando de Biniamín Netanyahu se empeña, desde este punto de vista, en la locura.

Israel siempre se ha empeñado en una conducta esquizofrénica consistente en, por un lado, buscar el apoyo del mundo, se diría casi el afecto; pero cuando éste no llega, denunciar esta falta de apoyo como desproporcionada e injusta, cuando no teñida de antisemitismo, para acabar berrincheando de que en realidad no necesita de tal apoyo, y que se vayan todos a freír espárragos.

Esa conducta es la que se pone de manifiesto una vez más en el caso del Informe Goldston, contra cuyas conclusiones e implicancias Israel ha lanzado una guerra mundial en el terreno diplomático. Lo que está resultando hasta ahora es una serie de bajas que serán difíciles de revertir.

En ocasión del debate del informe Goldston en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, Israel en Ginebra puso en juego una verdadera batería  de presiones sobre todos sus aliados en Estados Unidos y Europa para que votaran en contra de la adopción del informe por dicho organismo. El Informe, como se recordará, condena a Israel y a Hamás por «posibles crímenes de guerra» antes y durante el operativo Plomo Fundido en la Franja de Gaza en enero de 2009. El Consejo, se queja Israel, trató en su debate sólo los hechos atribuidos a Israel, dejando de lado los cometidos por Hamás.

El temor en Israel no tiene que ver sólo con una cuestión de imagen, sino por las implicancias jurídicas del Informe a nivel internacional: si es aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU en diciembre, oficiales israelíes podrían ser capturados y juzgados por países que, como España, se rigen por la llamada jurisdicción universal, que les permite juzgar a cualquiera en el mundo por delitos cometidos en cualquier lado. El Consejo de Seguridad está en potestad, también, de solicitar juzgamientos en la Corte Penal Internacional de La Haya. En este sentido, por ahora, Israel está mínimamente cubierto: Rodríguez Zapatero dio su compromiso, durante su visita a Israel, de que ningún oficial de Tzahal sería juzgado en suelo español. El presidente Barack Obama, por su lado, ya garantizó su veto en el Consejo de Seguridad. 

Israel se complica

En el camino, Israel complicó sus relaciones con Turquía, Rusia, China y, en los últimos días, incluso Francia, país con el cual ha reinado la amistad en la era Sarkozy. El canciller de ese país, Bernard Kouchner, anunció que anulaba su inminente paso por Israel. ¿Los motivos? La negativa de Israel a que Kouchner visitara la Franja de Gaza para observar la construcción del hospital Al Quds, que está siendo erigido allí en cooperación con Francia. El premier Netanyahu alegó que la visita beneficiaría sólo al Hamás, que centraría el foco en lo ocurrido durante el operativo Plomo Fundido.

Antes, Turquía anuló una tradicional maniobra conjunta entre Estados Unidos, Israel y ese país. A renglón seguido, su primer ministro Recep Tayyip Erdogan anunció una maniobra conjunta con Siria. De ese modo, explicaron los analistas, Turquía pretende competir con Egipto por la supremacía como país más influyente del Oriente Medio.

Las relaciones con Turquía, consideradas un bien importante en la constelación del status internacional israelí, se ensombrecieron notoriamente durante todo este año, luego del operativo. Hubo una escena de riña entre el premier Erdogan y el presidente Shimón Peres, críticas virulentas por Plomo Fundido, y el condicionamiento del mejoramiento de las relaciones a la solución de la tragedia humanitaria en Gaza.

Ahora, Israel se enfrenta también con la televisión turca, que emite una serie de televisión en la que soldados de Tzahal maltratan en cada capítulo a palestinos indefensos. Hubo en el gobierno quien comenzó a cuestionarse si Israel debía seguir «cubriendo» a Turquía en el tema del genocidio armenio. Quizás, dicen, haya llegado la hora de mostrar las cosas como son: si Turquía afirma que no se privará de «criticar a sus amigos», ¿por qué Israel debe callar su condena de fondo al genocidio de 1915 y seguir haciendo lobby por el silencio de otros?

La opción cuerda

La respuesta israelí de combate y oposición podría, por una vez, ser bien otra. El gobierno ha encomendado al ejército la investigación de los hechos de Plomo Fundido. En sus hallazgos, el ejército aseguró que sus fuerzas se habían comportado «moralmente y de acuerdo con las normas y la ley internacional». También aseguró que, allí donde se cometieron excesos, los responsables ya han rendido cuentas. Ningún medio en Israel ha publicado nada respecto de soldados castigados por hecho alguno relacionado con Plomo Fundido.

Se trata de dos problemas en uno. El primero, el de suponer que un organismo, menos todavía uno militar, puede objetivamente investigarse a sí mismo. El otro es el de pensar que Israel puede oponerse todo el tiempo a todo el mundo. El primer ministro Biniamín Netanyahu incluso llamó, en su discurso en la Convención Presidencial del 20 de este mes, a «cambiar las reglas de la guerra».

¿Qué pasaría si, en lugar de dedicar tantas energías a pelearse con todo el planeta, Israel hubiera colaborado con Goldston, o si ahora nombrara una comisión investigadora propia, objetiva y parlamentaria, que hallara verdaderos culpables por delitos eventualmente cometidos? Pues si de verdad se cometieron tales u otros crímenes, ¿no debería ser Israel, que se erige en país moral, el primero en denunciarlos y castigarlos? ¿No beneficiaría eso su propia causa contra las calumnias y los rumores supuestamente antisionistas en el mundo? ¿No ayudaría a arrojar luz sobre lo que realmente ocurrió en ese infierno permanente llamado Gaza, a saber cuál es de verdad la culpa que le cabe a Israel y cuál la que le cabe a Hamás por el sufrimiento de su propia gente? Vivimos en un mundo de subjetividades, hoy más que nunca tienen razón nuestras abuelas: moral no sólo hay que serlo, sino también parecerlo. Bueno, no sólo nuestras abuelas, el concepto de «marit áin«, el de no cometer actos que pudieran siquiera parecer amorales, aun cuando no lo sean, está ya en nuestro Talmud.

Pero el actual gobierno israelí sabe más. Uno de los ministros dijo, al término de la reunión de gabinete que terminó rechazando la idea, que «una comisión investigadora que tuviera otro mandato que la de rechazar el Informe Goldston, está de más».

Plomo Fundido todavía debe ser investigado. La insania con la que se maneja Israel en este caso, también. Quién sabe, quizás todavía lleguemos a la conclusión de que se trata de un caso de inimputabilidad…

(Publicado en Nueva Sión N° 950, octubre 2009, www.nuevasion.com.ar)

Casi Ángeles: «Estamos tan lejos, pero somos tan iguales»

Balance de la visita de Casi Ángeles a Israel: entrevista a Eugenia Suárez (Jazmín) y Nico Riera (Tacho)

Por Marcelo Kisilevski, desde Israel marcelokisi@gmail.com  

Casi Ángeles y una enorme delegación del Cris Morena Group anduvieron por Israel repartiendo buenas ondas, para alegría de cientos de miles de adolescentes israelíes durante la festividad de Sucot (Tabernáculos). Además de las notas publicadas en Clarín, pude entrevistar a Ma. Eugenia Suárez (Jazmín en la tira) y a Nicolás Riera (Tacho). Por asuntos técnicos de la redacción del diario, la nota no se llegó a publicar, y por eso aquí va en exclusiva.

Marcelo Kisi con Euge Suárez y Nico Riera. No, el que tiene pelo no es Kisi... (Foto: Miriam Khon)

Marcelo Kisi con Euge Suárez y Nico Riera. No, el que tiene pelo no es Kisi... (Foto: Miriam Khon)

Nico y Euge son dos amigos que juegan al fútbol en el pasillo con una pelotita de plástico. Pero en lugar de estar en el colegio o en una plaza, están junto al camarín del Palacio Nokia de Tel Aviv, esperando al primer cronista que los va a entrevistar después de cuatro días y trece shows sin que la prensa los «moleste». Ma. Eugenia Suárez (17 años, Jazmín en Casi Ángeles) y Nicolás Riera (24, Tacho) están ansiosos por hablar, por elaborar un poco todo el delirio y la admiración sin fin del público israelí.

La charla con este corresponsal, por eso, tiene un poco de terapia de grupo, e incluso bromean con ello. Hablaron de la fama, de su adolescencia no perdida sino «distinta», hablaron del futuro. Eugenia está segura que quiere llegar a Hollywood. Nico quiere desarrollar su veta musical y puede que ya en abril, cuando vuelvan a Israel, toque uno de los temas en guitarra.

Pero primero, viven muy bien el presente, y repasan el furor que acaban de provocar en Israel. «Fue increíble», empieza Eugenia. «Tengo la voz y el cuerpo muy cansados, pero el cansancio es sólo físico. Tengo 17 años, puedo hacer miles de shows más y quiero hacer esto toda mi vida». Nico explicó que «a mí se me iba pasando demasiado rápido sin poder registrar del todo, casi sin poder pararme a disfrutar».

Más allá del fenómeno Casi Ángeles en Israel, el asombro de las estrellas pasa por el país en sí. Para Nico era la primera visita: «La imagen que llega allá es todo guerra y conflicto. Un poco me asusté cuando me dijeron que veníamos a Israel. Pero llegamos y dije: ‘Loco, esto es Miami, me vengo acá de vacaciones’. La playa, las ciudades, los paisajes, los negocios, la gente. ¡Está buenísimo!» «Bueno, a la playa no podíamos ir por los fans, pero yo salí al balcón a tomar sol. No me quemé, pero…», confiesa Euge entre risas. «Yo ya había estado a los 11 años con Rincón de Luz, pero era chiquita, no era consciente de nada. En esta vuelta me encantó, especialmente Jerusalén».

Después llegó el momento del ping-pong.:

El momento inolvidable de su paso por Israel: Nico: «La primera aparición, de ver caños y un ventilador debajo del escenario, subís en los ascensores, ves todo ese despliegue y escuchás los gritos. Es impresionante y no me lo voy a olvidar». Euge:» A mí me queda el final de los shows, cuando prenden las luces y ves la cara de la gente, algunos llorando, otros gritando y mostrándote fotos y carteles».

El momento cómico: Euge: «Ayer me regalaron cremas del Mar Muerto, con Lali (Mariana Espósito, Mar en la tira) y Cande (Candela Vetrano, Tefi) nos pusimos máscaras y entramos en los cuartos de todos a oscuras y los asustábamos». Nico: «Un día nos trajeron globos con helio y filmamos escenas de backstage con la vocecita que te hace sacar».

El papelón sobre el escenario: Nico: «En el tema con las linternas a uno de nosotros se le cayó la suya y se hizo añicos, ¡te juro que se desintegró! Por suerte yo tenía que salir, le dejé la mía y seguimos como si nada». Euge: «En general soy muy torpe, pero en el escenario no me importa. Ya en la segunda canción, ‘Casi Ángeles’, me trabé y casi me caigo. Se lo dije a la gente: ‘Espero que la estén pasando bien, yo empecé con una casi caída, pero estoy bien'».

El regalo más significativo de los fans: Euge: «Me encantaron las cremas porque eran del Mar Muerto. Pero me gusta más todavía que cuando te regalan una jamsa (la manito de la suerte) o una estrella de David». Nico: «A mí me gusta cuando te hacen un collage de fotos, y son todos fotos tuyas, distintas, mezcladas. Algo que me impresiona también es que puedan escribirte una carta en español. Tienen sus faltas, claro, pero se entiende todo lo que quieren decir».

Una enseñanza que se llevan de Israel: La enseñanza que se lleva Eugenia son decenas de palabras y frases en hebreo que repite en ráfaga dejando anonadados a los hebreo-parlantes en el camarín. Y además: «Me llevo el valorar mucho lo que tengo. Yo nada más quería tener salud, ir al colegio. Y de repente me doy cuenta que hago todo lo que quiero y lo que me gusta, y estoy muy agradecida». Nico: «Que todos los seres humanos somos muy parecidos. Estando allá uno piensa que son todos diferentes, que viven todo al revés que nosotros. Venís acá y de repente somos todos iguales, nos reímos de las mismas cosas y nos gusta lo mismo. Eso me impresiona: tanta distancia y ser tan parecidos en tantas cosas. Está bueno».

Sin esta foto no me dejaban entrar a casa. Pero sobre todo, ¡Nico y Euge son unos fenómenos! (Foto: Idith Helman)

Sin esta foto no me dejaban entrar a casa. Pero sobre todo, ¡Nico y Euge son unos fenómenos! (Foto: Idith Helman)

«Muerte o unga-unga» a la Netanyahu

¿Todos los caminos conducen a más asentamientos?

¿Todos los caminos conducen a más asentamientos?

El Congelamiento de la construcción en los territorios

Ya en la escuela primaria contábamos el chiste: un explorador es atrapado por una tribu salvaje en África, cuyo jefe le da a elegir: «Muerte o unga-unga». Obviamente, el  hombre blanco elige unga-unga. Lo meten en una choza y cinco hombres morenos y grandotes lo violan durante toda la noche. Al día siguiente lo visita el jefe de la tribu: «Muerte o unga-unga». El explorador no quiere saber más nada: «¡Muerte!». «Está bien», replica el africano. «Pero antes, un poquitito de unga-unga».

El primer ministro israelí Biniamín Netanyahu decidió congelar por seis meses la construcción en los territorios, la gran piedra israelí de choque frente a los palestinos. Pero antes, anunció de modo resonante, será autorizada la construcción de cientos viviendas en Judea y Samaria, la Margen Occidental, que se sumarán a las 2.500 que ya están siendo construidas allí. Y dicho congelamiento será efectuado sólo a condición de que los países árabes tomen medidas tendientes a la normalización de relaciones con Israel.

Debe entenderse bien. La construcción de asentamientos judíos en los territorios es la espina israelí clavada en el costado de los palestinos, así como el terrorismo es la piedra que duele en el zapato de los israelíes. La derecha puede repetir hasta el cansancio que «no se puede comparar la matanza indiscriminada de gente con la construcción de casas». Es, dicho en buen criollo, hacerse el sota. Esa construcción es, cuanto menos, un acto de matonerismo, con características mafiosas. Sus mismas motivaciones, las de hacer más difícil eventuales entregas de territorios, y sus características, las de una superior calidad de vida, una ubicación que entorpece la futura continuidad territorial de un estado palestino cuya existencia futura ya ha sido reconocida hasta por Biniamín Netanyahu, y las características violentas, profundamente fundamentalistas y antidemocráticas de sus habitantes más activos, la convierten en un acto de violencia política de escala nacional.

Israel viene reclamando con razón el fin del terrorismo como modo de dirimir su conflicto con los palestinos. Esperando no estar abriéndole la boca al diablo, como se dice en Israel, 2009 ha sido un año prácticamente sin terrorismo, sea por los motivos que fuere: la Cerca Separadora o «Muro», el aumento de la calidad de vida palestina en Cisjordania, o por la habilidad gubernativa –y silenciosa- de Abu Mazen.

El operativo Plomo Fundido también puede haber aportado. Una vez terminado, Hamás siguió lanzando algunos Kassam para el protocolo, y después paró. Se dedicó a instaurar un régimen de terror fundamentalista hacia su propia sociedad, por frustración o por dictado iraní. Pero también a abrir un proceso de reconciliación con el Fatah de Abu Mazen y a negociar la liberación de cientos de palestinos presos en Israel a cambio de su único naipe fuerte, el soldado Guilad Shalit.

Por ahora, como quiera que sea, el terrorismo ha pasado a segundo plano también en ese frente. Nótese, también para el protocolo, que el operativo Plomo Fundido en Gaza no desató, como hubiera sido obvio muy pocos meses antes, una Tercera Intifada en la Margen Occidental. Esto solo debiera haber encendido varias «luces verdes» del lado israelí: la fractura interna palestina entorpece la paz, pero también puede ser visto como una oportunidad para avanzar.

El renacimiento de la Hoja de Ruta

El cese del terrorismo de facto, es también el cumplimiento, aunque no de jure ni en el plazo acordado, de la Hoja de Ruta, que también fuera adoptado por el actual gobierno como «pacto preexistente» a ser cumplido a pie juntillas. Es interesante cómo se dan algunos procesos en el Medio Oriente. Muchos documentos se rechazan, y se termina luego actuando de acuerdo con ellos. Ocurrió con el legendario Plan Alón para asentar provisoriamente los territorios recién conquistados en 1967. El plan se rechazó oficialmente, pero se llevó a la práctica con variantes por los  propios gobiernos laboristas, para ser intensificado con entusiasmo por los gobiernos del Likud. Ya había ocurrido antes con la doctrina del Muro de Hierro del nacionalista Zeev Jabotinsky, rechazado por el hegemónico partido de Ben Gurión. Éste, no obstante, fue quien convirtió a Israel en la potencia regional invencible tan soñada por «Jabo».

Es lo que parece ocurrir ahora, de a poco, con la Hoja de Ruta, el plan de George W. Bush hijo. El primer aporte de dicho plan es el mismo que en su momento hiciera el propio Biniamín Netanyahu: la reciprocidad. Ya en su primer párrafo, el plan estipula el desmantelamiento de las organizaciones militares paralelas del lado palestino. Desde entonces la realidad cambió, y la fuerza armada del Hamás es indesmantelable, por ser gobierno en Gaza, y sólo es cooptable, por medio de la refusión política. Sin embargo, el terrorismo ha entrado en un impasse que no es recomendable desperdiciar.

A cambio, Israel debía cesar toda construcción en los territorios, incluida la generada por el crecimiento vegetativo, y desmantelar todos los «outposts» (asentamientos ilegales aun desde la óptica israelí) montados desde marzo de 2001. Este gobierno, cuyo canciller Avigdor Liberman se llenara la boca con la Hoja de Ruta en su primer día en funciones, parece no haber leído la segunda parte del primer apartado del plan de Bush.

La empresa colonizadora en su conjunto es el acto más irracional y absurdo de Israel. Obsérvese, si no, la actual conducta del gobierno, la de autorizar la construcción de viviendas para luego anunciar el congelamiento de la construcción, que tiene el fin de destrabar negociaciones que podrían llevar, eventualmente, a evacuar dichas construcciones. ¿Para qué seguir destinando fondos del contribuyente israelí a seguir alimentando un peligro que, a su vez, se traducirá en nuevos y cuantiosos gastos militares? Como me lo preguntaba, presa de la impotencia, una estudiante de América Latina recién llegada al embrollo mesoriental: «¿Por qué no hacen de una vez lo que todos saben que debe ser hecho?»

Bibi, el obediente

La respuesta, sin embargo, no es del todo desalentadora, por lo menos en opinión de quien firma estas líneas. Al fin y al cabo, Bibi Netanyahu está haciendo –siempre a regañadientes, pero siempre obediente- lo que sabe que debe ser hecho. Desde su asunción, no se han vendido más terrenos, ni se habían otorgado hasta ahora más permisos de construcción. Las mentadas 2.500 viviendas habían sido autorizadas por el gobierno anterior, de Ehud Olmert, líder de Kadima.

Ahora, Netanyahu está congelando la construcción en los territorios, pero la está frenando como frenan los vehículos: con una distancia de freno. En un coche, frenar de golpe pone en peligro de muerte a los pasajeros. Si Netanyahu congelara de modo súbito, como lo quiere Obama, el ala derecha de su gobierno se retiraría y su coalición se desmembraría, con todo el retraso que ello significa. Ningún miembro de la actual coalición quiere retirarse, y no lo harán por un congelamiento en los territorios que no es fatal ni sella destinos de nada. Pero sus «constituencies«, sus votantes, no lo podrán digerir, y vomitarán a sus líderes. Y sólo si el coche de Bibi sigue viajando, podrá seguir haciendo lo que, según lo muestra la historia, sólo los coches de la derecha israelí parecen ser capaces de efectuar.

Sea por la razón que fuere, lo que resulta es un gobierno que actúa como la tribu africana del chiste. «Elijan: o paran con el terrorismo (que es la «muerte» del gran naipe de la causa palestina que, admitamos, los ha llevado a sus grandes logros), o habrán más operativos tipo Plomo Fundido y más asentamientos (unga-unga)».

Sin ser del todo categóricos, los palestinos por una vez parecen haber aprendido la lección de la fuerza israelí: «Está bien, basta, no podemos más: paramos con el terrorismo». Y el gobierno israelí, que necesita demostrar que es macho que nadie le va a venir a él, justo a él, con dictados e imposiciones, parece responderles: «Muy bien, pero antes, un poquito más de asentamientos».

(Publicado primero por Nueva Sión, N° 949, septiembre 2009)

Ni Madoff, ni Einstein

Esta semana, por no decir este año, estuvo signada, signado, por judíos e israelíes que se portaron y se portan mal. Digo año por Madoff, que ya fue condenado a unos cuantos añitos en prisión. Pero esta semana se le agregaron una madre ultraortodoxa que tal vez casi mata a su hijo de inanición, una banda de israelíes que tal vez trafican con óvulos, explotando quizás a adolescentes rumanas en Bucarest, y ahora una quizás mafia de rabinos pro-Shas en Nueva York, que posiblemente han lavado toneladas de millones de dólares utilizando para ello, y quizás, asociaciones de beneficencia en Israel.

No es improbable que salgan los antisemitas de siempre con sus diatribas: «¿Ven? ¡Se los dijimos! Así son. Es el judaísmo internacional en su máxima expresión! Ta, no podemos esperar otra cosa de los antisemitas de siempre.

Pero a mí me interesan los de mi lado, los judíos, que al fin y al cabo soy uno de ellos. Los delincuentes israelíes y judíos en el mundo, ponen en un brete al «pueblo judío». Porque existe un «pueblo judío que cierra filas». A veces las cierra tanto, que espanta a otros, a los que después sorprende que pasen a llamarse los «desinstitucionalizados». Y los medios de comunicación del «pueblo judío que cierra filas» escacearon en la información sobre estos casos, salvo honradas excepciones.

El «pueblo judío que cierra filas» es el que se escandaliza cuando los antisemitas atacan al pueblo judío como un todo cuando un judío comete un delito. «Que lo condenen por delincuente, no por judío; la generalización es prejuicio antisemita», claman con razón. Pero el mismo «pueblo judío que cierra filas» es el que, a renglón seguido, escribe artículos y libros sobre «el aporte del pueblo judío al mundo», y como ejemplo ponen a Einstein, a Freud, a los escritores, a los inventores de ICQ y a todos los Premios Nobel.

¿En qué quedamos, vive Agnón? ¿Se puede generalizar respecto de lo judío o no se puede generalizar? ¿O acaso se puede generalizar sólo si es a favor? ¿Se puede ensalzar al pueblo judío por haber dado al mundo a Einstein, pero no se lo puede juzgar por haber dado al mundo a Madoff? De verdad, oh, hermanos judíos, ¿cuál es ese «mérito judío» que ha generado a Einstein, distinto del «desmérito judío» de haber generado a Madoff? Mmm, disculpen, pero yo, judío, respiro un leve tufillo a prosemitismo, que no es menos peligroso que el anti. Porque la generalización en contra ha dado origen a la violencia antisemita, eso queda claro. Pero la generalización a favor hace algo más sutil, y por lo tanto más grave: legitima la generalización, sea del signo que sea. Y al hacerlo, deslegitima la denuncia.

Madoff es un delincuente, y no se lo ataque ya por su origen o apellido.Einstein fue un genio, y no se lo alabe ya por su origen o apellido.

Y que quede bien claro: yo no tengo nada contra los judíos. Es más, mis mejores amigos lo son. Boina semana.

Bibi y el estado palestino

Como Michael Jackson, pertenecer tiene su precio. Bibi cambia de color.

Como Michael Jackson, pertenecer tiene su precio. Bibi cambia de color.

Vaya primero un palo para el premier Biniamín Netanyahu. En su encuentro con el ministro de exteriores de Alemania dijo, refiriéndose a la eventual evacuación de la Margen Occidental, que «los territorios no serán Judenrein», «zona libre de judíos» que era el concepto nazi de la limpieza étnica del Tercer Reich. Lo dijo, lo repitió, y recomendó a sus ministros utilizar ese mismo concepto en sus declaraciones. El alemán movió la cabeza perplejo, pero no respondió. No se puede juzgar a las víctimas en sus expresiones, sobre todo cargando con semejante culpa.

Pero diantres -por usar una palabra delicada y en desuso, pregúntenle al zeide lo que significa-, ¿no le da vergüenza? De un solo plumazo, Bibi ha borrado esfuerzos gigantescos de educadores, políticos, diplomáticos y comunicadores judíos y no judíos en todo el mundo por separar el Holocausto de lo que ocurre en los territorios, porque toda traspolación histórica es brutal y deshonra la memoria de las víctimas. Y así como no permitimos que los anti-sionistas comparen, al punto que nos negamos a entrar en la mera comparación, que implicaría en sí un triunfo del comparador, así me niego a discutir la ridiculez de la comparación de Bibi, por no decir su imbecilidad.

Y de aquí a su otro discurso. Aluf Ben, el brillante analista de Haaretz, da razón a mi último post: «El domingo (en la reunión de gabinete) Biniamín Netanyahu aprovechó esa tribuna para emitir su declaración más significativa hasta hoy: ‘Hemos logrado un acuerdo nacional en torno al conepto de dos estados para dos pueblos’. En su discurso de Bar Ilán, tres semanas antes, Netanyahu ya había dado su acuerdo a un estado palestino, pero se había cuidado de formulaciones, y habló con una manifiesta falta de entusiasmo. Esta semana sonó totalmente distinto, al adoptar el viejo slogan de la izquierda, encima presentándolo como un logro de su gobierno en sus primeros 100 días».

Y agrega Ben, casi como si fuera lector de mi blog: «Netanyahu también respaldó su lema con medidas en el terreno, en cooperación con el ministro de Defensa Ehud Barak. Muchos checkpoints fueron retirados, y a los palestinos les es mucho más fácil circular por las rutas de la Margen Occidental. La cooperación de seguridad entre Israel y la Autoridad Palestina ya superó los récords de los días de Oslo, según altos funcionarios palestinos. Ambas partes tienen interés en minimizar el asunto, cada lado por sus propios motivos políticos, pero debe ser dicho a favor de Netanyahu, que está cumpliendo en el terreno lo que prometió en su campaña electoral».

Más adelante, Aluf Ben da otra «pista» de que Netanyahu se propone lanzar dentro de poco un proceso político de extrema significación. Es cierto que Bibi habló en Bar Ilán de las condiciones para la creación de ese estado palestino, y de las garantías que le exigía a la comunidad internacional, empezando por Estados Unidos. «Pero una averiguación reveló que Netanyahu estaba adoptando de hecho el ‘Documento de los Ocho Puntos’ que su antecesor Ehud Olmert había presentado a la Administración Bush. Los puntos en sí son bastante triviales: desmilitarización total del estado palestino, observadores extranjeros en la frontera con Jordania, Paso de Rafah con supervisión europea, control israelí del espacio aéreo y en la adjudicación de frecuencias. Barak ya había elevado exigencias similares en Camp David hace nueve años, y Olmert las reformuló, logrando incluso, según testimonio de sus allegados, acuerdo norteamericano para ellas. Netanyahu quiere obtener de Obama esas garantías por escrito, para asegurar que Israel goce de la legitimidad internacional para sus temores de seguridad respecto de la creación de un estado palestino».

A partir de allí, Ben se dedica a analizar las motivaciones personales del premier para este viraje histórico, por el cual él y el Likud adoptan la línea de «dos estados para dos pueblos» y abandonan la idea de la «Gran Eretz Israel». Está claro que ello convierte en irrelevante la oposición de Kadima, y que Netanyahu aspira a atraer a sus miembros de regreso al Likud, así como a gente de otros partidos, convirtiéndose en «más grande que Ben Gurión».

Pero la historia se escribe así, al compás de los intereses personales de sus pequeños-grandes actores. Y si todo lo que quiere este político llamado Netanyahu a cambio de hacer lo correcto, es que lo aplaudan, entonces, aplaudamos. Que, como diría Adler, prácticamente todo lo que hace el ser humano, luego de sus pulsiones fisiológicas, es para satisfacer su instinto de pertenencia. Y Bibi quiere pertenecer al consenso nacional, ser un prócer.

O, para usar el lenguaje tanguero del Negro Dolina: «Todo lo que hace el hombre es pa’ levantarse minas». Pero para eso la tenemos a Doña Sara, la primera dama, manteniendo las riendas bien cortas.

¿Pienso igual que Bibi?

Ya dije que no había comentado el discurso de nuestro primer ministro, don Biniamín Netanyahu. En ese discurso dijo, ni más ni menos, que en determinadas condiciones, Israel estaría dispuesta a aceptar la idea de un estado palestino viviendo al lado de Israel.

Dijo las palabras «estado palestino», pero tuvo que condimentarlas con tanto discurso de derecha, que aquí no dejó contento a nadie. Y además no dijo «dos estados para dos pueblos».

Ahora, en el noticiero de esta noche, acaba de decir Netanyahu algo más inequívoco: «Hemos creado un consenso nacional alrededor de la fórmula ‘dos estados para dos pueblos’, que tiene que ver con que los palestinos deben aceptar, en ese caso, a Israel como estado del pueblo judío, y que el problema de los refugiados se resolverá por fuera del territorio soberano de Israel».

Así, cortito, con la fórmula pronunciada en sencillo, como al pasar, «dos estados para dos pueblos», Netanyahu acaba de completar el viraje histórico del Likud hacia el mainstream israelí, ubicado más a su izquierda. Esto es incontestable, por más que duela en el estómago de más de uno de mis amigos de la izquierda. Queda ver qué pasará por el estómago de mis amigos de la derecha.

Estoy de acuerdo con un estado palestino, pero no sólo porque a esta altura sea lo justo, sino porque implicará también la culminación de la configuración de Israel como el estado del pueblo judío. Si como izquierdista apoyo el derecho de autodeterminación de todos los pueblos, es ridículo que apoye a Palestina como «el estado del pueblo palestino», y reclame al mismo tiempo que Israel sea el «estado de todos sus ciudadanos» porque, según el argumento palestino, pronunciado textualmente por el presidente de la Autoridad Palestina, Abu Mazen: «no se concibe un estado basado en la religión; el estado palestino será un estado laico». A veces la hipocresía y el carácter manipulativo del débil tampoco tienen límites. De esto se desprendería que el único pueblo al que está bien negarle el derecho a la autodeterminación es el pueblo judío. Izquierdistamente sea dicho, con el nivel académico que me caracteriza: ¡Váyanse a freír espárragos!

Ahora sólo falta que los desarrollos históricos en el campo de lo discursivo se acerquen a lo que pasa en el terreno. Algunas señales ya hay. Si bien se sigue construyendo en los territorios, la construcción se ha reducido significativamente, y varios checkpoints principales se han retirado, mejorando considerablemente la calidad de vida de los palestinos de la calle. Obvio que es por la presión de Obama, no hemos nacido ayer. Pero ni Barak ni Olmert habían llegado a tanto.

Desde la izquierda hoy digo: ¡Vamos Bibi todavía!

Obama y el arte de la puesta en escena

Obama 

Me gustó el discurso de Obama. La novedad que trajo no fue su contenido sino su forma. Porque, la verdad sea dicha, Obama no dijo nada nuevo. Lo nuevo estuvo en la manera en que armó la puesta en escena, la dimensión de espectáculo, los días que precedieron, con un impresionante marketing del «Discurso de Obama», con vistas a la avant premier, que fue presenciada por el mundo entero, y más allá también.

Obama les dijo a todos lo que ya sabían, pero lo dijo de un modo en que todos quedaran contentos. Obama intentó decir a todos lo que esperaban oir, pero no le molestó, tampoco, que todos se pudieran molestar. Ayer me consultaron en la CNN en español, y antes de mi intervensión, un analista peruano de origen palestino se quejaba de que Obama hablara del  fin del terrorismo, siendo que Israel no había cesado la construcción en los asentamientos desde los años ’90, cuando los acuerdos de Oslo. Yo recordé luego, a mi turno, que tampoco los palestinos cesaron con el terrorismo, a pesar de que ello también formaba parte de los mismos acuerdos. Pero eso no era lo más importante.

También los judíos e israelíes se pueden enojar. Obama, por primera vez, equiparó por completo a palestinos con israelíes. Comparó el sufrimiento del pueblo judío de siglos hasta llegar al Holocausto, con el sufrimiento palestino de «las últimas décadas». Y equiparó el terrorismo palestino con la construcción en los asentamientos, frente a lo que la derecha siempre se ha enojado: «¿Construir casas es lo mismo que matar mujeres y niños inocentes? ¿Cómo amenaza la paz construir lugares donde vivir?»

Pero Obama les estaba diciendo otra cosa, a condición que se lo quiera oir: por primera vez tienen un presidente norteamericano que intenta ser un mediador imparcial en serio, que entiende tanto a unos como a otros, que habla del «Holly Koran» y resucita su segundo nombre, Hussein, pero que mañana visitará Buchenwald, porque no se olvida.

Ahora tienen ustedes dos opciones: o seguir colocados de cara al pasado y quejarse infinitamente, o de convertir el conflicto en problema, y colocarnos todos del mismo lado frente a ese problema en común, y de cara al futuro.

Todos ustedes, les dijo ayer Obama a todas las partes de todos los conflictos en el Medio Oriente, saben perfectamente qué es lo que pueden alcanzar, qué es lo que les corresponde. Todos ustedes, también, saben cuál es el precio que tendrán que pagar por ello, qué es lo que las otras partes esperan de ustedes. Ya lo hemos hablado hasta el cansancio, y de algunas de esas cosas tenemos incluso contratos firmados.

Y aunque esto estaba tan claro, Obama se tomó el trabajo de nombrar una por una a las partes del conflicto, sus necesidades, sus exigencias y sus precios a pagar, pero sin pretensiones de renovar en la información, ni de fundar en El Cairo ninguna «Doctrina Obama». Con respecto a Israel y los palestinos, prácticamente se trató de una repetición de la Hoja de Ruta.

Ahora, terminó Obama, dejémonos todos de berrinches y de quejas, y hagamos lo que tenemos que hacer, pero esta vez, todos juntos.

Todo ello, repito, a condición que se lo quiera oir, pues se sabe que, si tanta gente desea algo, nada es imposible. Pregúntenle, si no, a Theodoro Herzl. Y para atacar esa dimensión emocional, igual que el dramaturgo frustrado Herzl en aquel 1° Congreso Sionista de 1897, al que montó como si fuera una gala teatral, es que el histriónico Obama armó lo que armó.

Aunque los resultados se verán en la cancha -pero el norteamericano ya trae buenas referencias-, ya no cabe duda de que Obama es un artista del marketing, de la oratoria y de la escena.